«Para beneficio de la literatura, los cuentos que reúne este libro no miran desde afuera sino que tienen la cualidad de poner en crisis el lugar de origen. Cada autor cuenta una historia, narra con un lenguaje propio, elige un punto de vista, desarrolla sus personajes con encanto porque no reduce, no simplifica, no aplasta para ajustarse a un molde preconcebido. Y es el encierro de la institución escolar el escenario ideal donde estos personajes pueden mostrar lo que son, lo que viven, lo que sufren, lo que padecen, lo que aman y lo que odian. Los “nenes bien” nacen en un encierro, crecen dentro de él y el sistema al que pertenecen -padres, maestros, amigos- “con las mejores intenciones”, querrá que sigan ahí como reaseguro de la especie. En esos colegios exclusivos, el raro es amenaza. Y en la amenaza aparece el conflicto. Allí está la literatura. Nenes bien invita a una lectura placentera pero sin concesiones, nos corre las cortinas para que espiemos dentro de un territorio cerrado, complejo, asfixiante. Se pelea con la identidad, con el origen, con ese lugar desde donde vienen los “nenes bien”. Los protagonistas de estos cuentos heredaron un mundo. Sus padres eligieron para ellos qué debían hacer para “ser alguien”, a qué colegio tenían que ir, de qué club debían hacerse socios. Pero lejos de sentirse cómodos, ellos decidieron confrontarlos, poner en duda esa elección, sospechar. Porque reconocerse y ser reconocidos en su grupo de pertenencia en lugar de protegerlos los dejó en el desamparo. Y entonces nos lo cuentan, con sinceridad brutal nos confiesan las miserias y alegrías de un mundo imperfecto». Claudia Piñeiro (Fragmento del prólogo)
Las antologías son difíciles de calificar a nivel global, así que digamos que en promedio, considerando lo que me gustó cada relato, son unas 3,5.
Me resultó una lectura muy intensa e interesante, en términos generales. Muy pertinente el pantallazo que nos da sobre la juventud en la clase alta/media alta argentina (especialmente porteña). Me gustó especialmente como, a pesar de ser todos relatos aislados y diferentes que tienen en común una clase social, la mayoría de ellos orbita al rededor de los mismos temas: deseos reprimidos, muerte y sexo.
Me gustaron casi todos los cuentos pero la verdad es que no me parecieron historias de "jóvenes privilegiados": la mayoría de ellos son aplicables a cualquier nene.
Buena elección de tema: el prestigio que en la literatura argentina se reconoce a la marginalidad y al malandraje evitó que relatos como los de este libro tuvieran mayor difusión. El riesgo de la celebración acrítica de la propia casta -a la manera de una Juvenilia sentimental- fue felizmente evitado; tampoco hay confesiones de culpas o vergüenzas por no haber nacido pobre. El balance da un resultado homogéneo en el tono descriptivo.
Yo diría que unas 4.5 estrellas le corresponden bastante bien a este libro. Me sorprendieron muchísimo la calidad de las historias que en este libro se cuentan y cómo pude ver de más cerca una realidad que yo no conozco, la de los nenes bien por lo menos en Argentina. Próximamente reseña en el canal, súper recomendado!
Yo fui un nene bien, tal vez el más pobre de los nenes bien. Iba a uno de estos colegios de elite, bilingües, de cuotas carísimas, tanto que mis viejos decidieron no tener auto para pagarlas. Esto me convertía en una excepción en un mundillo donde a algunos de mis compañeros a los 17 años los padres les regalaban un auto para que fueran manejando solos al colegio. Por este reflejo decidí leer esta colección de cuentos y relatos de mis pares.
Y son mis pares en el doble sentido, en el de haber cursado en estos colegios y en el de los que no cumplieron con las altas expectativas de semejante inversión y hoy escriben sobre ello. Porque lo sabemos desde siempre, escribir es un desplazamiento, nunca es la cosa real, es la experiencia mediatizada - en este caso por un texto - los ganadores, los que dieron la talla o pasaron por el aro en este momento están haciendo dinero o cogiendo, no necesitan escribir nada, ya aparecerá un escriba que cuente su historia que, si quieren pagarla, será a favor.
En cuanto a este libro decepciona un poco porque las historias, si bien son contadas por gentes que pasaron por estos colegios no siempre refieren a esta experiencia en sí, recortada por la clase social, y podrían ser la de cualquier alumno de un secundario.
Arranqué por mis autores favoritos, las grandes firmas de esta colección: Forn, Mairal y Firpo; después fui a los que conocía como Ottonello y Wilson.
Los resultados, como en toda colección, son desparejos. Desde una atinada diatriba de Bernatek contra la educación católica que asumimos como normal pero es bestial: ¿Qué clase de enfermo le anda preguntando a los adolescentes si se masturban? Y no sólo lo preguntan, los reprenden por ello. ¿Cómo podemos permitir que eso siga pasando? hasta relatos más o menos calenturientos (gran parte de ellos).
En definitiva los que más me gustaron fueron los de Mairal, Gil, Smart, Consiglio y Ottonello. Forn me parece que aprovechó la ocasión para ajustar cuentas con un viejo jefe.
Una cosa que me llamó la atención en estos tiempos de lucha feminista es que sólo un cuarto (4 de 16) de los relatos están firmados por mujeres. Encima son de los mejores. Pero bueno, tampoco a uno le gusta andar haciendo de policía de la corrección política.
Sentí que muchos cuentos eran bastante similares: hay dos cuentos que tratan sobre un profesor teniendo sexo con la madre de sus alumnas, lo cuál no es algo malo en si mismo, pero definitivamente acentuó mi sentimiento de repetitividad. El disparador del libro es un tema interesante y que merece ser explorado, y algunos cuentos me gustaron. Lo mejor, para mí, fue la introducción.
edito para decir que el cuento de Santamarina se lleva la corona
3.5 Es una selección interesante, bastante homogénea, que tiene sus momentos. Donde hay elementos, ideales y ficciones que se repiten y asistimos al fin de múltiples infancias, a descubrimientos y despertares- algunos más traumáticos que otros- que a veces liberan y, otras, sumen en la negación o la autocomplacencia. Si bien los relatos están bien escritos, no me pareció que su calidad fuera la misma, de ahí la calificación de 3.5, dividida entre los que me gustaron, los que no me desagradaron y ese de una estrella, de cuyo nombre no quiero acordarme.