Toda narración, incluso aquella que pretende imitar la vida, es una ficción. Un artificio. El escritor sale al mundo y lo que nos devuelve es una visión de la vida, no la vida. Partiendo de esta premisa, Marcos Giralt Torrente se enfrenta en este relato íntimo a un tema universal: la muerte del padre. A partir del dolor por la pérdida, reconstruye la relación con su padre, el tiempo de vida que compartió con él, con asombroso afán de fidelidad. Sin eludir las zonas de penumbra pero sin recrearse en ellas, sorteando con equilibrio cualquier exceso. De esa forma, con ayuda de una prosa hipnótica y concisa, la propia experiencia se transforma en experiencia de todos. El resultado es un libro absolutamente conmovedor que abraza y golpea a un tiempo. Ni un homenaje ni un ajuste de cuentas. Un intento de comprender la relación más compleja que cabe entre dos personas. El retrato de un padre y un hijo. Un inventario de vida en el que casi nada se calla y en el que, por eso, aparece la vida tal y como es: con sus tristezas y encrucijadas pero también con sus jubilosos descubrimientos. Marcos Giralt Torrente ha escrito un gran libro. Una confesión valiente y hermosa que, estamos seguros, dará que hablar.
Marcos Giralt Torrente es licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid, ciudad donde reside. Inició su carrera literaria con el libro de cuentos Entiéndame (Anagrama, 1995). Es autor, también, de la novela corta Nada sucede solo (Ediciones del Bronce, 1999; Premio Modest Furest i Roca) y de las novelas París (Premio Herralde de Novela, Anagrama, 1999) y Los seres felices (Anagrama, 2005). Colabora habitualmente como crítico literario en Babelia, de El País, y fue autor residente de la Academia Española en Roma, del Künstlerhaus Schloss Wiepersdorf y de la University de Aberdeen y participó en el Berlin Artists-in-Residence Programme de 2002-2003. Su tercera novela Tiempo de vida (Anagrama, 2010), tuvo una gran acogida por parte de la crítica y fue galardonada con el Premio Nacional de Narrativa. Con su libro de relatos El final del amor (Páginas de espuma, 2011), ha sido el ganador de la 2ª edición del Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero.
Me obsesionan sobremanera desde hace algunos años los libros en los cuales se intenta valiente, aunque casi siempre inútilmente, desatar el complejísimo nudo de la relación de un hijo con su padre. Toda la sabiduría y la creatividad humana no han sido suficientes para desatar este embrollo, a pesar de los siglos y el esfuerzo. Sino, pregúntesele al mismo Dios. Yo me converti en padre a los 26, volví a ser padre a los 32, y perdí el mio los 33. A los 42 mi peor condena, quiza el castigo de no haber sido un buen hijo, ni mucho menos ser un buen padre, es tener que ser ya por el resto de mi vida el padre de mi mismo. Y aquí paro porque me enredo.... La he pasado super bien con esta lectura!!
Escribir para comprender. Para aprovecharse del tiempo que dan las palabras y ser capaz de enfrentarse a las siempre complejas relaciones que nos rodean, sobre todo si es con tu padre. Escrito con una sinceridad abrumadora ante una relación complicada, se forma este relato íntimo, lleno de luces, de sombras y muchas áreas de penumbra donde quizás con el leve poder de las letras se llegue a la reconciliación.
No me extraña que diga que haya leído "Sl olvido que seremos". En mi modesta opinión, hay cosas que es mejor callar; dejarlas eternamente en un formato de manuscrito.
Hay puntos concretos que llaman mi atención, la ausencia intermitente de un padre y el efecto que tiene en el autor, huye de la responsabilidad, huye de no saber hacerlo, de qué tiene miedo, la búsqueda de esas preguntas que se planteó y tras la muerte de Juan Giralt, su padre, regresan con más fuerza, son las que me interesan. Algunos puntos son interesantes, otros me parecen relleno, muy aburridos. ¿Por qué pasa esto? Porque en unos puntos intenta ser íntimo y, en otros, peca de lo universal que he leído hasta la saciedad, pero también se debe a la construcción, la memoria no es lineal, el presente y el pasado se mezclan, eso puede ser inconsistente para el lector, no mantiene un ritmo constante. El autor intenta reconstruir la relación con su padre tras la muerte de este, una forma de recuperar a ese padre que dejó años vacíos y, a pesar de su ausencia, causa un profundo dolor su muerte. Una relación compleja, marcada por la amante y luego segunda mujer de su padre. El duelo, la ausencia de un padre, la complejidad de las relaciones familiares y la búsqueda de respuestas a través de la memoria.
Lo bien escrito que está, lo desgarrador que es y la pena que me ha dado no estar en el momento para exprimirlo y sentirlo al máximo. Aun así, bellísimo, bellísimo.
Lo mejor que puede decirse de este libro es que la prosa está bien ejecutada. Se notan las lecturas y las tablas en el oficio, y ya sólo esto es muy de agradecer.
En cuanto al contenido, un narrador en primera persona (parece que es el mismo autor) nos cuenta la relación con su padre, desde que él la recuerda hasta que este muere.
Si bien hay pasajes entretenidos, lo son más bien por el puro morbo de pensar que pueden haber sido reales. Pero yo, como lector, me he sentido incómodo por varios motivos, el principal por la falta de pudor al exponer el autor su propia vida y la de su padre; sin necesidad.
La literatura y la ficción no necesitan de la vida del autor. El autor no puede ser una vedette, o un concursante de reality show, debería ser algo mucho más serio.
Por lo demás, continuas autojustificaciones y niñatadas de pijo de madrid, que no consiguen hacerme empatizar con lo que se cuenta.
Uno tiene la sensación (curiosa paradoja)de estar forzando continuamente al autor a decir, como si lo contado no fuera voluntario, no estuviera empaquetado y dispuesto para nosotros. Pero hay algo de ejercicio privado, de pura sublimación del dolor, de forcejeo con el propio acto de escribir (que aquí, como ejercicio burgués, no puede sino estar anclado en el ambiente familiar), algo vanidoso, sin duda valiente, que emociona por su férrea honestidad. Justamente porque Giralt Torrente cree que su padre es alguien digno de ser contado, huye de los mecanismos básicos del reconocimiento que tanto abundan en las malas novelas 'de personajes', y se decide por la seducción. Hay que ser muy lúcido.h
Many authors have written about their fathers, but few have dealt as fiercely and powerfully as Marcos Giralt Torrente. This is a stunning and unusual autobiography and an intimate author's confession seen through the prism of a son, but at the same time a writer. I must point out a really interesting and intelligent style of writing and storytelling. A story about a father and son who, due to the breakup of the family, become estranged from each other over time. In fact, a phenomenon that is very common in modern lifestyles. This is a story about how a son, who at different times and stages of his life, experiences the same relationships and connection with his father differently. This is a story like Anna Karenina's about how many times and in what periods we have read the book. By the way, the topic is completely different, as I mentioned before, the relationship of a son who lives with his mother and a father who lives with a friend he met in Brazil. Through the prism of children's eyes, the father often does not care for the son, stops buying gifts for him and the son has the right to be angry with the father. The story follows the period from the birth of his son to his late thirties, when his father became ill with cancer, and thanks to an unfortunate tragedy, his son and father lived the best family years. The message, personally for me, was: Let's not just let life tragedies bring us closer. Life is short, and our families are almost everything we have in life. But when do we most often realize this? Let's not let it be too late, no matter what happens to us that we think we will never forgive the closest, but still, the pain of loss remains eternal, and the unpleasant moments and memories fade and disappear. Embrace your families, see them often, they are the reason for our life. And, of course, read this warm story about a son's attitude and love for his father.
Me gustó, sin embargo me hubiera gustado mucho más emotividad en la narración. Giralt nos habla a lo largo del libro de la relación con su padre hasta el día que este muere. En el texto, Giralt se reconoce y reconcilia con su padre y explica como afronta este duelo anticipado ante su pérdida, ya que su padre estuvo enfermo por casi dos años.
Sin duda hay que leerlo, ya que más allá de conocer la historia de Giralt, es inevitable no pensar y reflexiona acerca de la relación propia con el padre, con quien hay que reconciliarse para que el día que no esté no se sienta que falto tiempo y entonces venga la añoranza.
Este libro sin duda rescata temas importantísimos como la memoria, que siempre es vulnerable, la eutanasia, el dolor, el perdón y la ausencia.
Tiempo de vida: un tributo de amor, amor herido, que mana desde la total desnudez de los sentimientos. Su prosa concisa, de ritmo ágil e implacable, no es el estilo que más me atrapa, pero, lo reconozco, hace de este libro una obra absorbente y persuasiva.
Giralt Torrente narra, por lo menudo y con obsesiva precisión, el laberinto de emociones al que lo arrastraba su vínculo con la figura paterna, el torbellino de encuentros y desencuentros que constituyeron la sinuosa historia de padre e hijo, la tóxica combinación de sentimientos que se inspiraban mutuamente. Impresiona el afán frenético del autor por ajustarse a la verdad en su relato del variadísimo espectro de sentires que residen en su memoria.
Como al autor, siempre me ha cautivado el tema de las relaciones paterno filiales, y, en concreto, la cuestión de la pérdida de las figuras de referencia. A pesar de ser una historia que ha sido contada millones de veces, siempre me suscita el mismo reflejo de compasión. Como dice Javier Gomá en su extraordinario libro “La imagen de tu vida”, me identifico instintivamente “con quien ya ha pasado la gran prueba” y siento curiosidad por saber “qué mañas se dio y con qué dignidad sobrellevó la bancarrota que a todos nos espera”. Cuando la curiosidad queda saciada, como en este caso, de la mano de un hombre que vive “seducido por la palabra”, poco espacio queda para la queja. En compañía de M.G.T. es posible adentrarse, una vez más, en uno de los más dolientes entresijos de la vida.
El libro está escrito, por tanto, para gente como yo, para todos aquellos a quienes pueda interesar su historia, aunque tal vez haya matices que las lectoras, por nuestra inevitable condición de hijas, estamos condenadas a perder por el camino. Y quizás también por mi condición femenina no puedo dejar de apreciar cómo la figura de la madre resplandece desde un discreto segundo plano, aunque esta sea, antes que nada, la historia del autor y su padre. Brilla la obstinada presencia materna en la vida del hijo: granítica, alentadora, inquebrantable.
En cualquier caso, el uso del tiempo presente en la narración parece una confirmación de la profética advertencia recibida como consuelo desde el cual afrontar la amargura del luto: “tu padre ahora vive en ti”. En cierto modo, al leer el libro se tiene la impresión de que el autor lo haya escrito con su padre al lado, o quizás dentro, como si Juan Giralt en persona hubiese sido, desde un ángulo u otro, testigo infatigable de la catártica escritura de su hijo. En presente, por tanto, está construido este puzle hecho de ínfimos e íntimos detalles que, así reunidos, nos entregan no solo la figura del padre, sino, como leemos en la contraportada del libro, un “inventario de vida”, toda una vida vivida con dolor. Vida de la que G.T. no quiere que se desprenda ni un destello de lástima, sino la conciencia de haber logrado lo que pretendía con la escritura: "cerrar el círculo".
Las páginas finales, sin embargo, he tenido que leerlas con bastante premura, ya que, paradójicamente, la inerme desnudez vertida en ellas amenazaba con perforarme las entrañas. Pero el círculo ha quedado cerrado y bien cerrado, y el escritor y futuro padre que se despide de nosotros al final del libro se parece mucho a un hombre sereno que, después de una larga restauración de los afectos dañados, observa su historia, y el mundo todo, con esperanza y agradecimiento.
Many writers turn to their craft in an effort to conquer grief and past trauma, and Marcos Giralt Torrente is no exception. What’s curious about Father and Son is its circularity in this regard, as Giralt Torrente seems to also be lassoing his grief in order to spur on his writing. As the book progresses, the act of grieving and the act of writing become one, and the result is peculiar, visceral, and powerful. There’s an immediacy throughout, aided by Giralt Torrente’s frequent deployment of the present tense, and it’s a reminder that the past is a living document, one that can be perpetually reexamined and reworked.
So, while Father and Son is a poignant, personal examination of the remnants of his relationship with his father, it’s also about writing–in particular, how to write about the past. It’s about losing as well as gaining and creating something meaningful out of that which was all but destroyed. It’s about “Death and life mingling, as always, but shaded by something that supplants life by merging with it and moreover aspires to triumph over death itself.” (p. 81)
"The same year my father got sick I published a novel in which I killed him. I've spent whole days, years, studying my father and resentment has often worked its way into my writing. I've had my revenge. And yet, as Amoz Oz writes in his memoir, 'he who seeks the heart of the tale in the space between the work and its author is mistaken: the place to look is not the terrain between text and writer, but between text and reader...'. Much of what I've written was prompted by my father, but I've never written about him. Those were other fathers, other people's fathers. Now I'm writing about him."
Marcos Giralt Torrente's Paris was one of my favourite books of 2014, and I was keen to read more. Unfortunately neither of his subsequent novels has yet been translated into English, leaving us to date with just a short story collection, and this, a non-fictional memoir of his relationship with his father, the artist Juan Giralt.
The book reads beautifully, for which Natasha Wimmer, best known as translator of Roberto Bolano's 2666, deserves equal credit.
However, ultimately I was left feeling that while I understood why Giralt Torrente wrote it, I was less clear what I gained from reading it.
Giralt Torrente wrote this book in 2009 after the death of his father from cancer in 2007 (when the author was in his late 30s), his father having been separated from his mother since Torrente was a teenager.
The most illuminating part of the book is Giralt Torrente's detailed thoughts on the difference between fiction and personal memoir, both from the writer's and the readers' perspectives.
As a novelist, as the quote above shows, he rightly sees his books as, while being inspired by his life including his relationship with his father, not being about his life. Nevertheless, his father saw more of himself in Paris than the author explicitly intended - in a way reminiscent of the process Javier Marias (an obvious literary precursor of Giralt Torrente) describes in Dark Back of Time. "Before I realised it, the childhood I was trying to elaborate began to take on elements of my own. The narrator, an adult narrator looking back on his childhood, was an only child, and the epicentre of his family was his mother, with whom he lived and shared the ambivalent memory of an absent father. I lent him the feeling of dread and the thought I had at the time, but that was all I took from my own experiences. Or at least so I thought while I was writing it. My father, however, saw things differently. Just recently I found out he was very upset by it."
Even the choice of the double barrelled surname as the name under which his books appeared (his maternal grandfather was also a novelist) was seized on both by critics, and by his father's family, as symbolic of his parental relationships.
Giralt Torrente eloquently describes the difficulties of writing memoir over fiction:
"Up until now I'd never written in my own voice. I had written fictionally about reality, as one always does, but it wasn't my reality and I wasn't the one narrating. It's a new and confusing feeling. With fiction, you can say anything. In your own voice, either you're tempted to leave things out or you miss being able to make things up. I've passed through both states in previous pages Really, though, one of my fears is not having anything to add to what I've written in other books - books that were fiction, about other people who weren't me, but into which I poured myself."
And is equally illuminating in describing the various false starts he made on this book; what forms didn't work for him:
"An elegiac portrait of my father wouldn't have been true to my feeling, would have skirted the dark corners from which glorious epiphanies might spring...; perhaps I was not so thoroughly in the wrong...; it wasn't easy to come up with an illuminating episode that didn't strain the fidelity that I had pledged to the truth...; a cold, analytic account would have left too much out...; I didn't have the capacity for a great fresco, for anything too detailed that would require me to do research and work out family trees...; nor for the interweaving of intimate scenes, of memory's microscopic flotsam, which anyway was so far from my style."
All of which ultimately begs the question that Giralt Torrente is honest enough to acknowledge: "So why persist in writing about the two of us?". He answers:
"Because I tried to go back to writing a novel that I had abandoned when things began to fall apart, and I couldn't do it, and I tried to come up with an idea for another one and I couldn't do that either. Because writing about something so intimate, so excruciatingly real, seemed a good incentive for recuperating lost routine, the habit of writing." and "it feels like the worst kind of betrayal to employ the feelings inspired by his certain death in the service of fiction."
But while the process of writing was clearly cathartic, the memoir itself is too personally specific for my taste. The best example is the running theme of the battles between the author and his father's second wife, the third major character in the book, who Giralt Torrente insists on referring to throughout as merely "the friend he met in Brazil". Were this a literary novel and she a character, the author would be obliged to have some understanding what made her tick in order to create her, but instead in this format and talking about a real person Giralt Torrente can simply dismiss this with "it's not my aim to unearth her motives ... I can judge her, but it isn't my mission to redeem her or condemn her" - fair enough, but hardly illuminating to the reader.
Overall and unfortunately, the parts about literary fiction vs. memoir aside (which would have made an excellent extended essay), one can't help but conclude that Giralt Torrente's fear, outlined above, has been realised - this book doesn't add anything to his fiction.
Me es difícil valorar un libro como este, siendo el corazón abierto de una persona que pasa por un momento tan duro como el duelo por la muerte de un padre. Es verdad que el principio se me ha hecho algo pesado, pero después he empezado a identificarme con algunas cosas, a entender otras y he acabado leyéndolo de una manera profunda y… ¿sanadora?
"Mantener una herida puede ser rentable desde un punto de vista artístico. Pero sólo los muy fuertes, o quienes han recibido un gran daño, aguantan toda la vida con ella abierta".
Un libro donde el autor reconstruye la historia con su padre a partir de su muerte.
Un padre semi ausente, quien tras la separación con su familia decide iniciar una nueva vida al lado de una mujer que conoció en un viaje y enfocarse en su carrera, la pintura.
Un pintor con cierto renombre en su época, con altas y bajas constantes y que fallece víctima del cáncer cuando Marcos ya era adulto y con una vida prácticamente hecha. Sin embargo, la muerte de su padre deja al autor con muchos cabos sueltos y decide escribir este libro para compartirnos su admiración por él, sus aventuras juntos, el rencor que por años le guardó por sus constantes distanciamientos y por supuesto el duelo que atravesó por su partida.
Al final el autor nos comparte que gracias a su padre él fue escritor y los rencores que a lo largo del libro saltaron por ocasiones terminan por difuminarse en el perdón y el agradecimiento.
El libro describe la relación del autor con su padre desde su punto de vista, ya que como él dice toda historia tiene más de un punto de vista y versión. El libro comienza con frases o pequeños fragmentos de historias de padres e hijos. La historia es separada en diferentes etapas de la vida del autor y su padre pero no está separado en capítulos, más bien se puede notar en la forma de escritura. La primer etapa de la historia es cuando describe como era la vida de su padre que es pintor y como se conocen sus padres. La segunda parte trata de su infancia con su padre cuidándolo y rodeado de pinceles. Otra etapa es donde habla sobre la separación de sus padres y de la nueva relación de su padre con la amiga que conoció en Brasil, que como consecuencia causa el distanciamiento de su padre durante su adolescencia ya que deja de lado las necesidades afectivas y monetarias del autor y su madre. La última etapa es cuando su padre se enferma y como viven la enfermedad. Cuando supe que el libro hablaba sobre la relación padre hijo me llamo la atención. Desde la separación de su padre hasta su enfermedad, lo veo como reproches y más reproches por el abandono. Sé que lo escribió después de la muerte de su padre y pensé el libro como un homenaje pero de esa clase de homenajes que se le hace a la gente cuando muere y todos son buenos, esta parte me agrado que no santificara a su padre y lo viera como un ser humano y no como un ídolo, con defectos y virtudes. También siento que el libro es más como terapia para él y poder cerrar un circulo. El libro esperaba más sentimentalismo, no sé si haya sido yo pero no me conmovió su relación. Me conmovió mas la relación de el con su madre, como esta se sacrifica por su hijo para sacarlo adelante mientras el padre se la pasa con su amiga de Brasil. Esperaba más emotividad.
Demasiado victimismo encubierto. Creo que busca deliberadamente acercarse a un tipo concreto de lector que haya vivido su experiencia dejando de lado al resto
Me ha gustado leer este libro para enfrentar el tema de la muerte de un padre. En él, el autor, nos habla con su propia voz sobre la relación con su padre y trata de no escatimar en honestidad. Por momentos se hace desagradable el nivel de intimidades y bajezas que se narran y que no tengo dudas en que pertenecen a las verdaderas impresiones de Giralt. Sinceramente pienso que, a veces, este tipo de descensos a los infiernos y de honestidades turbias no aportan nada, ni a la literatura, ni a la vida, ni al lector. Por otro lado, también me desagrada el rencor implacable con el que despacha a la pareja de su padre. Aunque le dedique un párrafo en el que dice que no la juzga por muy reprobable que haya sido su comportamiento, el uso de la perífrasis "la amiga que conoció en Brasil" brilla llena de odio en toda la novela autobiográfica. Como virtudes tiene una prosa elaborada y rigurosa con un buen uso del léxico. Como defectos, en ocasiones, parece tan pretencioso que al leerlo se puede sentir la voz engolada de alguien que cree que habla muy bien. Pero esto no sucede a menudo. Giralt escribe bien, pero por momentos resulta pedante y, a veces, aunque no quiera, es muy aburguesado y tiene creencias arraigadas de esta clase social como que su padre debe dejarle su herencia (no lo dice, pero se trasluce) o cosas como "sangre de mi sangre" que ya me han dado hasta pudor. Al final, aunque escribe bien, al hacer la reseña me estoy dando cuenta de que el libro tiene muchas cosas que no me han gustado nada. De todas maneras, es un libro bien escrito y con el que puedo dialogar, lo cual ya es bastante.
Tiempo de vida es una elegía a su padre, a Juan Giralt. Es un homenaje a quien fue él, quien pudo haber sido y a cómo fueron las relaciones entre ambos, padre e hijo, con los vaivenes típicos y difíciles de los hijos de parejas divorciadas. Es también la crónica de una enfermedad y una muerte que rompió esa relación. Tiempo de vida es también la narración de las preguntas que cualquiera se plantea cuando mueren sus padres: ¿Quién era en realidad? ¿Pudimos haberlo hecho mejor? ¿Me conocía? ¿Le conocía yo a él/ella? y ¿Ahora qué? Es curioso que lo haya leído un par de meses después de El jardinero y la muerte, de Gospodinov, porque ambos libros tienen un planteamiento parecidísimo.
Esta es una lectura interesante y, sobre todo, complementaria a Los ilusionistas, a pesar de que se publicó antes. Si en aquél contaba la historia de la familia de su madre, en este Marcos se centra en su padre y su vida. Es un poco escritura de mirarse el ombligo y lectura de cotilleo, porque aparte del retrato del amor paterno filial hay mucho salseo morboso, sobre todo por la relación del padre con «la amiga que conoció en Brasil», que se convierte en una malvada casi de película de Disney. Me gusta el retrato de los años 80 y 90, su vida en aquella época, el ambiente de Madrid. Todo el tiempo me lo imaginaba todo como en un cuadro de Amalia Avia.
Me interesa el estilo de Marcos Giralt Torrente porque es muy personal, reconocible, pelín intelectual, trabajado con esmero y con un uso del vocabulario muy impresionante. Esto del vocabulario puede parecer algo obvio («hombre, es escritor, lo suyo es que sea amplio»), pero en la prosa contemporánea en España (mucho menos en Latinoamérica) echo de menos o, mejor dicho, me he dado cuenta al leer a Giralt, falta muchísimo vocabulario y trabajo del lenguaje para que sea más preciso. Hay mucha carpintería pero poca ebanistería, o algo así.
El libro es también una confesión a sí mismo y una explicación a un tercero. El lector a veces piensa «no hace falta que me lo expliques» y otras piensa «te voy a comprar el argumento a pesar de todo». Mientras leía también pensé en cómo los libros sobre padres siempre son menos crueles que los que se escriben sobre madres. Creo que yo también caería en eso. ¿Es porque los padres suelen morir antes? ¿Es porque las madres, normalmente, están más presentes y se les ven más los defectos? ¿Es porque a las madres se les exige entrega absoluta y amor incondicional y todo lo que no encaje ahí se ve como un defecto mientras que de los padres cualquier cosa nos parece épica? Creo que hay mucho de esto último y creo también que esto en las nuevas generaciones va cambiando. Por lo menos en las nuevas generaciones que me rodean a mí. En otros ambientes seguro que siguen siendo igual: la madre entregada y al padre un premio por hacer paella el domingo.
Lee Tiempo de vida, se aprende sobre ser padre y sobre ser hijo. Sobre vivir atento.
«Lo peor no avisa pero tampoco engaña. Cuando se presenta, intentamos no verlo, pero en el fondo sabemos que ha llegado, que está ahí y que todo lo que hagamos para zafarnos solamente servirá para terminar aceptando (la constante evocación de algo, aunque sea para negarlo, nos habitúa a ello, de forma que cuando se hace irrevocable es ya la única realidad que vivimos). Nosotros no fuimos distintos. Cuando lo peor le llegó, ninguno de quienes estábamos al lado de mi padre quisimos verlo».
Много интересен стил на писане от автора. Хареса ми начина по който ни запознава с една лична история без да пропуска опитите да погледне от няколко страни. Това е първото произведение от Marcos Giralt Torrente което ми попада и съм щастлив, че успях да се докосна до него. Засегнатата тема за бащата и сина, отчуждили се един от друг, заради разпада на едно семейство е все по-често срещана в модерното общество. Семейната единица макар и нарушена, накрая отново е цяла, благодарение на една трагедия. Препоръчвам книгата на всеки, който е преминал през нещо подобно с цел да премисли отношението си към отчуждения човек било то баща или син.
Estamos en un momento algo bajo, y ha sido un alivio contar con este libro. Esta reflexión sobre el papel del padre, lo que de él se espera y lo que él es capaz de dar resultó una bendición. Para relativizar enfados, para intentar ponernos en el lugar del otro, para comprender que la vida siempre dura menos de lo que habíamos previsto y no siempre queda tiempo para arrepentirse o para despedirse. Marcos Giralt pudo cerrar su círculo con el último año y medio de su padre, lavando las manchas de un pasado de rencores y preparando su paso de hijo a padre con las cuentas arregladas. No todos tienen esa suerte.
Me gustó mucho. Es un diario de amor y duelo y de la relación entre un hijo y su padre.
“Me he hecho más frágil, me he hecho más triste, me he hecho más temeroso, me he hecho más escéptico, me he hecho más viejo. Éste es el único camino que he recorrido hasta aquí.”
“La vieja fórmula para incrementar el vínculo entre nosotros, rescatada ahora por los subterfugios del duelo. Como si intentara eliminar nuestras diferencias para afianzarlo en mi interior, para hacer verdad esa frase en la que encontré imprevisto consuelo, y que llegué a sentir físicamente: «Tu padre ahora vive en ti.»”
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El padre siempre presente. El hijo desplazado. Y el recuerdo de una relación marcada por tantas cosas, lugares. El autor hace un ejercicio de reconciliación. Intenta ver a su padre de otra forma. Al final es un agradecimiento, un reconocer que tiene mucho de él. Los caminos se encuentran de alguna manera, sin buscarlo, sin tenerlo previsto. www.preferirianotenerquehacerlo.wordp... www.enbuscadeaquellanoche.wordpress.com
Es un libro que va a más según vas adentrándote en él. Habla de las relaciones familiares, de la relación padre-hijo, de los errores cometidos.... de cómo afrontar la enfermedad y al muerte un padre. Habla, de como al fin y al cabo, hacemos lo que podemos. Muy recomendable.
Relato autobiográfico sobre la relación entre un padre y su hijo a la muerte del primero. Un ejercicio de escritura personal que revela todo aquello que se debió decir y nunca se dijo en esa relación.
Por retazos, sentí que era una forma de entender a "París" (o cierta parte de ella). En un afán casi biográfico, plasma lo complejo de una relación padre-hijo, y, a través del duelo, profundizar preguntas que si bien no tendrán respuestas sirven de catarsis.