"El verano es para nosotros una fête perfecta; al menos, hasta que aparecen las plagas de insectos, momento en que la preocupación por las viñas nubla el disfrute proporcionado por el sol. Juzgad vos, entonces, el asombro de los vecinos cuando de pronto se cernió sobre nosotros una oscuridad tan cerrada como la del invierno".
En pleno verano, una ciudad se ve sumida en una penumbra propia del invierno más profundo. No sólo eso: también vuelven los vecinos fallecidos antaño y echan a los vivos fuera de las murallas de la ciudad. Una ciudad asediada, de Margaret Oliphant, una de las mejores plumas de Inglaterra en el siglo XIX, es una aguda reflexión en forma de novela sobre el mundo de los vivos, el de los muertos y la naturaleza del mal, su origen. A casi un siglo y medio de haber sido escrita y publicada, conserva la frescura de su original planteo, llevado a cabo por obra de un temperamento clásico por la literatura. Leer Una ciudad asediada es sumergirse en el corazón de la literatura de la mano de excepcionales historias de fantasmas.
Margaret Oliphant Wilson Oliphant (née Margaret Oliphant Wilson) was a Scottish novelist and historical writer, who usually wrote as Mrs. Oliphant. Her fictional works encompass "domestic realism, the historical novel and tales of the supernatural".
Margaret Oliphant was born at Wallyford, near Musselburgh, East Lothian, and spent her childhood at Lasswade (near Dalkeith), Glasgow and Liverpool. As a girl, she constantly experimented with writing. In 1849 she had her first novel published: Passages in the Life of Mrs. Margaret Maitland which dealt with the Scottish Free Church movement. It was followed by Caleb Field in 1851, the year in which she met the publisher William Blackwood in Edinburgh and was invited to contribute to the famous Blackwood's Magazine. The connection was to last for her whole lifetime, during which she contributed well over 100 articles, including, a critique of the character of Arthur Dimmesdale in Nathaniel Hawthorne's The Scarlet Letter.
Hacía tanto que no leía un libro de terror que la sinopsis de este (y conociendo previamente a Oliphant por La puerta abierta) me había llamado poderosamente la atención. El problema es que cuando una lo empieza a leer deja de ser lo que esperaba, convirtiéndose en una historia amable sobre fantasmas que expulsan a los vivos de la ciudad por motivos religiosos. Los elementos de terror están en las primeras páginas y, una vez que se descubre quiénes son los asaltantes y cuáles son sus intenciones, los pierde.
El narrador es el Maire de Semur, Martin Dupin, quien deleitará al lector con párrafos en donde cada dos por tres se auto- halaga por lo inteligente y eficiente que es. Un buen día el cielo oscurece y todos los habitantes de la ciudad se ven aleccionados por una fuerza extraña que los expulsa de allí, obligándolos a permanecer del otro lado de las puertas. Sin mucha tardanza descubrirán que son los muertos (en donde se incluyen los seres queridos que han fallecido) que se han levantado coincidiendo con el cierre de una capilla. Sólo hay que sumar dos más dos.
Que los fantasmas deambulen por la ciudad y tengan contacto con los vivos es lúgubre. Confieso que, más que miedo, este libro me generó cierta tristeza por lo que implica su argumento, el saber que del otro lado de la puerta está el espíritu de alguien que se fue. Estos fantasmas no son violentos, no hacen volar objetos por los aires: son más mensajeros que otra cosa. La forma en que dan el mensaje es la que da miedo (o un mínimo escalofrío, para ser exacta), no ellos en sí. Los primeros acontecimientos están bien desarrollados y despiertan interés, a pesar de que una frase que se repite muchas veces ya los predice. Me parece una pena que el apabullante trasfondo religioso y el narrador antipático no colaboren con lo que se estaba contando. Llegan a saturar y confieso que me produjo un alivio que haya cambios de narradores… hasta que se dedican a hablar de la distribución de la gente en el refugio.
Hay personajes de todo tipo y justo el protagonista es el más insoportable: la mitad del libro se la pasa idolatrándose a sí mismo, haciendo comentarios cuestionables (pero acordes a la época victoriana, por más que esté ambientado en Francia) sobre las mujeres y gritándole a la gente. No soporto a los personajes que sólo gritan y exclaman. El mejor ha sido Lecamus, al igual que su parte de la narración. La esposa y la madre de Dupin son olvidables, ya que sólo adulan al Maire y cumplen a rajatabla lo que él se encarga de decir acerca del género. No me extiendo en esto porque no viene al caso, pero a este libro se le puede sacar mucho jugo por ese lado, visto y considerando que el terror brilla por su ausencia. Creo que Una ciudad asediada es una gran advertencia. No pude encontrar si Oliphant era excesivamente devota, pero sí deducir que estaba mostrando la decadencia de la fe a finales del siglo XIX. Y no se le ocurrió mejor idea que plasmarlo en una novela y dar consejos indirectamente. Por suerte, Oliphant escribe muy bien y se puede disfrutar de su estilo. Lo que me quedó atragantado es lo repetitivo y lo solemne que se vuelve el asunto en sus manos.
En fin, no pude congeniar del todo con este libro que prometía mucho. Le falta fuerza en el final y me dio la sensación de que la historia estaba para más, que podría haber tenido condimentos que no hicieran de ella algo tan etéreo. Me gustó a medias, más por lo que me dio para analizar que por la finalidad que creía que tenía Una ciudad asediada: darme un buen susto.
En ‘Una ciudad asediada’ (1880), se nos narra cómo la pequeña ciudad de Semur, en Francia, es invadida por los espíritus de los familiares de sus habitantes, siendo expulsados estos. Empezó en pleno verano, cuando la ciudad se vio oscurecida, como si del invierno se tratase. Todo apunta a la falta de fe y burlas de algunos habitantes de Semur, lo que hace que algunas de las mujeres más devotas clamen al cielo pidiendo que los muertos se alcen. Los hechos son narrados principalmente por Martin Dupin, el alcalde, que dará testimonio de primera mano. La idea que intenta transmitir Margaret Oliphant es la de imposible comunicación entre el Más Allá y el mundo de los vivos. No se trata de una novela de terror, sino de una reflexión sobre lo Invisible y lo No Visible. Me chirría un tanto esa visión excesivamente religiosa, aunque hay momentos francamente buenos, que Oliphant transmite excelentemente.
Lectura que me intrigó muchísimo desde un comienzo por su sinopsis, donde la promesa de una ciudad siendo acechada por difuntos y otras obras dignas de la magia negra, se me hacía sumamente aterradora. La verdad, fue un poco decepcionante, principalmente porque si bien es una novela corta, su lectura es poco fluida, algo tediosa de momentos. Su inicio fue algo dificultoso, y si bien por su contexto se puede interpretar más o menos bien, el hecho de que esta traducción conserve términos en francés hace que sea aún más complicado de llevar. Si bien algunos son términos básicos, se mezcla con un lenguaje más antiguo y unidos, hacen que se pierda un poco el misterio en la historia.
Por otro lado, también me pareció que la historia en sí no tenía un ritmo muy constante, y que aquellos sucesos que tendrían que haber sido escabrosos y perturbadores, fueron atenuados por las larguísimas descripciones y declaraciones sobre el entorno en el que los ciudadanos vivían. Sí, están siendo expulsados de su propia ciudad tras haber sido víctimas de una negrura invernal en pleno verano. Es algo lúgubre y tan pronto como se menciona sentí que podía finalmente sumergirme de lleno en la trama, pero nuevamente se ponía lento y pesado.
Si bien el hecho de que estos difuntos hagan acto de presencia entre los vivos es algo que puede sonar atractivo en una novela de terror, yo sentí que estaba leyendo una novela de drama con matices paranormales. No creo que sea un mal libro, pero sí me costó mucho leerlo a pesar de ser una historia breve. Tuvo partes buenas, pero definitivamente no es lo que yo esperaba.
Cuando uno lee una historia como esta de Una ciudad asediada no puede evitar que le venga a la cabeza las reminiscencias de la propias experiencias de la autora. Margaret Oliphant tuvo una vida llena de contrastes que van desde su reconocido y prestigioso éxito profesional a sus innumerables desgracias personales que aparecen como fantasmas en todas sus novelas. Basta con echar un vistazo al extenso prólogo con el que Jesús Palacios abre esta novela para entender el desbordante trabajo con el que Margaret se esforzaba para sacar adelante a su familia y sus pesares tras el fallecimiento de muchos seres queridos. De ahí que cuando vas leyendo esta fantástica historia en la que los habitantes del pueblo se ven expulsados de sus hogares por el regreso de entre los muertos de sus seres queridos uno no deje de emocionarse al leer entre las voces de sus personajes los propios anhelos de la autora, vertiendo en papel sus sentimientos mas íntimos. Cualquiera que haya perdido a un ser querido podrá empatizar con esas ideas y, aunque la novela está escrita a finales del siglo XIX, reconocerá ese pesar y esperanzas en estos personajes. Ademas Oliphant decide prescindir del narrador omnisciente para ofrecernos una novela coral contada desde los puntos de vista de sus protagonistas, enfocando los sucesos de un modo perfecto para entenderlos y, como no, emocionarnos con sus vivencias. Existe algún que otro pasaje que estremece ante la belleza de lo experimentado. Otro de los grandes aciertos de la novela es la capacidad que tiene Margaret para diseccionar la sociedad francesa de la época. El comportamiento, la moralidad, la responsabilidad de los personajes para con su comunidad y su familia nos ofrece un perfecto dibujo de cómo se orquestaba una época. Esto lleva inevitablemente a un esfuerzo por parte del lector para entender la manera de actuar y pensar de nuestros protagonistas, tan alejada a la actual. Sus creencias religiosas, su sentido del honor, su visión acerca del papel que tiene la mujer en la época...resulta cuestionable en la actualidad pero Oliphant refleja lo que conoce y lo hace a la perfección. El misterio que rodea la historia es estremecedor y te llena la cabeza de las eternas cuestiones universales. ¿Qué nos espera tras la muerte?, ¿cómo debemos actuar durante la vida? y, sobre todo el cuestionamiento a los planes divinos y la resignación a sus decisiones, que enmarca esta novela en una reflexión teológica plagada de sentimientos. Preciosa historia llena de encanto que, en cierto modo, anticipa las novelas de esos retornados entre los muertos que quieren regresar con sus seres queridos.
Lectura realizada durante mi viaje a Argentina, es un libro muy ameno y rápido de leer, muy parecido a vuelven o a la serie Resurrección, aunque con algunos matices más bien religiosos y diferentes. Me gustó bastante la historia y la disfruté muchísimo durante las calurosas noches que no podía dormir.
Atrayente título y sinopsis que hace imaginar un libro de zombis pero con fantasmas escrito en 1880 por una mujer. Pero no deja de ser una protesta religiosa que da tumbos de un personaje a otro sin que suceda nada, tan solo las diferentes visiones del creyente.
El destrozo inicial y durante lo comete la editorial al olvidar la revisión de la traducción y dejar continuas frases sin espacios, olvidar mayúsculas…
El maravilloso sello Fábulas de Albión de la editorial Nevsky no necesita presentación, en este blog ya presenté el primer título de la colección “El muñeco” de Daphne Du Maurier y “Cuando sale la luna” de Gladys Mitchell. Hoy, aprovechando mi necesidad de un poco de literatura fantástica, os traigo “Una ciudad asediada” de la escocesa Margaret Oliphant (1828-1897) que escribió en 1880. Esta prolífica autora se hizo famosa en su momento por sus libros históricos, pero con la que quizá marcó diferencias, fue por su intrusión en el género de las ghost-stories de la época victoriana, especialmente con esta obra. En el estupendo prólogo, Jesús Palacios habla de manera clarividente sobre su aproximación a este género: “Es su naturaleza de fiel cronista de la realidad social, psicológica e histórica de su tiempo, con especial cuidado en el detalle de lo cotidiano y doméstico, la que dota a su aproximación al género de una visión personal que, sin faltar nunca del todo a las reglas básicas del juego, crea, no obstante, una expresión propia e intransferible del mismo.” “Su singular manera de practicar el género, al que aportó una mirada intimista, psicológica, llena de empatía y hasta de piedad por sus personajes, tanto vivos como muertos, acompañada siempre por una especial capacidad para crear atmósferas sobrenaturales, perfectamente imbricadas en nuestra realidad cotidiana, sin recurrir nunca o casi nunca a los artificios de la sensation novel y el cuento de horror truculento, que tanto detestaba.” Precisamente, su manera particular de acercarse al género se refleja en su estilo, que sorprende por alejarse claramente de las convenciones de los victoriano; parece que nos encontremos ante un relato modernista; prescinde de cualquier narrador omnisciente para, de manera distinta, narrar en primera persona desde diferentes personajes; esta coralidad resulta muy enriquecedora y convierte esta “historia de fantasmas”, por alejarnos del término inglés, en un relato más allá de esta, por la riqueza de las diferentes perspectivas que nos ofrece a través de sus diferentes personajes. Independientemente del tipo de narrador que escoja, es indudable la capacidad narrativa de Oliphant, buena muestra de su exuberante prosa la tenemos en este texto: “Las tinieblas ya eran lo bastante opresivas de por sí. Costaba llevar el aire a los pulmones, y de vez en cuando mi corazón era presa de una súbita agitación, escapando a mi control. Pero todo estaba silencioso, tan silencioso como los muertos que en días recientes habían sido llamados, por unos y por otros, a abandonar su descanso. “¡Que los muertos se levanten de sus tumbas!”, unas palabras que nadie debería pronunciar. Ahora parecía que el mundo se hubiera tornado una tumba en la que nosotros, aunque vivos, hubiéramos sido enterrados.” Consigue que sintamos exactamente la situación, que nos estremezcamos ante la posibilidad de que los muertos resuciten; como ya se cita en el prólogo, parece que nos encontremos ante una de las primeras manifestaciones de relatos de zombis modernos. Está muy bien además que la escritora aproveche la situación para no quedarse en la simplicidad atrayente de una prosa florida sin más; sintió la necesidad de mostrarnos que, no se sabe el momento, pero quizá los que se creen destinados a un papel en la sociedad no reciban este rol; solo tenemos que comprobar la frustración del sacerdote M. Le Curé, que se siente indigno por no haber atraído la atención de los muertos: “-¿Qué significa todo esto? Usted conoce el mundo del Más Allá, es uno de sus portavoces terrenales, un hombre del clero. ¿Qué les han dicho a esas personas? Siempre tuve en consideración a M. Le Curé. Las lágrimas recorrían sus mejillas. -Lo ignoro –dijo-. Sé tanto como vos. Lo que les hayan dicho, ha quedado entre ellos y Dios. Yo he sido relegado al grupo de los indignos.” Sin embargo el mensaje de estos muertos no es el de la muerte, sino el de la vida: “-Tampoco oír lo es todo –añadió apresuradamente-. Ni lo es hablar. Pero ella estaba allí. Fuimos uno, sin necesidad de intercambiar palabras. ¿Qué significa hablar u oír cuando dos corazones se encuentran en comunión?” Una estupenda muestra de novela gótica y ghost story que demuestra la necesidad de sellos tan interesantes como este que nos ocupa. Textos de la traducción del inglés de Jon Bilbao para esta edición.
La premissa del llibre és d'allò més original: els habitants de Semur, una petita localitat de França, es veuen, d'un dia per l'altre, afectats per una estranya i misteriosa foscor que envolta la seva ciutat. Com si fos una mena de boira malèfica, aquesta foscor antinatural els atemoreix i els obliga a tancar-se a casa; només els més agosarats intenten explorar el seu origen i s'arrisquen a traspassar els murs de la ciutat. La situació empitjora, però, quan de sobte se senten impel·lits per estranyes forces a abandonar les seves llars i fugir de Semur. Si podran o no tornar, el temps ho dirà.
Margaret Oliphant descriu de manera notable aquesta por, aquesta opressió que la boira causa en els habitants de Semur, i quan la trama s'omple d'elements sobrenaturals el relat encara esdevé més interessant i terrorífic. Tot se'n va en orris, però, quan hi apareix la religió pel mig; la prosa típica de l'època, florida i melodramàtica en excés, tampoc hi ajuda. El final és d'allò més previsible i descafeïnat. Sens dubte en el seu moment el llibre devia causar un fort impacte, però com passa amb moltes lectures clàssiques el text ha envellit malament i el ritme lent i l'estil pompós no són gaire aptes pel lector actual.
Estic segur que una versió actual tergiversant una mica l'origen del fenòmen i associant-lo al mal —hi ha grans referents literaris on el mal està associat a la religió i els resultats són excel·lents— tindria un èxit considerable, sobretot si se'n fes una adaptació cinematogràfica. Una ciudad asediada té sens dubte una bona idea de base i molt potencial, però el tractament de la religió és un llast impossible de remuntar, com també ho és la narració massa clàssica i poc afí als temps que corren. És una pena, perquè d'entrada la història m'havia atrapat i prometia molt.
vine por el terror y me quedé por el amor🫂 (Lecamus tqm😭) fue esto una forma indirecta para una conversión religiosa? idk... estaba interesante la propuesta, pero a veces me terminaba perdiendo en la lectura y ya no entendía que estaba pasando- y spoiler alert! no da miedo después de un par de páginas cuando se revela quienes los sacan de la ciudad y por qué ⚰️
En un pequeño pueblo francés, los habitantes están algo divididos respecto a sus creencias. Mientras algunos son firmes religiosos, otros muestran su devoción a nuevos dioses, como la plata y el dinero. Luego de que la iglesa principal se vea obligada a cerrar sus puertas, el cielo oscurece en una tenebrosa penumbra, y poco a poco, los ciudadanos se van dando cuenta que los espíritus de los fallecidos, incluyendo a sus seres queridos, están asediando su ciudad; de ahí el nombre de la novela. Asustados, deciden dejar todas sus pertenencias atrás y huir a las afueras, donde podrán decidir como actuar a partir de ahora.
Una ciudad asesiada es un libro al que entré esperando encontrarme con una historia terrorífica sobre fantasmas, y de la cual salí un tanto decepcionada. No, no es una historia a la que considere de terror, a pesar de sus elementos sobrenaturales y que se encuentre en una colección sobre historias de miedo. Más bien es una visión sobre la decadencia de la religión, con fantasmas como mensajeros de la misma.
No suelo asustarme facilmente con los libros, por lo que mi disfrute en este tipo de literatura va mas por el lado de qué me provoca lo que tiene para decir usando los elementos del género. Y si, Una ciudad asediada tiene un concepto interesante, pero lamentablemente queda opacado por una trama lenta, plana y personajes íncreiblemente molestos y olvidables.
Para empezar, el protagonista es el Maire del pueblo, el señor Dupin, quien de entrada destaca su gran inteligencia y se halaga en todos los aspectos de su persona. Es un hombre extremadamente sensato y no cae en las fantasías ideológicas de las mujeres. Estas mujeres de la familia también pasan la mayor parte de sus vidas admirando lo maravilloso que es Dupin, sin cuestionar absolutamente nada. Es un punto de vista acorde a la época en que este libro fue escrito pero aún así no deja de ser molesto de leer.
Mi personaje favorito fue el señor Lecamus, un hombre del que vemos muy poco pero hace que la lectura sea muchísimo más llevadera, viendo estos eventos como algo hermoso y de los cuales hay que sacar provecho y reflexionar. Es una pena que la autora solo le dedique un capítulo a su punto de vista, porque fue un personaje con el que me encariñé y del que me hubiera gustado conocer más.
La ambientación de la historia me gustó, saca varios escalofríos de solo pensar que una ciudad entera está siendo invadida por fantasmas, aunque estos no son violentos ni malignos, sino que solo funcionan como mensajeros de una entidad, queriendo recordar a los vivos cuáles son las prioridades en la vida.
Creo que es un concepto con buenas intenciones, pero con la carga religiosa que conlleva, no terminó de gustarme y se terminó convirtiendo en un libro muy corto que se me hizo demasiado largo, del cual no podía esperar que llegara el final. Aún así, tengo ganas de seguir leyendo a la autora y otros de sus relatos, porque a lo mejor esta no fue su mejor obra para empezar con ella.
"Vos pensáis que todo es oscuridad en Semur. M. le Marie, os aseguro que no es así. Las tinieblas envuelven las murallas como una mortaja, pero en el interior, poco después de que partieran los vecinos comenzó a brillar una luz suave y maravillosa, que no era la del sol ni la de la luna. Y al igual que desapareció la oscuridad, con el tañer de las campanas también quedó atrás el silencio. "
Una ciudad asediada, 1869 Margaret Oliphant Fábulas de Albión, 2012 Traducción de Jon Bilbao Prólogo de Jesús Palacios
Una mañana cualquiera en pleno verano, los habitantes de la ciudad francesa de Semur se despiertan envueltos en las tinieblas de una noche de invierno y se sienten arrastrados por una extraña fuerza que los empuja a dejar sus casas y abandonar la ciudad. Tras ellos, las puertas de acceso a la ciudad se cierran y las campanas de la catedral tocan a difunto. Los vecinos se reúnen en las afueras, estupefactos e invadidos de un temor irracional. ¿Son realmente sus difuntos los que se han apoderado de las calles? La narración metódica y desapasionada de Monsieur Dupin, el alcalde, nos hace saber que el comportamiento impío de ciertos vecinos y el abandono de la religión cristiana ha provocado el levantamiento de los muertos, que dejando sus tumbas, han tomado la ciudad para provocar un cambio en esas actitudes.
Quizás sea ese el punto débil de la historia. Empieza con una atmósfera muy, muy prometedora e inquietante, pero termina perdiendo un poco la tensión al hacer a las mujeres piadosas y devotas sin fisuras las únicas capaces de comprender todo lo que que está sucediendo.
Pero sigue siendo una gran muestra de ghost story victoriana de mi admirada y poco valorada Margaret Oliphant
Paru chez Rivière Blanche, ce curieux petit roman victorien nous donne un aperçu de l’œuvre trop méconnue en France d’un auteur écossais pourtant prolifique. Margaret Oliphant nous raconte l’histoire d’une petite ville française dont les habitants sont mis dehors par… leurs morts ! Le récit est principalement rapporté par le maire, homme éclairé et athée (mais bien de son temps si on en croit son opinion sur les femmes, bien représentative de son l’époque), ainsi que par d’autres personnages secondaires dont l’attrait pour la religion va du mysticisme à la bigoterie. Les morts, invisibles, ont pris possession de la ville, mais la manœuvre induira la fuite des vivants hors de ses murs. Pendant plusieurs jours les morts vont tenter de communiquer avec les vivants, sans succès. Le ton est assez léger, je m’attendais à une histoire plus lugubre, plus mystérieuse, mais on n’échappe pas à certains poncifs religieux assez pénibles qui sont heureusement contrebalancés par l’athéisme du principal narrateur. Plus qu’un roman que j’aurais espéré « gothique », je pense qu’il faut plutôt voir dans La ville enchantée, une satire sur la religion et son influence sur les esprits les plus faibles et impressionnables. Assez intéressant pour me donner envie de lire d’autres livres de Mrs Oliphant.
No es un cuento de terror. Es un relato casi bíblico. No es malo pero no fue lo que estaba esperando, por eso no lo encontré entretenido. Quienes busquen una historia de terror con fantasmas no lo van a encontrar en este librito. Lo que sí van a encontrar es un trato espantoso hacia las figuras femeninas. Ironico que lo haya escrito una mujer, aunque es una forma de darnos cuenta hasta que punto el discurso de debilidad femenina estaba instalado en esa sociedad. No hay ningún capitulo en que no se explique que las mujeres son personas delicadas y espirituales, incapaces de ocuparse de alguna otra cosa y dominadas por completo por sus emociones. Los hombre, en cambio, son quienes tienen que encargarse de cosas más serias, como la administración de la ciudad o la toma de decisiones. Una postura que esta totalmente aceptada - y celebrada- por los personajes femeninos. Lo único que tengo para resaltar es el final. Es muy humano y realista. Es algo que se podría replicar en la realidad sin ningún problema. (Y es muy probable que ocurra).
A small town in France is besieged by the Dead. The inhabitants find themselves locked out of their towns and are completely helpless as how to get back in. Definitely a parallel to make with the Paris Commune, in this short story published in 1879. I am just not sure how, and how it makes me feel because this is a rather peaceful story, or at least, there’s not much action. Maybe the Occupiers are the dead Communards who were slaughtered when the Versailles government took Paris back. Because, in a Beleaguered City, although it is not clear why or what, the Dead who occupy the town are not destroying anything, they want to teach the inhabitants a lesson - out of love for them. At the end, no one really remembers what they’ve been taught by the occupation of their town and that seems a fitting conclusion for the heritage of the Commune. This is, nonetheless, a great little story. It is very atmospheric, and I felt part of the village myself.
Decepción total, después de sentirme atrapado y emocionado por la sinopsis, llegó el momento del desamparo. Las primeras páginas parecían llevarte a algo prometedor y lúgubre, pero poco a poco se fue tornando tedioso. Nuestro protagonista principal es abominable , en el 90% del libro se autoidólatra , se maneja con una soberbia que te hace odiarlo. Si quieren leer una discrepancia religiosa y dramatismo entre los personajes, éste es su libro, si buscan algo terrorífico pierden su tiempo. Sin dudas un libro muy hastío
I really liked these stories. There is a deep spiritual thread in them, and one ('The Land of Darkness') reminded me a bit of 'Pilgrim's Progress'. They are all - on the deepest level - meditations on the nature of love, and of the human soul, in heaven or hell. Margaret Oliphant experienced far more than her share of grief, but I have no doubt, reading these, that she was a major talent. I'll be reading others.
Odd little book about a town where one morning the inhabitants are banished and the dead move in. The town's characters are well-drawn Victorian types. The story is more philosophical than scary, but there is still something eerie about first the fog that descends and then the procession of citizens marching out for reasons they can't describe.
Relativamente rápido de leer. Lenguaje un poco complicado porque presenta frases en francés. Trata de una ciudad que abandona la fe y los habitantes son desterrados de sus hogares. Descubren que son las almas de sus seres queridos fallecidos quienes tratan de recordar la fe en Dios.