What do you think?
Rate this book


El cambio climático es parte de la discusión pública, y la conciencia ecológica se expande como consenso social. Sin embargo, todavía estamos presos de una visión de la naturaleza que no sirve para pensar nuestro vínculo con ella: ni las miradas catastrofistas que anuncian el apocalipsis ni la idealización que simplifica el mundo natural al concebirlo casi como una divinidad new age (o como un gigante autónomo) pueden captar la novedad de un régimen que ya es imprevisible.
El aire, los océanos, los glaciares, el clima, el suelo: todo lo que era la antigua naturaleza ha dejado de ser una escenografía estática –tranquilizadora o atemorizante– para convertirse en un actor más en el escenario y sostener una agitada relación con los humanos. En este libro ambicioso y pionero, Bruno Latour da una vuelta más a su proyecto de trazar una antropología de los modernos. ¿Cómo comprender esta Tierra que interactúa con nuestras acciones e incluso decide sobre ellas? Sólo es posible hacerlo repensando nociones clásicas de la sociología, la epistemología, la antropología y la ciencia política (mundo social/mundo natural, ciencias naturales/humanidades, ciencia/religión). Pero sobre todo, quitando grandilocuencia al tema del cambio climático, para acercarlo a una escala humana, cotidiana. En ese marco, analiza el desempeño de los diferentes actores (empresarios, científicos, ciudadanos, gobernantes), cartografía los territorios y las poblaciones en crisis, reflexiona sobre el sentido del Estado y las políticas públicas.
Entre la fluidez de la palabra oral y la exploración ensayística, este libro –consumación de un programa que ya lleva cuatro décadas– construye un puente entre ciencia y política como única vía para entender las potencias desencadenadas por el nuevo régimen climático y rearmar nuestro propio margen de acción como criaturas terrestres.
335 pages, Kindle Edition
First published February 28, 2013
With Gaia, Lovelock is asking us to believe not in a single Providence, but in as many Providences as there are organisms on Earth. By generalizing Providence to each agent, he insures that the interests and profits of each actor will be countered by numerous other programs. The very idea of Providence is blurred, pixelated, and finally fades away. The simple result of such a distribution of final causes is not the emergence of a supreme Final Cause, but a fine muddle. This muddle is Gaia.