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229 pages, Paperback
First published January 1, 1971
“Su Robinson había creado en sueños a una muchacha y no quiso, hasta el fin, entregarla al estado de consciencia, porque ella era él mismo, porque de la vigilia que nunca nos abandona no hay otro despertar que la muerte”.Se parodian los libros-universo tomando como punto de partida el caso de una novela de 395 páginas que viene precedida por una introducción de 847 que el mismo autor estima de imprescindible lectura; se hace mofa de aquellos que se devanan los sesos para descubrir en los relatos “alusiones, asociaciones y signaciones míticas, todas las relaciones paradigmáticas y arquetipismos”. Uno de los comentarios es sobre un texto que aborda las consecuencias que tendría el que el ser humano dejara de sentir las sensaciones que acompañan al acto sexual, lo que le sirve al crítico para parodiar los libros de catástrofes. Un miniestado fundado en Argentina por un exnazi huido de la Alemania vencida es la historia elegida para comentar el género de la distopía. También se ataca con una hilarante mordacidad el mundo del arte moderno y de los vanguardismos al servicio únicamente de la novedad y de la ruptura per se.
“La única forma verdaderamente consecuente de la rebelión del escritor contra el servilismo propio de la literatura, es el silencio. Todas las otras no son más que una mueca simiesca”.Se lamenta el fracaso de la gran literatura en favor de lo ligth; se deplora la posibilidad de la existencia de genios que murieran incomprendidos, caminos que la humanidad eligió no transitar. Especialmente interesante es la problemática que se crea en torno a la posibilidad del ser humano de llegar a crear en un ordenador criaturas (personoides) dotadas de pensamientos, deseos, sentimientos, inteligencia y conciencia, seres que en algún momento de su historia se preguntan acerca de su origen, de su finalidad, de Dios. El relato termina con una declaración turbadora:
“Los recibos por la energía eléctrica gastada se pagan cada trimestre. Vendrá el momento en que mis superiores de la universidad exigirán que cierre el experimento y desconecte la máquina para no volver a conectarla nunca más. Haré lo que pueda para aplazar ese momento. Es la única cosa que entra en mis posibilidades y no la considero digna de alabanzas.”