Una «peregrinación literaria». Así describe Alberto Fuguet su viaje a Montevideo en 2011 para descubrir al hombre tras la figura del polémico Gustavo Escanlar. En el testimonio de los cercanos al escritor y periodista, reconoció al personaje ácido y contestatario, al loco entrañable que muchos admiran en secreto y otros tantos odian en público. La misión de escribir un perfil, que sería incluido en un libro junto al de otros dieciséis escritores latinoamericanos cuyas vidas fueron marcadas por la tragedia, resultó en un texto cercano y cautivante, que devela al individuo que se atrevió a criticar sin miramientos al establishment político y cultural de Uruguay, pero también a autodestruirse. En esta edición, con textos de la editora de Los malditos, Leila Guerriero, y del escritor y amigo de Escanlar, Gabriel Peveroni, se publica la versión completa de la controvertida y extensa crónica de Fuguet.
Salpicado de sangre y escupos. Así vuelve Fuguet de Montevideo, después de pasar un tiempo intentando descifrar a la figura de Gustavo Escanlar, un triste provocador jalero, putero y sobre todo incomprendido: por toda una generación, y por él mismo. Fue todo lo que nunca quiso por la rabia que le dio no poder ser lo que quería. Creo que Fuguet se encontró en esa idea. Su obsesión con los outsiders, en este caso un contemporáneo suyo, deriva en una pesadilla con un Montevideo reducido a una onda media Twin Peaks, donde nadie puede hablar con nombres, todo es un posible peligro.
La crónica se siente pútrida, exuda café y cocaína, refleja muy bien lo frenético e incómodo de la búsqueda, y se lee como tal: rapidísimo. Qué bueno que es Fuguet cuando el foco no es él mismo y sus lugares comunes.