Es 1840 y varios cimarrones y libertos del Cauca se han unido al ejército de Los Supremos en espera de respaldo a su propia causa: la abolición de la esclavitud. Pero Nay de Gambia, negra que administra la lechería y la huerta de una de las haciendas del judío Ibrahim Sahal, está convencida de que la verdadera libertad no se adquiere a través de la ley. Para ella, la única forma de alcanzarla es retornar a su país de origen. Junto a su hijo, Sundiata, emprenderá un largo y dificultoso viaje en busca de este sueño.
Afuera crece un mundo rescata a Nay de las páginas de María, de Jorge Isaacs. Esta vez es ella la protagonista y narradora de su historia. Su voz, que es como un canto, nos descubre a una mujer orgullosa de su identidad, conocedora de sus poderes y que se sabe dueña de su vida y de su cuerpo. Siempre firme a su voluntad, Nay subvierte el imaginario que hemos construido sobre la mujer negra esclava.
En esta novela, ganadora del Premio Casa de las Américas 2015, Adelaida Fernández consigue una proximidad extraordinaria con la atmósfera en la que ubica a sus personajes. Su libro es un volver necesario y revelador a la Nueva Granada del siglo XIX desde la mirada de aquellos que fueron esclavizados.
Alguien me dijo una vez que no le hablará de los libros que había leído, sino de aquellos que había releído, y creo que tiene mucha razón.
Esta novela es compleja por su estructura, su particular forma y su desprecio por la linealidad, pero al mismo tiempo es exquisita a la lectura por la valía con que asume la labor de clavarse en tu memoria.
Nay y su hijo Sundiata, en medio de la esclavitud, nos regalan un tratado potente y claro sobre la libertad, el amor, el sacrificio, la dignidad, la valentía, la perseverancia y un montón de temas más que prefiero que se gocen leyendo este baluarte de nuestra literatura.
Es muy rico encontrase con libros así, y más aún tener la oportunidad de volver a visitarlos.
Es mi libro de cabecera. Afuera crece un mundo esconde la historia de Nay, el aya de María. Esa misma María de Jorge Isaacs. Muy lejos del romance tórrido entre Efraín y María, Nay, de la mano de su hijo Sundiata, busca su libertad. Este libro es el relato de lo imposible del siglo XIX en Colombia. Lo imposible que es para los negros ser ciudadanos, lo imposible que es para los esclavos encontrar una patria en la naciente república. Lo imposible que una negra sea libre, sea administradora, sea lectora, sea escritora y sea libre. El relato de los cimarrones, de los libertos, de las causas criollas que aparentan ser las causas negras. El relato de lo increíble, un retorno a África por la selva del Pacífico en el siglo de la contradicción de la identidad colombiana.
En afuera crece un mundo Nay de Gambia narra; lo que quiere decir, que a ella no la narran. La novela es un ejercicio de reinvidicación hacia una mujer negra y esclava que, a pesar de ser un personaje imaginario, representa problematicas, cada vez más vigentes, asociadas a la raza, la identidad y la libertad. Me hubiera gustado leer el libro en una sola sentada porque hubo momentos en los que me costó seguirle el ritmo. La novela es retadora tanto por su linealidad poética como por su lenguaje, que es casi una experiencia inmersiva en la época que escenifica. En algunos fragmentos senti que sobró forma, pero faltó fondo
«Para mí la libertad es volver a África (...) Si la esclavitud se fue construyendo de África a Nueva Granada, la libertad se recuperará yendo de regreso» ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Esta novela parte de una de las premisas más fascinantes que yo haya leído en toda mi vida como lector: hacer protagonista y darle voz a la mujer esclava que sirvió como personaje menor en Maria, el gran paradigma del romanticismo literario latinoamericano. ¿Cómo no leer algo así? ¿Cómo no ceder a la tentación de releer esa novela pero esta vez desde otra voz, una antes invisibilizada y pordebajeada y a la postre mucho más rica e interesante y compleja como lo es la negra “Feliciana”? ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Pero ojo, lectores, esta no es la historia de Feliciana. Feliciana es la esclava manumisa de Maria. Esta, la que escribe Adelaida, es la historia de Nay de Gambia, una mujer negra que sabe que la libertad no es el papel que le ha dado un blanco que antes fue su amo, sino el volver a su tierra, el retornar a África, el regresar a Gambia. Es, en ese sentido, una historia de la épica del retorno, una que se va entremezclando con los recuerdos de sus pasados, así, en plural: su pasado como princesa en su pueblo natal, su pasado cuando fue secuestrada, encadenada y mandada a América, y su pasado en la hacienda de los Sahal. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Pero también es una novela sobre la pérdida de la identidad, reflejada esta en Sundiata de Gambia, el hijo de Nay, nacido mientras ella era esclava; un niño que nunca conoció África ni su libertad, uno que cada vez responde más al nombre que le han dado sus amos (Juan Angel) y que parece sentirse miserablemente cómodo entre el miedo y la subordinación de srol como esclavo del “amo joven”. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Su narrativa y su autora le exigen al lector toda su atención, mental y espiritual; es una novela retadora, por su linealidad y por su lenguaje (que nos recuerda el romanticismo en el cual se basó). Pero las lectoras que consiga sobreponerse a esto, hallará una historia épica como pocas, muy superior que la de su antítesis decimonónica.
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Adelaida Fernández Ochoa
⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Es una académica que, al darse cuenta de que el libro que siempre quiso leer y estudiar no se había publicado, decidió escribirlo ella misma. Y eso sea quizás lo más sensato y valiente que he escuchado en mucho tiempo. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ Que sea una académica, una experta en la mujer en la literatura colombiana para ser exactos, explica que su narrativa sea cuidadosa y detallada, métrica si se quiere, sin dejar ninguna frase, expresión ni coma al azar. Es intrincada, que es sinónimo tanto de compleja como retadora, y la de ella, la de Adelaida Fernández Ochoa, es ambas, por lo que requiere ─exige─ toda la atención del lector. Es una escritura que no merece ni permite menos. Si uno es lo que come, también escribe lo que lee; me atrevería a apostar a que esta escritora es una insaciable lectora de los grandes clásicos literarios, aquellos en las que la hermosura está en la forma más que en el fondo. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ No deja de ser reivindicativo que esa literatura clásica que, presumo, tanto influyó a Adelaida, haya relegado a las mujeres al papel de musas ─cuando mucho─. Y lo es porque ella, lejos de querer copiarlos, lo que hace es ponerle lenguaje ─mente─ de mujer a ese tipo de literatura, apropiarse de esta y reinterpretarla, como queriendo visibilizar a todas esas escritoras clásicas que injustamente quedaron olvidadas o relegadas al triste papel de musas.
Quizás la mayor virtud de Afuera crece un mundo sea el ritmo de su prosa. Adelaida Fernández consigue una narrativa fluida, musical, con buenas imágenes y una habilidad decantada al momento de esquivar lugares comunes. La novela va de la búsqueda de libertad de Nay (aparentemente un personaje tomado de María de Jorge Isaacs) junto a su hijo, unas escenas introductorias de la guerra de Obando en Colombia, luego la huida y finalmente el viaje transcontinental para llegar a África.
No me encuentro en condiciones de ampliar demasiado ahora (almorcé hace poco y la marea alcalina me tiene en sus crestas). Disfruté la lectura, encontré cosas como "por mi piel asustada escurría el sudor, ya sé, era el llanto de mi miedo" (190), tengo varios reclamos frente a la forma de presentar los eventos y el uso del deus-ex-machina, y eso es suficiente, por ahora.
Hermoso! Siento en mi pecho la libertad que Nay y Sundiata experimentan en el transcurso de su travesía, siento en mi pecho un nudo que quiero desahogar en llanto…
Un fragmento de tantos maravillosos! “La brisa llegaba a disipar pensamientos, a triturar incertidumbres, me bautizaba con su sal, entonces desaparecía todo, incluso África, y quedábamos el océano y yo, de vuelta a mis aguas y a la inmensidad sin más, sin tormentos ni cicatrices. Éramos una. La inmensidad y Yo. La brisa me recorría por dentro. Supe que a mi humanidad le faltaba este océano y está proa que avanza como mi pecho protuberante, exultante, amante. De la libertad.
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Esta señora no habla en prosa, habla con la humanidad exaltada, desparramada, violenta, de fiesta, desde las vísceras apretujando el corazón. Demasiada dignidad y convicción y perspicacia, pasión y fuerza de mujer y demasiada negrura que alumbra en un sólo personaje, me flechó. Me gustó la forma confusa de relatar, empezando por cualquier lado pero llenando de espíritu los detalles, de realidad, de humanidad a la crítica certera. Al inicio el libro fue confuso pero luego, ja!, no vi venir este librazo!
Una mirada distinta de la vida de la raza negra en el Cauca y el Valle del Cauca cuando aún la esclavitud era asunto de la vida diaria. Una mirada crítica a la visión del blanco. Una mirada desde una mujer deseosa de su libertad y con la capacidad para lograrla. Excelente escritora.
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Me encanta la reformulación del universo de María, en la voz negra de Nay de Gambia. Los personajes que se develan como humanos, desde el padre de Efraín, pasando por la misma María, hasta Nay y Sundiata. Y al final, el anhelo de la tierra primigenia: África.
Como material de investigación y académico esta muy bien, pero como novela deja mucho que desear. Los personajes no son del todo convincentes, la protagonista es sólida, pero su hijo (coprotagonista) se erosiona a lo largo de las páginas. El marco histórico se nota que esta escrutado al detalle, las costumbres de la época, la comida, la forma de vida, todo muy bien presentado, el lenguaje usado es precioso. Presenta una atmósfera delicadamente detallada, pero la historia se queda con un buen norte y un triste y aburrido desarrollo. Dos estrellas aquí equivalen a "It was OK" y eso es lo que me parece.
Me costó un poco meterme en la historia, creo que es por el cambio de estilo que tiene en comparación con María, pero creo que con una relectura sería aún mejor. Es muy lindo, pa qué, también me gusta que contrasta la manera en que Isaacs representa a los esclavos y como hace creer que ellos como esclavistas eran los amos perfectos. Sin embargo, también me gusta que va más allá de la relación amo-esclavo y cuenta la historia de Nay y Sundiata sin esa suerte de intermediario. Le doy 4,5 precisamente porque me costó empezarlo
Es un libro precioso. Pero creo que merece una mejor edición. Faltarían notas al pie o división por capítulos que le permitiera a las lectoras ubicar mejor los personajes. Pero la escritura de Fernández no tiene desperdicio.