Entre ataúdes, vómito, ratas y desazón, Giovanna Rivero compone una constelación de relatos siniestros. La inmundicia de los recovecos abandonados constituye la materia de un entramado narrativo intempestivo, que golpea y confronta, y que sin embargo, entre la vorágine de lo ominoso, hace surgir una delicada melancolía. Para comerte mejor constituye una valiosa contribución a esa literatura de lo extraño que tanto cultivaron escritores como Poe, Piñera o Landolfi.
Entre sus libros destacan Niños y detectives (2009, finalista de los Premios Cálamo 2010), Para comerte mejor (Premio Dante Alighieri), 98 segundos sin sombra (Premio Audiobook Narration: Best Spanish Voiceover por la Society of Voice and Sciences-USA), novela que ha sido llevada al cine por el director Juan Pablo Richter. Premio nacional de Cuento Franz Tamayo por Dueños de la arena (2005). Fue seleccionada por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara como uno de "Los 25 Secretos Literarios Mejor Guardados de América Latina" (2011). Premio internacional de Cuento "Cosecha Eñe" (España 2015). Fue residente del Iowa Writing Program (2004) y de Escritores en residencia (Alcalá de Henares, 2009). Es doctora en literatura hispanoamericana por la University of Florida. Junto a Magela Baudoin, dirige el sello Mantis, que publica narrativa escrita por mujeres.
"...nunca le ha gustado que gente extraña lo bendiga, no quiere cargar con la responsabilidad de ese deseo informe, desconocido, esa arrogancia moral disfrazada de piedad."
Me ha gustado mucho haberle dado una oportunidad a este libro y autora.
He disfrutado muchísimo la mayoría de relatos y a pesar que no están conectados tienen mucho en común en cuanto de características se trata.
No es una lectura amena o simple, y eso creo que fue lo que más destaco y que me gustó de la lectura. Hace que uno se sumerja absolutamente en lo que está leyendo para poder apreciar el contenido de cada relato y en la ambigüedad que poseen.
La pluma de la autora es potente, directa, muchas veces desgarradora y absolutamente hipnotizante. Me gusta ese trabajo entre líneas que hace con sus finales, y en general con las historias, las cosas se dan a entender, no es necesario explicar o sobre explicar los detalles, logra transmitir mucho en la atmósfera oscura en la que envuelve cada historia.
Mis cuentos favoritos : - De tu misma especie - En el bosque - Yucu - El hombre de la pierna
Otra joya de la literatura fantástica que viene devorando todo en Latinoamérica. En estos cuentos, sin hilo conductor definido pero con ideas e imágenes que persisten en todos ellos, Rivero juega con la resignificación de mitos, las distopías, el mesianismo y la geografía y cultura bolivianas. Una narrativa alta, ingeniosa, irónica, con una complicidad abundante por la humanidad, el asco, la podredumbre, una narrativa "punk", como se ha enmarcado este renacer literario. El vampiro en la selva andina, la pútrida deidad del Evo fecundador, el vudú y la esquizofrenia hacen parte de esta serie de cuentos muy bien logrados, punzantes, incómodos, cargados de la violencia centenaria que ha padecido la región. Rivero utiliza en muchos de ellos la narración en primera persona, y con maestría logra presentar los personajes a través de la mirada del protagonista, con licencia para permitirse frases preciosas que se leen como puñaladas de rabia e ironía.
Para comerte mejor” de Giovanna Rivero tiene, sin duda, un título sugerente ya que es imposible no pensar en el cuento de la “Caperucita Roja” en el que el lobo pronuncia esas palabras antes de devorar a la niña.
Pues bien, imagino que la escritora tenía en mente esta escena cuando escribió el libro. Lo cierto es que, tras leerlo, uno se queda con la sensación de haber sido devorada, de haber bajado “hasta donde nadie más se atreve” para encontrarse allí, en algunos casos, con la miseria humana llevada al límite y, en otros, con realidades distópicas que retan la imaginación.
El libro se divide en 12 cuentos, diría yo, independientes entre sí, pero que quizá tienen un hilo conductor: el deseo de gritar “transcendencia”, de que se cuenten sus historias, aunque a veces se acaba poniendo palabras al horror, a lo insólito.
Con personajes de este mundo o de otro, vivos o muertos: un zombie en busca de su alma, un joven que desaparece sin dejar rastro, un vampiro perdido en la Amazonía boliviana o una mujer infértil que pasea miembros amputados por el metro de Nueva York, entre otros. Narrados, en su mayoría, en primera persona hacen que uno participe activamente de la trama.
Escenarios familiares, descritos prolijamente, con una prosa que seduce, que incomoda y que a ratos uno pide que se acabe ya.
Como estar en la panza del lobo, no más.
Eso es lo que vas a encontrar si te animas a leerlo.
Asistimos, en esta antología de relatos, a una nueva muestra de los horrores cotidianos mezclados con elementos fantásticos, perturbadores, sobrenaturales, góticos o futuristas. Una mirada que se hunde en la podredumbre y que demuestra la renovación que está sufriendo la literatura sudamericana por las voces de una destacada serie de autoras (como por ejemplo Mariana Enríquez, Mónica Ojeda, María Fernanda Ampuero…). Ellas crean y recrean escenas cotidianas de duda, de sufrimiento, por regla general en entornos desfavorecidos. Y les otorgan su toque de oscuridad, esa posibilidad improbable, esa alteridad que todo lo cambia. Manejan con maestría mixturas de terror, fantasía oscura, ciencia ficción o realismo extremo. Con predominio, aquí de forma cuasi absoluta, para con el uso de la primera persona. Porque cada texto tiene que sentirse, doler, llegar al tuétano, hacernos conscientes de nuestra responsabilidad como seres humanos, como espectadores inermes. La intensidad del estilo se contagia, y es complicado no dejarse llevar por la misma. Vamos, tú y yo, a despiezar cada texto:
De tu misma especie: un testimonio dedicado a un hombre muerto, un artista amargado. Solo que ese hombre ha vuelto, retornado. Quizá como una cáscara, algo que pueda resultar normal gracias a la medicina, a una extraña combinación y efecto. Ese testimonio es desgarrador, pues nos muestra, desde el verbo de ella, desde el sufrimiento de ella por la ausencia y presencia, la obsesión que tiene todo escritor(a); esa pasión que necesita contagiar y que nadie entiende. El talento sumergido. El fracaso. Y no solo cómo ese fracaso le afecta a él mismo, sino cómo llega a intoxicar a los demás. Un testimonio. Un cuerpo hueco. ¿Dónde queda la mente? ¿¿Y las emociones? Narración inquietante y angustiosa para comenzar la antología, una seña de identidad, preparación para lo que sigue. De quilates. Todavía pienso en ello; en cómo todo puede acabar siendo relativamente normal, naturalizándose, cuando el mundo da la vuelta.
Humo: Piri, una cría dependiente de la abuela, nos cuenta la historia de sus negocios, de la hacedora de tripas, del registrador. Cómo contratan a un chaval todo eficiencia que luego desaparece cual humo, convertido en leyenda para la niña. Quien crece, temiendo al mal que asola a su hermano, temiendo el mismo mal que su abuela teme para ella. Y Piri, ese muchacho extraviado, antes destripador y ahora cuentacuentos, retorna cuando la abuela muere. Cuando su abuelo no puede más. Entonces asistiremos a una revelación. Un cuento realmente oscuro, con cicatrices, sobre la inevitabilidad, y que funciona a pesar nuestro.
La piedra y la flauta: un flautista, no de Hamelin, pero sí asociado a las ratas. Un flautista de la desesperación, amo en el mundo subterráneo. Una zampoña improvisada para avisar a los suyos de la llegada de los otros; nosotros. Porque en el inframundo viven (sufren) tantos que no vemos ni entendemos que debiera avergonzarnos, dentro de esta historia a dos tiempos en la que el presente es consecuencia del pasado y el pasado da sentido al presente, por terrible que sea. Porque esa caramilla curó a la protagonista en su niñez y la llenó de recuerdos que vuelven. Crudo, magnifico, lleno de detalles que luego nos explotan en la cabeza para componer el cuadro al completo. Orígenes y consecuencias. Quizá la aproximación más fantástica de la antología en el modo clásico, aunque con recodos por donde nadie querría transitar. Al final, uno siempre retorna a sus obsesiones.
Los dos nombres de Saulo: un hermano frágil e internado. Su hermana acude a verle, recordando aquello que les enseñó su padre; el quebranto de las religiones, sobre todo de la católica (cada fe, un gusto, un color, un sabor). De nuevo vemos el pasado que ha provocado este ahora, con el miedo de la hermana a que los secretos de su padre hayan crecido, se hayan desbordado, y vengan a reclamar parte de su precio. Breve, directo, tremebundo.
Kè Fènwa: una maestra y un restavek (pronto sabremos qué y quién es cada cual, qué tienen dentro, con qué están hechos, por qué viven y el tipo de vida que les sostiene) escapan de una cacería. Y no solo escapan. Aprendemos sus costumbres, sus pasados, cómo comparten y se vinculan, incluso sin desearlo. Pero hay algo más tras el telón. Muchos porqués. Que aumentan la intriga a medida que avanza el texto y ellos se fugan hacia adelante recordando. Buscando. Si añadimos un toque de vudú, el relato enrevesado, obtuso por momentos, transmite a la perfección la opresión de esa cacería y el ansía pura; el hambre descarnada que sobrevuela el texto. Intenso. Atractivo. Mucho más al concluirlo que en durante el deguste, cuando hace poso.
Yucu: un eterno joven, un ser inmortal (quizá vampiro, quizá no, pongámosle el nombre cualesquiera) tiene que rendir cuentas que sabía probables ante un cura fanático. Extranjeros en tierra extraña que les acepta en desigual. Pero no va a claudicar, como no lo hará el fanatismo, que quiere sangre para compensar la sangre de las víctimas, sea o no sea por su mano. Y aquí comienza el baile de este protagonista capaz de soñar siglos (¡vaya expresión!). Su relación con la meserita ya muerta da pie a la historia de su pasado (siempre el inevitable viaje pasado-presente contado a ráfagas fugaces para situarnos en contexto). Y, de nuevo, el hambre (otra constante en esta colección, como bien avisa su título), todo tipo de hambre. Con la pregunta de fondo: ¿cuál es el vínculo con Marte? Un relato amparado en los monstruos clásicos sumando una nueva definición, y situado en un mundo casi perdido (y poco romántico) donde todavía se consienten turbas. De mis favoritos.
Pasó como un espíritu: Ana y Ramón buscando un referente, como bien nos cuenta ella, a base de sus diálogos y sus discusiones. Siempre en pos de sacarse y tirarse las verdades. Los conocemos en este viaje de celos y esperanza, cocaína, mosquitos, eternidad. Con ello avanza recordando cada vez menos, con discusiones de amigos, hacia un destino que puede ser que no compartan. Porque ella es ofrenda para concebir, una decisión de connotaciones apocalípticas (tremendo giro) e incognoscibles para una mente humana tan pequeña. Y ella lo deja atrás para aprender sobre la comprensión; la tierra puede no ser su amiga y el destino no estar de su lado. Curioso compendio que nos lleva de cabeza, no falto de ese estilo, y con otra marca, a los cuentos cerrados a guillotina (de un final abierto a medias, a completar por la lectora).
Regreso: una ciencia ficción etérea, atemporal en retorno a Bolivia, de reencuentro entre mujer y hombre que antes estaban en posiciones similares, y ahora ella la mira desde abajo queriendo conseguir algo (muy relacionado con la ofrenda de anteriores relatos). Su hijo. De quinientos años hablan. Así es el reloj de ese postmundo apocalíptico que ofrece una narración dulce (todo lo posible aquí, al menos). Siempre que no pensemos en el virus que sobrevuela, en quién está vacunado y quién no, en los controles para por ello; de ahí brotan las preguntas (¿os suena?). Pero también es una pequeña historia de espías que de pronto se hallan en cuenta atrás insoportable. Este relato es un cuchillo sobre la piel (ese mundo que describe no me gusta, no lo quiero para mí, pero es bueno conocerlo de antemano), continuación y consecuencia de Pasó como un espíritu. Piensa: ¿qué no haría una madre?
El Hombre de la Pierna: una pareja escapa desde Bolivia a Nueva York en busca de su postrera oportunidad para concebir, ser padres tras ciento fracasos, costosos, en dinero, afecto, sensaciones, el cuerpo de ella. Un viaje en tren de entrada (mi debilidad) analizado como un organismo vivo. Y el hombre de la pierna gangrenada, un músico, un místico que abre una puerta a la esperanza en la ciudad que nunca duerme. Aunque la esperanza suele chocar contra la cruda realidad. Porque la maternidad (y paternidad) puede ser una obsesión, con o sin descendencia. Lo veremos mientras el cuento cambia sin cambiar en torno a la relación de ella con el hombre de una sola pierna, otra nueva obsesión que no sustituye a la antigua y primordial. Está en una misión, no solo de parir, sino relacionado con el mismo acto. Me ha subyugado esta historia. Tiene algo poderoso, quizá surrealista.
En el bosque: una madre y una hija nos son presentadas en tercera persona (el primer texto de tales características), aunque por momentos dudemos del parentesco. La madre, castrada por sus miedos y lo sufrido en la infancia, traslada los mismos a su hija, en la que también le gustaría convertirse para disponer de una nueva oportunidad de vida; esta progenitora influenciada por el misticismo japonés. Y su pequeña inocente y curiosa, queriendo ser niña, acudir al colegio. Un duelo de cada día donde aguantamos la respiración conocedores que algo va a ocurrir (algo malo); la tendencia anterior avisa. Después, la historia te aplasta. Porque ese temor a la violencia y a repetir errores conlleva cometer nuevos errores. Y nunca sabremos la verdad sobre lo que hubiera pasado. Gran y pequeño cuento de alteración lesiva.
Albúmina: de nuevo en tercera persona se nos muestra el retorno de unos cosmonautas a la tierra cambiada. El encuentro de uno de los hombres con su Moira, enigmática, atemporal y a la vez que transformada, como lo han sido ellos tras esa época en el silencio del espacio profundo, en una caja de metal, sin intimidad, y sin tampoco amigos, recorriendo el cosmos. La gente ha cambiado. Moria ha cambiado. Y ahora deben acoplarse ella y él, adaptarse, lo que supone el núcleo y esencia del relato. ¿Qué pasa cuando vuelves de la paz y el vacío del universo, incluso compartido? ¿Qué sientes cuando cambian los espacios, cuando la claustrofobia puede ser inversa? Aquí tenemos algunas respuestas, lo que pasó arriba, lo que pasó abajo, y lo que todo ello provoca. Con un guiño muy amable para Hillary, quien, por fin, y en este espacio-tiempo, es presidenta. Este cuento de ciencia ficción filosófica cierra la colección y se siente distinto al resto, como si la narradora hubiere tomado más distancia, relacionándose menos íntimamente, lo que no le resta valor.
Qué puedo decir, este tipo de literatura tan sincera, íntima, suciorrealista, me sublima. Me atrae sobremanera. Quiero y necesito saber. Nos ponemos en piel y heridas de ex combatientes, gente mayor que ya lo ha vivido todo y lo ha morido todo, tienen un papel secundario pero fundamental. Además de madres e hijas. Y el hambre. Junto con esa primera persona o la visión infantil. Incidiendo en la crueldad social, en la cultura creada que obliga a padecer, de forma insufrible cuanto más bajo sea tu estrato. Y también ahonda en la familia (parejas, hermanos, padres y madres y descendencia y herencia…), sus guerras y pleitos, sus herencias y condenas, maldiciones, decisiones que marcan. Y cómo eso te vincula cual cordón invisible que nunca desaparece, y que de vez en cuando tira de ti, a través del tiempo, de vuelta a la vorágine (pasado vs presente que son complementarios). Siendo cuasi imposible escapar de textos que fluyen suaves como las olas acariciando la playa o que se cortan a guillotina personal.
Pero tiene un peligro este ya estilo establecido, y es que su riesgo e impacto sorpresivo (por las construcciones, metáforas, intensidades, juego con los sentidos y demás, que, al mismo tiempo, son quirúrgicas, y necesitan de precisión absoluta y sonoridad excelsa) se vaya perdiendo con la repetición (incluso de un relato a otro por las semejanzas de lo narrado y sus formas), que deje de conmocionar debido a la falta de frescura. Algo que, de momento, y por fortuna, no sucede. No es una literatura que guste a todo el mundo, pues requiere una implicación a título personal; una identificación con el continente, el contenido y la manera de expresarlo. Y como siempre decimos, es importante determinar a qué tipo de novela nos vamos a enfrentar, con sus pros y sus contras. Porque estas son obras de riesgo bidireccional. Advirtiendo, pues engancha, contagia, perturba, afecta. A mí me gusta. La recomiendo. El resto, queda en tus manos, en tus ojos…
Decir que Giovanna Rivero es una de las figuras más relevantes del panorama actual de las letras latinoamericanas resulta a esta altura una obviedad. Giovanna rechaza etiquetas como "nuevo boom" o "gótico andino" porque prefiere que su literatura fluya libre de rótulos, ya que, como bien señala, clasificar implica controlar. Por eso su escritura se desliza inatrapable entre diversos escenarios (el Amazonas, Haití, el Bronx, ciudades y pueblos andinos, y hasta el espacio exterior) y también entre distintos géneros (el realismo, la ciencia ficción, el fantástico, el gótico, el cuento de hadas infantil y tantos más).
Sin embargo, esa mezcla ecléctica está al servicio de abordar los grandes temas que le preocupan y que su literatura refleja: la muerte y los duelos, la culpa, la venganza, las desigualdades sociales y regionales, la relación centro-periferia, el cuerpo y las enfermedades ("todos cargamos nuestro cadáver encima" la oí decir, y no puedo sacarme esa imagen de la cabeza), las relaciones familiares, el exilio y la cuestión de la identidad.
Si bien creo que "Tierra fresca de su tumba" es más homogéneo como antología y alcanza un nivel de perfección literaria difícil de superar, en "Para comerte mejor" también hay cuentos inolvidables y un mayor despliegue de la estética gótica, que particularmente me encanta. Si aún no la han leído, les recomiendo empezar por esta antología. Les dejo aquí mis cuentos favoritos.
🧟 KÈ FÈNWA: Parece un escenario de una película de zombies post-apocalíptica, pero son las calles de Puerto Príncipe en los días posteriores al terremoto. Una lección magistral del uso del gótico para abordar problemáticas sociales.
🧛♂️ YUCU: No es fácil ser un vampiro en el calor tropical del Amazonas, y nuestro narrador enfrentará las consecuencias de intentar sobrevivir en una región hostil.
🎶 LA PIEDRA Y LA FLAUTA: Un hippie usa la música en los bajos fondos de la ciudad para controlar a las ratas y a los marginados. "Ni Evo Morales había inspirado así a esos mutantes under, alquimia abyecta de miseria y humanidad desnuda."
Giovanna Rivero (Bolivia, 1972) y su deslumbrante Para comerte mejor. La autora asombra en su capacidad para llevar los límites de la realidad hasta sus últimas consecuencias. La suya es una observación delicada y atenta del presente, sino un retrato bestial de lo que la realidad podría ofrecer si se desbordara, si dejáramos que todo se saliera de cauce.
Encontramos también en estos relatos una fascinación por las palabras, una seducción en las meticulosas descripciones. En la obra de Rivero, el lenguaje es también un laberinto, un bosque para hundirse en él y perderse. Y los personajes se revelan en su relación con palabras y expresiones que los violentan.
En cada uno de los cuentos de "Para comerte mejoe" hay una continuidad de los cuerpos, una interrelación de los cuerpos con la tierra, el agua, los animales, que lo rodean. Y si cambia una sola cosa, todo vibra, todo se transforma. Si se contamina un río, el cuerpo absorbe esa culpa.
Todo lo que Mariana Enríquez labró para la literatura fantástica en Latinoamérica, está aquí deglutido.
Se trata de un conjunto de cuentos escrito en una prosa muy cuidada y llena de imágenes, donde más allá del sustrato antropológico (que lo hay: son constantes las referencias a la cultura andina y el submundo del indio), el relato se abre a otro tipo de imaginarios que la conectan con el universo global: íconos del terror contemporáneo como zombis y vampiros, holocaustos climáticos, vuelos interestelares... todo con un masaje de estiércol. La autora se nutre del mal y lo ominoso.
El libro tiene unas 146 páginas y 12 relatos de los cuales me dejaron uno más sorprendida que otros. Principalmente me encantó la forma de narrar de la autora, su escritura, se nota que es buena, y es de esas que me dejan subrayando palabras que no entiendo, subrayando nombres y cosas que no conozco. Me fascina cuando una autora, me hace investigar aunque sea de forma mínima.
El primer relato: "De tu misma especie" fue el que más me gustó de todos, un relato de zombies, se podría decir, que me atrapó de primera en su escritura; también "Yucu": un vampiro en el Amazonia boliviana. En general, no voy a mentirles, tienen la particularidad de generar cierta incomodidad y como dice en uno de ellos ("Paso como un espíritu") "Si el hombre perdió el asco, lo perdió todo". La autora narra los hechos de una forma muy directa, brutal y visceral, se que no es una autora para recomendar a todo el mundo, pero sin duda es algo que destaco del resto. Se atreve a arrastrar al lector por distopías mostrando las miserias humanas, una mezcla entre lo fantástico y lo chocante, entre lo cotidiano y el horror, y pese a eso, uno como espectador quiere ver más, como un niño cuando ve una película de terror, se tapa los ojos con las manos pero igual mira entre sus dedos, así fue para mi leer este libro. Fue mucho más de lo que esperaba encontrar y fue una total sorpresa.
Cuando termine de leerlo me di cuenta cuan vacía esta mi biblioteca de autoras latinoamericanas, así que me puse la tarea de buscar escritoras de cada país de América del Sur en los géneros del terror o similares, y por supuesto voy a estar trayendo todo lo que encuentre.
Hay algo fortuito y a la vez calculado en la forma en que estos cuentos están dispuestos: si se leen en el orden en que fueron editados, existe un tempo que va en escalada, con relatos cada vez más potentes y más fantásticos hasta llegar a un punto de inflexión con dos cuentos relacionados entre sí y que podríamos decir que son de un marcado estilo “cyberpunk andino” —algo que no pude evitar conectar con el último libro de Liliana Colanzi— para luego cerrar con otros tres relatos que se asemejan más a los que abren el libro.
Debo reconocer que me quedo precisamente con los relatos que se niegan a entrar en el terreno de la ciencia ficción y la distopía y no porque no me gusten esos géneros, sino porque creo que la autora brilla más en un elemento más cercano a la realidad y porque, amparada en esa aparente normalidad, urde sus historias más impactantes.
Giovanna es otra autora que enriquece una tradición latinoamericana que tal vez siempre estuvo pero nunca fue vista con la atención que merecía: la de mujeres que escriben desde los márgenes de la raza, del género, de la condición social. Es un lujo contar con tantas autoras latinas escribiendo sobre lo incómodo en diferentes claves. Rivera se acerca a ratos a Colanzi pero ambas mantienen una distancia fácilmente reconocible y tal vez esa tendencia a decantarse por lo “extraño” más que por la ciencia ficción más clásica es lo que me ha encantado de ella.
Yo leí el ejemplar de Imbunche Ediciones, del año 2023. La portada es obra de la ilustradora chilena Alejandra Acosta.
Giovanna Rivero (1972) es parte de la generación de escritoras latinoamericanas que han descolonizado, por decirlo de alguna manera, el género del terror, la fantasía y la ciencia-ficción.
En estos doce cuentos hay narradores protagonistas que relatan situaciones extremas, donde el horror, la violencia, la degradación surgen ineludiblemente.
Creo que acierta la autora en la construcción de personajes y de ambientes, con una prosa sugerente y atractiva.
Confieso que me costó seguir el hilo en varios relatos. En todo cuento hay un juego entre lo dicho y lo omitido. Quizás no capté ciertas sutilezas, pero el hecho es que no logré conectar de la misma forma con todos los relatos. Sin embargo, creo que hay una apuesta estético-literaria interesante y valiosa.
El relato que más me gustó fue Yucu, ambientado en el Departamento de Beni, Bolivia. Un vampiro en medio de un clima húmedo amazónico es una apuesta arriesgada y me parece que es uno de los puntos altos de esta colección de cuentos.
Rivero toma del horror y la ciencia ficción algunos personajes, escenarios o situaciones y las convierte en otra cosa, en híbridos extraños que exigen ser descifrados. Lo mejor de estos cuentos es la atención que le presta al cuerpo, a las posibilidades (a veces nefastas) de la carne. Cuerpos dañados, enfermos o contaminados que funcionan como un espejo de la tierra rota en la que se mueven. Pero hay algo que no me gusta en su prosa. Sus narradoras, casi siempre en primera persona, hablan todas igual o muy parecido, con una voz mutante que mezcla lo coloquial con lo rebuscado de un modo poco natural. Creo que Rivero lo sabe e incluso hace que uno de sus personajes diga: “Todavía el fantasma de la becqueriana luna flota en el cielo gótico. Me río despacito de mis barrocadas. No sé cómo estar realmente desnuda, sin ese lenguaje viejo que se aferra a la mente”. Salvo por eso, son buenos cuentos.
Me costó harto engancharme en ciertas historias, quizás por la manera en que está escrito. Me gusta que se haya enfocado más en poder mostrar la mente de cada personaje que en profundizar en el mundo en que ocurren las historias, pero a veces eso hacía que me perdiera un poco. Ciertas temáticas también se me hicieron complejas pero porque personalmente no me gusta verlas de manera tan cruda, sin embargo con otras sí conecté bastante. Mi top 2 de favoritos fueron "De tu misma especie" y "Humo". El primero lo leería 20 veces, excelente servicio. La manera en que retrata a la muerte en esos dos me gustó mucho. Hace mucho tiempo no leía ninguna autora latinoamericana y me pareció muy interesante su manera de escribir. Gracias viña
Me ha sorprendido gratísimamente este libro de cuentos de Giovanna Rivero, autora boliviana que desconocía, y a la que sin duda le seguiré el rastro.
Son doce relatos en los que la autora explora sin nimiedades ni tibieza lugares macabros y escabrosos, llevándote a reconocer la belleza en lo siniestro, el destino en la tragedia.
Mezcla el miedo con la tristeza y cómo el desazón es capaz de empujarte a las cuerdas del horror sin darte tiempo de acomodarte.
Casi todos los relatos me resultaron muy atrapantes pero mis preferidos: La piedra y la flauta, Yucu, El hombre de la pierna, En el bosque y Perras y soldaditos.
Cada relato de los presentes en esta colección funciona como un micromundo complejísimo y de cualquiera de ellos se podría escribir extensamente. Comparten la ambigüedad de sus finales y su cualidad de perdurar en nuestra memoria; la predilección por los personajes extraños, locos, turbios, aquellos que se saben diferentes al resto y cuyas experiencias pasan por el filtro de la migración o de la alienación social.
Tenía muchas expectativas respecto a este libro porque había leído otros cuentos de Giovanna Rivero, pero me costó muchísimo conectar con estos. Aunque la razón no fue ni lo raro, ni lo incómodo, ni lo distópico, ni lo sexual ni las referencias a la cultura boliviana. Me cuesta definir el porqué, solo tengo claro que no era para mí, ya que lo abandoné a inicios de año y me forcé a terminarlo este 31 de diciembre.
Me encantaron muchísimas frases y críticas subyacentes. La autora tiene un talento innegable. Recomiendo formarse su propia opinión al respecto.
Rivero no defrauda. Mientras más oscuro, tenebroso y fantástico es el relato, mejor. El lector no se da cuenta en qué momento se encuentra en un lago pantanoso del que no se puede salir, sino hundirse cada vez más profundo.
Giovanna Rivero elige las palabras para su prosa con una particularidad muy sorprendente. Estos cuentos son todo: gótico, insólito, ciencia ficción, terror, política… se deben leer con mucha atención porque son como una especie de historias coral. Historias dentro de la historia.
"Era mi propio caníbal. En eso debe consistir la penitencia de mi estirpe: el instante contra la eternidad. Cae vencida la eternidad antela infantil existencia del instante. El hombre común no lo sabe y es feliz." Para comerte mejor condensa lo terrible y maravilloso de relatos folclóricos, donde no faltan chupasangres y fecundaciones ritualísticas, y donde además converge la especulación boliviana de lo que depara un futuro mezquino e intervencionista de cuerpos; enraizado en errores antiguos, potenciado por la excusa del amor. Los cuentos de Rivero son extraños, perturbadores, a veces grotescos, pero sobre todo, sofisticados. ¿Mi favorito? Yucu, por mucho.
No obstante, todos develan una nueva versión del asombro, crean nuevos mundos e incitan la maquinaria de la imaginación al seleccionar la palabra correcta: estólido, aguachento, pergeñó, trépano, anomia, polucionar, vocinglería. Claro, lo logran a través de personajes inmersos en cada nueva maravilla o terror: la joven sacrificio, el ente sin sombra, el astronauta recién llegado, la madre-implosión-de-necrosis, la joven que presencia la aparición.
Estos 11 relatos son el mejor punto muerto entre costumbrismo y futurismo; se internan en lo profundo del espacio o de la espesura y te arrastran contigo. Te dictan prestar atención, zambullirte en la atmósfera, leer entre líneas y atreverte a abrir los ojos. Te desafían a contemplar lo inminente.
Es decir, como la NASA, Rivero te prepara para la angustia negra; aquella que se siente en cuanto las pupilas se dilatan hambrientas ante la oscuridad masiva del espacio. Es cuestión tuya si serás capaz de tolerar dicha angustia.
Casi todos los relatos acontecen en una Bolivia distante pero familiar, aunque Kè Fenwa sucede en Puerto Príncipe y está más ligado a la espiritualidad y tragedia de Haití. Cierto, a veces se ponen muy crípticos, y la punzada de inquietud que cargaba la narrativa se pierde y vuelve zarandeo de un barco naufragado. Tuve que releer. Pero hay que tener la valentía de dejarse guiar por la brújula de la autora, soportar la violencia atávica, contemplar al niño de cuatro brazos, el restavek hambriento, el padre suicidado, el vampiro quemado en la pira o la niña preñada. El único camino es hacia fuera, hacia abajo, a través. Es un hecho que no sales indemne de esta lectura.
"Escucho un chapoteo. Un repentino asco a las ratas o a cualquier especies desconocida que se geste en el underworld cruceño me hiela el cuajo. Son leyendas urbanas, me digo, imaginando anacondas infinitas y cocodrilos imposibles en la alcantarillas. A lo mucho, anguilas, me digo a modo de consuelo, aunque la idea no me tranquiliza."
Excelente libro de cuentos. Horror y ciencia ficción se mezclan en unos relatos que te atrapan irremediablemente. Lectura recomendada. Relato favorito: "Los dos nombres de Saulo".
This is a fantastic collection of stories (maybe my favorite book read this year so far) and, as with several other authors whose work I have read recently, I heard about Giovanna Rivero through the Hablemos Escritoras podcast.
From the book's title, I thought that what awaited me was something along the lines of Papeles de Pandora by Rosario Ferré. But no. This isn't simply a feminist retelling of fairy tales (a style that certainly has its place, particularly when Ferré was publishing the aforementioned collection)--this is another planet altogether.
Like Magela Baudoin and Liliana Colanzi from Rivero's patria, Bolivia (among others whose work I don't know yet, I am sure), Rivero's work here seems to be dialoguing more with Stephen King and Stanley Kubrick than García Márquez or Borges. After magic realism's heyday, Latin American letters moved back towards realistic portrayals. Now, we're apparently moving towards realistic portrayals... of Cthulu? These writers are answering the question (that you didn't know you needed answered so badly), "What happens when 9-year olds in Bolivia who rented The Exorcist from Blockbuster grow up and become writers?" (A story that either Rivero or Baudoin shared when interviewed on Hablemos Escritoras). Therapy bills aside, what a result.
Horror is the genre most frequently appearing in this collection (El hombre y la flauta, Los dos nombres de Saulo, En el bosque, and Adentro), but we also get some seriously good sci-fi pieces (Ke Fenwa and Albúmina). Sometimes the horror occurs in broad daylight, in other moments we're in a sewer or underwater. Sometimes we're with a father while he sets up an alien communication ritual. Pasó como un espíritu and Regreso appear to be sister pieces that merge horror and sci-fi: an Incan cult looking to reincarnate a god in order to populate other planets, are you kidding me?!? I have named almost every story in the collection, because they are all standout.
Again, Hablemos Escritoras has been doing the world a great service by drawing attention to Rivero (as well as her compatriots). I am definitely going to look for other work from Rivero (in fact, I think she just published a new collection), and I strongly suggest you do the same. You won't be sorry.