El escándalo por una caricatura de Mahoma en una revista danesa, el secuestro del semanario satírico El Jueves, los atentados contra Charlie Hebdo, el caso Zapata... La cuestión del humor y de sus límites está innegablemente a la orden del día y Darío Adanti, uno de los fundadores de la revista Mongolia, la plantea en Disparen al humorista a través de un ensayo en viñetas que no sabe si definir como una defensa contra la corrección política, un método para salvar al humor de la tendencia totalitaria de Occidente o una herejía contra toda religión. Para Adanti, el humor es un género de ficción y la ficción tendría que ser ese lugar sin límites, como lo son la tragedia, la épica, la aventura o la poesía; lo que debería tener límites no es el humor, sino el cuándo y el dónde de la representación del humor, es decir, su contexto. Mantiene que “para respetar sentimientos y creencias, algunos proponen limitar el humor y la libertad de expresión. Arrojan la idea laica de la libertad de culto a la cabeza del propio laicismo. Utilizan un concepto de Voltaire para negar el pensamiento de Voltaire. Usan una idea de la Ilustración para anular la idea misma de la Ilustración”. Adanti denuncia en este ensayo gráfico que estamos en una sociedad donde el cerco al humor se cierra cada vez más, no sólo desde el poder, sino también desde el ámbito moral, y que tanto los sectores conservadores como los más progresistas tienden a preferir censurar, silenciar, y en definitiva disparar al humorista, para evitar que su voz escueza, cuando el humor precisamente consiste, en palabras del autor, “en sacar a la luz nuestros miedos, nuestros pensamientos oscuros, nuestras crueldades y debilidades; es exorcismo de nuestros males y reflejo de lo peor de nosotros mismos”.
Esta repleto de reflexiones interesantes pero le encontré dos problemas como obra que me dificultaron el disfrute: por un lado, el uso del color a veces dificulta la lectura, en particular el fondo azul con texto rojo, quizá es una cuestión de la edición, pero me parece que hay un tema ahí… Por otro lado, es un poco abrumador en sus ideas y el dibujo, además de no resultarme muy atractivo, es secundario. Tienen un manantial de ideas sobre el humor, pero me cuesta seguirle la cabeza. El dibujo le permite presentar sus ideas de forma narrativa, con personajes paseándose por situaciones y escenarios más o menos interesantes… A ver, que tiene grandes ideas, pero creo que las hubiese preferido leer en un ensayo más ordenado en vez de este torrente donde las termino agarrando como salpicadas… Dicho esto, vamos, que le le celebro al autor su lucidez, su mirada del mundo, sus reflexiones super lucidas sobre el humor y la actualidad… pero eso no lo hace un gran comic -incluso siendo un comic/ensayo.
Excelente cómic que planeta muchas preguntas sobre la definición del humor, si debería tener límites y la extremada sensibilidad de la sociedad actual ante la sátira.
Como dice el autor, el humor es como el pájaro que llevaban los mineros para alertar de la falta de oxígeno. Cuando se censura, sabemos que estamos cerca del peligro.
Tal vez no 5*, porque los dibujos son bastante terribles y porque el contenido en algunos momentos se pasa un poco de sesudo y de retruécanos, pero desde luego más de las tres y pico que tiene de promedio ahora. 100 % acertado, informativo y recomendable.
Un cómic interesante en su contenido, algo enrevesado no sé si intencionadamente o porque la materia lo requiere, aunque soy de los que piensa que si alguien no es capaz de explicar algo de una manera asequible es porque tiene miedo o porque no tiene mucho que contar. Me decanto por lo segundo. Creo, además, que se ha perdido una oportunidad, la de ir un poco más allá y sacarle más jugo y de forma más profunda al tema. Pero está muy bien que este tipo de libros aparezcan para que pensemos un poco sobre el humor, los límites y demás movidas. El dibujo es lo que es, pero está al servicio por completo del texto. Bien podría haber sido un ensayo. Cortito. Sin más. Pero es muy bonito.
Tres conclusiones que saco de este libro: - Es necesario que existan libros que empiecen a enfocar el tema del humor desde un enfoque actual y que profundicen en qué es y qué no es humor, en unos tiempos en los que el debate parece tan vivo. Este libro es uno de ellos. - Si necesitas envolver tu discurso en una pompa de palabrería y lenguaje voluntariamente enrevesado, igual tu mensaje no es tan bueno. - Darío Adanti está ENCANTADÍSIMO de conocerse.
Tot i que no estic d'acord al 100% amb tot el que diu, sí que comparteixo moltes de les idees que s'exposen sobre els límits de l'humor i trobo que està molt ben raonat. Possiblement amb el que més en desacord estic és amb el text de l'inici.
En general m'ha agradat que el to que utilitza no sigui gens alliçonador, sinó que no para de disparar preguntes i plantejar dubtes. A més, he trobat genial la mofa que fa d'ell mateix i de l'assaig en si.
Considero que ha sabut explicar molt bé les idees, i mira que utilitza arguments i parla de conceptes que a vegades no resulten massa fàcils de seguir. Hi ha algun anàlisi (com el de l'acudit de "van dos i cau el del mig" o la relació humor-temps) que m'ha flipat.
A nivell gràfic, trobo que és molt potent. L'únic que m'ha faltat ha estat que utilitzés més humor dins l'explicació.
No hay que dejarse engañar por la caricatura o el diseño de la portada. El libro es, en realidad, bien profundo y algo complejo. De hecho, se necesita una sensibilidad bastante afín a la filosofía para seguir cada paso y entender cada declaración y razonamiento. Pasamos por la teoría del caos, física cuántica, materialismo, ese calibre. Perfectamente podría haber sido un tratado filosófico, y no sé si para principiantes. Lo que se entiende, sin embargo, esos claros reflexivos llamémosles, se me hicieron fascinantes, increíbles, demasiado reveladores sobre los límites del humor, la ficción y la corrección social. El libro era bien difícil de subrayar, pero lo subrayé igual.
En general me ha gustado mucho este ensayo. Y a ha cambiado mi opinión sobre algunos prejuicios que tenemos cuando nos encontramos con chistes que no nos hacen gracia. La parte final del libro es un poco complicada de seguir, cuando el autor reflexiona sobre el caos, el fracaso o la construcción de un plan para salvar el humorismo. Para mi gusto, las mejores partes han sido los límites sobre los límites del humor o el análisis sobre el tiempo prudencial que se debe esperar hasta poder hacer un chiste sobre una desgracia.
Darío Adanti, uno de los fundadores de la revista satírica Mongolia, hace una reflexión en este cómic sobre los orígenes del humor y, sobre todo, de sus límites. Lo que expone resulta muy interesante, principalmente porque traslada la reflexión al propio lector, que pone en conflicto lo que piensa sobre hasta dónde se puede uno reír de las cosas. Sin embargo, los dibujos una vez pasadas varias páginas resultan excesivamente cargantes y se hace pesado verlos.
El humor está en constante evolución, el libro relata muy bien esa secuencia y además expresa muy bien los "límites" del humorista. Lo único que no me gustó mucho fue la paleta de colores en las viñetas, el azul era muy oscuro y muchas veces me costó leer las secuencias porque la letra del texto era un poco oscura.
Una buena discusión sobre la correción política y los límites del humor en los días que corren con la sociedad "Woke". En ocasiones lo encontré repetitivo y me hizo falta un poco más de humor de forma directa.
Un delirio ilustrado. Un profundo análisis sobre los límites del humor que por minucioso y detallista no creo que caduque. Creo que nadie trata este tema tan bien como Adanti.
Probablemente una de las mejores reflexiones acerca de los límites del humor que he tenido el gusto de leer. Unámonos todos a la religión de la comicidad.
Una obra maestra que plasma la visión personal del autor sobre los límites del humor y el humorismo en general. Una novela gráfica que toda persona dedicada al humor debería leer. Grandes reflexiones en un formato gráfico contundente y evocador. Un libro lleno de verdades incómodas y reflexiones a las que todos podríamos llegar si nos parásemos a pensar antes de utilizar el recurso de lo políticamente correcto, que no es más que una herramienta para coartar la libertad de expresión.