For many centuries philosophers have been discussing the problem of evil—one of the greatest problems of intellectual history. There are many facets to the problem, and for students and scholars unfamiliar with the vast literature on the subject, grasping the main issues can be a daunting task. This Companion provides a stimulating introduction to the problem of evil. More than an introduction to the subject, it is a state-of-the-art contribution to the field which provides critical analyses of and creative insights on this longstanding problem. Fresh themes in the book include evil and the meaning of life, beauty and evil, evil and cosmic evolution, and anti-theodicy. Evil is discussed from the perspectives of the major monotheistic religions, agnosticism, and atheism. Written by leading scholars in clear and accessible prose, this book is an ideal companion for undergraduate and graduate students, teachers, and scholars across the disciplines.
This book focuses on theological and evil, addressing the issue of whether a God can exist despite evil. The book is a series of essays addressing every aspect of this question. I feel it is a comprehensive and highly informative resource on the subject and glad to have read it. The only reason for the 4 stars is that it was very high level philosophy and I struggled to comprehend some of the concepts. (I have no background in philosophy).
Si Dios no desea la existencia del mal, pero no puede evitarla, entonces no es todo poderoso. Si puede evitarla, pero no desea hacerlo, entonces no es absolutamente misericordioso. Si el mal, en cambio, existe donde Dios no está, entonces no es omnipresente. Esa es la naturaleza del problema, reconocido por teólogos creyentes, así como críticos, como uno de los principales retos de la doctrina judeocristiana y, en general, las religiones de origen judío. El planteamiento del problema ha generado profundos desarrollos teológicos y filosóficos mediante los cuales se pretende hallar una respuesta. El más conocido de todos tiene que ver con el libre albedrío. Según esta postura, Dios permite el mal porque, de lo contrario, no seríamos totalmente libres. Empero, la respuesta, parece insuficiente. En primer término, no explica el origen del mal. ¿Fue Dios quien lo creo? ¿O existe como una entidad anterior a Dios, negando así su entero poder u omnipresencia? Además, ignora que la libertad no siempre implica la elección entre el mal y el bien. Por el contrario, se ejerce incluso ante la elección entre dos o más maneras de hacer el bien. ¿Por qué Dios, entonces, en su absoluto poder, no creó un universo en el que pudiéramos ser libres sin la existencia del mal? No sería, en esa medida, todo poderoso. Otra respuesta, tiene que ver con la consecución de bienes mayores a través del mal. Esa posición, argumenta que solo a través del mal logramos tener experiencias profundas del ser humano. Ejemplos de esto son el perdón que otorgamos cuando el prójimo nos produce un mal, o la superación, vivida luego de atravesar un duelo. El perdón y la superación, en el sentido del ejemplo, serían valores superiores, solo posibles ante la existencia del sufrimiento, como una de las expresiones del mal. El mal, de esa forma, tiene un sentido. La solución, sin embargo, ignora la evidencia. En efecto, existen males sin sentido aparente. Nada explica la muerte de un bebé que, tras momentos de intenso sufrimiento, fallece luego de pocas horas de nacer. Tampoco, el sufrimiento animal, ocurrido en su hábitat natural sin que ningún ser humano pueda percatarse. Es difícil, sino imposible, atribuirles a esas situaciones un propósito profundo. Y si lo hay, sería, cuando menos, siniestro. Es decir, ¿cómo es posible que un dios absolutamente misericordioso utilice como instrumento a un bebé recién nacido, negando su dignidad, su posibilidad de vivir, por un sentido trascendente? Una conducta semejante implicaría transgredir el principio ético fundamental de origen kantiano, según el cual, ningún ser humano es un instrumento, ni puede ser utilizado como tal. Ante la imposibilidad de soluciones, llegamos tal vez a la doctrina más coherente, enmarcada bajo el título de “sceptical theism” – “teísmo escéptico”. Esta doctrina plantea que, si Dios es tan poderoso, entonces hay muchas cosas que no vamos a entender de éste. Por tanto, una posición humilde es aceptar esa realidad, y simplemente permitir el misterio. Así, ante la aparente contradicción entre sus intrínsecas cualidades, y la existencia del mal, no debemos hacer otra cosa distinta a reconocer que nuestro limitado intelecto no permite su entera comprensión. Estoy de acuerdo. El problema es que un teísmo escéptico coherente, inevitablemente conduce al agnosticismo. ¿Cómo podemos afirmar sin contradicciones que no entendemos algunas cosas de dios, pero otras sí? Aceptar que no comprendemos la existencia del mal conllevaría, si somos sinceros, a aceptar igualmente desistir en la creencia de sus cualidades intrínsecas: todo poderoso, omnipresente y absolutamente misericordioso. Hay autores que lo niegan. Para ellos, a través de la revelación divina, ciertos misterios se nos pueden develar, pero nunca la totalidad de estos. Pero esa posición en realidad resulta conveniente, pues implica saber las cosas buenas de Dios, pero desconocer las problemáticas. Refleja, en últimas, que, como con claridad lo indicó Nietzsche, fue el hombre quien creó a Dios a su imagen y semejanza y no al contrario. Lo racional es, entonces, volver a la conclusión que desde hace varios siglos Epicuro nos transmitió: “si los dioses existen, no les importamos”. Por el contrario, cualquier caracterización de Dios sería incurrir en la postura, esa sí arrogante, de humanizarlo. Es decir, si como defienden los teólogos actuales, Dios es tan grande que está por fuera del tiempo y el espacio, es decir, es inalcanzable, incomprensible, entonces su descripción como ser bondadoso, misericordioso, poderoso, omnipresente, redentor, creador, entre otros, no es otra cosa, que atribuirle principios humanamente construidos, a un ser que nada tendría que ver con lo humano.
Some interesting concepts and theories put forward by some intelligent people. However, they are seriously lacking in their understanding of various scientific methods, or they conflate certain scientific ideas into regions they cannot, or do not, belong. With also stating that leading biblical scholars’ views would be different if they were working in a different century seems disingenuous and like a logical fallacy. Interesting thoughts, but otherwise mostly Christian apologetics.