Bajo este título Rosamaría Roffiel, como de costumbre, se atreve al desafía y se anima a compartir, hechas cuento, algunas enseñanzas que ha obtenido del diario vivir. Aquí, al igual que en Amora, la autora hace gala de su don de saber trasladar al papel el habla coloquial en forma de diálogo cotidiano y creíble, alejado de grandilocuencias; pero también recurre, y con mayor frecuencia, al monologo interior, a “esas cosas que solo una se cuenta” y que son espejos del fluido del pensamiento y del recuerdo. Así, en un espectro que recorre diversos estados de ánimo y variados ejemplares de existencia prohibida y marginal, Rosamaría Roffiel regala una vez más a la narrativa lésbica mexicana, de la que es faro y pionera, su talento y su legendaria dulzura.
Nació junto al mar en el puerto de Veracruz el 30 de agosto de 1945. Además de múltiples artículos y entrevistas periodísticas, es autora de los siguientes libros: Irán, la religión en la revolución (1981, co-autora), ¡Ay Nicaragua Nicaragüita! (México 1986, Italia 1989), Corramos libres ahora (poemario, 1986, 1994, 2008, 2019), Amora (novela, México 1989, 1999, 2000; España 1997), El para siempre dura una noche (México 1999, 2001) y En el fondo del mar no sólo hay peces (México 2010).
Un libro bastante disfrutable si aprecias los relatos meticulosos y los cuentos cortos. Con un estilo muy singular rosamaria permite adentrarnos en sus aventuras y de otras por medio de sus narraciones. Un clásico lésbico.
Una verdadera joya de la literatura lésbica latinoamericana, todos y cada uno de los pequeños cuentos que integran la obra son una auténtica maravilla. Su estilo mágico, su narrativa hipnótica y su política imprescindible. Sin lugar a dudas, uno de los mejores libros de ficción (y no tan ficción) lésbica que he leído
Es el segundo libro que leo de la autora —el primero fue “Amora”— y he corroborado que me gusta mucho su voz: fresca, ochentera/noventera, franca, directa. Me encantó imaginar mi ciudad en otros tiempos al leer estos relatos. Mi favorito es “El sida es más que un chiste de oficina”, que me hizo sentir lo duro de la pandemia, lo triste de las despedidas, la impotencia, lo terrible que debió ser vivir una pandemia que se veía como un castigo… “El viento no se rompe aunque se parta en ráfagas” es duro, pero profundo y bello. Qué linda la forma en que comparte la historia de sus amores. Qué grata sorpresa encontrarme con la historia de la Bogue; qué buena forma de narrarla en primera persona.