"Claros del bosque" es uno de los libros esenciales de la trayectoria filosófica de María Zambrano en el que vemos, por primera vez, en marcha su "razón poética". Nadie mejor que la propia autora para presentarnos el significado de esta obra: "Claros del bosque" dentro de mi pensamiento vertido en lo impreso, salvo alguna excepción, aparece como algo inédito salido de ese escribir irreprimible que brota por sí mismo y que ha ido a parar a cuadernos y hojas que nadie conoce, ni yo misma, reacia que soy a releerme. Tenía que suceder por fuerza. Mas creo que el carácter de ofrenda de "Claros del bosque" a la persona a quien va dedicado en su tránsito tiene que ver en ello, acentuando así el carácter de ofrenda que todo lo que he publicado tiene desde siempre. Nada es de extrañar que la razón discursiva apenas aparezca. Con anterioridad esbocé una "Crítica de la razón discursiva" que no podría prometerme que salga de ese estado. Creo, pues, que como libro es el que más responde a esa "idea" hace tiempo formulada de que "pensar es ante todo (como raíz, como acto) descifrar lo que se siente", entendiendo por sentir el "sentir originario", expresión usada por mí desde hace años. Y también que "el hombre es el ser que padece su propia trascendencia" en un incesante proceso de unificación entre pasividad y conocimiento, entre ser y vida. Vida verdadera, sorprendida tan sólo en algunos claros que se abren en la espesura inicial entre cielo y tierra. Y en el remoto horizonte donde cielo y tierra, ser y vida, vida y muerte se anegan.
Ensayista y filósofa española. Discípula de J. Ortega y Gasset, Zubiri y Manuel García Morente, fue una de las figuras capitales del pensamiento español del siglo XX.
Profesora en la Universidad Complutense de Madrid, se exilió al término de la Guerra Civil y ejerció su magisterio en universidades de Cuba, México y Puerto Rico. Tras residir en Francia y Suiza, regresó a España en 1984. Fue galardonada con el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (1981), y el Cervantes (1988).
Su pensamiento, vinculado a las corrientes vitalistas del siglo XX, giró en torno a la búsqueda de principios morales y formas de conducta que fueran aplicables a los problemas cotidianos. Su preocupación mística, la forma de abordar los conflictos éticos, y el estudio de la interrelación entre realidad y verdad, reclamaban la necesidad de un profundo diálogo entre el ser y su entorno.
Para ella era preciso establecer tres modos de razonamiento: el cotidiano, el mediador y el poético. Desde este último se aproximó a lo sagrado, el lugar donde se encuentra la explicación de lo trascendente, la lógica del misterio.
En su amplísima producción destacan: Filosofía y poesía (1939), La confesión, género literario y método (1943), El pensamiento vivo de Séneca (1944), La agonía de Europa (1945), Hacia un saber sobre el alma (1950), El hombre y lo divino (1955), España, sueño y verdad (1965), El sueño creador (1965), La tumba de Antígona (1967), El nacimiento. Dos escritos autobiográficos (1981), De la Aurora (1986), Senderos (1986), Delirio y destino (1988), y Los sueños y el tiempo (1992), entre otros.
Me lancé a leer este libro con las expectativas, he de decir, bastante altas. Mi problema no ha sido este, puesto que Claros del bosque se ha tratado efectivamente de un libro bastante bueno. Sin embargo, tenía otra concepción de la obra y de la autora.
He ido descubriendo a Zambrano a medida que he ido leyendo el libro, y no solo por el contenido de este, sino que al mismo tiempo que leía, me he ido informando a cerca de su pensamiento y su persona. Zambrano, en mi opinión, más que filósofa, es poeta. Poeta en prosa, sí, pero con la mente de una poeta, y por eso, quizá, es que tengo sentimientos encontrados. Esperaba que se tratase este de un libro ensayístico en el que la autora me iba a exponer sus ideas de una manera clara. Todo lo contrario, sus ideas pasan a un segundo plano y es la poesía la que pasa al frente. Es este trabajo quizá, el de rebuscar y sacar de entre la poesía las ideas de María, lo que me ha hecho disfrutar un poco menos de su filosofía.
Recomendaría esta lectura si lo que buscas es huir de obras filosóficas pesadas y ahondar quizás en obras en una línea estética, pero no si lo que buscas es un sistema filosófico sólido. Ya digo, no se trata de la obra en sí, la obra es indiscutiblemente magnífica, sino más bien de mi actitud a la hora de leerla.
Mis tres humildes estrellas no son exactamente un "me gustó bastante" ni un "aprobado", si no más bien un "no te entiendo pero igual te quiero".
Así y todo, logré atrapar un pantallazo general de lo que María nos quiere contar. Pero también de lo que ella deja en los márgenes y afuera de estas páginas, porque su forma de caminar en la filosofía no es un sendero recto y señalado, si no que Zambrano gusta de deambular. Ella elije un punto de partida y no ofrece un camino perfecto, si no una mirada abierta que nos enseña un mundo alejado de lo estrictamente científico, y más cerca de lo espiritual, poético y permisivo. Más humano. De hecho me dieron mucha paz algunas partes del libro donde ella habla de los momentos de claridad del ser, de pura inspiración y acción, pero también da lugar e importancia al extremo opuesto donde el cuerpo y la mente se cansan de su propia consciencia y decaen, aunque sea por un rato, de manera natural. Sentí que María incorpora mucho el "errar es humano" en su forma de filosofar.
Pero, la forma en la que escribe es cargada de imágenes poéticas, metafóricas y abstractas hasta el punto de lo que, al menos yo considero, saturación, haciendo de la lectura algo muy pesado. Para mí, leer este libro, se ha equiparado a mi experiencia con la música clásica: las grandes sinfonías que los eruditos dicen que cuentan historias con lujo de detalles, pero yo no puedo hacer más que relegarme a sentir la música en los poros, de forma carnal y dejarme llevar por sensaciones sin poder poner el dedo en qué es qué, qué sonidos son los árboles, cuáles el mar, y qué otro el enemigo creepy.
Creo que hubiese entendido las minucias de este libro si yo hubiese cumplido una de las siguientes condiciones: - Ser un estudioso de la filosofía, acostumbrado a las letras tan densas, y a todas las refes que María puede ir dejando por el camino. - Tener el tiempo, o la paciencia, para dedicar minutos y minutos a cada párrafo, releer oraciones varias veces antes de pasar a la siguiente, seguro de haber exprimidio todo el jugo de las letras que dejo atrás. - Haber hecho una dosis modesta de hongos antes de leerlo.
En fin, ni idea, aunque a veces no te entienda, te quiero María, sé que tenés cosas trascendentales para decir aunque a mí no me den las neuronas. Este trolo procederá a leer un libro de botánica muy lindo y light a continuación. Balancear. Bye.
“El claro del bosque es un centro en el que no siempre es posible entrar… Es la lección inmediata de los claros del bosque: no hay que ir a buscarlos, ni tampoco a buscar nada de ellos”.
La llegada del ser al claro del bosque ha sido uno de los aspectos filosóficos más trascendentales del siglo pasado. En un momento en el que parecía que la filosofía había dejado al ser relegado a nociones espacio-temporales cognoscibles mediante la experiencia y la inteligencia, Zambrano propone la huída del ser de tales barreras para conocerse a sí mismo, dejando atrás todo aquello que lo limita y no le permite ser ser, esa máscara de la que ya hablaba Heidegger.
Claros del bosque es todo un manifiesto que eleva a lo más alto los aspectos más irracionales del ser como los sueños, las pasiones, su poesía: esa irrealidad que Zambrano abre dentro de la realidad para materializarla mediante la reflexión filosófica, lo que ya es en sí la creación poética más pura que logró ampliar el abanico filosófico del siglo XX hacia lugares que habían quedado relegados al mundo presocrático y griego, una vuelta hacia las raíces del ser.
Es una obra compleja a la que es difícil abrirse para su comprensión, pero es justo eso lo que Zambrano pretende, que sin buscarlo ni quererlo, llegue el momento en el que podamos abrirnos a todo el mundo poético que nos tiene preparados y que nos hará despertar, no de la ensoñación, pues en los sueños se vive, sino de la realidad aparente en la que nuestra parte más íntima y real queda empequeñecida.
En definitiva, cualquiera que no considere a María Zambrano como una filósofa de la talla de otros autores del momento como Ortega y Gasset o Zubiri, es porque no ha logrado abrirse a ella. Dicho esto, es un libro que se presta a ser releído tras un tiempo para llegar a esos recovecos que en una primera lectura se pasan por alto.
como una canción en un idioma que uno no conoce, como un poema que desvela cosas al mismo tiempo que oculta otras tantas dejando a quien lo lee un poco consternado al igual que un poco fascinado, como un claro del bosque que se abre de repente, en cuestión de un segundo, para mostrar piedras luminosas que desaparecen al instante : así el estilo de zambrano
*
lo que quiero decir es : no he entendido muchas cosas, pero lo que he entendido ha sido tan bonito y lo que no he entendido ha sido tan pero tan atractivo que tengo muchas ganas de seguir leyéndola
*
el capítulo hablando del lenguaje ha sido, posiblemente, el que más me ha atrapado de todos los que conforman el ensayo. dice zambrano que hay palabras que uno no dice, palabras que uno nunca saca, porque «decir es desdecir»: añadir significados sobre un significante que se piensa (y que permanece, tal vez) único de momento, siempre que no lo compartamos
*
desde hace dos años me obsesiona lo que en clase de retórica llamaron «la cárcel del lenguaje». desde hace dos años me obsesiona, también, la idea del grado cero del lenguaje: algo despojado de todas las improntas anteriores, decir mesa y que no sea una mesa de colores, ni una mesa de colegio, ni la mesa de la casa de la infancia, sino una mesa simple y llanamente, una mesa universal que sea compartida por todos los que la dicen y piensan sobre ella
*
«el lujo en fin» es la expresión utilizada para referirse a cómo los animales tienen pelaje y vestimentas y cosas, claro, que los separan de los humanos y que los acercan a la naturaleza. pienso, entonces: que los humanos estamos separados de la Tierra no solo por nuestro lenguaje, sino también por nuestro cuerpo
*
la piel y la palabra son, por tanto, una misma cosa: algo que limita pero también algo que libera
*
y sin embargo, con todo, acaba el libro así: «quedaba la belleza mediadora» ❤️
No le doy la quinta estrella porque me faltan conocimientos filosóficos y quizá me ha faltado más concentración para meterme completamente en el contenido de este libro de prosa sutil, de lenguaje metafórico y que se inserta en la esencia de la vida y de la humanidad.
es precioso pero a veces es como un poco nolan la zambrano...no me entero, quizás leer "los simpsons y la filosofía" me habría preparado para leer esto...
La vida humana como un anhelar y apetecer apaciguados por instantes de plenitud en el olvido de uno mismo.
"Y queda la nada y el vacío que el claro del bosque da como respuesta a lo que se busca. Mas si nada se busca, la ofrenda será imprevisible, ilimitada."
Filosofía poética, a veces errática, a veces enclaustrada en metáforas inaccesibles. Pero cuando sí pude llegar a sentir un poco de lo que trataba de abordar María Zambrano, fue realmente hermoso y profundo.
Quando l'impersonalità della certezza non è più un bisogno e non ci si attende di essere persuase ma (sempre) iniziate, c'è María Zambrano.
"Giacché il grado di rivelazione presente in un parlare proviene da quella parola intatta che non si annuncia né enuncia se stessa, invisibile a mò di cristallo a forza di nitidezza, di inesistenza".
"E ci sono pasti che danno il terrore; certi bocconi che riempiono la bocca di un alimento inservibile. E giardini, mortali paradisi. Giardini con un fiore solo. Spazi di incombente presenza, vuoti che sembrano emergere in un istante dall'abisso invece di stare lì, semplicemente".
Zambrano siempre llega para acicalar nuevos pensamientos a mi esquema interno de ideas; ¡qué bonito es adentrarse entrarse entre sus páginas!, y ¡qué bonito es que te guíe en el camino!
La inmediatez de los sentidos, y de la sensibilidad toda, está como enterrada, o anda lejos, como si no fuera suya. Una sensibilidad sin dueño. Necesita ser abrazada, y no con un amor que la abrase, sino ser de nuevo envuelta, arropada, y reducida con ello la sensibilidad a su traicionado oficio de mediadora entre la conciencia y el alma. Pues que la escala de la vida se alza y desciende en la mediación entre el centro recóndito en invisible y todas las envolturas del ser. La vida envuelve al ser abrazándolo.
La forma de escribir de María Zambrano es maravillosa tanto estéticamente como en los conceptos que plantea. La flecha que produce la herida metafísica, el amor preexistente, el corazón como centro y hogar, la luna y la concepción de Dios como mirada remota que acompaña, ya que en el ser humano no es posible la soledad absoluta. Es maravilloso❤
Un libro complicado pero bonito, más oscuro que "Filosofía y Poesía". Pensaba que lo encontraría más revelador, pero el mismo libro muestra que hay ciertos pensamientos que no se pueden alcanzar, que sólo pueden intuirse a través de la poesía y la alegoría. Aunque me ha gustado no siento especial predilección por esta forma de hacer filosofía, al menos por ahora.
Pd.: Si alguien quiere familiarizarse con la forma de escribir de Zambrano en esta obra hay una entrevista que le hicieron en TVE a finales de los 70 muy buena. En ella se ve perfectamente su forma de expresarse, que es prácticamente hablar haciendo poesía.
Una obra que me hubiese ensimismado con dieciocho años, cuando mi perspectiva vital se aproximaba bastante a la autora...
Zambrano es tan humana, tan bellamente sensible... Elevación, mística, éxtasis: simbología cristiana deglutida por el sentimiento autónomo y libre del corazón sintiente. Muy bueno.
"La dualidad de contenido y forma es la que hace posible la representación y cuando en una figura del arte *o de la vida* coinciden, la representación ha quedado abolida, aunque se trate de arte representativo o de humanas figuras cargadas de representación" 🩷
un caramelo. me ha gustao especialmente el capítulo VI - palabras pq la cabra tira al monte. o bueno al claro en este caso ;) ;) fantasmitas "¿Y aquella piedra tan igual a las otras, no podría ser ella, ser la que canta? Pues que en las piedras ha de estar el canto perdido"
Quizás necesite una segunda lectura para entenderlo mejor. La puntuación probablemente se deba más a mí falta de entendimiento que a la calidad de la obra. Esta lectura la he compartido con mi club de lectura y sin duda nos ha hecho transitar varios claros donde nos hemos sorprendido y recreado, pero también hemos atravesado caminos tortuosos y llenos de maleza donde no se podía distinguir el siguiente paso.