Esta es una selección de poemas que procede de entre los 5 libros escritos por Gonzalo Millán en casi 4 lustros. La presente antología reordena libros y textos con el afán de restablecer el verdadero trasunto poético de la poesía de Millán, conformando una muestra esencial de una empresa poética de continuidad y coherencia como las hay muy pocas en Chile.
Para Gonzalo Millán la poesía fue una mezcla de lenguaje, tiempo y memoria: "Unos le ponen más memoria, otros más tiempo o más lenguaje, pero esos son los materiales primordiales. Sin saberlo, he trabajado desde siempre con ellos" ("La cultura en Chile sigue siendo la rueda de repuesto", El Periodista, 2 de junio, 2006, p. 32). Con apenas 21 años, publicó Relación personal (1968), por el que recibió el premio Pedro de Oña: "Los primeros poemas están escritos en ese contexto, de un adolescente que se empieza a sentir también al margen, a sentirse distinto, está insatisfecho con el mundo que encuentra, el Chile de los años 60" ("La poesía tiene que mutar". Calabaza del diablo, mayo, 2003, p. 14). Tres años antes había escrito Chumbeque, una novela que no publicó.
Millán nació en Santiago y su infancia la pasó en Recoleta. El entorno urbano fue clave en su poesía: "Estudié en los Dominicos en la Academia de Humanidades, y después a los 11 años se acabó mi infancia, y la adolescencia la viví en Ñuñoa y me cambié al Lastarria. O sea, cambié de un colegio religioso a uno laico, del barrio La Chimba -un sitio provinciano y marginal- a la modernidad santiaguina. Y ahí maduré, como los membrillos, a chancacazos no más" ("Hay que salvar el pellejo como sea", La Nación Domingo, 27 de agosto, 2006, p. 52).
Terminado el colegio, estudió Licenciatura en Literatura en la Universidad de Concepción, donde integró el grupo Arúspice. Después se trasladó a Santiago, donde prosiguió sus estudios en la escuela de artes de la comunicación de la Universidad Católica. En ese periodo conoció a Enrique Lihn y Alfonso Calderón.
Perteneció a la llamada Generación del 60 y, como muchos de sus integrantes, partió al exilio después del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973. Iba con destino a México, pero terminó estableciéndose en Canadá. Allí obtuvo un Master en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de New Brunswick y fue uno de los fundadores de la editorial Cordillera, que publicó la obra de varios autores chilenos en el exilio.
En 1978 viajó a España, donde conoció a Roberto Bolaño. Un año después, a través de la Maison Culterelle Québec-Amérique Latine, publicó uno de sus libros más importantes: La ciudad (1979), poemario político fragmentario y polifónico que contiene su experiencia en el exilio. En ese mismo país editó los volúmenes Dragón se muerde la cola (1984) y Vida (1984).
Regresó a Chile en 1984, donde publicó Seudónimos de la muerte (1984), álbum de la vida burguesa, que cuestiona la relación amorosa y pone de manifiesto la crisis de un ámbito doméstico orientado al consumo. A partir de 1985 fue director de la revista El espíritu del valle (1985-1998). Durante los últimos años de la dictadura publicó Virus (1987), en el que reflexiona sobre la función de la poesía y del arte ante el poder. Ese mismo año se instauró el Premio Pablo Neruda de poesía, que Millán obtuvo por unanimidad. Desde esa fecha y hasta 1997 se instaló en Holanda, víctima de lo que llamó una "mudez poética". En esos años se dedicó a una actividad fuertemente ligada a su quehacer poético: la creación de artefactos, esculturas, objetos y libros de artista; en definitiva, una serie de trabajos que se enmarcan dentro de la poesía visual.
En los años 90 publicó en Estocolmo, junto a Juan Castillo del grupo CADA, el libro-objeto 5 Poemas eróticos (1990). Dos importantes antologías de su obra vieron la luz en esos años: Strange Houses (1991) y Trece lunas (1997). Después de varios años sin publicar, editó Claroscuro (2002) y Autorretrato de memoria (2005) -por el que obtuvo el premio Altazor en poesía-, los dos primeros tomos de una trilogía dedicada a la relación entre imagen y texto, que quedó inconclusa tras su muerte, ocurrida el 14 de octubre del 2006.
Manso poeta, me encanta como traduce la realidad o los objetos de la realidad en una nueva realidad poética. Lo leí en PDF, en el teléfono, de a poco, excepto La Ciudad y Virus, virus es la cagá.
Después de una pausa desenredando algunos nudos, trencé mis días a estas 13 lunas de Millán, una antología de sus poemas. Había tenido la oportunidad de leer Virus anteriormente y alguno que otro poema suelto de La ciudad. En general me gusta mucho su poesía porque establece un puente con el cine y con la foto a través de sus imágenes, su foco es la imagen. Disfruté mucho el librito con mi cadencia de caracola marina.
Me encontré muchos recuerdos de infancia en este libro, escenas de alguna infancia. Su poesía es del cotidiano, se compone de observaciones cotidianas y domésticas lo que para mí hace mucho sentido; la poesía como un cesto de mimbre, como un pan cotidiano como dice Teillier. Si bien tiene mucho de contemplación, donde transversalmente elementos de paisaje abren y cierran el poema; su poesía es muy crítica también respecto de la sociedad y de la relación con los artefactos, con la tecnología, con el consumo. Así mismo aparece un discurso un poco más erótico en el libro y aquí me agradó la sutileza y naturalidad con que Millán se aproxima a ratos de forma muy tangencial a este discurso y otras de forma muy explícita, las primeras experiencias en torno a la sexualidad y otra voz más madura.
Tremenda su poesía documental en La Ciudad, donde va tejiendo cadenetas de crochet, enlazando versos anidados, mostrando desde una mirada muy íntima lo que significó la dictadura, considerando a las estaciones en la línea temporal en sus imaginarios de cambio y transformación. Virus para finalizar, que le da voz al silencio, a eso que aparece hacia el interior cuando se nos seca la palabra, frente al gesto obsesivo de la edición, de la artesanía. Sin duda destaco la versatilidad en la voz de este poeta de la generación del 60'.
Algunos poemas por aquí.
De Relación personal,
Historieta del blanco niño gordo y una langosta
Sentado bajo la curva del mediodía refriego un insecto entre los dedos, pero se me escapa de pronto la sonrisa de la boca al ver volar desde mis manos desnudas hacia el polvo las patas y las alas arrancadas por mis uñas.
En blancas carrozas viajamos
Ocultos entre raíces manchadas por hollejos de frutas, y humaredas de hojas y papeles, se endurece en mis manos sucias al palpar la rubia sedosidad niña de tus piernas, la celeste cornamenta de mis venas.
Tú con una piedra rompes un cuesco de durazno, mascara la amarga semilla y endulzada la echas en mi boca.
Yo me humedezco un dedo y en el muslo trazo con saliva las iniciales de tu nombre. Tú les echas tierra. Después el polvo cae.
***
De Vida,
Niño
Encontrarán siglos después, cuando solo queden los envases de una sociedad que se consumió a sí misma, sus restos de pequeño faraón dentro de un refrigerador descompuesto, enterrado bajo unas pirámides de basura.
Testamento
Odio los testamentos y odio las tumbas. Ch. Baudelaire
Al fuego, mi único heredero, dejo mi noble cuerpo, y al viento albacea, la dispersión de mis cenizas.
Nada dejo a la tierra que invierte la carne en sus entrañas.
A la poesía lego la imagen póstuma de mi corazón martillando como un puño de brasa el refrigerador del invierno.
Túnel
Como una bala encañonada, un automóvil sale del túnel y penetra en el parietal deslumbrante de la vida.
Blaaammm!
...Íbamos los dos al anochecer, oscureció y no se podía ver, yo manejaba, iba a más de 100... Alci Acosta.
Al fondo de la hondonada: entrelazados y sordos a la interminable bocina que sus pechos oprimen, los cuerpos de unos amantes.
***
De La ciudad
14.
Las paredes se levantan a plomo. Las paredes son altas. Las paredes cierran. Las paredes separan. Amordazan con pintura las paredes. La lluvia las despinta. Reaparecen fragmentos de murales. Siglas de partidos proscritos. Consignas antiguas. Y la última RESISTENCIA recién borrada.
46.
El río corta en dos la ciudad.
El río separa la ciudad. Allende el río viven los pobres. Aquende los ricos. Las cañas se crían a orillas de los ríos. Las cañas se crían a orillas de los ríos. Fui criado entre algodones. Los algodones absorben la sangre. Con las cañas se tejen cestos y celosías. La garza vive a orillas de los ríos. El sauce crece a orillas de los ríos. Las raíces ahondan en la tierra. Las raíces absorben. El río acarrea arena. La arena absorbe el agua. Desarenan la entrada del puerto. El río baña las murallas de la ciudad. En las murallas se crían hierbas. La artillería batió las murallas. Las olas baten el acantilado. La cocinera bate unos huevos. Los gansos baten las alas. El sol baña la habitación. Las lavanderas se bañan en el río. Los gitanos bañan cacerolas en estaño. El confitero baña frutas en almíbar. Los soldados se bañan en sangre. Los deudos se bañan en lágrimas. Las viudas visten de negro. El negro absorbe los rayos luminosos. Ciertas aguas petrifican los objetos que en ellas se bañan. De la banda de acá banda de gorriones. De la banda de allá bandada de golondrinas.
*** De Virus
Reserva
Estoy sordo a la palabrería de los ágrafos. Estoy ciego al literateo de los grafómanos. Son cada vez menos las palabras que incrusta en el papel mi pluma.
Son cada vez menos las palabras que salen de mi boca embozada por el bigote que zurce mis labios con cientos de puntos entrecanos.
Es increíble el desenlace de cada libro. Al inicio sus poemas giran entorno al amor y tristeza, ilusión y decepción. Luego, es una furia de palabras cuando escribe del aborto, suicidio y abandono. Disfraza el alma con la palabra 《refrigerador》 y a las personas que están a favor del estado como 《maniquies》. La ciudad contiene líneas testimoniales de protestas donde habla de la pobreza y de la injusticia.