Cuando el joven Leonardo Villalba, recién salido de la cárcel, desorientado, perdido, intenta poner orden en su vida presente, se acuerda siempre de un cuento de Andersen: "La Reina de las Nieves". «... En aquel tiempo había en el mundo un espejo mágico, fabricado por ciertos diablos.» Una noche, el espejo se rompió en pedazos tan pequeños como partículas de polvo que volaron por la atmósfera y se extendieron por todo el mundo. Y una de aquellas partículas se le metió en el ojo a Kay, el protagonista del cuento. También a Leonardo se le ha metido un cristalito en el ojo. Porque hay accidentes así de confusos, peligrosos quiebros del destino y a Leonardo ha venido a buscarle la Reina de las Nieves y le ha encerrado en un castillo de hielo, condenado a jugar, como Kay, al juego de la Razón Fría. En su pesquisa, Leonardo se acerca a la figura del padre muerto, evoca los acertijos de su abuela y, a su paso por un Madrid nocturno y agitado, encuentra sus propios acertijos: ¿Cómo era llorar? ¿Quién es la misteriosa señora de la Quinta Blanca? ¿Por qué sentimos vértigo? La valentía, el adulterio, la intensidad de las relaciones forjadas sobre la ausencia, la escritura entendida no sólo como ejercicio literario, sino como vínculo de afinidad real entre los seres, jalonan el camino de Leonardo hacia la salida del túnel. Ninguno de estos temas es accesorio, ninguno de los sucesos aquí narrados se desdibuja o se pierde. Combinando todos ellos, guiada por un extraordinario sentido de la estructura narrativa, la autora ha compuesto este impresionante canto a la memoria, al empeño y la lucha de la memoria por cumplir su travesía dejando atrás las asechanzas de lo oscuro, la prisión de hielo del olvido. "La Reina de las Nieves" es una parábola contemporánea, muy bella, sobre la potencia del recuerdo. Sus páginas se abren, como las puertas de la Quinta Blanca, para recibir el fragor de los acantilados.
Carmen Martín Gaite (Salamanca 1925-Madrid 2000) se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca, donde conoció a Ignacio Aldecoa y a Agustín García Calvo. En esa universidad tuvo además su primer contacto con el teatro participando como actriz en varias obras. Se trasladó a Madrid en 1950 y se doctoró en la Universidad de Madrid con la tesis Usos amorosos del XVIII en España. Ignacio Aldecoa, cuya obra estudiaría posteriormente, la introdujo en su círculo literario, donde conoció a Josefina Aldecoa, Alfonso Sastre, Juan Benet, Medardo Fraile, Jesús Fernández Santos y Rafael Sánchez Ferlosio, con quien se casó en 1954. De esta manera se incluyó en la que sería conocida como la Generación del 55 o Generación de la Posguerra. Escribió su primer cuento, Un día de libertad, en 1953, aunque confiesa escribir desde los 8 años. Comienza su carrera literaria con El balneario obteniendo en 1955 uno de los premios literarios de mayor prestigio en España, el Café Gijón. Tres años después obtiene el Premio Nadal por su obra Entre visillos. Escribe dos obras de teatro, el monólogo A palo seco en 1957, que fue representado en 1987, y La hermana pequeña en 1959, rescatada en 1998 por el director de teatro Ángel García Moreno y estrenada el 19 de enero de 1999 en Madrid. Durante la década de los sesenta continúa cultivando la narrativa, con obras como Las ataduras (1960) o Ritmo lento (1963), pero es en los setenta cuando vemos la versatilidad de Martín Gaite. Publica sus dos ensayos sobre el proceso contra Macanaz además de su tesis, recopila su poesía en A rachas (1976), y la novela Retahílas, sale a la luz en 1974. También a esta década debemos su primera recopilación de relatos, Cuentos completos. Su faceta periodística se caracteriza por su etapa de redactora en los comienzos de Diario 16. Su matrimonio con Rafael Sánchez Ferlosio duró unos años antes de acabar en separación, en los cuales tuvieron una hija, Marta, a quien dedicó el cuento La reina de las nieves. Falleció antes que ella. Entre otros logros, Martín Gaite destaca por haber sido la primera mujer a la que se le concede el Premio Nacional de Literatura con El cuarto de atrás en 1978, y por haber ganado en 1994 el Premio Nacional de las Letras por el conjunto de su obra. Fue una de las personas más y mejor premiadas del mundo de la literatura; obtuvo el Príncipe de Asturias en 1988 compartido con el poeta gallego José Ángel Valente [1929-2000], el Premio Acebo de Honor en 1988 como reconocimiento a toda su obra, el Premio Castilla y León de las Letras en 1992, Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes en 1997, Pluma de Plata del Círculo de la Escritura otorgada en junio de 1999 y cuya ceremonia fue retransmitida por videoconferencia a través de Internet, algo sin precedentes, hasta aquel momento, en el mundo literario. Con su ensayo Usos amorosos de la posguerra española recibió en 1987 el Premio Anagrama de Ensayo y el Libro de Oro de los libreros españoles. Esta obra dispara sus ventas, y desde entonces las obras de Carmen Martín Gaite están siempre entre las más vendidas en España, siendo espectacular su éxito en la Feria del libro de Madrid, donde solía ser su obra de cada temporada la más vendida de la feria. Cultivó también la crítica literaria y la traducción destacando en autores como Gustave Flaubert [1821-1880], Rainer Maria Rilke [1875-1926] y Emily Brönte [1818-1848]; colaboró, asimismo, en los guiones de series para Televisión Española como Santa Teresa de Jesús (1982) y Celia (1989), serie basada en los famosos cuentos de la escritora madrileña Elena Fortún (1886-1952). Publica dos enormes éxitos de crítica y público, Lo raro es vivir en 1997 e Irse de casa en 1998, y en 1999 se publica
Es una delicia de libro. Aparte de la historia que es preciosa, es también la manera de cómo la cuenta. Es maravilloso. Es un libro especial, de esos que no quieres que se acabe nunca. Su lectura es un placer. De todos los libros que leo siempre subrayo las frases que más me llaman la atención, pues este libro lo subrayaria entero. Es de los que apetece volver a leer.
Carmen Martín Gaite es una autora fundamental en la literatura española contemporánea, y La reina de las nieves es un buen ejemplo de su maestría para explorar la memoria, la soledad y el desencanto. Es una novela que, sin duda, tiene un gran valor literario, con una prosa cuidada y un uso del lenguaje preciso y evocador. Sin embargo, aunque he apreciado su calidad, no he logrado conectar completamente con la narración, que me ha resultado algo distante y fría. La novela está basada en el cuento homónimo de Hans Christian Andersen y cuya lectura anterior recomiendo. La historia sigue a Leonardo Villalba, un hombre que vive encerrado en sí mismo y cuya rutina se ve alterada por un suceso. A partir de ahí, la novela se construye en torno a recuerdos fragmentados y una introspección profunda sobre su pasado. La narración transmite una melancolía constante, reflejando la sensación de vacío y desarraigo del protagonista. Es un tono que impregna toda la novela, con una atmósfera casi espectral, como si la vida de Leonardo estuviera atrapada en un invierno perpetuo. Esta sensación de tristeza y distancia está muy bien conseguida, pero, al mismo tiempo, ha hecho que me costara implicarme emocionalmente con la historia. La novela está ambientada en una España que todavía arrastra las heridas del franquismo, con una sociedad que ha cambiado, pero donde el pasado sigue proyectando su sombra. Nos muestra un país en transformación, con personajes que viven entre la nostalgia y la sensación de no encontrar su lugar en el mundo. La sensación de aislamiento de Leonardo no es solo personal, sino también generacional, reflejando un desencanto que resuena en el trasfondo de la historia. En definitiva, La reina de las nieves es una novela que destaca por su profundidad psicológica y su prosa impecable, pero su tono melancólico y su narración distante ha hecho que me resulte difícil conectar con ella en un nivel más emocional. 3,5 ⭐️
Nunca me había atrevido a leer a esta autora...tenía miedo de que fuera demasiado buena para que yo la pudiera digerir con objetividad...y creo que me ha pasado algo así. Me ha resultado confuso y difícil leer este libro, pero a la vez me quito el sombrero, la camisa y hasta el pantalón si hace falta para honrar la maravillosa prosa que hay en cada línea, en cada párrafo. Como digo, creo que leer a Martín Gaite no es fácil, o al menos para mí, pero es un camino lleno de belleza y que al final te deja agotada pero maravillada. ¿Recomendaría este libro? Sí, sin duda alguna... solamente por el placer de disfrutar de esas sublimes descripciones que he leído y esas uniones que hace con el cuento de Andersen .
3,9/5 O surpriza foarte plăcută. O carte inteligenta ,atmosferică, cu personaje feminine puternice , ce poate fi privita ca o repovestire a “Crăiesii-Zăpezii” al lui Andersen (care din întâmplare este si basmul meu favorit).Avem multe elemente de poveste ce se imbina cu realitatea cotidiană , care este de multe ori vulgara si murdara ,fără a se pierde ,însă ,magia lecturii. Si in același mod, prezentul se contopește cu trecutul,dand naștere unei lecturi uneori amețitoare ( nu degeaba elementul de vertigo are un rol asa important in poveste) in care cititorul încearcă împreuna cu Leonardo sa pună cap la cap piesele de puzzle ale vieții sale . După ce iese din închisoare,acesta afla ca părinții i-au murit intr-un accident de mașina, si doar atunci realizeaza cât de puțin știa despre ei si despre viața lor privată, dar si cat de catastrofica a fost moartea bunicii sale pentru echilibrul lui psihic. Va întâlni personaje magnetice in decoruri stranii , toate împingându-l spre descoperirea unui personaj ce-i va schimba viața. O lectura cu adevărat magica , cu in setting deosebit (nordul Spaniei ),povestită intr-un limbaj bogat si plină de elemente de poveste . Ma voi întoarce cu drag la aceasta carte peste ani.
Al principio es todo un poco confuso, pero poco a poco todo se va haciendo más claro. Bueno, más claro hasta cierto punto. Es una historia de divagaciones, el viaje introspectivo de un hombre que intenta recuperar su memoria entre toda esa bruma de sueño, bordeando continuamente la línea que separa lo real de lo irreal. Brillantemente enlazado con las historias de Andersen, desde la obsesión hasta la liberación. Fascinante y atrayente.
Me ha gustado mucho. Qué ganas de conocer a Leonardo Villalba, a la Reina de las Nieves y quedarme a cenar con ellos eb la Quinta Blanca.
Qué me gusta a mí una novela que hable de la complejidad y rareza de las relaciones humanas, que divague y dé vueltas para que sus personajes se encuentren.
Solo la pluma de Carmen Martín Gaite es capaz de saber enlazar un cuento con la historia de Leonardo Villalba, un expresidiario que ha perdido la infancia, el pasado, las raíces; se ha perdido a sí mismo.
Se encuentra a la deriva como Kay y que, su abuela contaba una y otra vez los cuentos sobre La Reina de las Nieves, que da título a esta novela. A Kay/Leonardo se le metió un cristalito en el ojo y fue Gerda/Casilda, Sila quien tenía la llave para descifrar la flor de Lis: las lágrimas cuando ha arrancado a llorar para limpiar su alma.
Fue la Reina de las Nieves quien con su beso enfrío el corazón de Kay, encerrándolo y aislándolo de su amiga de juegos, Gerda, y lo mismo pasó con Leonardo, un hombre que quedó marcado por la prisión quien al salir estaba frío, congelado de amor y paz. Frío como la blanca nieve y aislado del mundo. Con miedo de romper el abismo, pues solo le queda la literatura de sus cuadernos para rememorar viejos recuerdos.
Se me antoja recoger los nudos narrados de esta maga de la literatura como es Carmen Martín Gaite y poder deshilachar todos ellos como los personajes de un cuento y tener la llave para resolver un acertijo.
La literatura no existe sin más, pues los libros están para leerlos. ❤️
Creo que una novela como esta solo la podría haber escrito Gaite. La maraña de pensamientos y conversaciones sin interlocutor. Me quedo con el protagonismo del mar.
4’5 No sé hasta qué punto esta es una novela paradigmática en la narrativa de Martín Gaite (a quien yo creía más vinculada al realismo social), lo que sí está claro es que estamos ante una obra compleja, una obra de madurez que he disfrutado mucho.
Partiendo de la estructura externa, Carmen consigue diseñar un frágil equilibrio entre una materia argumental muy escasa y un complejo discurso digresivo. Personalmente, llega un momento en el que la voz de Leonardo termina haciéndose un poco cuesta arriba. Pero hay que entenderle. El pobre sólo es un narrador poco fiable y desquiciado que acaba de salir de la cárcel tras mucho tiempo sin tocar hierba y que -con toda la ínfula y superioridad que te da ser un escritor frustrado- imita el estilo de M4arías tomando apuntes en clase de SaldaÑa. Ausencia de párrafos aparte, muchas de las reflexiones y citas con la que se ilustran grandes temas como el vértigo, la otredad, el vacío, el destino, la memoria y la escritura como herramienta para reconstruirla son bastante buenas y darían para una relectura igual de fascinante.
Sin embargo, Carmen no pierde el foco sobre aquello que motiva la escritura (la suya y la de Leonardo): la trama. En abstracto es una trama muy sencilla e incluso manida, pero los elementos que la componen se retuercen y manipulan aprovechando el carácter y recursos folletinescos que tan bien conoce la autora. El propio ritmo del relato maneja la información y nos la devuelve dosificada desde múltiples escenas y puntos de vista, por lo que el lector (como sujeto activo del acto de leer) se encuentra también reconstruyendo el puzle: el Juego de la Razón Fría que constituye la novela. Porque, como estáis viendo, a todo hay que sumarle esa vuelta metaliteraria e intertextual; un nivel más desde el que contemplar el artefacto teórico que es esta novela.
En definitiva, Carmen demuestra ser una escritora brillante, con una mente y un conocimiento literario envidiable aunque sobre todo ello sobresale su sensibilidad para recrear la fascinación que todos los personajes sienten hacia el paisaje de acantilados, salitre y gaviotas en el que se enmarcan tanto el faro como la Quinta Blanca y, por extensión, a sus propietarias.
Y me callo ya, si habéis llegado hasta aquí: os quiero amigas, leedla, os gustará!
"-Pues cuando los tengas (los hijos), te darás cuenta de que nunca se sabe cómo acertar, lo disculpa uno todo, pero sin entenderlo. Los hijos, en cambio, puede que nos entiendan mejor, pero no nos pasan ni una"
Me regalaron este libro en Reyes, un libro firmado por Carmen y dedicado "Para Aurora, la traductora de Barcelona, vía Esther, y con los mejores deseos" así que sirvan estos dos datos para encuadrar mi emoción durante la lectura. Aurora, presupongo, ha subrayado algunos pasajes, sobre todo ritmos y colores de la escritura, así que ha sido también leer siguiendo algunas pistas, conversando con seres imaginarios.
El argumento y el desarrollo, es complejo, como todos los de Carmen, que transitan entre lo real, lo imaginario, la memoria, el sueño y la vigilia. Un cuento que acaba bien aunque nuestro protagonista zozobre, como embarcado en una pequeña barca, buscando el faro que lo guíe. Todo tiene sentido (la barca, el faro, la zozobra) pero hay que ir desvelándolo con calma. Me sorprende mucho siempre de Carmen Martín Gaite lo imbricado de todos los elementos, lo personal de su escritura enigmática que yo leo pensando que ella nos trataba a sus lectores como personas complejas y hasta cierto punto exigentes; no hay historias lineales sino espirales, dead ends y mucha, mucha introspección.
Es que las cosas salen siempre un poco revueltas cuando las quieres sacar a la luz para otro, ¿no te pasa a ti? Al decir algo, ya se vuelve turbio, cambia, y cuanto más has creído entenderlo a solas, cuanto más brillaba como un flash en lo oscuro, peor es luego, más difícil que te entiendan
Las lecturas de esta autora siempre me han resultado ser un refugio. Con tanta lectura nueva, tal vez sus libros son los únicos a los que guardo cariño y alguna vez vuelvo a releer. Este es un de ellos. Lo compré hará poco más de 20 años, y al releerlo estos días agradezco que mi memoria lo haya ido recordando con la misma tranquilidad con que lo he disfrutado. Incluso ha habido ocasiones en que la memoria me ha traído el recuerdo de un dialogo entre los personajes que luego no he encontrado al releerlo. No sé si me lo he saltado sin querer o si mi memoria gusta ya de imaginar sin contar conmigo.
Su lectura en esta ocasión, al igual que en la primera vez, me ha acercado más al personaje de la hija del farero "Casilda". Tal vez porque aunque su vida ha sido rota desde su juventud, sus pensamientos se me asemejan en el saber esperar a que el tiempo nos vaya curando las heridas. En esta segunda lectura me ha parecido más claro que ningún otro personaje del libro ha sabido esperar y sanar las heridas de una vida truncada desde sus inicios en todos ellos. Incluso al leerlo he encontrado una mayor paz cuando es "Casilda" quien habla a cuando lo hace el resto.
No es fácil de leer. Creo que, especialmente, es difícil de empezar. Tiene un primer capítulo que da muchísimos datos sobre sus personajes, y en primera instancia abruma, pero lo negativo se convierte en positivo a medida que se sigue leyendo; se puede volver a ese capítulo, y al segundo, a lo largo de todo el libro, para comprobar sospechas que ya no recordábamos porque aún no conocíamos de verdad a esos personajes. En realidad es algo que pasa con la vida también. Siempre hay pistas en todos los inicios que nos llevan a lo que efectivamente encontraremos después.
Es prácticamente flujo de conciencia. Es fundirse en la psique de los personajes, acompañarlos en las bifurcaciones y digresiones que van haciendo sus pensamientos.
Merece la pena hacer el esfuerzo de sumergirse y coger el hilo. Es una prosa bellísima.
Este libro trata sobre el poder del recuerdo, el poder de la literatura (que no es sino la forma que algunos decidimos dar a esos recuerdos) y el deseo de ser amados.
Como todo lo de esta mujer, se siente como si estuvieras mirando a través de la mirilla una escena de estas que te hacen querer saber más sobre las personas que la protagonizan. Los diálogos, la historia, la conexión entre los personajes, el mundo interior de cada uno.
A lo mejor esta es una de esas historias que se disfrutan más si has leído las lecturas mencionadas, no lo sé.
A lo mejor tenía que haber leído el dichoso cuento de Andersen, no lo sé.
Para mí ha sido una lectura agridulce.
Me he sentido perdida por momentos, sin entender muy bien qué estaba pasando en la historia. Los cambios de narrador y de tiempo no ayudan.
Es una lectura compleja, con reflexiones largas sobre temas trascendentales y diálogos... en los diálogos Carmen y yo no nos entendemos.
No me parecen diálogos reales, normales. Están forzados para poder soltar ideas profundas. No soy fan de esta forma de escribir. Creo que los diálogos deben reflejar la forma de hablar de la mayoría de la gente (o al menos de una gente específica), pero es que incluso las personas más normales de la novela tenían una forma de hablar pomposa. No me ha convencido.
Algunas ideas son interesantes cuando consigues bucear por ellas. Me han encantado los pasajes sobre la familia, el linaje, el recuerdo.
Le pongo tres estrellas con la esperanza de que en el futuro, si leo a Andersen y entiendo más referencias pueda subir a cuatro. A cinco no. Los diálogos no los perdono, jeje.
El joven Leonardo Villalba sale de la cárcel y se encuentra perdido. Hilvanando sus recuerdos de infancia y los cuentos que su abuela le contaba de niño, acabará encontrándose a sí mismo y descubriendo algunas verdades sobre su familia que le han ocultado durante toda su vida. Solo así conseguirá descongelar su corazón que, como al protagonista de «La Reina de las Nieves», una suerte de maleficio dejó anestesiado hace mucho tiempo.
Adoro esta novela de principio a fin, igual que adoro el estilo narrativo de Carmen Martín Gaite, una verdadera maestra en el arte de usar las palabras como un hilo con el que conectar historias, personas, épocas, lugares y libros. Es una de mis obras favoritas.
Cuando el cansancio adormece mis ganas de leer -cuando se me cuela un cristalito en el ojo- siempre recurro a Carmen Martín Gaite y nunca me equivoco. Maravilla, como siempre.
Embarcarse con Gaite es siempre una aventura llena de titubeos y de conversaciones con mucha enjundia. Es difícil o casi imposible terminar la novela sin subrayar alguna frase que queda entre lineas, los personales siempre están sedientos de charla. En este libro la autora reta descaradamente las lindes entre lo vivido y lo imaginado; y me parece asombroso como la vida está llena de casualidades y cómo uno en búsqueda de aquello que nos interesa termina encontrando aquello que gusta pero que muchas veces aun no se sabe.
La reina de las nieves es por mucho el libro más enredado que he leído en los últimos meses, muy completo y lleno de varas que se desprenden de un tronco que es la vida misma, esta novela es un canto y un homenaje a la existencia humana, tiende un entramado en donde conviven temas fundamentales como la memoria, la ausencia, las relaciones, el anhelo, y la escritura como método infalible para bregar contra el olvido. Poco necesito hablar del argumento porque para eso se lee una sinopsis, de lo que si me interesa hablar es de la manera en que está contada esta historia, y es que considero que en este tipo de literatura se resume la tarea del escritor, al menos la que a mí me importa. Gaite hace una especie de ósmosis literaria, pues dentro de la misma novela jalonea un poco la realidad; invita a la memoria del personaje principal el recuerdo de un cuento que existe no solo en la historia sino también en nuestra realidad, eso me parece sensacional pero también complejo de construir, de un momento a otro uno como lector queda perdido entre los linderos de la ficción. Me hizo recordar a lo que dice Rosa Beltrán sobre la incidencia de la ficción en la vida misma. Esto es reciente pero Gaite comenzó a escribir esta historia en los albores de los setenta, ¡una visionaria!
La novela está poblada de personajes que piensan mucho y que se cuestionan cosas que parecieran banales, eso trae conversaciones llenas de existencialismo, algo demasiado Gaiteano. Nada de lo escrito es secundario o accesorio, cada renglón conforma un todo y se combina de forma excelentemente natural, hay tanta humanidad en cada diálogo. Fenomenal.
(4,5) Retomé este libro tras haberlo empezado años atrás, no recuerdo si lo llegué a terminar, pero sí que lo empecé. El caso es que según avanzaba en su lectura dejé de recordar cosas leídas, por lo que intuyo que en su momento lo abandoné al poco de empezarlo. Es una novela que parte de la inspiración en el cuento de Hans Christian Andersen ‘La reina de las nieves’. Con alusiones a ese cuento, se desarrolla la historia de una persona que tras salir de la cárcel e hilar recuerdos inicia un viaje interior por sus sensaciones, su pasado y sus seres cercanos; un viaje que le lleva de vuelta a la infancia y a los lugares y paisajes que la conformaron. A partir de esos recuerdos y en su sólida voluntad de retomar espacios y vivencias que son parte de esta infancia, se embarca en la tarea de recuperar una vieja casa que fue propiedad de su familia, ahora en manos de una escritora que goza de cierta popularidad. Más allá de la trama, que según avanza la historia va desvelando cosas ciertamente inesperadas, lo interesante de la novela es como transmite las sensaciones del protagonista en todo el proceso de revivir y de encaminarse al reencuentro con ese pasado. Alterna tramos de texto en los que se desarrolla una acción intensa, con muchos diálogos, y partes en las que el texto navega por las sensaciones y reflexiones del protagonista. En ambos casos, con sumo acierto. Me ha parecido una novela extraordinaria por su desarrollo y por cómo describe los pensamientos, sentimientos y reflexiones del protagonista y algún otro personaje. Pero sobre todo en su conjunto. Formidable.
No me convenció demasiado. Hace años leí mucho de Carmen Martín Gaite, y me gustaba bastante. Nunca leí "La reina de las nieves" ni "Caperucita en Manhattan". Me parece que "Irse de casa" tampoco. Sí muchos otros. No recordaba que escribiera de esa manera tan morosa para a veces describir o relatar nada. No deja ninguna huella este libro en mí, es más, mucha prosa lírica para un argumento que se resume en "chico atormentado y perdido porque su madre en realidad no es su madre y no ha sabido serlo, dada la frialdad de su relación con ella. Por suerte su padre le fue infiel a su madre con otra mujer que sí es su madre de verdad, la biológica y la auténtica, y con ella se encuentra en paz y amor al final del libro, en el último capítulo. Sin reproches, sin explicaciones y porque sí. Y fueron felices y comieron perdices". Y para añadirle más enjundia al libro establece un paralelismo con el libro de Andersen. Bueno... No me gustaron los personajes, no los entendí, no me los creí ni me parecieron bien perfilados. La historia para mí hizo aguas por muchos lados. Las reflexiones no me parecieron tales reflexiones, más bien fue el desarrollo de la palabra por la palabra, de la frase por la frase. Con ganas de acabar el libro, y eso no bueno.
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Mi primer contacto con Carmen Martín Gaite ha sido un desastre. Estaba deseando leer algo de ella y pensé que esta sería una buena opción. Lamentablemente me equivocaba.
El libro está maravillosamente escrito y me encanta la forma de plasmar los pensamientos que tienen los personajes, pero la historia no ha sido para mí. Nada excepto el último párrafo me ha importado lo más mínimo. Me daba igual continuarlo o dejarlo.
Aún así volveré a leer algo de esta escritora, un mal comienzo no creo que implique que no me guste.
"Y desde todos estos sitios, mi voluntad de fuga se quiebra una y otra vez contra las esquinas del escenario que siempre está presente (...). Y es el lugar de donde voy huyendo, este cuarto."
" ....y el amor, pues igual, ¿de que te extrañas? Hay que tomarlo así, como una sacudida, sólo cabe gozar de lo que es pasajero cuando estalla(...)porque el mar a tu casa no te lo puedes llevar"
"Hablabamos del mar casi siempre, y de la tempestad, y de la calma. Pero sobre todo de las focas que toman el sol en los acantilados, de las gaviotas y de otras aves marinas"
Ahora que se han puesto tan de moda los "retelling", vuelvo mi vista atrás y recupero la lectura de éste que Carmen Martín Gaite escribió hace años. Una vuelta de tuerca al cuento de Hans Christian Andersen. A Leonardo, como a Kay, un pequeño cristal se le ha metido dentro; uno que ha convertido su cuerpo en cárcel de hielo para sus sentimientos. Ahora sólo siente vértigo. Pero queda la memoria (de su padre muerto, de los acertijos que le planteaba su abuela) luchando para ganar la partida al olvido, y la escritura y los acantilados con olor a mar y esa Quinta Blanca, la casa del torreón donde él pasó su infancia y adolescencia. El lugar a donde él deberá volver.
Al principio me costaba un poco entrar en el libro pero luego no he podido parar de leerlo y era como un imán. Es una mezcla heterogénea de temas, romántico, onírico, fantasioso. Siempre presentes la fina sensibilidad y agudas observaciones psicológicas de la autora. Tiene muchas referencias literarias que se entrelazan con la historia del libro y lo realzan. Puro amor por las palabras, los cuentos y la literatura. Las historias se van contando de una forma serpenteante, árbolescente, fluyendo de forma natural como si se contasen oralmente. Muy recomendable.
Me ha costado muchísimo empatizar con el personaje de Leonardo, no ha sido hasta la tercera parte (cuando el protagonista es femenino) cuando he sentido esa empatía que despierta Martín Gaite con la psiqué de sus protagonistas. De nuevo una nueva obra llena de divagaciones que puede ilustrar la mente caótica de Carmen tras vivir la muerte de su hija, una maraña de pensamientos desorganizados pero con una trama más o menos buena.
Ha sido una lectura desastrosa. La historia me ha parecido bastante confusa, los personajes también. Entre unas cosas y otras me he perdido en varias ocasiones, y me da mucha rabia andar perdida. Y eso que me leí el cuento de Hans Christian Andersen. En fin, es lo que hay.
"...y el amor, pues igual, ¿de qué te extrañas? Hay que tomarlo así, como una sacudida, sólo cabe gozar de lo que es pasajero cuando estalla, pero como si lo miráramos en un cuadro, porque el mar a tu casa no te lo puedes llevar".