Testimonio de Roberto Cruz recogido por el periodista Julio Scherer García a través de una serie de entrevistas reveladoras de la convulsionada década de 1920, que muestra una visión diferente de la época y sus protagonistas. Con un prólogo de Ángeles Magdaleno, este libro es un hallazgo formidable, no sólo porque deja ver a uno de los generales revolucionarios, sino por el estilo de su escritura y las imágenes que lo acompañan.
Fue un periodista y escritor mexicano, director del periódico Excélsior de 1968 a 1976. Fue fundador del Semanario Proceso. Hasta su muerte, se desempeñó como presidente del Consejo de Administración de CISA S.A. de C.V. Falleció a las 4:30 horas del 7 de enero de 2015 a consecuencia de un choque séptico en la Ciudad de México.
Mi querido tutor V. Quirarte me prestó este libro pues cree (y con toda razón) que me ayudaría en mi proyecto (y vaya que lo hizo). Cada parte que leí la disfruté muchísimo: el personaje de Roberto Cruz está tan bien definido que casi lo puedes ver y tocar. Lo comencé a leer por la noche y después soñé con el padre Pro y con Roberto Cruz; escenas cruentas en blanco y negro desfilaron por mi cabeza mientras dormía, así que en medio de la noche tuve que despertarme y exorcizar al demonio: tuve que terminar de leer el libro, de jalón. A las cinco de la madrugada lo cerré y fui a dormir, seguí soñando con el presidente Calles, León Toral y Francisco Serrano, pero ahora los sueños eran diferentes. También (y gracias al mismo demonio) se me antoja leer La sombra del caudillo de M. L. Guzmán. Si pueden, háganse un favor y léanlo, es una maravilla del periodismo mexicano que trata desde otro punto la historia mexicana y nos muestra muchas dolencias que ahora mismo aquejan a la llamada clase política.