El primer libro de relatos breves de la escritora quetzalteca Vania Vargas es una colección de miradas desconcertantes y muy cinematográficas de la realidad. Personajes solitarios transitan entre los cuentos, unidos entre sí con hilos invisibles que dibujan los grandes temas de la literatura: la soledad, el miedo, la violencia, el exilio y la muerte.
Vania Vargas es una escritora y poeta guatemalteca. Es licenciada en letras por la Universidad de San Carlos de Guatemala (Leonardo, 2015).
Vargas es autora de las obras de poesía "Los habitantes del aire" y "Quizá ese día tampoco sea hoy" publicados por Editorial Cultura.
También escribió "El futuro empezó ayer: apuesta por las nuevas escrituras de Guatemala" con Catafixia Editorial y Unesco en 2012. Dentro de sus obras se incluyen además "Brevísimos Dinosaurios" en 2009 y "Ni hermosa ni maldita: narrativa guatemalteca actual" en 2012.
Vargas labora como periodista cultural y correctora de estilo.
Fue columnista de varios matutinos en su natal Quetzaltenango y en el periódico de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
Su cuenta abierta de la red social Twitter es @vania_vargas.
Vania es la prueba contundente de que para escribir narrativa no se debe abandonar la poesía; sus relatos están cargados de belleza, a pesar de narrar, en momentos, cotidianidades bastante crudas.
Este es mi tipo de cuentos: Coritos, tirando a abstractos, con un buen golpe al final.
Vania es maravillosa, así de simple. Sí es cierto que arriba dijo que me gusta que tiren a abstractos, pero creo que hay unos que sí se difuminaron tanto que no los entendí.
Favs: - Aguinaldo - El sacrificio - Animales rabiosos - La semilla - Del miedo -Un día de sol
me gustó mucho que fueran momentos de la vida de los diversos personajes, me gustó que a lo largo de mi día me llegaran pensamientos sobre las historias e imaginar que los personajes se cruzaban en algún momento por la calle, en el mismo edificio, en el centro comercial.
está escrito también de una manera muy poética. me gustó.
Este libro lo leí en la recepción de mi ortodoncista. Es una colección de relatos breves que giran en torno a la muerte o el exilio interior, pero no abordándolo desde lo espiritual sino desde lo cotidiano ¿Qué pasa cuando alguien muere? en la vida que sigue
La estructura de cada uno está procedido por una hora del día; juntos generando la sensación de un día que empieza, la muerte que acontece y de una continuidad posterior. Cosa que le da coherencia al conjunto, cada hora no solo sitúa el cuento sino que articula una metáfora visual “después” de algo que termina, lo que sigue. Ese “algo” puede ser la muerte, el adiós, la pérdida, lo que no se dijo.
Lo que consigue Vargas es hablarnos de la cotidianidad de lo frágil, personajes solitarios, vidas sometidas al desgaste del tiempo y la ciudad, a la violencia mínima y cotidiana, a los espacios que respiran abandono. Los escenario, la ciudad o sus calles posibles, están apenas sugeridos, y eso vuelve más universal lo que se cuenta. La autora no entra en grandilocuencias.
Un acierto del libro es esa arquitectura de las horas, que da unidad al conjunto. Y la forma en que los relatos se conectan sin necesidad de vínculos explícitos: hilos de soledad, de violencia no directa de muerte, de cuerpos que siguen existiendo “después del fin”.
En cuanto al estilo es sobrio, preciso, bien trabajado. No recarga, no busca efectos grandiosos; el gran efecto está en lo que queda entre líneas, lo que no se dice. Vargas apuesta a la sugerencia.
Después del fin es un libro valioso especialmente si te interesa la narrativa contemporánea guatemalteca, o si te interesa la exploración de la muerte, la soledad y la ciudad desde el cuento. Pero no es una lectura ligera de entretenimiento puro exige al lector una pausa, una reflexión. Si vas con ganas de algo profundo, íntimo, te va a dejar algo. Si vas sólo por acción o variedad, quizá lo encuentres limitado en extensión o variación temática.
Vania no es escritora ni poeta ni pensadora. Vania es “eso”, ese algo q me hace descubrir palabras en su silencio o pensamientos en su abstracción. Tiene la peculiaridad de decir mucho con pocas palabras. Estos relatos me atraparon y deleitaron con sencillas pero magistrales salidas.
Vania es una artesana de la palabra. Con diecinueve relatos breves, llenos de violencia e incertidumbre, Vania nos hace un recorrido de veinticuatro horas por un país indolente, salvaje, con una maquinaria social que tritura a los solitarios, infelices y desposeídos.
Vania Vargas me deja con ganas de leer posiblemente cuentos mas largo o alguna novela de su autoría, espero que algo de esto este dentro de sus planes. Sin embargo me encantaron los cuentos.
"Lo que pasa es que no reparamos en que el olvido es una de las manifestaciones de la muerte, la menos temida. Hay un limbo en él, como en el sueño. Es la vía del retorno, es la nada previa a todos los principios." Así comienza uno de los cuentos cortos de Vania Vargas, mi favorito, en este libro. En realidad no se trata de cuentos cortos sino de fragmentos: breves momentos en el día de algún personaje. Vargas escribe muy bien, con lenguaje descriptivo y ameno que pronto transporta al lector a una nueva escena. Me dio la impresión que cualquiera de estos relatos podría convertirse en una novela; que se trata de inicios, no de fragmentos.
Compré este libro hace algunos meses, después de ver la poesía de Vargas destacada en una de las obras gráficas dentro de la Bienal de Arte Paiz. Lo que está claro es que el título me ha retado: después del fin de este libro, lo que deseo es regresar y buscar más de esta autora guatemalteca, pero esta vez algo con una narrativa más larga, para sumergirme dentro de ella y llegar a conocer más a fondo a sus personajes.