José María Pemán y Pemartín fue un escritor español que cultivó todos los géneros literarios, destacando como periodista, dramaturgo y poeta, además de notable orador. Adscrito ideológicamente al tradicionalismo, entre otros reconocimientos recibió el de caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro.
Pemán recoge la anécdota por la cual cierto día en el despacho de Ángel Herrera Oria, allí donde se reunía cada tarde el consejo de redacción del diario El Debate, el futuro cardenal advirtió a uno de sus redactores: «Tráigamelo antes de las ocho. Tiene usted derecho a tres gerundios». A lo que el autor de estos recuerdos añade: «Burla burlando, Herrera sabía que los gerundios son los salvavidas de los prosistas que naufragan». José María Pemán, interesado por todas las cosas y buen conocedor de muchas de ellas, es una de las plumas más fecundas e insignes que nos legó el pasado siglo, y este libro de memorias – el segundo tras su Confesión general y anterior a Mis encuentros con Franco – da fe de otra de sus grandes cualidades: su formidable sentido del humor y su extraordinaria capacidad para compartirlo por escrito.
En esta obra quedan reunidos el recuerdo con la reflexión desde el presente, desde el cual Pemán advierte que no se servirá de anotaciones o libros ajenos, sino únicamente de su memoria y una pluma con la que escribir de corrido. Establecida la filosofía del almuerzo, que desde el Cantar de mio Cid («bermella es su cara – cá es almorzado») encontramos como centro vital de la jornada española, se nos revela que es en aquellos almuerzos sin compromiso donde se refugia la verdad última en tiempos de verdades dirigidas. Y es en este ambiente distendido en el que el autor se encuentra con un José Antonio Primo de Rivera castigado sin postre, con las afiladas observaciones de Sáinz Rodríguez o los problemas con la censura de Jacinto Benavente, situación en la que se vio obligado a mediar el propio Pemán.
Los retratos son numerosísimos: Calvo Sotelo, Ramiro de Maeztu, José María Valiente, Ossorio y Gallardo, Raquel Meller, el príncipe Juan Carlos, Eugenio d’Ors y mucha otra «gente importante» con la que se almuerza y conversa y que son colocados en ese trasfondo de frívola ironía que Serrano Suñer recriminará en su reseña del libro. El «boom» memorialístico que tuvo lugar desde los últimos años de vida de Franco encontró en esta compilación de confidencias la originalidad de la que carecían otros relatos testimoniales, que no poseían la gracia de estos almuerzos en cuyo título se inspiraría Manuel Vázquez Montalbán para narrar los suyos. Un documento histórico de primera mano en el que, bajo apariencia de superficialidad, el que fuera propuesto para el Nobel de Literatura desliza graves y profundas reflexiones.
Un retrato de la clase intelectual de principios del S. XX pasando por Miguel Primo de Rivera, Eugenio d'Ors, Franco,…siempre desde una visión de derechas, católica, liberal y monárquica. Umbral dijó que no había mucha gente que hubiera escrito como él en España.