Questo romanzo, l’ultimo scritto da Giorgio Manganelli prima della morte nel 1990, è tutto una visione corrusca, l’allucinazione di un teologo, la ricognizione di un luogo «in cui è difficile entrare e impossibile uscire». Questo luogo è detto «la palude definitiva», ma non ha altro nome. Vi entra chi ha commesso una colpa, ma non sa quale. A mano a mano che seguiamo il narratore e il suo cavallo, che si svelerà importante personaggio, inoltrandoci in questa terra «torbidamente viva», ci accorgiamo che siamo risucchiati in un vortice metafisico, nella creazione di un demiurgo maligno. E ci viene da pensare che Manganelli abbia qui voluto raccontare il luogo stesso della sua immaginazione, luogo «sommamente rischioso», enigmatico, «ripugnante e fascinoso», dove si svolge un’avventura solitaria ed estrema, quel luogo di confìne fra molti mondi che fu la «misteriosa, taciturna patria» di questo grande visionario.
Giorgio Manganelli was an Italian journalist, avant-garde writer, translator and literary critic. A native of Milan, he was one of the leaders of the avant-garde literary movement in Italy in the 1960s, Gruppo 63. He was a baroque and expressionist writer. Manganelli translated Edgar Allan Poe's complete stories and authors like T. S. Eliot, Henry James, Eric Ambler, O. Henry, Ezra Pound, Robert Louis Stevenson, Byron's Manfred and others into Italian. He published an experimental work of fiction, Hilarotragoedia, in 1964, at the time he was a member of the avant-garde Gruppo 63.
"...hago que me sea entregado un caballo y huyo, dejo la ciudad que no volveré a ver jamás; dejo sin duda a alguien a quien amo, estudios dilectos, paseos meditabundos, con amigos de ardua compañía, dejo una gran y noble biblioteca, y acaso también compañeros viciosamente dilectos, dejo fantasmas, que he evocado pero no liberado..."
Esta novela de Giorgio Manganelli me ha llevado casi un mes, y teniendo en cuenta que tiene apenas 110 páginas, se podría pensar que he tardado tanto porque me ha costado la misma vida, pero no, es justo lo contrario, la he alargado como en un bucle. En cuanto la empecé supe que tenía que tomármela en pequeños sorbos, recrearme y paladearla, volver a lo leído el día antes y así disfrutar la riqueza infinita que nos propone aquí Manganelli usando las palabras como si fuera un mago. El jinete que se ve obligado a salir a caballo de su hogar, ciudad o fortaleza, e intenta buscar un hogar en otro lugar, con desesperación, se podría decir “¿Sabría alguien indicarme un lugar dónde pudiera hallar asilo, al amparo de las furias de una ciudad que desea mi exterminio?”, parece empezar como el paradigma de la búsqueda eterna de un lugar donde afincarse, sin embargo, el concepto que propone aquí Manganelli va mucho más allá de lo que es el lugar físico. El jinete y su caballo, que se adentran en lo desconocido, consiguen llegar a una tierra lejana, a un lugar en ninguna parte del que será fácil entrar pero imposible salir, una ciénaga definitiva, el lugar definitivo dónde aislarse del mundo para siempre y relajar su cansado cuerpo…
“No es, ésta, una ciénaga, sino en cierto modo la ciénaga definitiva, un lugar donde, oigo que se me dice, ningún corregidor o verdugo osaría adentrarse; pero es un sitio en el que es difícil entrar e imposible salir; donde yo estará a salvo pero absolutamente solo y excluido para siempre de todo trato humano.”
La abstracción de lo que cuenta esta novela tan única podría convertirla en una obra densa, difícil e impenetrable, pero el secreto está en el lenguaje, las palabras que va encadenando Manganelli, que llevarán al lector en volandas, a medida que va intentando elucubrar ese flujo de conciencia ininterrumpido en el que nos envuelve el narrador: “En realidad, la niebla es una típica seña de identidad de la ciénaga, una suerte de cabellera, no ya un velo que oculte su proceder cosmético; a veces no hay niebla sino una suerte de escalofrío de las aguas, un bullir de la laguna, de las dunas acuosas; y ello parece conmovedor porque raramente es dado a percibir tanto movimiento en la ciénaga.” En la ciénaga hay un casa, y el jinete se acomoda en ella. A partir de aquí, contemplará la ciénaga por la ventana, la ciénaga se transforma, se metamorfosea durante la noche, una imagen desbordante irá surgiendo de este flujo de conciencia en el que realmente todo lo que rodea al jinete narrador es gris, oscuro, nuboso y sin embargo, todo lo que el lenguaje de Manganelli es capaz de desplegar frente al lector, resulta en una especie de milagro de estilo narrativo.
"Desde que estoy en la casa, lugar extraño e íntimo, suceden acontecimientos singulares, o incluso habituales, pero singulares en este lugar. He recuperado el sueño: no sé desde hacía cuánto no dormía, quizá desde hace generaciones. Pero ahora me sucede que me adormilo y sueño. En verdad, no creo que el mío sea sueño humano destinado a colmar con cíclica mudanza mi cotidiano cansancio; es el sueño que debe conducirme a soñar; y creo que he vuelto a dormir porque sin sueño no puedo soñar, y soñar es necesario, en la ciénaga."
Quizás lo que más me haya impactado de esta obra inclasificable independientemente del lenguaje sea que Manganelli, intuyo, nos esté hablando de sí mismo (y de nosotros), la aventura en solitario que es la mente humana en la que estamos solos con nosotros mismos y en la que nos construímos un lugar secreto, la insondabilidad del alma. La ciénaga definitiva es una fábula existencial en la que el autor con su mirada desesperada y totalmente desencantada refleja en esta ciénaga el laberinto de nuestra mente, las encrucijadas, los errores, la memoria, el enigma del alma humana: “Me encuentro encerrado en un camino que no lleva a ninguna parte, debo ver atrás, buscar la encrucijada del error, ensayar por último distintos errores, suponiendo, aunque por mero juego, que al final encontraré la solución.”
“Y me pregunto si este cuerpo mio, al que estoy acostumbrado, a la vez consueto y mutante, no habrá adquirido o estará adquiriendo la misma condición inestable y ventosa de un copo, un vapor, un fragmento de nube, un bufido de viento, y si al convertirme en ciudadano de la ciénaga no tendré que adaptarme a ese pulular, a ese existir grácil y airoso, en resumen a ser, yo, cuerpo humano…”
La bajada a los infiernos que puede suponer para el narrador la ciénaga, es un viaje al interior del alma humana, aquí no importa tanto el hecho físico, el objeto, la corporeidad sino la visión, la percepción, la interpretación en la que aparecen estos hechos. Y es el lenguaje el que nos hace penetrar en esta abstracción, en la visión que se despliega frente a nosotros convirtiendo todo este relato en un texto poético. Es un libro para releer una y otra vez porque en esta visión podemos reconocernos a nosotros mismos. “¿No es verdad tal vez que la ciénaga es una alternativa a la nada, y que no sabemos si, haciendo abstracción de la ciénaga, existe algo más?… la alternativa es entre ser y nada, y no ya la despreciable alternativa entre vida y no vida?”
“Cada camino es un camino pero es también una alucinación, un camino hacia un objetivo, eso parece, pero puesto que el objetivo, sea cual sea, no se alcanza jamás, excepto en el caso de que se trate de un ulterior camino, es posible que cada camino sea un engaño, una filfa, un arcano para sugerir, gracias a un embustero ideograma trazado en la oscuridad, que a fin de cuentas lo más sabio sería que no me moviera en absoluto.”
In parte, il libro sembra marcato da un esistenzialismo assurdo del tipo beckettiano. Ma questo è forse solo un punto di partenza, una grande affinità catalizzante, perché La palude definitiva non tende a un discorso vorticante che riduce tutto intorno all'antieroe a una lessness (parola inventata da Beckett), ma arricchisce il suo povero dominio con molti significati. La palude è, tra le altre cose, uno specchio nero, un ritratto depersonalizzante, è l'altrove assoluto, lo spaesamento, la solitudine senza orizzonti. L’esistenza del protagonista non è eccessivamente interiorizzata in un monologo ininterrotto (come in Beckett), ma esteriorizzata, descritta in forma di un paesaggio sfinito. La palude, sebbene una sola parola, è una metafora concreta e ampia. Concreta, perché disegna un dominio - forse, l’ultimo, il più esteriore del mondo - dove si abita; e perché meta-fora significa etimologicamente “portare oltre”, proprio quello che succede con l'eroe. È una metafora ampia, perché agisce come una serie di metamorfosi: la palude non è solo senza confini, ma anche senza fissità. La palude del libro rimane paradossalmente un luogo non-luogo, perché cambia continuamente tutte le sue forme.
Giorgio Manganelli appartiene a quella cerchia ristretta di autori di caratura elevatissima, nel mare magnum della nostra letteratura. C'è una sorta di fil rouge, invisibile ma alla stessa maniera incisivo, che lo lega a gente come Landolfi, Bufalino, Morselli e Moresco. Autori che qualcuno considererebbe di nicchia, troppo colti, troppo aulici, se non leziosi. Di fatto ci si sente piccoli e miserevoli dinanzi alla loro prosa, mentre l'occhio viene appagato dalla bellezza sopraffina di cui sono rivestite le parole scelte con cura maniacale e certosina, un lessico ingioiellato da termini a volte astrusi a volte estremamente evocativi, immediati. La palude definitiva è un'opera simbolica, la discesa ideale attraverso un Maelström mortifero e gorgogliante, tra miasmi putridi e in qualche modo invoglianti. C'è una trama che passa subito in secondo piano, messa all'angolo dalla descrizione superba di un inferno malaticcio e viscido, oscuro e morboso. Capitoli interi passati a sottolineare passaggi strepitosi - “è la palude una piaga nel corpo dell'universo, o l'universo non è che un vile tentativo di accerchiare ed escludere la palude dai giorni e dalle notti, dai giusti dagli ingiusti, dalla luce e dai soli?”- il capitolo 24 è uno di quelli che rileggeresti all'infinito senza stancarti mai, chiedendoti come faccia ad esistere tanta maestria, che tipo di anima debba avere un essere umano, per essere in grado di scrivere così, se si nasca con una scintilla artistica esplosiva o se si possa imparare, strada facendo, a far faville con una penna tra le dita. Ma cos'è la palude definitiva? Personalmente ho dato diverse interpretazioni: La prima, allegoricamente Manganelli ci svela il volto crudele e decadente, quindi autentico, della nostra esperienza interiore ed esteriore del vivere quotidiano. La palude è la giungla di ogni giorno, l'impiastro limaccioso che ci inchioda a terra, tra le cose più venali, in mezzo ad anime dannate che non vediamo più perché troppo concentrati su noi stessi, egoisti e meschini, vittime e carnefici della nostra essenza. Il cavallo, la cavallinità, è il nostro ego più profondo, dal quale ci facciamo trasportare come foglie al vento,in balìa di mille e più fattori esterni che non sappiamo riconoscere ma che comunque approviamo, smarrendoci in una sterminata selva dantesca. L'altra interpretazione è quella più intima: la palude è la nostra anima, laggiù dove sono sepolti tutti i segreti inconfessabili, le brutture che ci contraddistinguono e che fingiamo di non conoscere. E se il cavallo continua a essere l'ego, il fuoco è la passione che ci alimenta, l'ambizione, il talento, i desideri verso cui tendiamo e che man mano si assopiscono, si fanno labili. Ma la palude potrebbe anche essere un incubo lucido, un delirio tra il sonno e la veglia, l'incessante richiesta d'aiuto che esplode in silenzio e nella desolazione più disperata. Il protagonista compie un viaggio immaginario dentro le spire delle sue ossessioni, trafitto da mille e più domande a cui non troverà risposta: cos'è davvero la palude, una proiezione della sua mente? Un luogo fisico o astratto? Da quando esiste? È una punizione o un atto di redenzione? Chi la governa? Chi decide chi possa entrarvi o meno? Tutto è confuso ma ci si arrende comunque alla palude e alla sua complessa e stucchevole singolarità. Molto probabilmente tutte le mie supposizioni sono errate e Manganelli voleva esprimere tutt'altro, ma non è forse vero che ognuno legge nei libri ciò che più gli risuona e gli appartiene? In ogni caso La palude definitiva è un'opera straordinariamente ricca di fascino e repellenza, da leggere con la dovuta attenzione, soffermandosi sui passaggi più salienti, sulle scene dall'impatto immediato e su quelle che invece arrivano un attimo dopo, alla ricerca del significato più profondo celato dietro alla storia, e forse ce n'è più di una, e sta a noi formulare la nostra personale esegesi, capire cosa sia sul serio la palude definitiva.
Un libro con una carga poética arrolladora. La última obra de Manganelli es una oda a los espacios definitivos, últimos infiernos (o cielos) del ser humano. El protagonista, un prófugo de la justicia, disecciona este espacio en múltiples enfoques, en múltiples filosofías y con términos que fue agradable ir descubriendo con un diccionario. Es curioso que en una época en la que me había empantanado en lecturas llegara una ciénaga a sacarme de un letargo y me pusiera de nuevo a pensar por qué escribimos, por qué leemos. Pues por historias como esta.
Me sigue pareciendo impresionante todo lo que Manganelli pudo sacar a un simple espacio llano y sin más que una casa vacía, un caballo que no es caballo sino la caballinidad misma, y la idea de que exista algo o alguien (un negativo, un alter ego, un doppelganger) en los confines de un espacio diseñado para entrar pero no para salir. Aunque hay partes densas, se mantiene una inquietud, una expectativa sobre lo que el prófugo nos cuenta a través de sus percepciones.
Un libro que se quedará para futuras relecturas, sin duda.
Der Sumpf als metaphysische Metapher? Als psychoanalytischer Irrgarten? Ein Sinnbild für Erlösung oder Auflösung? Für das wahre Selbst oder das innere Chaos? Allumfassende Leere oder ewige Entropie? Oder nur ein Italiener mit surrealer Logorrhoe? Keine Ahnung, aber äußerst spannend!
Er, der Erzähler, ist auf der Flucht vor den gerechten Meistern des Scheiterhaufens. Ein Pferd, nein, die Pferdhaftigkeit, bringt ihn zum einzig möglichen Ziel, dem Sumpf.
Dies, das begreife ich jetzt, ist die Luft, die mir entspricht, und ich verstehe jetzt auch mein heftiges Verlangen, mich von allem zu lösen, was sich im menschlichen Sinn meiner Aufmerksamkeit darbot, sei es dem Grauen der Gerechtigkeit, sei es der Schamlosigkeit der Halsabschneider, auch wenn diese — ich würde nicht wagen, das zu bestreiten - sich doch stets auf dem Weg zum Sumpf befunden haben, von dessen Existenz die gerechten Meister der Scheiterhaufen nichts wissen. Ist dieser unbewohnbare Raum meine Heimat?
Der Sumpf ist ein mehrdeutiger, polymorpher Raum, etwas bewegliches, das, kaum sieht er hin, seine Form und Substanz geändert hat - mal unbelebt, flüssig-schlammig; schwebende Nebel, Dünste und Moder skizzieren Schemen von Gebäuden oder Gebirgen, die im selben Moment zerfallen oder unlesbare Alphabete bilden; dann eine pulsierende Substanz aus namenlosen Kleinstlebewesen; eine topologische Struktur zwischen Stetigkeit und Grenzwert; dann Sandbänke, wo vorher keine waren; plötzlich schillernde Flächen, transparente Dünen wie stillstehendes Meer. Die Pferdhaftigkeit bringt ihn zu einem Haus, das vielleicht exakt im Mittelpunkt dieser theologischen Geometrie steht, wer weiss das schon. Das Fenster im ersten Stock scheint ihm dazu gemacht, die Metamorphosen seiner Wahrnehmung zu beobachten.
Es gibt keinen Wechsel zwischen Tag und Nacht, über dem Sumpf liegt nur ein wechselhaftes, diffus-graues Licht. Erst wenn er schläft, wird es Nacht. Das ist die Zeit der Verwandlungen (der Träume?). Im Sumpf erscheinen geometrische, mit Geschichten aufgeladene Symbole. Er wird zum einzigen Schauspieler des Sumpftheaters und verkörpert zugleich alle Figuren Shakespearescher Dramen.
Zuweilen erhebt sich über den Sumpf ein Wind, nicht stark, aber beharrlich, und der ganze Sumpf ist in Dämpfe und Miasmen getaucht; ein unvergleichlicher Pesthauch fasziniert und erregt mich. Ja, dieser Pesthauch ist mir klar, deutlich, verständlich; aber in diesem Augenblick frage ich mich, ob der Sumpf, diese ganze große wäßrige Heimat, die ich liebe, nichts weiter als Ausscheidung, Kot, Exkrement ist; aber Exkrement von wem und von was und wie?
Wenn ich oben verbalen Dünnschiss angedeutet habe, meine ich das keinesfalls repektlos oder geringschätzig, ganz im Gegenteil. Der Erzähler selbst spekuliert ein ganzes Kapitel lang, ob der Sumpf nicht einfach Scheisse ist. Er geht sogar noch weiter und spricht -sehr medizinisch- von einem Gott als Sphinkter, als Schließmuskel.
Das bringt mich auf eine weitere Möglichkeit der Interpretation: Der Sumpf als Sinnbild für Kunst als Ausscheidungsprodukt, speziell für die Literatur und damit ganz selbstbezüglich für den Text selbst? Wenn man einzelne Passagen unter diesem Licht betrachtet, erscheint das überraschend plausibel. Die Verwandtschaft zwischen dem Beschriebenen, dem Sumpf und der beschreibenden Sprache ist unübersehbar. Der Text ist nicht nur ein labyrinthischer, schwer greifbarer und sich permanent verändernder Organismus, er ist auch Erfindung, ein Ort absichtlicher Täuschung, mit einem Wort: Lüge - wie Manganelli selber sagt:
„La letteratura è una sorta di superstizione, perché le superstizioni sono molto, molto più serie delle fedi. È anche una menzogna perché è rinuncia a essere verità, cosa che la fede non sa mai fare“ – Literatur ist eine Art Aberglaube, denn Aberglauben ist viel, viel ernster als Glaube. Sie ist auch eine Lüge, weil sie darauf verzichtet, Wahrheit zu sein, was der Glaube niemals tun kann.
Was Manganelli hier geschaffen hat, ist jedenfalls eine großartige und unerhörte Lüge. Sie widersetzt sich allen Konventionen und passt in keine der mir bekannten Schubladen (denen sich Manganelli Zeit seines Lebens verweigert hat). So sehr dieser Text fasziniert, so fordernd ist er. Oder: Je mehr er fasziniert, desto mehr fordert er. Er ruft nach Analyse und verweigert sich ihr zugleich. Ich denke "Der endgültige Sumpf - la paluda definitiva" entzieht sich definitiv jeder endgültigen Deutung: Psychoanalytisch, spirituell, theologisch, politisch, topologisch, sprachkritisch oder alles zugleich. Oder gar nichts, wobei das vielleicht das Beste ist, wenn man sich nicht rettungslos im Labyrinth des Morasts verlieren möchte. Große Literatur verneint das Offensichtliche, untergräbt festgefügte Wahrheiten und setzt auf Innehalten, auf das bewusste Nicht-Wissen – sie verweigert Belehrung, klare Aussagen und Antworten. Am besten liest man sie so, wie sie daherkommt, genießt, staunt, wundert sich und stellt keine dummen Fragen.
-- ps: Hier ein für das weitere Verständnis aufschlussreiches Gespräch mit Giorgio Manganelli über seinen Freund und Psychoanalytiker Ernst Bernhard: https://archive.is/r0iik
¡Increíble! Leer para creer. El lodo de la ciénaga de Manganelli es, efectivamente, definitivo. Un viaje delirante, espiritual, ígneo, monstruoso.
Este libro es una aventura acontecida tras una huida desesperada (de la civilización, de la ley, de lo convenido y de uno mismo incluso), que se adentra en lo más oscuro y solitario del ser.
Como refleja en numerosos pasajes, esta es una obra dicotómica: una lucha interna, también de reyes y de reinos. La ciénaga es contradicción, es y no es, víctima y verdugo de sus esencias.
Esta es una bella novela poética, erótica, política, existencial, de una confianza enorme en las palabras y de un miedo al lenguaje que atenaza, de una honda reflexión sobre el significado de vivir, enriquecida por una libertad dilecta de metamorfosis; fúlgida, crepitante; empozada y acre; umbría y pálida: pequeña obra maestra.
La novela comienza con una huida. Una patria impura, carcelera, de la que teme el narrador. Entonces monta un caballo y sale en busca de la ciénaga, último destino posible para los que escapan. El italiano Giorgio Manganelli (1922 -1990) compuso esta, su primer obra póstuma, ya con una larga serie de escritos inclasificables. Lo esquivo a las formas tradicionales supo ser un marca no solo de estilo propio, sino también parte del catálogo del que formaba parte. Roberto Calasso supo publicarla en Adelphi con el número 49 de su colección "Fabula". Esta nota, intransigente si se quiere, me sirve para decir que entre Wilcock, Guido Morselli, Thomas Bernhard y Danilo Kiš, se ubicó este pequeño relato de Manganelli.
La ciénaga definitiva es la cartografía de un territorio de ensueño, ubicado entre el plano terrenal para los que no se desapegan de este mundo y el Otro. Toda descripción parece insuficiente para dar cuenta de aquel aciago lugar fantástico, donde los insectos pululan sobre la tierra, apilándose unos encima de otros, imitando a los animales, formando otra vida. Pareciera estar poblado de símbolos obtusos e ilegibles. Es, al modo de Kafka, una alegoría con un significante velado, forma a la que todo análisis resulta insatisfactorio.
"Pero sé que a este lugar no se llega por amor a la geografía, sino por predilección de experiencias que tendría que llamar líquidas, acuosas, mefíticas y vaporosas." Destino ineludible para el huyente, la ciénaga es el único camino a los que lleva la huida. Pero más cercano que al infierno dantesco es al tedioso desierto de Buzzati o al bosque de Catling.
Los inmensos campos Elíseos se volvieron un destino obsoleto cuando los habitaron putas que ellos trajeron. Ahora aquel que huye no es hacia un paraíso sino a una tierra hundida, mohosa y enfermiza. El corcel oficia de Virgilio al que huye a internarse en sus fosas. Pero este no es fiable. Así como tampoco se puede creer en las promesas del viejo que se cruza y habla de una casa deshabitada, premio para el que logre encontrarla. "Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate", rezaría la más obvia de las inscripciones para el que se adentra en la ciénaga. "Pero sé que a este lugar no se llega por amor a la geografía, sino por predilección de experiencias que tendría que llamar líquidas, acuosas, mefíticas y vaporosas"
Andarsene senza lasciare tracce, un dissolversi nel nulla.
Cominciavo così il mio post su Dissipatio H.G., e ora non so quale modo migliore possa esserci per introdurre l’ultimo romanzo di Manganelli.
Un uomo - alle spalle un’innominabile colpa - fugge, verso l’ignoto, in sella al suo destriero, fino alla stupenda e tremolante corruzione verminaia chiamata Palude definitiva.
L’ultimo romanzo di Manganelli ha tanto in comune con l’ultimo Morselli: la visione lucida d’un inferno metafisico, il viaggio intrascendente, filosofico, scritto da una prima persona acuta che, nella solitudine assoluta, tende continuamente alla follia.
Il linguaggio manganelliano concettualizza l’immateriale, si fonde magmaticamente al contesto narrativo e si sorregge attorno a un io neutro che crea segni impossibili per un impossibile interlocutore.
Non c’è la paura che ho trovato in Morselli: qui la ragazza dall’occhio nero è un paesaggio sfumato che ignora l’esistente, un luogo in cui gli dei si nascondono solo all’occhio dell’uomo creatore, un universo che muta, dissolve e genera in un ciclo senza fine; è la neutra visione d’un aldilà, una visione in extremis prima che le palpebri calino per l’ultima volta.
Doğum, her şeyden habersiz ve gerçek dışıdır, ölümü ortadan kaldırır ve iyilesme de hastalıktan önce gelir. Gerçekten öyle mi? ,s. 58-59. Son Bataklık Giorgio Manganelli. Yasadıgı yerin ahlaki degerlerine karşı cikan ve bu yüzden bulundugu yerden kacmak zorunda kalan bir adamin tuhaf hikayesi Son Bataklik. Bir koye siginan adam,yasli birinin yönlendirmesiyle kurtulus icin batakliga gitmeye karar verir. Yaninda tek canli vardir . O da adamin atidir. Iste bu noktada metin, sembolik, metaforlu cumlelerin oldugu bir havaya bürünür. Bataklik, pis , karanlik, içinde sürüngenlerin oldugu bir yerdir. Aslında cehenneme de atif yapmistir yazar. Bataklikta adamin tanri , inanc ve yasam uzerine tuhaf monologunu okumaya başlarız. Yazara göre; kahramanimizin sahip olduğu gercek bir at vardir ve bir de bundan baska atsallik dedigimiz at vardir ki, bu Platon'un idealar dunyasina yapilan atiftir. Metin boyunca karakterin karisik bilinc altinda zorlu ve surreal dünyaya dogru yola çıkarız. Metnin ilerleyen sayfalarında tiranlik ve erk kavramını sorgulayan yazar, su ve ateş elementinin mucadelesini de anlatir. Bataklık, metafor olarak cehennemse, ateş en güçlü unsurdur burada. Ates güçtür, tiranliktir, erktir. Su, temiz ,akiskan silip götüren yeryuzudur. Bu semboller uzerinden Manganelli bize kafa yakici bir metin sunar. Tirana Övgü'ye benzer bir metin olmasina rağmen, Son Bataklik biraz daha karmaşık bir metin Herkesin sevebilecegini düşünmüyorum . Her okuyucuya göre değil. Ilgilenenler okuyabilir.
L’inferno descritto da un ateo: un libro postumo in cui l’autore parla del limbo dove sprofonda perché ha sfidato “potenze di cui ignora tutto”. Ma in un inferno senza dio non ci sono neanche allegorie: “è [...] sleale [...] fare della palude una allegoria, per togliere terribilità e dignità a questa distesa d’acqua marcia”. Trama: Alla fine del cammin di sua vita, Giorgio si perde in una palude oscura. Editore: Adelphi Voto: 90 su 100
Procedere nella palude, farsi palude, essere palude ma rimaner da essa distinti. Né sai palude cosa sia. L'inizio rapisce, poetico e oscuro. Poi l'oscuro stanca, si fa prevedibile. E la parola poetica non mi è bastata.
«Ningún hombre, justo o injusto, puede ya seguirme, conozco definitivamente todas las garantías de la putrefacción y estoy a salvo, suspendido a todo juicio, intocable para otras manos y de modo tal que ninguna voz puede alcanzar me.»
«La ciénaga es apacible porque es injusta, es viciosa, es ininterrumpida; su extensión es pacífica, turbia e infinita.»
Libro denso tanto por su tema, como lo aborda y el lenguaje que utiliza. Es una obra ante todo ambiental, no hay un historia como tal, ni tampoco tensiones narrativas. La narración es un flujo de pensamiento de un hombre que se retira a una ciénaga huyendo de la sociedad, y en su voz se mezcla la locura con la lucidez. La gracia del libro es este monólogo maniaco con el que intenta dilucidar qué es la ciénaga, que toma una figura tan imponente como la de un dios y que se convierte en un mundo en miniatura donde gobierna la misma y la suciedad.
La narracion se maneja constanemente en la contradicion y en los elementos opuestos: la ciénaga es un verdugo y tambien amante, amigo y enemigo, dios y excremento. La narrativa me ha superado un poco y se me ha hecho complicado seguirle el ritmo y no ha sido hasta los últimos capítulos de la novela que he conseguido pillar (más o menos) que función alegórica podría tener la ciénaga.
No estaba con muchos animos de leer últimamente y el libro exige una atención inmensa, así que creo que no estaba para embarcarme en una lectura así. Esta lectura, más que nada, me ha servido como un reconocimiento de la obra. Volveré en un futuro.
"Una silenciosa mariposa, o tal vez una polilla, se sostiene en vuelo ante mí, y supongo que me indaga, quizás haya sido enviada por esos seres cuyo nombre ignoro, para indagar quién está penetrando en estos lugares a los que me es imposible negar una inaccesible dignidad. Pero creo que la polilla, ese coágulo volátil y grisáceo, interroga a su manera a mi caballo; y quién sabe si me engaño cuando creo advertir que el caballo mueve las orejas, casi como un alfabeto inteligible para la doctrina de la polilla."
En este monólogo interior parecen difuminarse poco a poco los referentes y el espacio y el tiempo se tornan en un presente unívoco que es la ciénaga. Cambiante, inquietante, onírica.
Me ha parecido una lectura interesante, diferente. Casi la transcripción de un sueño muy vívido donde una imagen da paso a una situación incoherente pero comprensible en la gramática del sueño. Lo único que parece tener sentido es seguir su lógica y entregarse a la experiencia.
Pese a ser un libro cortito, de 100 páginas, me ha llevado bastante tiempo leerlo. Es de esos que te pide disfrutarlo a pequeños sorbos.
Poderosa y hermosa novela alegórica, muy poética y muy exigente e inquieta con el lenguaje (me encantaría leerla en su idioma original). A pesar de su corta extensión, te lleva un poco de tiempo leerla, pues es de esas obras que las quieres leer despacio, pronunciando o repasando en la mente las palabras, los párrafos.
Sentí que pudo ser incluso más pulida (por momentos me he topado con continuas repeticiones de vocablos que no parecieran ser recursos voluntarios del autor) intuyo que esto puede ser debido a que la obra fue publicada póstumamente y que su elaboración pudo no estar completada. Sin embargo, este detalle no mella la belleza y el valor de esta última novela de Manganelli.
Disfruté, de manera particular, la potente referencia a la ciénaga y su universo. El clima de naturaleza plena, salvaje e ignota, que puede llegar a ser angustiante, es también sumamente placentera, sobre todo para alguien como yo que tiene predilección por estos espacios naturales, por la tierra, por el barro, y todos sus habitantes.
Il fuoco. Notizie estratte dall'orecchio destro della cavallinità
"È il fuoco intelligente? No, il fuoco è essenzialmente passionale, è intenso, misantropo, scarsamente studioso, non si interessa di sport, malgrado le apparenze, ama la letteratura e la musica ma in modo assolutamente dilettantesco, ecco questo si può dire del fuoco, non ha spirito professionale, sebbene sia abile nelle profezie, nelle scommesse, nei calcoli a memoria, e in tutto ciò in cui si esige il discontinuo. Il fuoco è ciarliero, compagnevole, distruttivo, forastico, elusivo, drammatico spesso in modo intollerabile, sebbene abbia i suoi anni non appare mai canuto, veste da ottimi sarti, conosce le lingue, ma in modo sommario."
A piccoli assaggi si assapora solo la sconfinata abilità linguistica e immaginativa di Manganelli. Ma è lettura che stanca molto in fretta, almeno nel mio caso, ed è un peccato soprattutto visto l'inizio assai intrigante e l'infer(n)o padule in cui trova riparo il narratore.
"O mia tregua acquitrinosa, mia morta gora, fracida di erbe consunte, di animali morti, tenero padule, forse un dio, forse una dea, forse una bestia acquosa, una marcida fracida quanto languida fanga, mia patria, mia tregua. Ed ecco che ora io so, io sono ormai dentro la palude; e il cavallo procede."
«Los dioses, los dioses a los que dicen que yo he insultado, pierden todos sus nombres mientras cabalgo en la noche, no recuerdo ya en qué creía, qué fantasías pudieron empujarme a desafiar potencias de las que lo ignoro todo y que ya no volveré a nombrar jamás, ni en rezos ni en imprecaciones»
Acabo de terminar “La ciénaga definitiva” de Giorgio Manganelli, la sinopsis de la novela reza que fue la última novela que escribió el autor antes de morir en 1990, pero no sé más del autor ni de su muerte, no sé si alguna enfermedad o estado de salud influyó en la obra, lo sí es seguro es que las páginas de este escrito tienen regusto a muerte y olvido, ahora me carcome la curiosidad por la prosa de Manganelli, quiero leer más de él hasta saciar mi curiosidad.
El uso del lenguaje que se emplea en la obra está a medio camino entre la poesía y las expresiones más banales, haciendo de su oratoria el pilar más fuerte en los cimientos ésta, incluso toma parte importante en los suceso, que -sin ser pocos- se dejan de lado en pro de la introspección y los monólogos interiores del único personaje realmente importante de la novela.
El primer capítulo (de treinta) nos pone en situación; el protagonista sin nombre nos relata cómo abandonó su patria debido a una persecución -de la que no se habla más- y en consecuencia llegó a un pueblo habitado por gente de mal agüero, forajidos y asesinos, quienes le dieron las indicaciones de como llegar a la ciénaga definitiva, un lugar más allá de la existencia y la comprensión, cuyas aguas estancada y paisajes cambiantes seducen al exilio y perdición a los desdichados que se atreven a aventurarse en ellas. Solo hay una certeza dantesca: una ves que uno se adentra en la ciénaga no hay retorno. Confieso que mientras leía no dejaba de preguntarme “¿Por qué una novela y no un ensayo, un poemario o pensamientos extendidos a lo Cioran?”, no es una queja directa, simplemente el formato es una decisión interesante. Sin haber leído más del autor no puedo decir si es algo distintivo de su trabajo en general o si es es algo puntual en su trayectoria como escritor.
Así pues, Manganelli nos ofrece un relato onírico, delirante y reflexivo, rico en alegorías, que se adentra de lleno en la mente de su personaje, a la vez que explora los paisajes desoladores de la ciénaga definitiva.
Ultima opera di Manganelli, in cui viene creato una spazio davvero altro rispetto alla letteratura italiana. L'autore non esita a costruire una dimensione complessa e sfuggente, dove la trama (alquanto esile) rimane indefinita e sospesa, metaforica e vaga - ricordando il Landolfi più criptico e solitario. Il vocabolario è raffinato e desueto, ed incede lento, ripetitivo, quasi lisergico in uno spaziotempo di un altrove dove ci sono solo dubbi e domande e dove ogni ipotesi viene smentita dopo poche righe. io stesso, che fantastico di coniugio, albergo accanto ad un curioso, falotico amore, un funesto, esibizionista odio
l’innocenza dei possibili, la pace con tutto ciò che incontra, giacché tutto è possibile e nulla esiste!
Il narrare sembra non procedere come fosse anch'esso smarrito ed incagliato nella palude esistenziale, centro di quest'opera che assume molteplici significati. Essa è l'oggetto di lunghe descrizioni ed elucubrazione per penetrarne il senso ineffabile - quasi un Tao che tutto racchiude : letame cosmico, morte e fatica, cielo e abisso, vita e annullamento, terra sacra e luogo abietto.
Opera unica e sicuramente lontanissima dalla scrittura di maggior successo e vendite, dove richiami alla filosofia e all'esistenzialismo possono forse fornire qualche ipotesi di intepretazione. Come nel caso della "cavallinità", astrazione di tradizione platonica associata ad un animale concreto (o forse non tale).
Supongo que esto es una alegoría, es decir, te cuento lo que te cuento, pero averíguatelo tú. Y yo, a pesar del empeño, no he entendido nada; limitaciones mías. Un fugitivo huye en un caballo "mágico" que lo adentra en una ciénaga en cuyo centro hay una casa. La ciénaga tiene vida propia, "cienaguidad" (sic), sus momentos especiales y cambios de humor. Se presenta como el personaje principal del relato, el fugitivo es un observador que deambula descubriendo lagunas, jardines, cementerios que en realidad son cenotafios... Luego, hay unas evocaciones de la ciudad a la que compara con la ciénaga y, bueno, un debate largo, profundo, estéril, como comparar el Ártico con el Sahara: donde frío calor, donde calor frío, donde hielo arena... Y así, un continuo sórdido en un ambiente mórbido sin mucho sentido ni finalidad. Algunos en esto ven genialidad, sea; limitaciones mías, no digo que no. Es una obra corta, unas treinta mil palabras de las cuales (según el contador) unas quinientas son "ciénaga", no parecen muchas, pero cansa que casi cada frase empiece o contenga la palabra "ciénaga". Tiene magníficas calificaciones, pero yo no he entendido nada de nada; limitaciones mías, sin duda. Léala y ya me cuenta.
Perteneciente a ese selecto grupo de obras literarias cuya diana supera a las más excelsas composiciones filosóficas y/o teológicas, "La ciénaga definitiva" supone una meta-alegoría acerca de la Nada, el apeiron, el inconsciente, la historia, la ciencia o la metamorfosis. El hummus -la ciénaga- de nuestra elaboración errática de la realidad, por así decirlo.
Suerte de síntesis de un puñado de textos sagrados, de un sacrificio ritual y de un estertor de la subjetividad zaherida, el lector se decantará entre la ilusión del absurdo o lo absurdo de la ilusión. Manganelli se asoma, con la honestidad propia de la psicosis universal que a todos nos caracteriza, en los territorios más inefables del deseo, la pasión y la pulsión.
Cos'è la palude? qual è la palude definitiva? Non lo so, ma mi sento di dire che la palude è dentro ognuno di noi; nessuno però, è in grado di descriverla come Manganelli. Conoscendo la storia di Manganelli, ed essendo questo il suo ultimo libro può essere facile fare delle supposizioni su questo libro e la sua 'palude'. Tra le righe si può leggere una paura e allo stesso tempo un'attrazione con la morte. Si possono trovare delle analogie con l'ultimo Guido Morselli ma la prosa di Manganelli è pura lirica.
"La palude è la salvezza o la perdizione? Non lo so, nessuno lo sa; in lei ci si riconosce e ci si smarrisce; la fine è troppo simile alla conclusione, l'inizio è il cominciamento; e anche l'ombra è più consistente del corpo, la perdizione è il ritrovamento, la salvezza è il dissolvimento." (p. 115)
Novela de lectura muy densa. Exploración metafísica de un lugar alucinatorio. El personaje es un soberano de un espacio geográfico caído en la desgracia debido a la corrupción y la podredumbre. Se plantea antagonismos con soberanos de otros reinos que son contrarios (en esencia) al suyo. Elogio de la ciénaga como lugar de reposo y descanso final de las tribulaciones del mundo.
In questa sua ultima opera la scrittura di Manganelli si addensa in quadri che evocano ragionamenti contorti e immaginifiche allucinazioni. Fra le ombre riflesse nell'acqua si riconoscono quelle di Calvino e Borges.