El paralelo etíope es una crónica de dos viajes uno geográfico, donde el autor recorre el más atípico de los países africanos , pero también uno simbólico que arranca en la estación del metro etiopia en México y que explora , en una geografía lejana, varias obsesiones cercanas. Esta crónica es una mirada sin perjuicios y sin miedo de lo políticamente incorrecto. La descripción del mundo etíope que hace diego Olavarría rechaza las convenciones turísticas, señala el paternalismo europeo, critica la misericordia del hombre moderno y reflexiona sobre la condición humana llevada al límite de la sobrevivencia. El paralelo etíope gano el primer premio nacional de crónica joven Ricardo Garibay 2015.
Es contradictorio que, por un lado, te entran ganas de salir a descubrir el mundo. Pero descubrirlo en serio, sin selfiesticks, sin lonelyplanets. En serio. Lo bello y lo horrible. La dignidad y lo patético. Y por el otro lado, te queda la sensación de que ya conociste Etiopía.
Una crónica de viaje con algunos buenos momentos pero que me deja la sensación de un escritor de sensibilidad limitada que no puede más que sorprenderse una y otra vez de la miseria del país que visita, al que no duda en describir como la pesadilla de un fact-checker o un lugar donde la poesía no importa y otras mamonerías por el estilo. Descuidado en estructura (las partes del libro podrían estar mucho mejor hiladas) y con un estilo mamador, fue una decepción en general. Mi búsqueda de buenas crónicas y memorias continúa.
Me encontré convenciéndome a mí mismo de no acabar el placer de andar al lado del autor por sus curiosos periplos por el lejano país, incluye una selección de temas a los que soy afín y solo me quedé con ganas de leer más de sus referencias bibliográficas que son profundamente interesantes.