"Marie Luise Kaschnitz, la gran cuentista alemana de la segunda mitad del siglo XX, nos ofrece en esta antología una muestra de su mejor narrativa. Doce relatos magnéticos e inquietantes, poblados de personajes anónimos cuya aparente normalidad esconde infinidad de aristas y claroscuros. Cuentos de título tan enigmático como «La avalancha», «Quién conoce a su padre» u «Osos polares», cargados de tensión psicológica y de atmósferas agobiantes pero hermosísimas. Sus protagonistas, estridentes e impropios en muchas ocasiones, rezuman también calidez humana y una manifiesta resistencia a perder la inocencia. Doce pequeñas joyas literarias de oscura belleza, que atrapan al lector desde la primera página. Quizá por el temor que nos asalta a que todos ellos puedan volverse ciertos..."
Marie Luise Kaschnitz (born Marie Luise von Holzing-Berslett; 31 January 1901 – 10 October 1974) was a German short story writer, novelist, essayist and poet. She is considered to be one of the leading post-war German poets.
She was born in Karlsruhe. She married archaeologist Guido Freiherr Von Kaschnitz-Weinberg (the author of The Mediterranean Foundations of Ancient Art) in 1925, and travelled with him on archaeological expeditions.
She received high praise for her short stories, many of which were inspired by events in her life, complemented by her personal reminiscences. These stories were collected in books such as Orte and Engelsbrücke. She enjoyed travel greatly and her tales make use of diverse settings. They are thoughtful in nature, rather than eventful, often dealing with particular stages in a woman's life or a relationship. Her main collection is Lange Schatten ("Long Shadows"). Her favorite story was 1961's "Das dicke Kind".
Her post-war essay collection in Menschen und Dinge 1945 established her reputation in Germany. Her poems dealt with the war and the early post-war period, often expressing a yearning for a peaceful past, but also hope for the future. In the volume Dein Schweigen - meine Stimme she dealt with the death of her husband. After 1960 she became influenced by Pablo Neruda.
She briefly taught poetics at the University of Frankfurt. She was a member of PEN. She won many prizes, including the Georg Büchner Prize in 1955 and the Roswitha Prize in 1973. She died, aged 73, in Rome. The Marie Luise Kaschnitz Prize is named in her honor.
Este libro es un compendio de 12 de los "mejores" cuentos de La autora Ahora, todo lo que comente mas abajo, sobre relatos en particular, es aplicable para todos los demás. • La avalancha; Te mantiene en tensión, haciéndote sentir arrastrada con suavidad, mecida, confusa, estupefacta y expectante. Pasas la página esperando el estallido. Cuando en un punto inadvertido el ambiente ya es otro, comprendes y sientes que te desdoblas, recuerdas y revives la sensación de todas tus vidas enlazandase, conectadas. "Existimos nosotros, los que vivimos. Existimos nosotros, los que estamos muertos y también vivimos, pero de otra manera, quizá como plantas o como colchas que se abren un poco y dejan entrar el agua del mar..." • El deshielo; Opino que tiene todo lo que un buen cuento debería tener; La ambigüedad justa como para que te figures posibilidades, pero nada con certeza, así que sigues leyendo y sigues hasta que termina, y te quedas igual, intuyes que rayos paso, pero permanece la sensacion inseguridad, y también de intranquilidad, la eterna espera. También este cuento tiene una imagen clara de representar, y oscura estéticamente. Se transmite mucho gracias al ambiente. Este aspecto en particular esta muy bien logrado. Diálogos excelentes; no estan estructurados para que tu los entiendas, son frases que estan asi por que es como los personajes dirían lo que quieren decir, lo que estan pensando y como sienten lo que estan queriendo comunicar. Y esto, me gusta un mucho. Puede haber gente a la que no le agrade porque quizá tenga que releer ciertos párrafos para entonar, y comprender de la manera correcta, tx, de gustos colores. • El paseo: Tengo que leer un libro de esta mujer, si logra el mismo nivel de compromiso entre un lector y el texto como lo hace con un cuento, una novela suya debe ser genial. "Quien conoce a su padre", "La Niña gorda", y "Si, mi ángel", preferidos de toda la vida. Muuuy recomendable.
Este libro es una colección de 12 relatos cortos, bastante cortos con lo cual no supone ningún esfuerzo su lectura. Y me ha pasado una cosa curiosa: no me estaba gustando nada, no le estaba cogiendo el punto a los relatos e incluso me había planteado abandonarlo pero como eran relatos cortos pues seguí adelante y de repente empezó a mejorar y me he encontrado con historias excelentes. Los últimos relatos me han gustado un montón :-)
Sin duda el que más me ha gustado ha sido el titulado "sí, mi ángel" seguido muy de cerca por el de "conversaciones lejanas" que tiene un giro final muy cachondo XDDD.
Relmente son relatos muy bien escritos y a pesar de que en los primeros no he llegado a conectar le pongo tres estrellitas.
Estos relatos inquietantes se leen rápido, pero dejan poso por largo tiempo. Varios de ellos incluyen elementos de fantasía, de irrealidad, pero otros son totalmente posibles. No sólo posibles, sino que de hecho cuentan historias conocidas, que seguro que o hemos vivido o que conocemos a alguien que las ha vivido. La envidia, el egoismo, la hipocresía son motivos de inquietud también en estos cuentos... y en nuestras vidas.
El factor "inquietante" de cada cuento es diferente, no son cuentos perturbadores o desasosegantes, pero sí generan cierta incomodidad, cierta inquietud (el calificativo en el título es bien acertado). Desde el planteamiento clásico de "qué hubiera pasado si" de La avalancha, que enfrenta a los protagonistas al incierto azar de las decisiones; hasta la indignación y rabia que la angelical señorita Eva despierta en el lector -no en la narradora- de Sí, mi ángel; pasando por el final inesperado (por dos veces cambia el tono en apenas un párrafo) de Conversaciones lejanas, nos encontramos con un conjunto de relatos que no dejan indiferente, que te remueven, por la rabia, por la desconfianza, por la incredulidad, o por el miedo.
Son unos cuentos muy recomendables. Breves, ligeros, pero de gran profundidad al mismo tiempo, que te enfrentan a situaciones existenciales incomodas, pero no ajenas. Sé que leeré algo más de esta escritora, que ha supuesto una muy grata sorpresa para mi.
[Crítica] “La niña gorda y otros relatos inquietantes”: La turbación como leitmotiv
Estos incatalogables cuentos te harán pasear por caminos nunca antes transitados; lugares inalcanzables, situaciones imposibles ancladas en lo más probable, personajes inolvidables que consiguen abrir un poco nuestras mentes.
Marie Luise Kaschnitz (1901-1974) fue una escritora alemana que pasó por la convulsa situación política de Alemania en la primera mitad del siglo XX y aprovechó para reflejar en sus obras ese desasosiego de aquellos que vivieron bajo el nazismo sin atreverse a oponerse ante lo que sucedía y los que sufrieron la derrota de su país en la Segunda Guerra Mundial.
Me ayudaré del fantástico epílogo de Santiago Martín Arnedo (también traductor y editor) para intentar explicar las características que definen su obra y su estilo; buena cuenta de ello es la siguiente reflexión que nos ayuda a entender el carácter único de su magnetismo: “Aunque se sintió atada a la tradición en lo que se refiere a la forma literaria, la fuerza de sus imágenes y la honestidad que destilan sus obras la convierten en una personalidad muy singular, novedosa, capaz de atrapar al lector con un magnetismo muy intenso.”
La autora partió de lo tradicional en cuanto a la forma pero enseguida adoptó una realización muy alejada de lo establecido; este camino es fundamental para entender lo que podemos encontrar en sus relatos: “Eligió el segundo camino. El llamado irracional. Ella estaba convencida de que solamente lo mágico podría explicar en última instancia lo real. Pues lo real no puede explicarse a sí mismo, la razón ha de ser exterior a este todo. En otro caso, esa explicación formaría parte del mundo que a su vez necesitaría de nuevo de otra explicación. Para no caer en un regreso al infinito, lo que haya más allá del mundo o de lo real, aunque se muestra -se presiente-, es inefable, y nada puede decirse sobre ello. Las palabras faltan justo cuando llega lo más importante. Tan solo podemos merodearlo, indicarlo de algún modo, llamar la atención sobre ello. Y esa es precisamente la función de la palabra poética como ejemplo más puro y estilizado de la palabra literaria.”
Para presentar esta irracionalidad se basa en lo que conoce de sus personajes y de las situaciones cotidianas y los enfrenta a hechos inexplicables, misteriosos, momentos que descolocan y distorsionan el orden establecido: “Una vez declaró que sus personajes están arrastrados por fuerzas irracionales que escapan al lector y a ellos mismos. En sus historias, pobladas de personajes normales, cotidianos, presentados en circunstancias que podrían ser las de cualquiera, de pronto irrumpe lo inquietante, lo misterioso, el miedo y el extrañamiento.”. Es curioso, porque según lees cada relato sientes que en algún momento se producirá este momento y es un momento sutil, extraño y se comporta como un inicio de epifanía. De hecho es como un desencadenante de la misma que no se cerrará hasta que llegue el final del cuento. Muy en la línea de Poe, Kaschnitz planifica sus cuentos en progresión hacia un final sorprendente, a veces por lo que sucede, otras por lo que no sucede.
Muy en la línea de Poe, Kaschnitz planifica sus cuentos en progresión hacia un final sorprendente, Por ejemplo, en Los sueños de Jennifer, estructura todo el cuento como un diario, y cada una de las entradas sirve para ir añadiendo la extrañeza de la que hablaba anteriormente; cada elemento contribuye para expresar la potencialidad de la situación (“cripta”, “caballo de crines negras”, “llorar sin estar triste”): “Después del 10 de abril Jennifer comienza a hablar de nuevo, está de buen humor: me hallaba en un jardín cercado por setos, me había perdido, pero pronto encontré el camino, cabalgué sobre un caballo de crines negras, estaba en la cripta. Sobre esta “cripta” la señora Andrew intenta en vano conocer más detalles. Tan solo escucha que allí Jennifer no estaba sola, sino con una mujer, que con un pañuelo muy grande le secaba las lágrimas. ¿Entonces lloras?, le pregunta la señora Andrew sorprendida. Jennifer contesta: se me saltan las lágrimas, pero no estoy triste.”
Sin embargo en La niña gorda esta incomodidad proviene de una simple conversación y la constatación de que le falta algo por saber para sentirse cómoda: “¿Acaso podríamos tachar de amable el que yo me sentara en mi escritorio para trabajar y que por encima del hombro le dijera: ponte a leer, sin saber en realidad siquiera si la niña desconocida quería leer? Y allí estaba yo, sentada, intentando escribir sin conseguirlo, porque tenía un extraño sentimiento de incomodidad, como cuando se quiere averiguar algo y no se consigue y se sabe que hasta que no se logre, nada puede ser como antes. Puede aguantar así un rato, pero no mucho más, entonces me volví e inicié una conversación en la que solo se me ocurrían las preguntas más tontas.”
Evidentemente, en Un mediodía, a mediados de Junio la situación extraña es una hipérbole considerable ya que ella misma se utiliza como protagonista y se encuentra con un personaje que la dice que, en realidad, está muerta: “Pueden creerme, dice, frau Kaschnitz ya no vive, está muerta, tan verdad como que yo estoy aquí. Las mujeres ladean la cabeza y herr Frohwein inconscientemente se quita el sombrero. Todos están aturdidos, mas no del todo convencidos. Puesto que todos vivimos desde hace mucho tiempo en este bloque de alquiler, todos los inquilinos me conocen bien. Incluso algunos hemos pasado noches enteras sentados en el sótano y nos hemos tirado al suelo cuando las bombas caían cerca.”
En el excelente Sí, mi ángel, una pobre anciana alquila una habitación a una joven pareja. La extrañeza crece exponencialmente según se van tomando libertades que sirven para quitar lo poco que posee la anciana; es sintomático de la situación el cómo va quedándose sin casa con la condición de que la visiten con la hija, hasta el punto de quedar encerrada en la buhardilla. La autora, en una misma página, es capaz de reflejar la situación de esperanza y subvertirla en el siguiente párrafo ante los hechos que van sucediendo; el chantaje emocional al que la someten a la viejecita es un reflejo claro de los problemas de la senectud y de la mujer en particular, que no puede luchar por resolver la situación: “[…] Eva se mostró muy cariñosa y me prometió subir cada día con la niña, y si no me suponía mucho esfuerzo bajar las escaleras, también yo podría venir y sentarme con ellas, al menos cuando su marido, que eran tan nervioso, no estuviera en casa. […] El dinero de los muebles estaba todavía sobre la mesa y dije que quería ingresar ese dinero en una cartilla para Krimilda. Dudé un poco, porque pensé que quizá me haría falta para el médico, pero el joven echó mano rápidamente al dinero y se marchó. De pronto se me saltaron las lágrimas, no por el dinero, sino porque por un momento ya no estaba segura de que Eva fuera a subir cada día con la niña.”
Llegará un momento final, sutil, en el que una frase como la siguiente dice todo lo que podíamos imaginarnos, pero no por más esperado deja de llenarnos de indignación, aunque de una manera muy poética: “Ahora me han traído hasta aquí, quizá porque gritaba por las noches y siempre contaba la misma historia. En este agujero tan pequeño no cabe más de una visita, de ahí que Eva cuando viene siempre lo hace sola. Sí, siempre sola, y qué vestido más raro lleva, negro con mangas volantes plateadas, poco apropiado para la tarde, pero la tarde ya está aquí, el anochecer, la noche.”
La autora, en una misma página, es capaz de reflejar la situación de esperanza y subvertirla en el siguiente párrafo ante los hechos que van sucediendo. También propone habitualmente un juego de antítesis que nos cambia la perspectiva en un momento. Buen ejemplo de ello es El tarado, cuyo título nos lleva a una situación de locura que se ve confrontada con un inicio que es exactamente lo contrario, una narración en primera persona de alguien que, curiosamente, resulta mucho más cabal de lo que podríamos imaginar por el título: “No soy un hombre especialmente ambicioso. Ya en la escuela, para disgusto de mi padre, mostré muy poco interés en sobresalir, me limitaba a hacer lo necesario para pasar de curso y dedicaba mi tiempo a las más extrañas e irrelevantes actividades. Oficio de pobres, decía mi padre, cuando me sorprendía confeccionando detalladamente tablas de estadística (dividía mi clase en pelirrojos, en huérfanos de padres, en gimnastas) y hacía cálculos de probabilidad. Él mismo en su tiempo libre había participado en cuadrillas de juegos y mi carácter hogareño le contrariaba. Cuando tras acabar el bachillerato le dije que quería ser funcionario, se rio sarcásticamente, pero a mi madre no le pareció mal. Alégrate, al menos hay uno del que no tendremos que preocuparnos.” Sabemos que esto cambiará en algún momento, la evolución que realiza la autora en dicho relato nos lleva a ello, pero no es evidente desde el inicio. Y, sobre todo, la forma de hacerlo juega con nuestra imaginación.
Acaba la antología con la excelente Conversaciones lejanas, en la que Kaschnitz va montando una conversación telefónica tras otra, hilvanadas entre sí de una manera modernista mediante hilos invisibles de gran sutileza, que las unen en un todo de gran coherencia y sirven a la autora para tratar cada tema. Buen ejemplo de estas conversaciones es el siguiente párrafo, donde asistimos al desprecio de un padre ante el posible compromiso de su hijo con una persona que no considera la adecuada para él; hay de fondo un conflicto de clase al que se suma el machismo del padre que, para los que sabemos ya el final, es una ironía que comentaré con quien se lea el libro: “Escucha, le dijo el hombre mayor (por teléfono) a su hija Elly, tienes que apelar a la conciencia de tu hermano. No, no se trata de tener prejuicios. Si ella fuera una actriz de cine o una bailarina me daría igual, pero alguien especial, alguien conocida, entonces no importaría que procediera de los más bajos fondos. Pero ella no es nadie, gente sencilla y vulgar, una cara bonita en tanto sea joven, después una madame… No, yo no la he visto, solo en fotografía, es bonita, en la mirada tenía algo que llegaba. Pero qué pronto desaparece todo eso. Después almacena grasa en las caderas, y los dedos aun así son cortos y gruesos. Paul no puede hacer algo así, yo sé cómo funciona, a saber, mal mal para todas las partes. En unos pocos años ella no será suficiente para él, me refiero en sociedad.”
A través de ellos conseguimos iluminar un poco lo más escondido de la condición humana, lo más misterioso, lo más sutil de nosotros mismos. El final de esta joya nos encontramos con la indefensión de la protagonista ante una situación que no puede controlar; el papel de la mujer ante el poder del patriarcado que maneja a su antojo su condición y que se niega a quedar con su amiga para contarle lo “contenta” (no feliz) que está, para que no se muestre su verdadera situación; las dos últimas frases son dinamita cargada de sutileza y pesadumbre. “Por supuesto que estoy contenta, y la familia está enfrentada ante la posibilidad de que yo tenga un hijo y lo herede todo. ¿Dices que yo no soy así? Te equivocas, yo soy así, siempre he sido así, bajo ciertas circunstancias no cabe más remedio que ser así, tú no puedes entenderlo. Tengo que colgar y vestirme, viene gente a cenar, entre ellos un ministro. Si necesitas algo, escríbeme… ¿Vernos, dices? No, mejor no,… ¿Por lo que puedes recordar? Sí, te acuerdas perfectamente. Una vez tuve un novio, pero no quise casarme con él, su familia se oponía y él era débil. No lo he olvidado, por eso precisamente –precisamente por eso- no, no es lo que te imaginas. Mi voz está como siempre… Por qué tendría que llorar, no estoy llorando.”
Vuelvo al epílogo que comentaba al principio para cerrar esta crítica con una frase que sirve de colofón: “No es la suya una literatura de entretenimiento, de fantasía. No le interesa tanto explorar nuevos niveles de realidad como de iluminar zonas oscuras, investigar en el problema de la identidad, sacar a la luz los miedos y los sinsentidos en los que a veces estamos enredados, y la fantasía es un medio al servicio de este autoconocimiento. El conocimiento de algún modo nos hace ver todo de otra forma. Y al final del relato descubrimos que hemos profundizado un poco más en nuestra misteriosa condición de humanos.”
A través de ellos conseguimos iluminar un poco lo más escondido de la condición humana, lo más misterioso, lo más sutil de nosotros mismos. Nos conocemos nosotros mismos y conocemos a los demás. Un verdadero logro… o mejor aún, doce magníficos logros.
Los textos provienen de la traducción de Santiago Martín Arnedo de La niña gorda y otros relatos inquientantes de Marie Luise Kaschnitz para la editorial Hoja de Lata.
Según el título, los relatos de esta selección son “inquietantes”. Probablemente, uno pueda tener una concepción de lo que significa que algo te inquiete y otra persona tenga otra, pero en estos relatos lo inquietante es bien claro: lo cotidiano, lo mundano, lo rutinario.
Es difícil encontrar un libro de relatos en los que todos los cuentos que lo componen sean igual de buenos. Si bien La niña gorda no es la excepción, sí consigue alcanzar un nivel promedio muy bueno, y algunos relatos, claro está, sobrepasan esa línea para pasarse al grupo de los “muy buenos/excelentes”. Particularmente, seis de ellos alcanzan este nivel; los otros restantes, a pesar de no haberme gustado tanto como los otros, son aún así textos muy valorables, teniendo en cuenta distintos aspectos.
El terror en los cuentos de Kaschnitz se presenta de manera muy sutil. Uno podría decir, sin equivocarse del todo, que estas no son historias de terror. Otro, estando también en lo cierto, diría que sí son historias de terror. Es posible encontrar argumentos para las dos posturas. Por un lado, podríamos afirmar que la autora no recurre a elementos clásicos de la literatura de terror o gótica, por ejemplo. Es decir, en estos relatos no vamos a encontrar vampiros, monstruos, casas embrujadas, fantasmas (aunque también es de alguna forma discutible) o cosas por el estilo. Desde ese punto de vista, Kaschnitz no escribió un libro de terror. Pero también podemos pensarlo desde otra perspectiva, igual de válida, y plantear que el terror en estos relatos está presente en todo momento. Así como lo explica el excelente epílogo de Santiago Martín Arnedo (muy interesante para ubicar en tiempo y forma a la autora, además del breve pero profundo análisis que hace sobre los relatos) este es un terror solapado, que no se ve con facilidad; un terror, entonces, a lo cotidiano, a lo que se naturaliza, a lo que pasa todos los días: “En sus historias, pobladas de personajes normales, cotidianos, presentados en circunstancias que podrían ser las de cualquiera, de pronto irrumpe lo inquietante, lo misterioso, el miedo y el extrañamiento”. Entonces, otra palabra que podríamos utilizar para describir estas historias es la que usa tanto Arnedo como el propio título del libro: inquietantes. Son relatos en los que lo extraño, lo que no tiene explicación se hace eje central de la narración.
Es interesante un factor en común que presentan todos los cuentos: pocos personajes son los que interactúan en ellos. Por ejemplo, en el primer cuento, “Osos polares”, solamente hay dos personajes. O uno, si dudamos de la salud mental de la protagonista. En “La niña gorda”, dos también. En “Sí, mi ángel” (que en lo personal me parece, junto con “El tarado”, de lo mejor del libro) hay algunos más, tres o cuatros, pero aún así siguen siendo pocas las personas que se relacionan en el texto. Es un factor a destacar, porque sin contar con muchas voces la autora logra transmitir a la perfección esa sensación de extrañamiento con lo que nos rodea. Porque de alguna forma, cada uno percibe la realidad de una forma distinta, y ese sentimiento de que algo raro está ocurriendo es muy personal. Por lo tanto, considero que, más allá de haber sido intencional o no, es muy acertada la decisión de la autora de incluir pocos personajes en cada cuento; de esa forma, la atmósfera que prevalece en cada uno de ellos se hace más potente, con una mayor intensidad y, a su vez, más propia de cada uno. Quizás, si hubiera habido más voces participantes, el relato no habría podido transmitir la naturaleza de esa ambientación. Podríamos decir que las historias que componen La niña gorda son bastante reflexivas y detallistas. Apuntan a construir mundos pequeños, de una mente o un poco más, pero que aún así son muy ricos y dignos de análisis. La autora se encarga con mucho esmero en describir la psicología de cada uno de los personajes, y así se consigue un abanico de relatos distintos en formas y tramas, pero similares en cuanto a la construcción de los mismos.
Estos relatos fueron todos escritos durante el siglo pasado, entre la década del 20 y del 70. Es decir, que por la nacionalidad de la autora (alemana) también es posible encontrar determinados rasgos representativos de los tiempos convulsos que se vivían. Por supuesto que no podemos establecer una relación lineal o estricta, porque quizás hasta la autora no haya tenido esa intención en la construcción de sus relatos, pero analizándolos retrospectivamente, sí podemos tener en cuenta algunos aspectos importantes. Por ejemplo, no tengo dudas de que en tiempos de la ascensión del nazismo y la posterior Segunda Guerra, prevalecía en la sociedad alemana una total desconfianza hacia el otro. Cualquiera podía ser un judío encubierto, y había que delatarlo. En ese sentido, en muchos de estos relatos se ve ese comportamiento. No estrictamente con la cuestión racial, pero sí con la esencia misma de la otra persona. Por ejemplo, en “El paseo”, una pareja está haciendo una caminata cuando la mujer se da cuenta de que ya no conoce a su acompañante, le resulta un extraño. Algo similar ocurre en “Quién no conoce a su padre”, en el que el narrador cambia su parecer acerca de su padre a partir de la lectura de unos documentos que hasta entonces estaban escondidos. En “La niña gorda” también se recurre a ese sentimiento de extrañeza para con el otro; en este relato la narradora sabe que hay algo raro en la niña gorda, pero no sabe específicamente qué. Por último, en “El tarado”, el protagonista trabaja en la prevención de accidentes automovilísticos, y sus compañeros no entienden sus ideas para terminar con ellos o, peor, se burlan de él.
Más allá de estas cuestiones argumentales, Kaschnitz también se perfila como una escritora muy original. La escritura de la autora no es para pasar por arriba. Me gusta describirla como una prosa casi espesa, por la que hay que transitar no con excesivo esfuerzo pero sí con cuidado. Más que nada, para disfrutar plenamente de ella, porque se nota que es una narradora con mucho talento. Tiene un estilo por momentos poético y misterioso, y es común que utilice pocos puntos y muchas comas para separar las ideas. Es por eso que para entender todo (o mejor dicho, lo que más se pueda, porque algunos aspectos de las historias terminan quedando a interpretación del lector) es importante encarar la lectura desde una posición atenta a cualquier mínimo detalle que luego pueda ser esencial para la comprensión del relato. Por otra parte, más allá de su estilo personal en sí, Kaschnitz se muestra como una autora innovadora desde la forma en la que construye sus relatos. Por ejemplo, en “Los sueños de Jennifer” la narración tiene una estructura similar a la de un diario, separando los párrafos casi siempre por fechas. Por otra parte, en “Conversaciones lejanas” el relato se articula pura y exclusivamente a partir de conversaciones telefónicas. Son ejemplos que dan cuenta de una escritora que no solamente se fija en la construcción puramente argumental de los relatos, sino que también tiene en cuenta la forma en que estos se presentan.
En esta recopilación de relatos Kaschnitz nos demuestra todo su talento para narrar historias que inquietan del mismo modo que se disfrutan por el estilo poético de la autora, y por cómo logra desarrollar a la perfección un gran abanico de personajes. Son doce cuentos en los que el terror, si así lo concebimos, está presente de manera vaga pero a la vez muy inteligente.
Imaginación, inquietud y desasosiego. Relatos pegados a la vida corriente, y a la vez en otra dimensión. Modernos, me sorprendió que la autora naciera en 1901.
De vez en cuando descubres autores que suponen toda una sorpresa. No es que sean desconocidos. De hecho, esta escritora es toda una institución en Alemania y una de las cuentistas más reputadas de su país. Pero por alguna razón no ha obtenido la repercusión necesaria fuera de sus fronteras y la recopilación de estos relatos es toda una delicia.
Con tan solo ver esa portada, esa tremenda portada, y el título del libro quise llevármelo. Relatos inquietantes, lo tenia todo. Y la verdad es que lo son. Tiene unos doce relatos, de escasa extensión y de fácil lectura (aunque el modo de enfocar los diálogos despista un poco). Y cada una de las pequeñas historias tiene esa capacidad de generar en ti esa inquietud que provoca el título de la novela. ¡Ojo! Inquietud. No busquen terror ni experiencias extremas ya que no va de eso.
Aquí hay historias como la de La niña gorda, donde la mera presencia de la pequeña te incomoda; el de Los sueños de Jennifer, donde vas leyendo a modo diario una historia fascinante; o el mejor de los relatos para mi, el de Sí, mi ángel, una historia devastadora donde lo inquietante es la continua realidad de lo que cuenta. Pongo tres ejemplos, pero cada uno de ellos merecería un análisis más a fondo.
Encima, al final de la novela, la edición describe en varias páginas la vida de esta autora y comienzas a entender la profundidad de las historias que están recopiladas. Siendo una mujer alemana que vivió en una época complicada entiendes el porqué de algunos relatos donde los personajes se ven encerrados, huyendo o asustados por algo que no termina de plasmarse pero que tampoco lo necesita.
El mejor elogio que puedo decir del libro es que ya me he comprado una segunda recopilación de relatos de esta mujer, porque necesito leer un poquito más de ella.
Los relatos son acertadamente inquietantes, con la sensación de que algo no está en su sitio o algo extraño está sucediendo o por suceder. Con una edición hermosa de hoja de lata, kaschnitz logra acceder a diversos mundos cotidianos que están tintados de ese 'algo' fuera de lo normal, algo inquietante y con una mirada introspectiva. Mis favoritos: Osos polares, El deshielo, La niña gorda, Quien conoce a su padre, Un medio día,a mediados de Junio y Conversaciones lejanas. ¡Espero leer más de la autora!
Este libro está lleno de cuentos con personajes o protagonistas no exactamente queribles, pero no por eso significa que uno no se identifique con ellos. La escritura de Kaschnitz apuesta y apunta a nuestro lado oscuro, ese que está al borde. Ella misma ha declarado que sus personajes están arrastrados por fuerzas irracionales que escapan al lector y a ellos mismos.
Son cuentos, muchos con detalles o elementos fantásticos, que juegan con lo ominoso y la incomodidad. Al leerlos uno siente una rareza constante. En los cuentos podemos encontrar a una niña gorda anónima que aparece de ningún lado para incomodar a la escritora, a una versión alemana post guerra de "Casa Tomada" y a unos Orfeo y Euridice que nos muestran lo efímero del enamoramiento y lo eterno que puede ser el amor.
Mi cuento favorito fue "Un mediodía, a mediados de junio". Me dejó con la sensación de haber leído a una muerte ansiosa, una parca que espera durante años, pero que al momento decisivo se avalanza sin control.
Si ya te leíste todo Schweblin, Enriquez y Ojeda esta compilación es un lindo paliativo para la abstinencia hasta que salga un nuevo libro de ellas.
En un comienzo se sienten como historias de terror al estilo de pesadillas, sin embargo al avanzar en los cuentos se va relevando un patrón, que además es mencionado en el título, y es la sensación de inquietud que caracteriza a los personajes. Esta inquietud se va repitiendo a través de las diferentes historias y nos damos cuenta de que la impaciencia que sienten los protagonistas se enmarca un la narración interna de los personajes, mas no en lo que ocurre a su alrededor. Finalmente nos damos cuenta que la inquietud de los cuentos surge de los conflictos personales que acarrean cada uno de los protagonista, disputas que se hallaban dormidas en una primera instancia, para luego despertar y comenzar con ello el inicio del conflicto central de la historia.
Recomendación para todos aquellos que disfrutan de Kafka.
Doce relatos oscuros, magnéticos e inquietantes en los que en situaciones y personajes que parecen cotidianos irrumpe un elemento oscuro, a veces incluso mágico, dando vuelta todo lo que creíamos estar leyendo. Atrapantes de principio a fin, cada cuento merece la oportunidad incluso cuando pareciera que no entendemos hacia dónde se dirige. La prosa de Marie Luise es maravillosa y alcanza sus mejores momentos cuando convergen en las páginas poesía y oscuridad:
"(...) ahora las flores también cubrían mi rostro, y de pronto ya no había flores sino tierra, y la tierra me caía en los ojos y la boca. (...) Sonríe y posa sus manos sobre las flores (...) bella como un ángel y lenta, lentamente me empuja y me hunde, cada vez más profundo".
Lejos de ser cuentos fantásticos, suenan más bien como una realidad retorcida en la que la autora vierte sus ideas, experiencias y su propia biografía.
Creo que mi problema es que no logro leer esta colección desde otra posición que no sea el aquí y ahora: un lector que se acerca a este libro en enero de 2016, después de haber leído otras cosas... entre ellas, alguna antología de relatos muy buena.
Los relatos me han parecido excelentes experimentos, muy interesantes de leer, pero me ha parecido que la mayoría de ellos tienen, por así decirlo, un "exceso de andamiaje". Es algo normal estando como estaba la buena de Marie Luise pisando nuevos terrenos, pero lo dicho: por mucho que lo intente, no logro apartar la mirada del entramado sobre el que se alzan las historias.
Excellent collection of short stories by a writer who is mostly unknown in the English-language world (what else is new?). Written in simple language and fairly brief, they are characterized by menace, by a kind of foreboding; as often as not, it comes to nothing, but you're still compelled to race through the stories and the resolutions aren't in any way disappointing. It was Kaschnitz, more or less, who taught me to read German. I don't think I could have had a better teacher.
Es verdad, que los cuentos son fáciles de leer, por su brevedad y que algunos son inquietantes, llegando a generar intriga por conocer el final. Sin embargo, al leer los desenlaces, estos no me aportaban nada, dejándome una sensación de que haba sido una perdida de tiempo leer los relatos.
Si que destacaría el cuento titulado "Si, mi ángel", porque es el único que verdaderamente me ha gustado, y mucho.
Una antología marcada por el nazismo, la segunda guerra mundial y en la que lo "políticamente correcto" hace poco acto de presencia. Debo decir que aunque me ha gustado la pluma de la autora -y seguramente leere más libros escritos por ella- los relatoa aquí expuestos no me llenaron, para mi están bien sin más.
Los cuentos son buenas ideas, pero tengo un problema con los finales. En todo momento me dio la sensación de que los cuentos terminaban unas líneas o un párrafo más arriba. Los finales se volvían largos y redundantes, e incluso a veces inverosímiles. De entrada ya me llevé una desilución al encontrarme con un relato de fantasmas súper convencional y común (Osos polares).
Hay 2 tipos de tramas: los relatos familiares, realistas, y aquellos que tienen un giro fantástico. Mi favorito es El deshielo, donde un matriomonio es atormentado por la dudosa muerte del hijo que habían adoptado. Muerte que les provoca una culpa grande pues la noche en que fue arrollado, él estaba en la calle porque ellos le denegaron la entrada a la casa. Pero la mujer no está totalmente convencida de que esté muerto. Esa noche duermen en la cocina con la puerta abierta. Me gusta la ambientación del relato. La tensión que crea. La imagen desopilante y extraña que establece. El único problema es la última línea. Creo una decisión desafortunada haber cerrado tanto el cuento. Le hubiese quedado mejor dejarlo más "abierto".
En Un mediodía, a mediados de junio hay una operación muy sofitsticada, demasiado para el cuento. A mí no me terminó de convencer, quizás porque no le encuentro el sentido a tanto esfuerzo. Trata de una mujer que llega de vacaciones al complejo donde vive, y narra que cuando llegó, le dijeron que una mujer pasó por ahí a decir que ella (la narradora) había muerto. El tema es que después la narrador, que es la protagonista activa, se funde con esa otra mujer profética. No me parece que el cuento demande tanto esfuerzo de procedimiento y lectura. Digamos que mal no le sale, pero quizás no fue necesario tanto esfuerzo.
En Sí, mi Ángel, el final se sobreentiende. La parte donde le echan tierra en la cara podría omitirse para pasar directamente a cuando la muerte (o lo que sea que esa cosa era) apareciera. La transición al mundo de los muertos se dió de manera muy cristalina. E incoherente. Porque la narradora acepta de una manera estúpida y arbitraria que Eva (la inquilina) le tira tierra en la cara. Es decir, nos dice que le tiran tierra en la cara como si fuera algo cotidiano para ella ¿Qué significa ese acto para ella? Es raro. Se pudo haber imaginado algo mejor.
Uno que me causó mucha gracia es El tarado. Un funcionario municipal que trabaja en la Sección de prevención de accidentes en el área de Tráfico se enfrenta a un problema: cómo lograr mermar, como ayuntamiento, la proliferación de siniestros en la autopista. Es un empleado muy bastardeado por sus compañeros pues, las ideas que a este sujeto se le ocurren son DELIRANTES con todas las letras. Y no por eso poco interesantes. Realmente un cuento muy ingenioso y divertido que también nos propone el dilema de un narrador dudoso (claramente no está muy cuerdo).
Me gustaría hablar de todos los cuentos. En general, no es una antología que me haya deleitado o lo haya disfrutado tanto como lo esperaba. Pero defiendo a la autora y sus ideas. Fallan algunas operaciones y técnincas de la narración, pero hay relatos que no tienen desperdicio. Quizás el error que se comete es venderlo como un libro de género de terror. La gran mayoría no son de terror, solo algunos. Pero algo positivo que me dejó es tener bastantes cosas que decir de cada uno de los cuentos. Celebro que sea un libro que me haya dejado con muchas cosas para decir y opinar.
PD: El epílogo de Santiago Martin Arnedo a esta edición es un repaso biográfico muy preciso y didáctico sobre Marie Luise Kaschnitz, en donde además, Santiago denota un conocimiento de la teoría narrativa, la poética y la morfología que da cátedra. Un placer de leer.
estaba entre 4 y 5 estrellas, porque hay cuentos que no me provocaron nada a diferencia de otros que eran mucho mejores. sin embaaaarrrrrgo, todos estaban muy bien escritos (y traducidos I guess) y leerlos fue un gusto.
la palabra "inquietante" para estos relatos queda perfecta y un poco al debe. las historias no son de terror, tampoco causan emociones profundas de angustia o pena, no me dejaron intranquila, pero sí pensativa. pensativa como cuando vemos una situación improbable pero no imposible y nos preguntamos si acaso no será una señal de algo.
por supuesto que tuve que acordarme de shirley jackson mientras la leía, pero solo para tratar de diferenciarla: ahí donde los personajes e historias de shirley están constantemente al borde de la locura y la histeria, los de marie kaschnitz se mantienen en un equilibrio seguro, pero que de todas formas da un poco de vértigo cuando miramos hacia abajo.
mis favoritos fueron: - la avalancha - el deshielo - el paseoiu - la niña gorda - un mediodía, a mediados de junio - sí, mi angel
un denominador común de algunas de estas historias es la lucha interna que se contradice con las acciones. también hay mucha humanidad y por eso creo que las historias no son de terror. los personajes no son frívolos ni rozan la psicopatía, tampoco hay grandes dilemas morales, solo personas lidiando con emociones muy cotidianas que bajo ciertos contextos son abrumadoras en extremo abrumadoras.
su prosa es super delicada y muchas veces poética, y siento que con ella encontré un tipo de narración e historias que nunca antes había leído.
sobre la edición del libro: la cubierta es preciosa, la traducción excelente (supongo) y no hay notas al pie de página porque no es necesario. al final hay un pequeño epílogo que habla de la vida de la autora, cosa que siempre agradezco.
y eso, ojalá poder leerla otra vez, quizá con alguna novela. recomendadisima.
"Las mujeres tienen una memoria temible, para las mujeres veinte años son como un día."
Últimamente me está gustando mucho esto de descubrir autoras por sus relatos y lo genial que se me está haciendo leer autoras de diferentes nacionalidades y tiempos.
De Marie Luise había leído un poco de su historia, parte de su biografía de niña. En "Los niños en la primera guerra mundial" cuenta de ella, de su infancia viviendo junto a pequeñas princesas molestas, como empezó a llamarse con todo su nombre al revés, la manera en la que se sentía media desolada entre especies de castillos y buenas fortunas, y como las guerras la fueron marcando.
Sus cuentos tienen algo de eso, tienen algo de desasosiego, de inquietud, es como saber que algo no está bien pero no saber qué. La palabra "inquietante" le queda perfecto para esta recopilación de cuentos. No hay alguno que no me haya gustado, porque todos me dejaron pensando un poquito, pero sí, es acertado decir que la mitad del libro tiene como una carga mayor. Uno empieza un relato y quiere terminarlo ya para descifrar o intentarlo, por lo menos, encontrar aquello que no encaja, aquello que no va. Y tiene eso también de bueno, que son relatos cortos, atrapan sencillamente y están bien escritos.
Si bien su cuento "La niña gorda" es el más conocido, y muy bueno debo decir, el de "Sí, mí ángel" es el mejor. Trata sobre una inquilina y la dueña de la casa, si bien el final es predecible, con los detalles y sutilezas que traza la autora hacen que su final sea perfecto. Disfrute cada uno de sus relatos, pero no voy a comentarles sobre cada uno de ellos, deberían de animarse a leer está autora. Espero poder seguir leyendola quizás en su otra recopilación: "La sonámbula y más relatos inquietantes".
Una de las lecturas más increíbles que he hecho este año. Empecé su lectura de manera orgánica, sin planificación, simplemente lo cogí de mi biblioteca y lo empecé, sin expectativas y sin algún conocimiento previo de la autora.
Me llevé una de las sorpresas más agradables, los doce relatos son espectaculares, te presentan escenarios hermosos, con imágenes bastante descriptivas pero de forma breve. La mayoría de los personajes de los relatos son mujeres. Sus finales son impredecibles y se siente bastante desconcierto, agobio, incluso rareza o bizarrez.
Uno que otro relato lo repetí inmediatamente lo terminé. La autora juega con sutileza al mostrar ciertos detalles importantes en la historia sin ser evidente, es muy estilística.
Mi relato favorito fue "Si, mi Angel". Un relato que me arrugó el corazón. Debo sonar cliché porque es necesario. Después de esta breve introducción a la autora, buscaré más de su trabajo
Esta pequeña colección de relatos breves de la escritora Marie Luise Kaschnitz han supuesto una grata sorpresa. Hay en todos ellos un componente de extrañeza en lo cotidiano. La construcción de los relatos, como en toda recopilación, es dispar pero mantienen la tensión de lo narrado en muchos de ellos. Se habla de parejas, de encuentros, de lo desconocidos que somos para nosotros y para los demás, de que intentar lo que creemos malo hace que suceda lo peor. En la misma editorial se ha publicado otra colección de relatos... El epílogo del traductor y seleccionador de la edición, Santiago Martín Arnedo es muy esclarecedor de la obra de la autra. Lo primero que llama la atención de esta edición es la maravillosa portada de Marta Orlowska. Otro descubrimiento gracias a este libro.
Lo cotidiano se muestra como un lugar lleno de conflictos, de zonas sin explorar. De cualquier camino sale una sombra estrecha, una mancha medio oscura. De la casa del vecino nos llega la tranquila monotonía de su vida, no somos capaces de ver lo que hay al otro lado de su media sonrisa. La habitación alquilada a la estudiante amable y simpática se puede convertir en un espacio al que nos vemos relegados por la portadora de esa media sonrisa, casi, casi, con nuestro consentimiento. Los cuentos de Kaschnitz se nos vienen encima con la mayor naturalidad, los dejamos entrar y luego sin darnos cuenta ya se han quedado en nuestra vida. www.preferirianotenerquehacerlo.wordp... www.enbuscadeltiempoperdido.wordpress...
Esta escritora alemana va a terminar siendo mi descubrimiento del año. Entré a la biblioteca buscando un libro que no estaba disponible, y terminé llevándome éste, solo atraída por la portada, y por curiosidad de una editorial que no conocía (la edita "Hoja de lata", y es parte de la colección "Sensibles a las letras").
Un relato mejor que el otro. Todos terminan con un tinte misterioso e incómodo. "Sí, mi ángel" me generó angustia, tristeza y hasta miedo... es para releerlo siempre. Otros de mis favoritos fueron "Los sueños de Jennifer", La niña gorda" y "El tarado". Ojalá encuentre otras obras de ella traducidas y disponibles en el país, porque me dejó con ganas de más.
En este libro nos encontramos con 12 cuentos, donde predominan los temas como: la perdida, los vínculos, y las relaciones amorosas. Cada uno de estos cuentos es una historia aparte, no tienen correlación.
Algunos me parecieron increíbles y otros pasaron desapercibidos. Entre mis relatos favoritos se encuentran: Osos polares, quien conoce a su padre y si mi ángel. Los dos primeros sin lugar a duda, volvería a leerlos.
Este fue el primer libro que toqué de esta escritora y me fascinó. Estos cuentos, a pesar de haber sido escritos hace mucho tiempo, se sienten atemporales. Son cortos pero te sumergen en las historias, y en pocas páginas uno llega a conocer bien a sus personajes. Mis favoritos fueron "Si, mi ángel", "La niña gorda" y "Quién conoce a su padre". Espero conseguir la segunda antología con sus cuentos porque está autora definitivamente fue una buena sorpresa.
Tremendo descubrimiento de autora. Me han encantado todos los cuentos, cada cual más enigmático que el anterior. A pesar de que no es fácil conmoverme el de 'Sí, mi ángel' lo consiguió. Seguiré leyéndola porque realmente me ha fascinado, como curiosidad uno de sus cuentos es "premonitorio" de su propio fallecimiento
Compuesto por doce relatos breves algunos de los cuáles describen situaciones más cotidianas que otros, casi todos ellos tienen un giro final que es lo que hace q resulten inquietantes. Todos ellos acaban poseyendo una atmósfera que se torna extraña o incómoda.