En "El fugitivo" nos ofrece Sender un relato patético de un hombre que huye y se refugia en una iglesia durante algún tiempo hasta que resuelve abandonar su escondite. Nada se nos dice de la contienda en que tomó parte y poco de sus ideales, por lo que la acción, aunque circunscrita a España y en nuestro siglo, no se cifra tanto en acaecimientos históricos como en la psicología y la circunstancia personal del fugitivo.
Ramón José Sender Garcés fue un novelista español. De espíritu rebelde y autodidáctico, se sintió siempre atraído por la ideología del anarquismo, incluso cuando, avanzada la vida, se apartó de las actitudes izquierdistas de su juventud. Tras realizar el servicio militar en Marruecos, se inició en el periodismo y colaboró en publicaciones radicales y libertarias.
Sus primeras novelas son de testimonio social y propósito denunciatorio: el antimilitarismo de Imán (1930), sobre la guerra de Marruecos; su ataque al régimen policiaco en O.P.: orden público (1931); la lucha anarquista en Siete domingos rojos (1932) y el relato de la insurrección cantonal de Cartagena (1873) en Mr. Witt en el cantón (1935). Durante la guerra civil luchó en Sierra de Guadarrama y publicó el documental Contraataque (1937), sobre el cual se inspiró en parte Malraux para su novela L'Espoir.
Exiliado primero en México (1939-42), residió el resto de su vida en los Estados Unidos, con trabajos docentes en Alburquerque (1947-63) y en Los Ángeles (1965-71). Dejando a un lado su intensa actividad periodística (en la revista antifascista y anticomunista Cuadernos de París, por ejemplo), su copiosísima producción narrativa prosiguió por numerosas y variadas rutas.
Por un lado están sus novelas alegóricas de intención satírica o filosófica; entre ellas cabe citar El lugar del hombre (1939), La esfera (1947), El rey y la reina, de 1949, El verdugo afable (1952), Los cinco libros de Ariadna (1957) y Nocturno de los catorce (1971). Un sector aparte se halla constituido por sus novelas históricas: Bizancio (1956), Jubileo en el Zócalo (1964) y La aventura equinoccial de Lope de Aguirre (1964), entre otras. El marco geográfico latinoamericano le inspiró una gran novela, Epitalamio del prieto Trinidad (1942), historia de una rebelión en una isla-presidio, notable por la recreación de las pasiones humanas y la descripción de una atmósfera alucinante y de exótica sensualidad.
Pero el sector narrativo más importante de Sender procede de su memoria histórica. Junto a una obrita perfecta, Mosén Millán (1953), luego titulada Réquiem por un campesino español, publicada en 1960, conmovedora historia de un sacerdote que quiere salvar a un joven del pueblo en los inicios de la guerra civil, destaca la serie Crónica del alba, compuesta de nueve novelas aparecida entre 1942 y 1966, autobiografía de José Garcés, personaje bajo el cual se oculta de modo transparente el propio autor. Destaca, dentro de esta serie, el primer tomo, con la evocación del mundo infantil.
En general, la obra escrita en su vejez -incluso títulos tan difundidos como La tesis de Nancy (1962), En la vida de Ignacio Morell (1969), y Nocturno de los 14 (1969), El fugitivo (1972), La mirada inmóvil (1979)- muestra un descenso de su capacidad creativa y una tendencia incontrolada a manifestar a modo de prédica sus fobias ideológicas.
Novela corta, con trama interesante (un fugitivo escondido en un campanario). Lenguaje expresivo y culto a la vez que accesible, con un tono algo filosófico y existencialista que recuerda a Unamuno. Realmente parece que el autor, Sender, expresa a través del protagonista sus propias ideas, preocupaciones y experiencias como exiliado.
El inicio es interesante (escondiete en la torre de la iglesia) pero después tiene partes aburridas que se alternan con algunas de interés, sobre todo cerca del final (traslado al castillo). Pero en general resulta una obra aburrida. Al menos el final es original y no defrauda demasiado.
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