Inés Arredondo was a Mexican writer In 1947 she enrolled in the department of Philosophy at the National Autonomous University of Mexico. In 1958 she married the writer Tomás Segovia. She won the Xavier Villaurrutia Award in 1979 for her novel Río subterráneo.
Eldorado, sitio donde transcurren variedad de historias, con elementos compartidos que intersecan a los protagonistas; el sol como figura aliviante en la que encontrar respuestas , o en cambio, como un ente sofocante, peligroso, que acecha en el cielo como espectador de lo grotesco. Los cuentos de Arredondo suelen ambientarse en este lugar de Sinaloa en el que vivió una parte de su vida, en algunos otros no hay un lugar específico, por lo que puede ser cualquier estado del norte de México.
La narración es trabajada, es una escritora que sabe contenerse dentro de los márgenes de la historia, de los temas; solo relata cuánto es necesario para desarrollar la idea, para crear escenarios que brindan tensión y una mezcla entre la introspección del narrador con respecto su paisaje más cercano. Hay historias, que por ejemplo, utiliza lo mínimo para funcionar, donde todo queda a interpretación cómo en "La señal", cuento que da título a la colección.
Es un libro que trata sobre lo perverso, las relaciones convencionales y no convencionales, sobre el deseo y lo macabro; lo erótico sin llegar a ser pornográfico,muchas veces dejándote con un asco de situaciones que nunca se terminan de decir, que tienes que completar. Tiene un tanto de existencial con personajes buscándose a si mismos, intentando dar respuesta a todas sus preguntas.
Recomendaciones personales:
• Olga • La Sunamita • Estío • Estar vivo • Mariana
Me besó con delicadeza, como si hubiera querido guardar en sus labios, partícula por partícula, todo mi cuerpo. Me pareció extraordinaria aquella fidelidad tensa y sostenida, aquella emoción que se alargaba sin desfallecimientos hasta envolverme toda. Era muy extraño que tuviera el valor de aplicarse tanto a reaprender una página sabida, gastada y que debía olvidar mañana. Me acarició largamente como en unas nupcias ideales con su sabio homenaje. Yo sabía que mi cuerpo resplandecía, otra vez hermoso y perfecto: Pablo me había devuelto a mí misma a riesgo de no volver a verme nunca. Después, bruscamente, con una pasión herida y desesperada, surgió, casi visible, el deseo. Pero me deseaba a mí y se olvidaba de su propio deseo, me poseía a mí, por mí, olvidado de su propio placer. Abandonado. Los párpados se me hicieron transparentes como si un gran sol de verano estuviera fijo sobre mi cara.
A excepción de dos cuentos (“Olga” y “La casa de los espejos”) con los que no terminé de conectar, el resto me parecieron fenomenales. Entre mis favoritos están “Estío”, “La señal”, “Canción de cuna”, “La sunaminta” y “Mariana”. Para ser la ópera prima de Arredondo es buenísima y presenta los primeros atisbos de lo que después se convirtió en su sello personal narrativo.
Descubrí a Arredondo en una antología del cuento mexicano editada por la UV. Tendría 20 o 21 años y el relato que leí no se me hizo la gran cosa fuera de las sugestiones sexuales. Olvidé a la autora y el cuento. Casi una década después regresé a ella –sin saberlo– porque en un círculo de lectura se propuso leer Río Subterráneo. Desde el primer relato quedé deslumbrado y lo mismo aconteció con los siguientes. Animado por su poética, su peculiar voz narrativa y la creación quirúrgica de atmósferas, decidí leer su primer libro de cuentos. Esta, sin duda, es de las mejores decisiones que he tomado en la vida.
La señal es un libro de cuentos único. Como todo buen escritor, en él yacen las obsesiones de la autora que jamás abandonará sino al contrario, seguirá explorando. 14 relatos con una potencia estremecedora al momento de crear atmósferas, situar a sus personajes en situaciones límite, reinterpretar símbolos religiosos y descubrir el velo del dorso del erotismo. El primer relato, Estío, es un abordaje a uno de los temas tabúes de las buenas costumbres. Ése fue el cuento que leí hace años y que me pareció nimio. Lo entiendo, me entiendo. Si volviera a leer otro cuento de Arredondo en aquellos años tal vez seguiría con la misma indiferencia. Una vez más lo digo: lo, me entiendo. Y es que Arredondo pertenece a esa clase de escritores que exige un detenimiento puntual porque su escritura rebalsa de referencias, imágenes poéticas, juegos textuales y una creación propia de símbolos. Algo que se aprecia más cuando se lleva un bagaje a cuestas. Relatos en apariencia donde no sucede nada. Donde al acabarlos de leer pareciera que sólo se ha perdido el tiempo. Relatos, pues, de la tradición de Chéjov o Mansfield. Pienso en El membrillo, el primer cuento escrito y publicado por Arredondo como forma de paliativo ante la perdida de su segundo hijo. Un relato donde la triangulación de deseos se enreda con la perdida de la niñez y la entrada a la adolescencia de una forma cruel, pero soportable. Además, uno de los pocos relatos donde su protagonista concibe una felicidad terrible. Y bueno, tal vez a nadie le interese, pero aquí, en este libro, está uno de los que considero mejores cuentos del mundo: Canción de cuna.
«No quise ver a Mariana muerta, pero mientras la velábamos vi a Don Manuel y miré en sus facciones desordenadas la descomposición de las de Mariana: otra vez esa mezcla terrible de futuro y pasado, de sufrimiento puro, impersonal, encarnado sin embargo en una persona, en dos, una viva y otra muerta, ciegas ahora ambas y anegadas por la corriente oscura a la que se abandonaron por ellos y por otros más, muchos más, o por alguno». (Mariana, Inés Arredondo).
El libro entero es una preciosidad. La obsesión de Inés por la mirada, por retratar el vacío que crece en los ojos como un reflejo del vacío del espíritu. Tan sutil en su prosa y al mismo tan trasgresora en las historias que narra. Sus finales: contundentes y profundos. "La señal", "Estío", "El amigo"... tantos buenos cuentos reunidos en un primer volumen. "Mariana", sin embargo, se lleva las palmas. Es perfecto.
Un recopilatorio de relatos escritos en un estilo propio: ágil desde el punto de vista de la lingüística pero plomizo y opresivo en su contenido, con un marcado acento femenino pero sin la menor afinidad por el género, muy ligados a una zona geográfica y al mismo tiempo con vocación de universalidad. Leer acerca de la biografía de la autora me ha ayudado a comprenderlos mejor, y a valorar las circunstancias del contexto como una gran parte del valor de la obra. Sin embargo, personalmente no me han gustado. Me ha costado conectar con la mayoría de los textos y algunos de ellos directamente no me han interesado en absoluto.
no recuerdo haber leído un compendio de relatos donde encontrará que casi todos los cuentos (a excepción de dos) me ENCANTARAN. Sí bien ya había leído unos cuantos aparte, fue precioso encontrarme por tercera vez con la pluma de Arredondo. Sin duda leeré los cuentos que me hagan falta.
Los cuentos de Arredondo siempre nos dan luz a esos espacios y temáticas recónditas y en algunas ocasiones consideradas tabú: la homosexualidad, la muerte, el incesto, lo divino y lo carnal.