Para Éric Sadin, uno de los más promisorios ensayistas franceses de la actualidad, la computadora súper potente que en la película 2001 Odisea del Espacio controlaba la nave Discovery One ya no es una figura quimérica. Su conciencia de silicio expresa una tendencia fundamental en el devenir de la tecnología contemporánea: la “administración robotizada de nuestra existencia”. La asistencia hiperindividualizada y geolocalizada vía GPS de los smartphones, los sistemas de alta complejidad que garantizan de manera autónoma los suministros de agua y electricidad de ciudades enteras, el trading algorítmico que regula los intercambios bursátiles, dan cuenta del sofisticado acoplamiento entre inteligencia computacional y humanidad que reviste nuestra vida cotidiana y que ha transformado a la “dinámica electrónica” en un estrato imprescindible de la experiencia. Somos testigos de una mutación decisiva en nuestro vínculo con la técnica: mientras que su vocación ancestral consistía en actuar como una prótesis de las insuficiencias del cuerpo, hoy su capacidad cognitiva le confiere el inquietante rol de gobernar a los seres y las cosas. El acelerado proceso de “duplicación digital del mundo”, encarnado de manera ejemplar en plataformas como Google Maps o en los perfiles de Facebook, produjo el crecimiento exponencial de una inédita masa de datos que sobrepasa nuestras modalidades de aprehensión sensoriales y cerebrales. El presente libro postula que la emergencia de una suerte de “humanidad paralela”, capaz de procesar y administrar de manera infinitamente más eficaz esa información, profundiza la agonía del antropocentrismo moderno para dar lugar a una gubernamentabilidad algorítmica que pone en riesgo nuestra soberanía. Y que lo hace no como una fuerza que coacciona, sino bajo la forma de una “administración soft”, indolora y casi imperceptible, a la cual le concedemos el poder de guiar el curso de nuestra cotidianeidad limitando el ejercicio de nuestra facultad de juicio en el aquí y ahora.
Un interesante y necesario diagnóstico sobre los roces cada vez más próximos entre cuerpos y máquinas. Sadin enmarca esta idea bajo el concepto de 'antrobología' y plantea que se trata de un nuevo estadio de evolución. Lo que no me gusta es el matriz apocalíptico y cuasitecnofóbico. Sadin habla de hibridaciones, cruces y entrelazamientos entre cuerpos y códigos, pero al mismo tiempo plantea que la técnica surge como una suerte de humanidad paralela, donde la codificación es equivalente a una duplicación del mundo. No estoy tan de acuerdo con esto último. El internet, para mí, puede propiciar la articulación de espacios alternativos. Incluso, puede reconvertir la realidad.
A contramano de quienes describen nuestro tiempo como de incertidumbre creciente, Eric Sadin anuncia la abolición del azar y el triunfo definitivo del cálculo. Un ensayo inquietante y sombrío.
Este libro me puso a pensar, antes que nada, en qué es a lo que renuncio cuando dejo que la comodidad de los smartphones, o de los algoritmos, decida por mí lo que hago o dejo de hacer. Pienso en todos esos videos que he visto sin pensar, o si hago click en uno o en otro, que me lleva y me sugiere de una forma tan amable lo que quiero ver. Este libro habla entre otras cosas de eso, de lo silencioso y amable que es el uso y la comodidad de todos los aparatos, de google como un dios omnipresente que todo lo sabe (cuándo fue la última vez que usé un diccionario?), en los mapas que me hacen conocer la ciudad sin necesidad de verla realmente o de tener que preguntar a nadie direcciones. Habla sobre cómo la tecnología nos va llevando a mundos individualizados y llenos de agradable comodidad, de sensación de que todo es un juego fácil y que nuestra vida cotidiana es mucho más linda ahora que no tenemos que averiguar nada, ni pensar más allá de un click para buscar información. Creo que lo bueno que tiene es que no es una crítica, es más bien un repasar la historia que nos ha traído a este lugar, a esta manera tan particular de comunicarnos y de vivir, que no tiene antecedentes, porque la tecnología sigue avanzando. Pero nosotros, estas personas que somos, seguimos siendo personas, y yo en lo personal creo que está buenísimo prestar atención especialmente a todo eso que hemos ido soltando, y en eso que perdemos, que es nuestra relación con el azar, con las casualidades, con el aprender de nuestras caídas y errores, y no dejar que la vida siga siendo una experiencia propia, y que lo real, eso que tocamos y vivimos siga siendo lo principal, no solo lo que vemos en una pantallita y que no nos da tiempo de reaccionar, cuando ya nos está tirando una cosa nueva.
Una amiga me recomendó este libro a raíz de una investigación que llevo haciendo hace un tiempo, y que comenzó a ligarse con la materia que toca el autor. Me lo presentó con bombos y platillos, con un libro que podría transformarse en una base teórica sólida para mi proyecto de investigación. Pero no me pudo gustar el libro. Durante su lectura siempre estuve reticente a “comprarle todo el cuento” al autor. Me pareció que su escritura era del tipo mesiánica, new age, barroca a tal punto que termina diciendo nada o nada nuevo. Rescato si, algunos conceptos compuestos que utiliza, pero podría haber leído una fotocopia para eso.
Está correcto, pero no es lo que esperaba. Cuando leí la descripción de la colección, en la última hoja, pensé: esto era lo que quería leer! Bue... que cada quien lo lea y saque sus propias conclusiones.
El llibre s'estructura en cinc capítols i un petit apèndix a tall de conclusió. El talent de Sadin rau en descriure profusament els canvis que ha operat l'auge de la tecnologia des dels anys 70 fins al moment en què s'escriu el llibre (2013) en l'epistemologia i l'antropologia.
A nivell epistemològic, Sadin encunya el concepte d'humanitat augmentada. La idea principal és que la dimensió maquinal no és una simple superació quantitativa de les capacitats humanes, sinó una potència autònoma amb els seus propis paràmetres de funcionament. Del model transhumanista del robot superhumà ('Robocop', 'Terminator', 'Blade Runner') s'ha passat a una intel·ligència deslocalitzada i omnipresent que calcula i recalcula a temps real opcions de vida més racionals i òptimes ('Tron', 'Matrix'). Segons Sadin no s'ha de parlar d'intel·ligència artificial, sinó de "racionalitat robotitzada". La realitat "s'augmenta" amb la profusió d'aquests algorismes que converteixen els elements que la conformen en dades i estadístiques comparables.
A nivell antropològic, l'ésser humà ha vist augmentades les seves capacitats no només quantitativament, sinó també (i sobretot) qualitativament, ja que la capacitat d'indexació i càlcul de les màquines és infinitament millor que la del cervell humà. Al capítol 5, titulat "Del subjecte humanista a l'individu algorísmicament assistit" s'explora aquesta idea.
El mèrit principal de Sadin rau en la seva capacitat per descriure el fenomen des d'un discurs tan distant de l'optimisme ingenu com de la por intransigent. Això ho aconsegueix perquè no pretén ni desacreditar ni donar el vistiplau a la tecnologia, sinó només descriure com ha incidit en la vida humana i quins canvis hi ha operat. Ell mateix, a les conclusions, reconeix que es perfilen dues possibilitats: rendir-se a la "peresa natural" de l'ésser humà gràcies a una "assistència tendencialment integral"; o bé beneficiar-se tant com es pugui d'aquest "enriquiment d'algunes de les nostres aptituds" (p. 153).
El avance tecnológico de las últimas décadas ha sido definitivo para el humano y sus estructuras sociales. Si bien, en principio se entiende que la tecnología le permite al humano mejorar su interacción con el mundo, tras una mirada más atenta el sujeto parece ubicarse como un engranaje en una máquina que completa junto con la tecnología. No es sólo que un celular permita una comunicación mejor, más fiel, veloz, eficaz, sino que el humano pasa a vivir su vida, a percibir, a través del celular mismo. Entonces, el humano pasa a ser, en palabras de Deleuze, una máquina simple, un engranaje que está subordinado a la tecnología, dejando de tener una perspectiva ampliada de su entorno. Contrario a esto, el humano se encuentra con una hiperindividualización y con una realidad que se hace estrecha, puesto que los algoritmos determinan el acceso a la realidad, determinan los sesgos a partir de los cuales podrá interactuar cada quien. Gracias al concepto de Antrobología, Sadin da cuenta de una hibridación que lleva a la sociedad a una ruptura de puntos de anclaje comunes, puesto que la máquina en la que se ha convertido el humano ya no le permite sujetarse sino sólo subordinarse, rodeándose de aparatos inteligentes, de cálculos que subsumen la vida propia bajo la matematización y la tabulación de de datos por parte de procesadores cada vez más veloces, abriendo un panorama parecido al que presenta Rehoboam en Westworld: la libertad humana no tiene cabida ante el cálculo de todas las posibilidades. Así, la humanidad, separada entre sus aparatos, no se encuentra desprotegida y desprovista de lugares de agencia para sus actos, sino que tiene un Dios nuevo, un porvenir, a partir del cual actúa de manera programada y sincronizada ¿Cuáles serán las líneas de fuga, las proposiciones indecibles que permitirán el movimiento minoritario cuando todo se ajusta al cálculo estadístico y al procesamiento de datos?
Este libro se inscribe en el eterno de debate entre la tecnología, la sociedad y el hombre. Del mismo modo que Umberto Eco nos advertía de los mitos que se escondían en la polémica que él título "Apocalípticos e integrados", la tecnología sigue generando estos cuestionamientos y, por supuesto, bandos.
Si tengo que poner a Eric Sadin en uno, sería junto con Byung Chul Han en el equipo dirigido por Heidegger, con los Apocalípticos, porque al momento de responder el problema que plantea al inicio del libro: la relación del hombre con los otros y consigo mismo en un mundo compartido con una inteligencia creada por él pero superior muchos sentidos, vaticina los peores resultados: debilitamiento, transformación, regulación y sustitución.
La prosa de Sadin es elocuente pero también llena de recursos retóricos que admitó me agotaron: entrecomillados, palabras con una polisemia como para llenar bibliotecas y metáforas hasta en la sopa. Eso combinado con una exposición que va de a saltos warp tesis hace que la lectura no sea sencilla.
Al margen de que no coincido plenamente con las tesis del autor, le concedo que son interesantes y que son un buen combustible para pensar.
Tal vez el analisís mas acertado en este libro de Sadin fue su paso de un tecno-esceptiscismo a una tecno-ortodoxia como la va presentar en la silicolonización del mundo. Sadin presenta y detalla de manera loable y exacta como la autonomía del hombre y "el hombre que se hace a sí mismo"(homo faber de Pico) se ha vuelto poco frecuente en un tiempo donde lo que persiste es lo que el denomina la "hiper asistencialización", esto es, basicamente que hoy en dia frente a una necesidad de cualquier tipo hay una aplicación o una pagína,etc que responde a la demanda de dicha necesidad. Hoy el hombre pierde todo tipo de autonomía frente a un mundo cada vez más digitalizado. Sadin es consciente(y deberíamos serlo) de ello, por ello recurre a la figura de la computadora HALL 9000 de odisea al 2001, cuyo germen de independencia es notable frente a la vida humana. Este libro debería a hacer reflexionar a mas de uno en tiempos de IA,etc.