La estructura de estos cuentos es una cuidada cadena de precisión: nada de lo que la autora escribe o pone en juego queda librado al azar, porque lo que se nombra, aquello que se dice y, sobre todo, lo que los personajes callan, se vuelve un verdadero centro de gravedad, un peso propio que maneja el sentido de lo que se cuenta, como cuando, precisamente en “Los nombres”, quien narra dice, casi a modo de manifiesto o ars poética: Eso que no tiene nombre, existe.
Simples acciones como preparar un té, cocinar un desayuno perfecto o cavar un pozo se transforman en ceremonias privadas imbuidas de una profunda filosofía –una filosofía que se filtra desde las raíces familiares japonesas de la autora–; en otro plano, bajo la superficie de la acción, el límite entre lo normal, lo cotidiano y lo extraño puede tornarse difuso y el presente idílico de una historia sencilla puede abrir una ventana sorprendente y hasta trágica.
Si bien casi todos los cuentos de Los árboles caídos también son el bosque han sido premiados en Argentina, América Latina y España, varios forman parte de antologías y le han valido a la autora un sólido reconocimiento como cuentista, es probable que para la mayoría de los lectores este libro de Alejandra Kamiya sea una grata novedad: el descubrimiento de una magnífica escritora.
Alejandra Kamiya (Buenos Aires, 13 de febrero de 1966) es una escritora argentina. De ascendencia japonesa, su obra, compuesta por tres libros de cuentos, aúna las culturas argentina y japonesa, y aborda las temáticas de los vínculos afectivos, la vida cotidiana y la muerte.
Recibió, entre otros, los premios Universidad Católica Argentina-SUTERH (2007), Feria del Libro de Buenos Aires (2008), Max Aub (2010), Horacio Quiroga (2012) y Unicaja (2014). En 2024, recibió un Premio Konex por su labor como cuentista.
Que difícil definir estos cuentos y también a Kamiya. Tiene una simpleza absoluta pero a la vez un sentimiento muy profundo. Es una autora que debería dar cátedra en escribir finales, no son abruptos pero impactan, siempre estuvieron ahí, ella solo los descubre. Ahonda entre lo más profundo de Japón hasta lo más Terrenal de Argentina. Un libro para tener, regalar, leer y releer.
Asi lo define Alejandra Kamiya en uno de sus relatos. El estar en el medio. Ese mestizaje de culturas que es apreciable en su estilo y la hace única.
Kamiya es una artesana de los detalles y las sutilezas. Siento que logra captar lo que no puede traducirse de un idioma. Vuelca la esencia singular del japonés a lo que escribe en español y lo transforma.
Los tiempos de la escritura de Kamiya son diferentes, son más masticados y analizados de lo que estoy acostumbrada a sentir en una lectura. Un juego entre lo dicho y lo no dicho atravesado por los espacios existentes entre ambos. Es como un gato que va tras su presa manejando cada movimiento y músculo de su cuerpo. Si bien su forma de escribir se vive como un mecanismo magestuoso en el momento de ir recorriéndola y te transmite emociones, profundidad, vacío, desasosiego; también me pasó algo a lo que no estoy muy habituada: al terminar cada historia la olvidé casi totalmente. No sé todavía a qué se debe, quizás sea una falta mía o la forma de la escritura. Sí, viven en mí las poderosas emociones que me transmitió y al escribir ahora me vienen al pecho, aunque me cuesta relacionarlas con acciones narrativas.
Los árboles caídos también son el bosque es un libro magnifico, desde todo punto de vista. No es nada habitual que puntee con cinco estrellas un libro de relatos, porque generalmente, aún en libros que me gustaron mucho, suele haber muchas diferencias de calidad entre algunos relatos y otros. No es el caso del libro de Alejandra Kamiya. Cada uno de los doce cuentos que componen este volumen es una pequeña obra maestra en sí misma. No hay uno solo que no te sorprenda, te haga reflexionar o te maraville por la belleza de las descripciones e imágenes que emplea su autora. Obviamente, tengo mis favoritos, pero se debe solo al gusto personal, no a que haya diferencias de calidad entre ellos.
Todo el libro es una maravilla, empezando por el título. Los árboles caídos también son el bosque no es el nombre de ninguno de los relatos, como es habitual, sino una frase extraída de uno de ellos: “Partir”. Pero es un nombre que sienta de maravillas al conjunto. Metafóricamente, el libro está plagado de árboles caídos, es una colección de ellos. Personajes sufrientes, abandonados, nostálgicos; algunos muertos, o a punto de morir. Un rasgo que engloba a todos los cuentos es la melancolía; son historias tristes, reflexivas, a veces hasta dolorosas. Pero hay tanta belleza en esa melancolía… Estos relatos abordan temas diversos: la maternidad, la amistad, la depresión, la soledad, la pérdida de los seres queridos, la identidad, la expatriación. Algunos parecerían ser autobiográficos (“Partir”, “Tan breves como un trébol”, “Arroz”), aunque no conozco tanto la vida de la autora como para afirmarlo a ciencia cierta. Otros están conectados sutilmente, como “Las botas”, en el que reencontramos, en un rol secundario, a la protagonista de “Los nombres”. También en su extensión difieren bastante: “El pozo” supera las treinta páginas, mientras que “Tres sillas” apenas alcanza las dos. También en su formato difieren fuertemente: mientras en el primero la historia es fundamental, el segundo es minimalismo puro: casi no tiene argumento, pero en lo que no dice también hay muchísimo significado. Pero lo más destacable no está ni en los temas ni en las historias, sino en el modo, en la forma. El estilo poético con el que impregna sus páginas es una maravilla. Cada uno de los relatos cuenta con al menos un par de frases que te gustaría copiar y atesorar en algún cuaderno. Descripciones hermosas, plagadas de sutiles metáforas, comparaciones o imágenes sensoriales; reflexiones de esas que tiempo después siguen dándote vueltas por la cabeza, que vas rumiando, como las vacas. Genialidad pura.
Mis cuentos favoritos fueron “Los restos del secreto” (no sé por qué, pero tengo debilidad por las historias sobre la infancia), “Los nombres” y “El pañuelo y el viento”. Es un libro bellísimo, si no te importa que te lastimen un poco. También depende mucho de lo que uno busca en un libro de relatos; entiendo perfectamente que a algunos lectores no les guste el estilo. Para gustos, los colores.
“Soy japonesa en Argentina y argentina en Japón, así, con las minúsculas para mí y las mayúsculas para el país.”
Hija de madre argentina y padre japonés, Alejandra Kamiya entrelaza palabras de dos culturas para crear cuentos precisos, sencillos y personales. Algunos son autobiográficos y se destaca en ellos la figura del padre, aunque la madre siempre está con una presencia casi invisible. Dice la autora en una entrevista: “Lo que viví es la materia prima con la que trabajo para escribir pero esto no significa que las anécdotas de los cuentos hayan ocurrido del modo en que las narro. De todos modos, a veces las cosas ocurren de un modo que encuentro tan perfecto que no cambio nada y lo escribo casi como si lo transcribiera apenas. A veces las historias me son dadas de un modo en el que intento interferir lo menos posible”. Otros cuentos son pura ficción y a pesar de que algunos temas son fuertes -suicidio, violación, etc.- están contados con delicadeza. Este estilo moderado, esta escritura cuidada y pulida impacta desde las primeras páginas.
Lo leí por segunda vez y lo disfruté todavía más, deteniendome en cosas que antes había pasado por alto. Kamiya es poesía, desde el título del libro. Estos cuentos son preciosos y transmiten tanto. Tienen detalles que hacen que la experiencia de lectura sea única. Volví a llorar y emocionarme con algunos. La mezcla y convivencia en estas páginas de su origen japonés y argentino es muy linda. Nos transporta a lugares de ambos países y a las peculiaridades de su gente, su sentir, su vivir, su manera de ver el mundo. Lo vuelvo a repetir. Me declaro fan de esta mujer y su escritura.
Racconti profondi con semplicità apparente di scrittura, l'autrice tratta con delicatezza temi forti e perturbanti; mi hanno lasciato un'emozione profonda, poesia pura per la scelta accurata e sottile del linguaggio utilizzato e la sua capacità di cogliere l'istante irripetibile nello scorrere della quotidianità.
Si los cuentos del comienzo ya se defendían por sí solos, desde El pozo en adelante el libro se encumbra 🔥.
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Me traje este libro de Buenos Aires por recomendación de una librería de Palermo muy hermosa -Suerte Maldita- quienes me dijeron que si venía a buscar relatos argentinos, Kamiya era la respuesta. Y no se equivocaron.
Sus relatos te agarran del corazón y no te sueltan. Acá está muy presente el tema de la pertenencia y de la muerte. También el de los vínculos que se mantienen y se pierden. Todo con imágenes muy bellas.
Me ha gustado mucho la manera de narrar lo cotidiano, el paisaje y el objeto; concebido a través de los sentidos, del ánimo y de la observación. Aunque no todos los cuentos me parecen logrados, los que sí, me han maravillado y, ha resultado una lectura muy amena.
Desayuno Perfecto 4* Los restos del secreto 5* Arroz 5* Los nombres 4* Tres sillas 3* Fragmentos de una conversación 2* Las botas 3* El pozo 3* La oscuridad es una intemperie 5* El pañuelo y el viento 3* Partir 5* Tan breves como un trébol 5*
es difícil leer un libro que todo el mundo ama y te dice que es perfecto. es difícil porque te empezás a preguntar qué tan bueno realmente será y qué pasaría si termina no gustándote tanto. muchas veces terminás postergando la lectura por meses o, como es mi caso, años. pero oh, sorpresa, el libro que todo el mundo ama es verdaderamente excelente.
qué preciosidad de prosa, alejandra, por el amor de dios.
kamiya está definitivamente en el podio de personas que me hacen admirar y amar los detalles y afilar la vista para encontrar eso con lo que ella arma sus descripciones. Pedazo de ejercicio ese de encontrar belleza y suavidad incluso donde duele.
Creo que necesitaba empezar la reseña con algún pedacito de Los restos del secreto, mi relato favorito.
Alejandra Kamiya llegó a mí por obra y gracia del universo, así como cuando alguien habla de embarazos y comienzas a ver embarazadas en todos lados como si te acosaran. Fue como si sus palabras se arrastraron hasta encontrarme y llamar mi atención; la primera vez que vi este libro fue en la mesa de la librería Placeres Compulsivos, mis ojos sencillamente cayeron sobre él y algo dentro de mí gritaba que lo necesitaba, pero pensé que solo eran esas ganas de gastar compulsivamente. Luego en instagram me salió que unos días antes se había presentado la autora en dicha librería y unos días después mis brujitas del podcast Aquelarre Lector subieron un episodio conversando con ella y cuando escuché este título y sobre lo que iba me decidí que ya eran muchas casualidades y lo compré.
Como bien lo describen las chicas del podcast, este libro va sobre la muerte, pero más allá de ella, de una manera diferente (toma sentido cuando lees todos los relatos te lo prometo). Tenemos la preparación perfecta de una última despedida, la creación de un último recuerdo, amistades que transcienden distancias, tiempos y conflictos familiares, el arrebato de una memoria traumática, despojo de un dolor y como el silencio es más protagonista que el enfrentamiento, duelo, dolor y rabia, relaciones complicadas entre empleadora y empleada, el capitalismo, la obediencia ciega y lo que nos arrebata, amistades que se sienten con el alma, el acompañamiento en la muerte, el pertenecer, la maternidad y la muerte.
La escritura de Alejandra es una delicia y te deja con ganas de mucho más, la verdad que super recomiendo este libro o cualquiera de la autora (aunque aún no los haya leído).
Los árboles caídos también son el bosque. La idea de la muerte siempre fue diferente en mi casa. No era lo opuesto a la vida, sino una parte de ella. (...) Siento que soy una parte de algo mucho más grande. Algo que empezó del otro lado del mundo...
Este libro es una trenza de dos hebras. Y cada hebra está escrita con cuidado minúsculo. Cada frase, cada descripción, cada revelación de alguno de sus personajes abreva vida.
Dos hebras, dije. Una nos acerca a ese espíritu inmigrante del Japón, a los recuerdos de crecer entre oriente y sudamérica, a la dificultad de ser dos al mismo tiempo, a la/las guerras que empujan a alguien a dejar patria y vida y reinventarse. La otra hebra, mi favorita, nos lleva de la mano por los secretos que habitan callados o ruidosos las familias más comunes en Argentina.
Encuentro en Alejandra Kamiya a una narradora que hace de la nostalgia y el anhelo esos árboles caídos que, sí, son bosque.
Nota. ¿Y por qué cuatro estrellas y no cinco? La verdad, el libro merece cinco, pero la editora en mí no pudo dejar de pensar que estos eran dos libros, no uno. Así pues la narradora se lleva cinco estrellas, el editor, cuatro. :)
Kamiya me voló la cabeza. Un libro corto y pequeño, pero con un contenido inmenso. Gracias a mi amiga Marian por insistirme mucho para que lo lea, perdón por no escuchar a la primera 😂
Se trata de una antología de cuentos conectados en su tristeza, añoranza y también exploración por las raíces japonesas de la autora. Cada relato es especial, y muchos rompen corazones de una forma demasiado humana. Me hace preguntarme cómo la autora puede sentir tan genuinamente, y plasmarlo con tal armonía y belleza.
No conocía a esta autora y me encantó su forma de narrar, tan minimalista y sensorial como la cultura japonesa de la que proviene. Con algunos cuentos conecté más que con otros, siendo mis favoritos: Desayuno perfecto, Los restos del secreto, Arroz, Los nombres y Fragmentos de una conversación.
Un libro de relatos cortos que disfruté desde que lo encontré en una hermosa librería en Valdivia y que pude leer en papel. Cuentos bellos, no por eso eximidos de tristeza, me atrevería a decir, incluso, que son de una tristeza bella, que la estética del libro surge desde el lenguaje poético, la prosa reposada y conmovedora. Cada uno de sus cuentos con mensajes profundos, simples y fundamentales. De las mejores lecturas del año y, sin duda, seguiré leyendo a esta autora. De un nivel de disfrute solo comparable con Claire Keegan, de lo leído del año. Los cuentos “La oscuridad es una intemperie” y “ Partir” tiene un lugar reservado en mi corazón.
un 4'5 quizá no sé porque las notitas con número son difíciles😔
hay un par de relatos que no me convencen en cuanto a desarrollo pero bueno hay otros que son increíbles!!??
🌳 «Pero así como las sombras tienen la forma de aquello a lo que están encadenadas, el olvido no tiene otra forma más que la de aquello que cubre. Mi olvido tenía la forma exacta de mi hermano.»
🌳 (El Pozo podría citarlo por completo) «Recuerda sus pies flacos, abanicos de huesos de pájaro. Los recuerda en la tierra, en los arrozales, en la montaña, en el barro. Su madre encorvada lavando. Había algo en esa posición que lo entristecía. Los hombros adelantados, como si tuvieran que proteger lo que late dentro. Un cuerpo con forma de jaula.» /
«Esa noche sueña que es un niño y su madre tiene las manos blancas y lisas. Como de nieve. Y perfumadas como noches de verano. Las manos de su madre levantan vuelo solas y se escapan. Su madre manca lo tiene en brazos.» /
«Su madre lo mira en silencio con los ojos llenos de palabras. El soldado toma el cuchillo e intenta abrir los ojos de su madre, pero ella cambia de lugar como un fantasma. En la carrera inmóvil dentro de la trinchera, se hace un corte en la mano. Cae en el sueño como en una trampa. Los ojos-cárcel de su madre se multiplican, hacen agujeros en la oscuridad y espían.» /
«Algo pasó como si no hubiera pasado. La tierra ya no tiembla. El pozo parece mirarlo. Sigue tapándolo. Espera que su madre entienda. Él es un insecto que sale de abajo de una piedra. La muerte no importa.» /
Mención especial tmb a los dos últimos relatos super tiernos y duretes al mismo tiempo. Cuando leo a una madre escribir sobre ser madre simplemente lloro....
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3,5 estrellas (no sé si funciona así la puntuación, Ludmi cualquier cosa corregime). El título del libro me encanta. Hace ya unos días que lo termine, sentía que tenía que esperar y estar tranquila para hace la reseña. Pensarla, así como tenía que pensar un rato después de terminar cada historia. Me gustan los libros de historias cortas, pero siento que hay que estar en un mood específico para poder disfrutarlo. Lo leímos juntas con Ludmi, a veces teníamos que frenar a la mitad para que cada una explique lo que interpretó y otras veces lo hablábamos al final y ni así entendíamos que nos estaba diciendo. Me encantó como estaba escrito, literal todo tenía un porque y mil formas para analizarlo y entenderlo, no sé cómo pero entendías y conectabas con los personajes a pesar de que fuera solo una historia corta. Sin embargo creo que cada historia tendría que ser puntuada por separado. Le pondría más estrellas pero hubo algunas historias que no me gustaron. Lo curioso es que la historia que menos me gustó, es la que más me acuerdo.
¡Hermoso! Relatos breves que en cuatro o cinco páginas emocionan hasta las lágrimas, captan sentimientos de forma muy clara y con un estilo poético y a la vez simple, para nada pretencioso. Soy de subrayar las frases que me gustan y este libro quedó marcado por todos lados. Recomendadísimo.
Ha sido todo un descubrimiento como escribe esta autora, la sensibilidad que tiene y la forma de contar la historia. Mientras la leía parecía que se detenía el tiempo. Los tres primeros relatos, la oscuridad es una intemperie y el pañuelo y el viento, para mi los mejores ❤️🩹
Una colección de relatos muy apañaos, me han gustado sobre todo en los que la autora habla directamente de ella pero muy chulos en general y la prosa oh ah la prosa
Que belleza de cuentos. Esta es una clase maestra de cómo escribir cuentos.
El estilo de Kamiya es bellísimo, superpoético y lo más interesante es cómo lo usa. Los cuentos, por cortos que sean se sienten como micronovelas. No por las definiciones tradicionales que diferencian el cuento de la novela sino por la tan amplia carga emocional que logra plasmar en tan poco espacio. Conocemos a los personajes, sus sentimientos, los sentimos crecer, cambiar. Todo esto sin hacer que los cuentos sean ni se sientan innecesariamente largos. Hay un par que en mi opinión trastabillan en el final como "Arroz" y "Las botas". También, aunque la gran mayoría de metáforas que usa son maravillosas, hay un par que se quedan en la nada.
Cuentos favoritos: -Prácticamente todos -Desayuno perfecto -El pozo -La oscuridad es una intemperie