En el presente volumen se presenta la Poesía completa de Leopoldo María Panero (Madrid, 1948), el más genial de los poetas españoles de las últimas generaciones. Integrante de la antología Nueve novísimos, L. M. P. continúa siendo el más genuino de los poetas españoles que "representa el único tabú de su generación y la más auténtica e irreductible marginalidad de la poesía española". Túa Blesa, profesor de la Universidad de Zaragoza y máximo especialista en la poesía de Panero, ha cuidado esta edición de tal manera que se puede considerar como definitiva.
Leopoldo María Panero es un poeta desarraigado, un hombre desclasado que trabaja con sus versos contra la sociedad y contra él mismo, un ser que sufre del complejo de autodestrucción y que transforma ese complejo, esa autodestrucción, en obra de arte. Un maldito, en definitiva. Leopoldo María Panero, aquejado de malditismo, se suicida a cámara lenta y, de esta manera, es capaz de hacer su obra con prisas, iluminada con destellos e impulsada, paradójicamente, por ese descenso hacia el fondo del abismo que, en realidad, busca truncar con violencia, dejar inacabada, esa misma obra. Panero, que busca la poesía en la abominación, reivindica como clave poética la máxima de Mallarmé: «La destruction fut ma Beatrice».
Si hay una poética de la transgresión, la muerte, la suciedad, la locura, la decadencia de la memoria y del sufrimiento, en fin, si hay una poética radical en su radicalidad, se encuentra en esta antología de Panero. Mi libro de poesía de cabecera y, quizá, la mejor poesía española desde García Lorca.
Miedo a las golondrinas en la noche y de los pájaros que el aire deshace, miedo a encontrar un día, tras de la nieve, lleno de miedo y frío mi recuerdo.
Ya comienza diciendo el experto en la figura de Panero, Túa Blesa, que ““la lectura de esta obra es, pues, un desafío, ante el cual no cabe indiferencia alguna”. Ciertamente, en la poesía de Leopoldo María Panero me he encontrado con una profunda reflexión en torno a una serie de ideas que se repiten y merece la pena mencionar. Destaca esa constante advertencia sobre el peligro de la poesía, la cual es causa última de autodestrucción. El autor se sumerge en lo que se podría denominar una búsqueda estética de la poesía que escapa totalmente de lo convencional, pues es opuesto a ello. En un mundo de contrastes entre fealdades y bellezas, hace gala de su completa libertad para ensalzar todo aquello que podría considerarse banal e, incluso, soez, convirtiéndolo en poesía y embargándolo con una oscuridad que no puede crear más que deleite en el lector. La locura, entendida no sólo como temática, sino también como creadora, supone el culmen de algo muy grande. Panero se convierte por tanto en una figura que ha logrado no sólo atraerme, sino también atraparme en sus versos. “Yo que todo lo prostituí, aún puedo prostituir mi muerte y hacer de mi cadáver el último poema”.
"Más allá de donde aún se esconde la vida, queda un reino, queda cultivar como un rey su agonía, hacer florecer como un reino la sucia flor de la agonía: yo que todo lo prostituí, aún puedo prostituir mi muerte y hacer de mi cadáver el último poema."
Tres décadas de la obra poética del que fuera probablemente el último heredero espiritual de Lautréamont, Rimbaud y demás poetas malditos, al menos en habla hispana.
Las obsesiones del autor (la enfermedad del cuerpo y de la mente, lo sagrado, lo profano y todo tipo de excreciones corporales) se mantienen constantes a lo largo del libro y por lo mismo éste puede llegar a sentirse repetitivo si se lee de forma continua; debe dosificarse su contenido, leerse de poco a poco antes de dormir o de ir a misa. Hay muchas joyas en la obra paneresca y vale la pena escarbar un poco para encontrarlas.
De entre el par de docenas de poemarios recopilados destacaría Narciso en el acorde último de las flautas (1979), Last river together (1980), los Poemas del Manicomio de Mondragón (1987) y por último Teoría lautreamontiana del plagio (1999), donde el autor homenajea a algunos de sus héroes literarios.
Un poemario hipnótico que no puedes dejar de leer. Panero es un genio y no se ha reconocido esa genialidad en el panorama literario español como debiera. Quizá por su condición de “loco”. Un hombre demasiado lúcido para este mundo.
Una mente incomprendida y juzgada por su "locura". Tercera vez que leo este poemario y cada día me gusta más. La identidad, el lenguaje corporeizado, la metapoesía, la duda de la propia existencia más allá de sus versos.
Le doy cuatro estrellas porque siempre hay cosas que pulir, no me gustan tanto sus primeros poemarios. Os dejo pequeños poemas o fragmentos que no pueden caer en el olvido:
"Mi memoria arde en la sombra / y quema: quema como la yesca / el martillo de mi memoria / que me dice que no soy, ni he sido, / que soy como alguien escupido / en los labios del presente" (533)
"Con tus labios si tú quieres / mordiendo el poema como una rosa / infiel a su belleza de horror / sin que toque el papel blanco / este amor que no se dice" (490)
"Qué importa si eres feliz si tu mano ya no es mi mano / si no bebes ni gimes, porque sólo de la materia del dolor / puede nacer la dicha: / ¿estás triste en el cielo? / ¿Qué sentido tiene decir eso?" (428). Este, "Territorio del cielo", me parte en mil pedazos, fue un refugio cuando lo leí por primera vez hace 10 años.
"Como un viejo chupando un limón seco / así es el acto poético" (415). Mítica comparación que siempre me da risa.
Y para terminar, uno de mis favoritos (aunque es imposible escoger), el poema titulado "Lo que Stéphane Mallarmé quiso decir en sus poemas" (391):
Quiso el viejo decir cuando ya la ultima lámpara en el cuarto estaba apagada y el sol no nos veía, la sierpe lanzada con las heces del día al pozo del recuerdo al sueño que todo lo borra, al sueño, quiso decir el viejo que las leyes del amor no son las leyes de la nada y que sólo abrazados a un esqueleto en el mundo vacío sabremos como siempre que el amor es nada, y que la nada siendo así algo que con el amor y la vida fatalmente rompe, quiere una ascesis y es por ello que una cruz en los ojos, y un escorpión en el falo representan al poeta en brazos de la nada, de la nada henchido diciendo que ni siquiera Dios es superior al poema.
Me estoy iniciando en la poesía y me ha costado conectar con los textos de Panero. Como neófito no me siento capaz de juzgar pero no he podido entrar en su universo como hubiera querido
Bella estética la que crea María Panero, pero con demasiados altibajos entre unos periodos y otros. Aun así, la lectura merece la pena, quizá mejor en una antología.
tiene puntos altìsimos y poemas impresionantes pero tambièn es cierto que con el paso de los años va perdiendo su fuerza y al final se vuelve una serie demasiado repetitiva con un vuelo màs bien bajo. Panero es un poeta que hay que leer, pero me quedo con algunas obras especìficas de este compendio de casi 600 pàginas.