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77 pages, Paperback
First published January 1, 1996

How could I explain to Mr. Presley, at that moment, that the tough guys were using nouns in the feminine gender to refer to McGraw, la nena vieja, pesada, la bailona, English nouns have no gender and I wasn’t going to give him a Spanish lesson right there on the dance floor.Language barriers become a breading ground for potential violence when a bar fight breaks out and Ruibérriz must translate between the two parties, emphasizing the difficult role a translator must take on as he must navigate through the languages as if running across a minefield.
"Ah, you didn’t do anything but translate,” the fat gangster—and the most gravely insulted—replies. “Too bad we don’t know if that’s true, we don’t speak English. Whatever Elvis said we didn’t understand, but you we understood, you speak very clearly, in a little bit of a rush like everyone else back in Spain, but we hear you loud and clear and you can rest assured that we’re listening."The translator is the immediate voice delivering secondhand messages, the bearer of news, and despite only being a messenger, they are the ones most accessible to their own words which are not entirely their own. As in films set in medieval times, it is the messenger that must face the consequences of another’s words, words that inevitably become theirs once they pass from their own lips.
He’s killing him, killing him, he is killing him, no one could have seen it coming, death can be as stupid and unexpected as they say, you walk into some dive without ever imagining that everything can end there in the most ridiculous way and in a second, one, two, and three and four, and every second that passes without anyone intervening makes this irreversible death more certain, the death that is happening as we watch…The immediacy, unpredictability, and irreversibility of death is often explored with stunning depth and insight by Marías. ‘One, two, and three and four’ is often scattered throughout the novella, like a mantra, a counting of seconds where each one is a reassurance that a person is still alive in the present and not relegated to the past, a simple change of tense that is utterly irreversible, as he is quick to mention and repeat. All lives lead to a death that often strikes without any warning or often without the courtesy of introductions, lurking in the future for our lives to reach it. ‘[A]nd without knowing it he has been waiting twenty-two years for me, my life is short and is ending against the dry grass of a back yard on the outskirts of Mexico City…’
When you’re being hunted down like that you feel as if your pursuers do nothing but search for you, chase you twenty-four hours a day: you’re convinced that they don’t eat or sleep even for one second, their venomous footsteps are incessant and tireless and there is no rest; they have neither wife nor child nor needs, they don’t need to pee, they don’t pause to chat, they don’t get laid or go to soccer games, they don’t have television sets at home, at most they have a car to pursue you.It comes as no surprise that Roberto Bolaño admired his work, as this passage reminded me of Bolaño’s own The Savage Detectives. While a man can be on the run from other humans and hope to survive, we must inevitably succumb to death. We always look back on our lives, reflecting on the places we have been, the people we knew and know, and the people we have been, and then we tell these stories to affect a place of permanence in the world and the memories of those around us because one day death will catch us and our present will end as we become a figure only able to be spoken of in the past tense.
[M]y eyes only look back while those of my pursuers look ahead, at my dark back, and so they are bound to catch up with me always.
Nada es nunca seguro, pero, dado lo poco que he frecuentado el noble arte del cuento en los últimos tiempos, es posible que ya no escriba más y que lo que aquí se ofrece acabe siendo la totalidad aceptada y aceptable de mi contribución al género. Me caben escasas dudas de que, si así resultare, no perderá gran cosa dicho género.
Y tiene razón. Fuera de toda duda está la capacidad y el talento para escribir y narrar de Marías, posiblemente el mejor escritor español vivo hasta que el perro año de 2022 decidió privarnos de su estilo inconfundible e inimitable. Pero el estilo de Marías, tan prolijo, lleno de meandros y sinuosidades, obsesivo en el estudio e indagación de sus ideas, puntilloso hasta la nausea, no es el más adecuado para enfrentar este género; salvo que el punto de partida sea lo suficientemente sugerente, tal como ocurre en los cuentos aceptados. Los aceptables, sin embargos, escritos durante la juventud, son más ensayos de lo que el aspirante Marías quería convertirse que relatos sensu stricto: hay uno en particular que parece vómito de diccionario, una incontinencia verbal dura de escribir pero más dura de leer. En total son 31 relatos los que componen la totalidad de la obra cuentística de Marías, la que el considera que debe ser tenida en cuenta, por supuesto. No me atrevo a ir uno por uno, así que me detendré solo en los que, a mi juicio, no son aceptados ni aceptables, sino memorables.
La dimisión de Santiesteban (***): el clásico relato que Marías definía como cuento con fantasma, esto es, un cuento en el que el fantasma no es una presencia espeluznante, sino una manifestación espectral consciente de su condición que, sencillamente, aparece. En este caso, el protagonista es un inglés destinado a un colegio inglés en Madrid, en el que tendrá que adaptar su flemático temperamento al humor español, tan ajeno, y a las jugarretas inocentes de un fantasma que se aparece de madrugada en el instituto. Un cuento simpático con un final un tanto irreverente.
Gualta (***): la interpretación de Marías del tema del doble. El protagonista, pulcro e higiénico, conoce a su homónimo, y en él reconoce -y se reconoce- todo lo que le repugna de su persona. Intentando desligarse de la imagen que le devuelve su reflejo de carne y hueso, transformará su personalidad al máximo, sin darse cuenta de que su sosias siempre le devuelve la misma imagen repugnante. Un cuento muy Buzzati.
La canción de Lord Rendall (****): probablemente el cuento más famoso de Javier Marías, que en su momento publicó con seudónimo inglés para hacerlo pasar como una creación escrita a principios de siglo XX. En este relato el protagonista, el narrador, vuelve de la guerra a su hogar ansioso por reencontrarse con su esposa e hijo. Frente a su hogar, a través de la ventana, puede observar como su mujer no está sola, un hombre le hace compañía. La identidad de ese extraño hombre le estremecerá.
Mientras ellas duermen (****): en unas vacaciones de verano a la orilla del mar, el narrador se fijará en el obsesivo ritual fotográfico de su vecino de toalla para con su joven esposa. Una noche de insomnio encuentra al marido en la piscina y le preguntará acerca de esa necesidad extrema por fotografiar constantemente a su mujer. Como decía antes, el mejor Marías es el que sugiere más que explica, o sea, el inglés.
En el viaje de novios (***): rescato este relato por ser el embrión de una de las escenas más potentes de Corazón tan blanco, la primera novela que leí de Marías. Aquí, el protagonista, mientras su mujer duerme, se asoma al balcón para observar a la multitud cuando, de pronto, advierte una mujer desconocida que parece increparle.
Cuando fui mortal (****): un fantasma rememora su vida, deteniéndose en su infancia y en su madurez, a pocos meses de morir. En su infancia, nos contará el oscuro secreto que mantenían sus padres y que, por ser niño, descubrió una vez muerto; en su madurez, sus escarceos extramatrimoniales. También, un cuento cargado de sensibilidad. Me llama mucho la atención cómo, siendo Marías un escritor tan cerebral, consigue escribir diálogos tan espontáneos y creíbles.
Menos escrúpulos (***): una madre soltera, apurada de dinero, se ve obligada a participar en una película porno. Allí conocerá a su partenaire, y este le contará que hay trabajos más ingratos, desagradables y denigrantes. No se sí ese trabajo será mejor o peor que el de actriz porno, pero desde luego un servidor no practicaría ninguno de los dos ¡Mucho tendría que descarrilar mi vida!
Sangre de lanza (****): la muerte luctuosa de un amigo escritor muy querido, asesinado de un lanzazo en su cama junto a una prostituta, obliga al protagonista a investigar el caso, pues hay elementos que no cuadran dentro de la escena del crimen. El primero, y más llamativo, la presencia de una prostituta, dada la conocida homosexualidad de la víctima ¿Qué hubiera sido de Marías si se hubiera dedicado a la novela negra? Porque no tenía mala mano.
No más amores (****): una mujer se encarga de entretener a una viuda leyendo en voz alta sus libros favoritos. Un día descubrirá cómo una presencia fantasmal disfruta también de estas sesiones de lectura. Cuando la viuda muere, la protagonista continuara con las sesiones de lectura en voz alta, solo para satisfacer al fantasma. Un cuento muy bonito claramente inspirado en El fantasma y la señora Muir, una de las películas favoritas de Marías, dicho por el mismo.
Mala índole (****): el protagonista, contratado para ser el profesor de acentos de Elvis Presley, viaja a Acapulco al rodaje de una de las infames películas del cantante. Entre sus obligaciones estará acompañar a Elvis y su corte de admiradores a tugurios de la misma calidad que las deleznables cintas para correrse buenas juergas. Allí descubrirán como el talante mexicano no está para aguantar chorradas de unos cuantos pijos estadounidenses. Un cuento tenso. Ojala los mexicanos se los hubieran ventilado a todos, la verdad.
Un inmenso favor (***): habiendo leído recientemente a Bernard Quiriny, tengo fresco el tema de los asesinos a sueldo y me descubro disfrutando mucho del estudio que hacen los autores de estas siniestras figuras. En este caso, el protagonista, debido a la mediación de un amigo de la infancia, acude, sin saberlo, a un asesino a sueldo. Este asesino, descubierto el equívoco, le expondrá su filosofía de asesino y la poca gracia que le hacen estas situaciones incómodas. Lo mejor del relato, su final: pura comedia negra.
And I dig the pick in, one and two and three times, it makes a kind of squelch, kill him, I kill him, I am killing him, how can it be true, it is happening and it is irreversible and I see him...
No one knows what it's like to be hunted down without having lived it.
‘What did he say?’ Presley asked me immediately. He had his own urgent need to understand what was happening, I saw him slipping into belligerence, the ghost of James Dean descended upon him and sent a shiver down my spine. His own movies were too bland to satisfy that ghost.