Esta novela, primera del volumen El río del tiempo y publicada originalmente en 1985, resalta las reflexiones autobiográficas que son comunes en la obra de Vallejo. Su nefasta relación con el catolicismo, sus pensamientos sobre la actividad creativa y la literatura, la visión sobre las costumbres de su región, la relación con su padre, el boom latinoamericano son algunos de los temas donde ancla ese explosivo pensamiento que ha sido fundamental para el desarrollo de su carrera literaria.“Me pasé la infancia y la juventud en misa o leyendo novelas, y tantas oí y leí que perdí la fe: en dios, cosa que para los efectos de la literatura poco importa, y en el novelista de tercera persona que sí. Hoy por hoy no piso ni una iglesia ni de turista y no leo una novela ni a palos... me escapé del boom que no sé en última instancia qué fue.
Fernando Vallejo Rendón (born 1942 in Medellín, Colombia) is a novelist, filmmaker and essayist, born in Colombia. He obtained Mexican nationality in 2007.
Vallejo was born and raised in Medellín, though he left his hometown early in life. He started studies in Philosophy at the National University of Colombia in Bogotá, but after one year he abandoned the Faculty of Philosophy and Letters. Soon after he began new studies on biology at the Universidad Javeriana in Bogotá, which he finished. Then he spent one year in Italy at the film academy Cinecittá, where he obtained basic notions on cinema.
Vallejo then returned to Colombia with the project of filmmaking. Yet after difficulties with the Colombian Government in producing and, after he produced it, in presenting his first film (it was censored), he decided to leave his country.[citation needed]
In Mexico he produced and distributed three films about the violence in Colombia. He also wrote an award-winning children's theater script, "El reino misterioso o Tomás y las abejas." He has been living in Mexico since 1971, where he not only produced his cinematographic pieces, but also the whole of his literary work. Despite time spent in other locales, mainly Europe and the United States, most of his novels take place in Colombia. Some of his themes are grammar, biology, philosophy, physics, violence, pederasty, adolescence, drugs, death and politics, mostly related to places such as Antioquia and Medellín; yet his main theme is his life. His books are written in first person, in an autobiographical style.
His best-known novel, La virgen de los sicarios, has been translated into English as Our Lady of the Assassins. It deals with his fictionalized return to Medellín, and his relationships with two teenagers caught in the local cycle of violence. The autobiographical/fiction La virgen de los sicarios was made into a full feature film in 2000 and released in the United States as Our Lady of the Assassins.
In 2003, Colombian filmmaker Luis Ospina made a feature-length documentary about him: "La desazón suprema: retrato incesante de Fernando Vallejo ("The Supreme Uneasiness: Incessant Portrait of Fernando Vallejo").
In April 2007, Vallejo obtained Mexican citizenship and published a letter in which he publicly renounced his Colombian nationality. The letter presents the reasons for his decision by mentioning several incidents during his career, among them the recent reelection of President Uribe, that eventually led him to this decision.[1]
Me encantó este libro de principio a fin. Fernando Vallejo nos lleva a través de su infancia y de la transformación de Medellín con una gracia y acidez muy propia de él. Leyéndolo me parecía estar recorriendo el Medellín que me contaba mi abuelo, donde las calles eran en tierra, el transporte era en escalera y todavía se veían fincas y potreros con vacas. Fue una lectura muy cercana por esto.
Me recordó mucho a la parte bonita de El olvido que seremos, en parte también por la forma de contar la historia, esta recopilación de memorias me enterneció, mantuvo mi interés en cada página pero sobretodo me hizo reír. Algunas personas consideran a Vallejo molesto por su ponzoñosa forma de criticar el sistema, la iglesia, incluso a su propia especie pero yo debo confesar que leerlo me hizo sentir acompañada y reafirmó mis posturas. También me han dicho que este es el libro más tolerable de él, yo por ahora no tengo planes cercanos de leer otro de sus libros pero este se queda en mi corazón.
Este es el relato de los primeros años de Vallejo, de la Medellín en la que creció y en la que todavía quedan ecos de ruralidad. También es la historia de esas familias numerosas, los primeros amores, los primeros odios.
Sin duda, Fernando Vallejo escribe muy bien. Tiene un estilo propio y narra su vida con crudeza y una brutal honestidad. Es un rebelde y se reconoce como tal y por eso es provocador yendo en contra de todo lo que es políticamente correcto.
Me gusta su lucidez, me gusta su desparpajo y su acidez, aunque debo aceptar que hay mucha exageración en sus descripciones.
Este libro tiene unas líneas muy bellas, también hay humor, pero sobre todo, se percibe una nostalgia por esos días que fueron según intuyo los mejores, los días de la inocencia.
"Vigías del infinito en el temblor de la noche, escrutábamos el rompecabezas del cielo para sacarles a esas estrellas vagabundas, trasnochadoras, el secreto de nuestros destinos errantes." 25
"Concebido en forma de breves preguntas y respuestas, el catecismo del padre Astete era un modelo de pedagogía y ciencia religiosa. A una respuesta que enunciaba el complejo postulado teológico de las tres personas distintas y un solo Dios verdadero en la Santísima Trinidad, recuerdo que seguía esta pregunta: '¿Por qué?' Y a tal pregunta una respuesta genial: 'Doctores tienen la Santa Madre Iglesia que saben responderlo'. Les chutaba el padre Astete a los pobres doctores de la iglesia la pelota de la gran complicación. Pero su servidor, que detesta el fútbol, nunca quiso chutar, y empezaba a razonar, a blasfemar: ¿Cómo era eso de que Jesucristo trocaba el agua en vino en las bodas de Canán? ¿Estaba alcahuetiando la borrachera? ¿Y por qué sacar furioso a los mercaderes del templo? 'Mi casa no es cueva de ladrones sino sitio de oración', y fuete. ¿Perdía la paciencia porque unos pobres señores con mujer e hijos estaban trabajando? ¿Por qué no los hizo entonces ricos si no quería que trabajaran? ¿O por qué no les construyó un mercado? ¿Y para qué hizo al ciego de nacimiento si después lo curó? ¿O no lo hizo él sino el Padre? Entonces, los desastres que hacía el Padre ¿los remediaba el Hijo? ¿Por qué más bien no ponerse antes de acuerdo los dos? ¿O los tres? Porque eran tres, ¿o no? ¡Dónde estarás François Marie Arouet! Bajo tierra, claro, pero a más de cinco mil metros de la superficie, en el último círculo, adonde van los que cometen el gran pecado de pensar. Quiero terminar como tú, en tierra caliente." 64
"Nos habíamos dicho nuestro amor con la mirada, pero se nos olvidó decirnos el teléfono. Mi amor desesperado la buscó por todo el barrio. Nunca la encontró. En vano esperé verla aparecer en misa de siete, de ocho de nueve, de diez, de once, de doce. Un domingo, otro, otro... Nunca apareció. Mi vida, ahora lo sé bien, habría sido muy otra de haberla encontrado: tan distinta como el destino de Europa si Napoleón no hubiera perdido en Waterloo." 67
"Treinta o más años después volví a oír la canción: en el altoparlante de una fiesta popular en un parque, en un país muy lejano: se había deslizado por una grieta del tiempo, entre otra música eléctrica de guitarras frenéticas. De golpe retorné por un instante a ese cuarto espacioso de mi pasado, y pocas veces he sido más infeliz. Ya al abuelo y a Santa Anita hacía mucho que se los había llevado el gran río. Cuando él tocaba 'María Cristina' en su dulzaina, yo era un niño lleno de futuro; cuando la oí de nuevo en el parque, ya era un hombre lleno de pasado. Sumando lo uno y lo otro el resultado da igual: yo, la misma mísera cuenta. Álgebra elemental, de la que aprendí en la secundaria. El futuro todo está en el pasado, y la absoluta tristeza en la absoluta felicidad." 109
"Mi vida ha sido siempre una repetida historia: me la paso liberándome de mitos, de gentes y de cosas; ahora me libero de mí mismo." 146
"Los niños somos como los pobres: generosos: damos con la imaginación." 148
"A don Diego Echavarría lo secuestraron y lo mataron: mi tierra lo secuestró y lo mató. ¡Y eso que con su familia había construido un barrio obrero! ¿Ves lo que hace el pueblo, Brujo, el pueblo desnutrido? Secuestra y mata por no trabajar. La Universidad de Antioquia que para el pueblo es gratis, que es del pueblo y para el pueblo, por el pueblo vive en huelga desde hace veinte años. Ni estudian, ni trabajan, ni progresa. Ni dejan estudiar, ni dejan trabajar, ni dejan progresar. Se revuelcan en la mugre incestuosa de sus tugurios, esperando la revolución. Todo se lo roban, todo lo destruyen, todo lo empuercan, y al que algo tiene lo secuestran." 155
"Y el río Medellín que bullía de peces, claro y límpido, se fue muriendo, muriendo, hasta acabar en una turbia alcantarilla. La juventud, cuando no se le cruza la muerte, termina siempre así: en la vejez hijueputa." 178
"De foco en foco se fue haciendo una galaxia, y una noche vimos todas las montañas alumbradas: Medellín se desbordó del valle, y como osado ciclista se fue a subir y a bajar montañas. Del manicomio, por la carretera norte, como loco escapado sin camisa de fuerza, dando brincos se siguió hacia Bello, hacia Girardota, hacia Copacabana, y aún no la pueden detener. Envigado, que era un pueblo independiente, con carácter propio, se le convirtió en un barrio: de marihuanos. Y Robledo, Sabaneta e Itagüí. Poseída por el demonio del expansionismo soviético a todos se los anexó: quería que todo el mundo fuera Medellín. De tanto que creció, de tanto que cambió, un día no la reconocí. ¿Pero es que me reconocía yo? Crecimos juntos, cambiamos juntos, yo había cambiado también. El niño se hizo joven y el joven viejo, y el pueblo una gran ciudad. Ahora le digo adiós: uan señora de negro llama a mi puerta y le voy a abrir. Medellín seguirá sola su camino, hasta dar al mar." 178
"Los héroes de fusil y granada me causan horror. Frente a la catedral de Medellín, instalado sobre su caballo, sigue el héroe máximo de América: bañado en una siempre renovada lluvia de porquería que desde el cielo, día por día, le dejan caer las palomas. Era un hombrecito bajito, de una ambición desatada, que cuajó en bronce. Lo llaman el Libertador, si bien con el pasar de los años yo sigo sin entender de qué tanto nos libertó. ¿De España? España no es un nombre vacío: es un fanatismo de clérigos y tinterillos, una cerrazón del alma. Siglo y medio después de la hecatombre que el señor del caballo con su quimera de gloria provocó, ¿no seguimos igual? ¿Acolitando curas? ¿Dictando leyes entre asesinos? ¿Ambicionando puestos? Los puestos esos de cagatintas que le quitamos al español. Somos un país de puesteros legalistas y de lambecuras irredentos. El Libertador de nada nos libertó." 190
"Yo, discípulo del sempiterno candidato a la presidencia doctor Goyeneche, discípulo a su vez del sabio español Pero Grullo, tengo para Colombia y su infinidad de males una expedita solución: que dejen atracar. Los atracadores se irán a gastar el dinero de su atraco a un cabaret; el dueño del cabaret se comprará un carro; la fábrica de carros venderá más; y al vender más empleará más obreros; y al haber más obreros habrá menos desempleo; y al acabarse el desempleo se acabarán los atracadores y los secuestros y los robos y los asaltos, y sonreirá la gente, e irán todos a la universidad, y acaso a este servidor le den un puesto, aunque sea de limpiador de oficinas, y al final del año habrá ahorrado con qué comprarse su alfombra persa, para poder volar." 212
Lo leí en mis días más azules: en pleno invierno madrileño, adormilada por el Lorazepam en un sótano insípido y fúnebre. Las ocurrencias y los coloridos personajes de Vallejo consiguieron sacarme de mi estupor y arrancarme carcajadas.
Le tengo mucho cariño a este libro tan refrescante, divertido y brillante.
Disfrute mucho este libro. Vallejo nos lleva de la mano por su niñez, usa una narración impecable. No nací, y menos fui criado en el campo, pero leyendo este libro me transporto a esos bonitos lugares que muchos familiares y amigos han crecido, estaba muy conectado con lo que describía, a pesar de lo que nos narraba, me sentía muy identificado con muchos aspectos de su niñez, también regrese a mi infancia en la lectura de este libro y es lo que más ame. Mas hay algo que también me sorprendió y me llamo lucho la atención, lo cual fue leer la transformación de Medellín (Colombia) con el pasar de los años, fue impresionante imaginarme ese ferrocarril, esas calles, esos barrios, etc, que menciona Vallejo en su obra; ir leyendo e ir construyendo en mi imaginación esa Medellín que tengo.
Another home run by Fernando Vallejo. God, there were so many funny parts in this book. I was underlining and LOL-ing constantly. I just LOVE the way he writes about Medellin. It warms my soul.
In a way, this book is very experimental. There's basically no plot -- it's one anecdote after another about his childhood in 1950's Medellin, with no effort to transition between them. There's not even page breaks. Everything flows in a giant chunk of text.
I feel like this stylistic decision could turn some people off or cause them to lose interest. I felt like it worked, because while you're reading, it recreates the experience of remembering childhood, in which everything just "flows" together. However, this makes it a hard book to read in a short amount of time, even though it's very short -- it took me almost 2 months to finish it because I kept dipping in and out (there are only so many anecdotes you can take in one sitting). So while I recognize that some people might not like this, I REALLY liked it (even though it took me forever to finish).
I also have no idea how much of this is memoir vs fiction. The mystery continues!
This also reads very differently from "El desbarrancadero" because it's very gentle. If you read this book first and then "El desbarrancadero," I feel like it'd be kind of a shock -- how did Fernando become such a bitter, cynical guy? There are some hints of bitterness in here near the end, but nothing like the other book. So I am intrigued enough to keep reading more of Vallejo's work because I want to figure how he went from Point A to Point B? (I also wonder if asides from "Virgin de los Sicarios," how many of his other books are straight-up fiction rather than memoir-fiction hybrids).
I will definitely re-read this and will definitely recommend.
Esta novela es un relato continuo donde Vallejo describe momentos memorables de su infancia, entre Medellín y la finca Santa Anita en Envigado. Los personajes son los familiares, allegados y conocidos que hicieron parte de este periodo de su vida, y que son base importante del desarrollo de la personalidad del escritor. Algunos como Lía, Papi, Ovidio, Elenita, su abuela y sus hermanos, entre otros son protagonistas de este relato. Su vida en la infancia se desenvuelve entre sus casas en el centro de la ciudad, el colegio de los salesianos, la finca Santa Anita y otros alrededores de la Medellín de los años 50's. Es increíble percibir cómo ha cambiado la ciudad hasta ahora.
La obra no tiene capítulos. Es un texto continuo en el que de un párrafo a otro de pronto se cambia de relato, como un diario que fue construido con fragmentos de la memoria que van conformando una estructura que va a soportar todo lo que viene de ahí en adelante en los ríos de tiempo. Pareciera de todas maneras que gran parte de lo descrito ocurriera en época de navidad, que tradicionalmente en las familias antioqueñas es el mes en el que quizá más se hacen presentes todos los miembros de una misma familia. Se percibe en todo el texto ese deje decembrino, sobre todo por las menciones a las novenas de aguinaldo, los globos, la pólvora y los pesebres.
Personalmente considero que es un bonito relato, que incita a seguir adelante en los ríos de tiempo. Lo primero que leí de Vallejo fue El desbarrancadero, en el que hay otra actitud hacia su familia, que quizá se aclarará mejor el origen de la misma con los siguientes textos de la serie autobiográfica, la cual espero continuar proximamente.
Retrata a Colombia como un país de atracadores, embaucadores, asesinos, putas, perezosos, brutos y arrabaleros. Es decir, no aportó mucho en cuanto a lo que ya bien se sabe, pero lo contó de manera extraoridinaria. Bastante divertido, por cierto; como son los recuerdos de la niñez desde la distancia del tiempo. Recomendado.
Gostei. Nunca tinha lido nenhum livro de autor colombiano e foi muito interessante porque parece que se está no Brasil. Narrado em primeira pessoa na voz de uma criança, em tom poético e às vezes sarcástico. Discordo de vários coisas, mas no overall puro entretenimento!
Por fin me decidí a empezar con la serie de "Los ríos del tiempo", ese relato de los días de Fernando Vallejo, a la vez cáustico y cautivador. En este caso, Vallejo narra la vivencia de sus primeros días, de esa niñez profunda de quebradas y naranjas, de fincas y de una Medellin aún pequeña, infante, que crecería con el auge de la industria y el auge de la violencia armada en el campo colombiano. Aquí, con la misma ternura y agresividad que lo caracteriza, Vallejo rememora sus primeros días: esos en los que su despertar sexual lo inclinó hacia un par de muchachas; cuando no se encontraba elevando globos al aire y soñando con atraparlos al momento de su caída. Esos días de cielos y mares azules, propios de los años del reconocimiento de la primera existencia.
Aunque el relato transcurra usualmente en primera persona del singular, como si el narrador se encontrase recordando sus días, por momentos la narración pareciera situarse en el presente de la niñez, como si se hubiese vuelto a ese momento bajo el peso de lo ya vivido. Asimismo, por momentos Vallejo, el escritor, acontece en medio de los ojos del infante. Como si de un anciano desconocido se tratase, el niño que fue Fernando admira al escritor Vallejo, desconocido íntimo que se inserta en el plano del recuerdo desde un futuro que el niño no intuye, pues no ha vivido. Dicho diálogo entre el niño y el escritor viene siendo el recurso más interesante de la novela; al tiempo que constituye prácticamente la fuerza del final del escrito. Dicho contrapunto entre presente y pasado, permite ver la visceralidad del relato: no existe ese niño como mero recuerdo, sino como ser que se resignifica a partir del acto de recordar que el anciano escritor realiza. En otras palabras, recordar sus primeros días hace que Fernando Vallejo resignifique su existencia. Esto puede verse, sobre todo, en los apartes sobre las niñas que lo atrajeron en su juventud y su justificación para querer a su tía Elisa; además de su pasión por el piano y la música.
Aunque adolezca de la furia narrativa de "El desbarrancadero", mi obra favorita hasta el momento del escritor paisa, "Los días azules" edifica en buena forma lo que será esto: un diálogo entre un pasado que está siendo resignificado constantemente, sin olvidar las justificaciones que le fueron constitutivas al momeno de la vivencia; al tiempo que se cuestiona el presente de un país que no supo tomar las mejores decisiones a partir de los errores de su pasado.
Que libro tan refrescante! Me reí con cada ocurrencia de Vallejo y me encantó la manera como retrato esas simples cosas de la vida que en realidad son su esencia, lo bella y desordenada que es la familia y como un niño percibe lo que hacen sus padres que a veces es tan ilógico para ellos. Me encanto la manera de cómo se acercó a la política; hilarante y refrescante, la idiosincrasia colombiana más aún la de Medellín descrita como es, sin tapujos, con ironía. Sencillamente encantador. No le doy las 5 estrellas porque el final estuvo bastante flojo, y para mí es esencial el final de un libro que deje huella que sacuda dentro y Vallejo no lo logro en este caso. sin duda volvere a leerlo, a ver si ecuentro ese anhelado final.
Es curioso que extrañé la incómoda sensación que sentí cuando leí El desbarrancadero, me había preparado (con prejuicio), para enfrentar rencor en cada línea, y la preparación me ganó; sin embargo, a pesar de ser el libro de sus días azules, se logra ver con claridad el inicio de grandes enemistades.
Fue lindo recorrer un Valle de Aburrá tan anterior al que he recorrido, fue lindo reconocer los lugares comunes, me faltó una parte de su vida a la que le guardo mucha expectativa, y me faltó el desenfreno emocional que he encontrado en otras de sus obras.
Un libro qué combina el humor, la memoria, la ficción y la sátira de manera espléndida. Se nota que la escritura de Vallejo es muy limpia debido a su interés por estudiar la gramática pero además de eso logra crear un texto bello e inteligente con la sensibilidad adecuada . No cae en lo meloso.
Sentir que lo narrado ocurre a la vuelta de la esquina y que en cualquier momento uno puede dejar de ser lector para pasar a ser personaje de algún suceso del libro hace parte de la magia de Los días azules.
No es un libro de 4 estrellas. Quizás de tres, pero de 4 — ni de coña. Como mínimo, debido al estilo de Vallejo, al que casi siempre (juzgando por los fragmentos y los dos libros suyos que he leído) le falta el rumbo, la cadencia. Es bastante difícil, de vez en cuando, seguir el hilo: en un párrafo, don Fernando empieza alguna anécdota y en el siguiente ya aborda el tema completamente diferente, muchas veces ni siquiera terminando la susodicha anécdota empezada.
Aún así, me encanta el Medellín desde el punto de la vista de Vallejo, aunque la mayoría de las veces el autor mismo no hace nada sino soltar mierda a la ciudad de su nacimiento. Medallo, eres tan carismático, tan bello que incluso cuando te muestran así de perro chandoso sigo amándote. Y se siente que el don Fernando te ama también. Se nota en las últimas páginas. Pues ese amor es tan hijueputamete contagioso, sabes? Amo tu gente, te amo cómo eres y escuchar anécdotas (aunque a menudo muy crueles) de tu gente muchas veces me da años de vida, echando, al parecer, más leña en esa llamita del amor y anhelo que siento pensando en tu imagen y la tierra como tal.
Sigue siendo tan chimba, mor. La buena 💚🤍
Don Fernando, pronto nos vemos, que me encanta su estilo. ☺️❤️
Siempre acudo a Fernando Vallejo cuando la misantropía brota en mi epidermis; pocos autores como él para despotricar contra “la humana especie” y todos sus aspectos y categorías: instituciones como las Iglesias y los gobiernos se ven reducidas a estercoleros infaustos y siniestros. Y en “Los días azules” hay bastante de esto. Esta primera entrega de sus relatos autobiográficos nos describe sus años mozos, su convivencia con los abuelos, la tortura de vivir bajo el yugo de los curas salesianos, su inarmónica relación con sus hermanos… Todo narrado con esa prosa sumamente fluida (no hay capítulos, toda la novela ha sido escrita de corrido) que caracteriza a este amado y odiado autor. Un pasaje en particular recuerda al gran poeta Barba Jacob (de quien Vallejo también realizó su biografía, y que en cuanto la consiga la leeré con fruición): “En los múltiples giros de la vida, en un país extranjero, prisionero en la celada de sus versos, empecé a vislumbrar que otro antes que yo había vivido mis momentos y recorrido mis caminos, y desandando mis pasos lo empecé a buscar, me empecé a buscar, tras de su huella, volviendo sobre la mía”. “Fernando Vallejo escribe para llenar el tiempo vacío y para ayudarse a olvidar –‘porque me he hecho la ilusión de que lo que yo paso al papel lo borro de la memoria’– y, por si hiciera falta otra razón, escribe para molestar a los hipócritas”, dice Fabrizio Mejía Madrid. Y nos hacen falta más autores así.
Aunque está narrada desde el presente del autor, la novela recoge los días de la infancia en Envigado y Sabaneta, primero en la Hacienda Santa Anita y luego en una casa de la Calle Perú. Sin titnes de sentimentalismo ni costumbrismo, pero sí con una profunda nostalgia y con ánimo de denunciar el “paraíso perdido” Vallejo recuerda las comidas, las Navidades, los juegos, el colegio, los hermanos y la vida en familia. Llama la atención que un escritor tan anárquico, tan radical para algunas cosas, deje a flote su sensibilidad cuando recuerda los que parece fueron días felices de su infancia
Este Vallejo es igual de poderoso, pero de una forma distinta a la que conocía. No es la ira que recuerda la que escribe esto, es la memoria nostálgica la que se ve a sí misma, con una paz que se va perdiendo en otros libros.
Este es el primer libro de Fernando Vallejo que leo y lo disfruté mucho. Los días azules está lleno de historias sobre su familia, su infancia, situadas en un Medellín muy distinto al de hoy, por lo menos en su parte física, una ciudad apenas comenzando su crecimiento, mucho más tranquila y en la que Envigado y Sabaneta se sentían bastante lejanos. Las anécdotas se van enlazando con la historia del país y más específicamente de la ciudad, donde se visualizan los cambios que se van generando con el pasar del tiempo y los eventos que la marcaron, contados con acidez y generando crítica hacia muchas de las instituciones y a las cualidades que culturalmente se entienden como colombianas. Esta lleno de historias familiares y de personajes que se van dejando conocer a medida que avanza el libro. A ratos se soma la nostalgia y la añoranza. Leyendo este libro me sentí recorriendo muchas de las historias que contaban mis abuelos y logré reconocer algunos de los espacios que ellos mencionaban y que yo no pude conocer. La historia se cuenta en primera persona, en presente, permitiéndonos ubicarnos en cada situación, en un orden no lineal, saltando de una historia a otra más motivada por un detonante que deja la historia anterior que por el tiempo en sí mismo, lo que la hace muy fluida y permite al lector engancharse con la narración.
Los días azules... esa belleza de ponerle color a los días, sobre todo a esos últimos de diciembre y a los primeros de enero que sin duda para mí también son azules (y yo siento además como tocar la pielecita de los duraznos).
Este libro es muy lindo, desafortunadamente no sé tanto de Fernando Vallejo como debería, por eso no sé si lo amo o lo odio como le pasa a la mayoría de las personas. Pero sí me encontré aquí con una lectura tranquila y limpia de su infancia y de esas cosas que aún con los años siguen llenándole el corazón.
Hay algo que me estremeció y fue su relación con Bruja, su perra gran danés a la que en su imaginación lleva a conocer su infancia. Y me estremece porque en eso coincido con Vallejo, prefiero mil veces a los animales que a los humanos.
No sé por qué pero a pesar de lo tranquila y bonita de la lectura me fue un libro super difícil de leer, tal vez el mas difícil del año. La mezcla de los diferentes momentos de su vida que va narrando de forma mezclada me pareció compleja, pero eso en ningún momento le quito para mi gusto belleza y sencillez.
Los días azules es una novela del escritor colombiano Fernando Vallejo donde relata su infancia y la historia del único globo que pudo atrapar en su vida.
En sus letras, Vallejo nos lleva a conocer la Medellín de nuestros abuelos. El sur del Valle de Aburrá cuando el verde era su protagonista. Envigado y sabaneta eran pequeños pueblitos y en la finca de Santa Anita se respiraba azul clarito.
De este libro me quedo con las descripciones de los paisajes de la Antioquia vieja, los mismos que en sus adentros esconden la sangre derramada en la guerra entre liberales y conservadores.
Estrellas: 5/5
Fragmentos:
«¿No ves, Elenita niña, que en este mundo vivimos todos arrimados? ¿Sobre el borde a punto de caer? ¿Que al final de cuentas nada es de nadie, ni siquiera la fría tumba pues al cabo de pocos años nos sacan del ataúd y nos pasan a un osario?»
«Los niños somos como los pobres: generosos: damos con la imaginación».
«El que quiere a todo el mundo no quiere a nadie».
«Medellín seguirá sola su camino, hasta dar al mar».
Me encanta como escribe Vallejo, excelente escritor. Y este estilo de narrador en primera persona que te lleva casi que de su mano a descubrir lo íntimo de su familia, Medellín, las costumbres, su infancia, adolescencia. Lo sentí nostálgico y alegre a la vez. Su forma crítica de escribir también hace mirar lo propio y cuestionarse . Y esas verdades dichas de forma tan abierta dan risa, porque al leerlas me hace pensar como si un acuerdo tácito, hubiéramos tenido en Colombia para no decirlas, acuerdo que Fernando por supuesto nunca asintió.
Na man..., but what was I doing all these wasted years w/o having read F. Vallejo???
"Entraba a mi Biblioteca Piloto con el alma trémula, como seminarista de visita a un burdel. Me dirigía a un estante, pero antes de tomar el primer libro le acariciaba el lomo, como si fuera un gato. Mi amor enfermizo adoraba los libros no sólo por lo que decían sino por la materia de que eran, por el objeto en sí. Era un amor absoluto por los dos costados de la carne y el espíritu, como quien dice la total perdición."
Anécdota tras anécdota, intercaladas con recuerdos y pensamientos. Particularmente, no me interesó el contenido. En cuanto a la forma en que lo narraba, comienza con juegos de lenguaje fabulosos, pero estos se van diluyendo con el tiempo. Además, muestra un manejo de la oralidad que me gustó, especialmente de la región de Antioquia, transmitiendo muchos códigos sociales e individuales, aunque este recurso solo se utiliza esporádicamente. No me interpeló ni me interesó, y los pocos pensamientos que encontré interesantes no dejaron de parecerme quejas pueriles.
Segundo libro que leo de Vallejo, es un libro que apela a la nostalgia para quienes crecimos con esa herencia montañera de que donde como uno comen diez, de ver en un pesebre desproporcionado la irreverencia y extravagancia de un país sin rumbo.
Me sentí caminando por muchos lugares y sin un sentido fijo, deambulando en los callejones de la memoria para recordar por momentos lo que es sentirse vivo.
La historia de un novelista, vista desde la ventana de un bus en donde sus lectores somos pasajeros quienes a través del camino nos vemos reflejados en sus lineas.
Lleno de frases preciosas. Un poco difícil de entender debido al formato. “Mi vida ha sido siempre una repetida historia: me la paso liberándome de mitos, de gentes y de cosas; ahora me libero de mí mismo.” “Nos lavábamos con jabón las manos, y corríamos al solar terregoso a empuercárnoslas. Ausente de pecado mortal, la niñez es la época más tediosa de la vida. Un día, por fin, la deja uno atrás con su vacío incolmable.”