Desde el primero de sus ocho capítulos, Payeras logra reconstruir vitalmente las circunstancias aplastantes en que la guerrilla debió hacer su aprendizaje de adaptación a la selva. Sobrevivir en ese mundo tan lejano al habitual de aquellos hombres, salvo el de los indígenas cuya infancia y cuya adolescencia pudieron transcurrir en un medio similar, era ya el primer reto de la lucha. Sólo una mística profunda, una fe inconmovible en la justicia de esa lucha, es capaz de dotar al hombre de una voluntad superior a sus limitaciones físicas y desalientos morales. Eso es lo que se hace presente en cada episodio, en cada momento de esta historia. Payeras posee un asombroso don de síntesis y de estructuración del relato. La selva se oye, se sienten sus olores, los cambiantes matices de ese universo iluminan la narración. Y en medio de esa escena imponente destellan el humor, la ironía, la sonrisa de sí mismo. Los días de la selva son una crónica testimonial que proyecta, con violencia encandiladora, las pruebas ingentes de una guerrilla frente a la naturaleza salvaje, al enemigo superarmado, al lastre de un pasado ominoso y de siglos, y a sus propias contradicciones, vacíos y aprendizajes internos.
Relato en peligro de olvido sobre los esfuerzos de Payeras y su diminuto guerrilla para enseñar letras, organizar y retribuir tierras en las aisladas regiones indígenas del noroeste de Guatemala comenzando en 1972. Para mí la cumbre del relato fue cuando matan al dueño explotador de una finca sin tocar un centavo de la paga que interrumpieron. El libro incluye cuando posible a vocablos indígenas para cosas comunes de la selva. Me gustó mucho su medida distancia con la que dibuja los personajes y acontecimientos, que deja sitio para ironía, cariño, espanto y la todoimportante autocrítica marxista. Realmente nada más se necesita decir del libro en 2017 aparte de ésto: imagínense que ahora casi nada se ha mejorado en Guatemala pese a los esfuerzos relatados en el libro, y que hoy en día gringos pendejos de Berkeley de California hacen su eco- y café-turismito en esa misma región guatemalteca en busca del café perfecto para sus fair-trade non-profits de mierda...
I'm reading this book in English, a 1983 edition with a well-written introduction by George Black that offers the political and military context. Payeras writes beautifully about the group's experience in the jungle, where despite constant fear and hunger, "we were living the most beautiful adventure of our lives." But he doesn't romanticize the experience! This brief book is real. Looking him up, I'm saddened to learn that he died alone in Mexico in 1995.