Con Gonzalo Arango la poesía colombiana entra por fin en la etapa de madurez social y de aporte real a un pueblo sumergido por la violencia y el analfabetismo.
Gonzalo Arango Arias fue un escritor y poeta colombiano. En 1958 fundó el nadaísmo, movimiento de vanguardia de repercusión nacional, que intentó romper con la Academia de la Lengua, la literatura y la moral tradicionales. En la música norteamericana y del Caribe de la década de 1960 el movimiento buscó un léxico renovado, optó por el humor y el mundo urbano para situar la obra literaria y la crítica a la sociedad. A este grupo se unieron otros jóvenes pensadores de su tiempo en Colombia y que fueron inspirados a su vez por Fernando González Ochoa, el "filósofo de otraparte". La intensidad de su vida está llena de contrastes que pasan de un abierto ateísmo a un íntimismo espiritual y de un espíritu crítico de la sociedad de su tiempo, expresado en el "Primer Manifiesto Nadaista" como "Se ha considerado a veces al artista como un símbolo que fluctúa entre la santidad o la locura". Arango murió en un trágico accidente en la ciudad de Tocancipá en 1976 cuando estaba planeando un viaje definitivo a Londres para que "los colombianos al perderme... me ganen".
Me gusta Gonzalo Arango pero me confunde. Me gusta su propuesta filosófica y literaria, pero a veces se desentiende de lo que ha creado. O eso me parece a mí. En los 14 poemas que conforman este libro está presente toda su literatura de cambio, de progreso y si se quiere, de revolución. Aunque, me parece, que su revolución va más allá, es de una forma espiritual e interna. Y esto, por su puesto, no tiene nada que ver con sus poemas de "Adiós al Nadaísmo". Me parece un poeta cambiante, evolutivo y con una mente muy fresca y clara. Me gustó mucho "Soledad" y "Manos Unidas".
Siento que me dejé llevar por un tipo de pensamiento que tenía hacia él. Estaba buscando (no sé por qué) algo más rico en literatura, algo así como un estilo marcado, ya que Gonzalo es reconocido por ser el creador del Nadaísmo. Pero, todo esto que digo es más por ignorancia. Pese a que reconozco esto, siento que no me habló del todo esta obra, no me llego en este momento, cosa que tal vez sí haga luego.
Me sorprendió encontrarme con alguien profundamente desencantado con las estructuras de poder, ya sean políticas, religiosas o económicas. Me suena a una mezcla entre un poeta místico, un pensador revolucionario y un predicador rebelde.
Él estaba convencido de que la única forma de salvarse (como individuo y como sociedad) es regresando a una especie de pureza original, a un estado de libertad interior donde ni los gobiernos, ni las iglesias, ni los sistemas económicos te dicten quién ser o cómo pensar.
Hay una reivindicación de la tierra, de la identidad, de lo ancestral, mezclado con una visión espiritual personal (cree en Dios, en Jesús, pero no en las iglesias).
Me voy con un fuerte mensaje y con una clara identidad de sus pensamientos, pero con un sin sabor, como si algo faltara para comprender su verdadero impacto. Espero encontrarlo en sus otras obras no tan poéticas.
El nihilismo criollo en toda su expresión, percibo en esta obra a un Gonzalo mucho mas acentado, meditabundo y reflexivo, parece que ha encontrado la esencia de la vida, sus verdades inmutables y por primera vez se siente la plenitud en su espíritu, todo esto en contraste con su obra negra donde es un torbellino de irreverencia que tanto seduce a las mentes libres.