Audaz. Hermano mayor de un chico con síndrome de Down. Homofóbico. Homosexual. Inconforme. Mexicano. Norteño. Progresista. Promiscuo. Punk incorregible. Resentido. Romántico de clóset. Sensible. Suicida. Señalado entre los señalados… una maraña de adjetivos que resaltan algunas de las características del autor, pero ninguno es tan congruente como la necesidad de denunciar la farsa y confrontar a aquellos activistas, autocondescencientes, pro derechos humanos. La fantasía gay existe y Bruciaga no se la cree, la señala y la cuestiona, la envuelve y la sentencia igual que los mismos tres acordes que el punk rock usó para re configurar la música pop. Para Wenceslao, el púlpito está en los moshpits y en el slam, en la lírica irreverente y el sudor gordo de la música que lo acompaña. Esta selección de crónicas desmantela puntualmente los múltiples y variopintos clósets a los que hay enfrentar(se) para ser enteramente libre en una ciudad, en un país. Wenceslao lucha día a día por quitarse investiduras impuestas e inercias sociales con proto tendencias integracionistas. La voz que relata busca descolonizarse de aquello que le imponen desde su sexo, su familia, su entorno, hasta la misma comunidad lgtbi. Wenceslao objeta de manera directa -con el pecho inflado, la espalda erguida, el mentón trabado y los puños crispados- a quienes favorecen la diversidad siempre que ésta pueda encasillarse dentro de los límites preestablecidos en las preferencias pequeñoburguesas del buen gusto; que al final lo único que consiguen es discriminar al discriminado. Bruciaga les pone la otra mejilla, mientras escucha y demanda ser escuchado, parado de lado, blandiendo el cuchillo, listo para defender su postura a través de la palabra o el puñal.
Novelista, escritor de no ficción, columnista, guionista, cronista y melómano incurable e insufrible, además de boxeador aficionado y adicto a la pornografía gay. Desde el 2006 sostiene la columna «El Nuevo Orden» en el diario Milenio, en donde describe sus experiencias viviendo con VIH, reflexiones sobre las vivencias homosexuales en México y otras partes del mundo, además de dar rienda suelta a su obsesivo enfoque en el periodismo musical.
Rara vez un libro de cronica- opinion me ha enganchado tanto. Desenfadado, honesto, directo, crudo, Wenceslao Bruciaga narra, describe y suelta a boca de jarro sus opiniones en temas diversos, siendo la musica y la agenda LGBT los principales. Es un crítico de la "domesticación" de la vida sexual, no concede tregua a los falsos profetas, ni a los activistas de escritorio. Un material recomendable para cualquier tipo de lectores y al cual la comunidad lésbico-gay debería echarle una ojeada.
Me gustó porque sentí que esta lectura era como escuchar a un amigo quejarse pero sus quejas son interesantes y pos uno nomas se queda ahí pensando que puede sacar uno de todo esto. Hay partes bastante interesantes y me agradó aún en el hecho de que no estaba de acuerdo con mucha cosa. Sí se siente un libro que marca bastante lo generacional y la nostalgia. Así pasa.
Es una recopilación de diferentes crónicas hechas por Wenceslao Bruciaga, hace un análisis muy bueno sobre la discriminación que hay dentro de la comunidad LGBT+ y de los estereotipos que hay dentro de la misma.
Interesante libro de crónica de la vida gay, escudada desde un punto de vista "heteronormado" sin embargo, entre líneas hay mucha denuncia y lucha no solo por un sector en específico, si no por todas las personas LGBTTTIQA+
Es un libro entretenido de leer pero con faltas de ortografía, fechas, con incongruencias de postulados conforme avanzan una tras otra la recopilacion de las columnas que conforman este material. Se manifesta una clara aceptación del producto y sociedad estadounidense vs la mexicana, con esto llega ser aburrido ya que no explora otras culturas para hacer una derivativa más completa del tema del individuo homosexual. Puedo decir que tenía que ser un libro que saliera solo en versión electrónica o fomara parte de un blog, ya que llegará a ser un libro desechable en los próximos años por su contenido que dejará de ser entendido para las nuevas generaciones. Compré otro libro bajo el formato de novela de este periodista que espero no terminar diciendo lástima de dinero invertido.