Dos escritores se ponen de acuerdo para escribir la «autobiografía» del otro y una lectora se obsesiona con ambos o solo con uno de ellos. Un hombre redacta mentalmente su perfil de Tinder mientras una niña le habla de la muerte y los horribles secretos que se cuentan las cosas. El «gran poeta chileno» destroza una habitación de hotel en Alemania y ofrece a su interlocutor una lección de vida. Un escritor llamado «Patricio Pron» contrata a un puñado de actores para que «hagan de Patricio Pron», con los resultados catastróficos que eran de esperar.
Los personajes de Lo que está y no se usa nos fulminará tienen un vislumbre de lo que una vida mejor podría ser, y su intensidad los encandila. Vulnerables, perplejos, ridículos, sabios, todos vuelven una y otra vez sobre las posibilidades intuidas en esa visión, convencidos de que si no las aprovechan estarán perdidos: lo que encuentran al hacerlo es el azar, las vidas de los escritores como espejos deformantes, la ocasión de hacer de su vida una obra de arte, la necesidad de desaparecer, de dejarlo todo atrás para ser uno con la literatura.
Patricio Pron regresa al relato breve para dar otra lección de sobriedad, ironía, originalidad y elegancia. Lo que está y no se usa nos fulminará hace lo que todo libro debería hacer (pero casi nunca logra): llevarte a un lugar del que desearías no tener que regresar nunca.
Patricio Pron (1975) es autor de los volúmenes de relatos Hombres infames (1999), El vuelo magnífico de la noche (2001) y El mundo sin las personas que lo afean y lo arruinan (Literatura Mondadori, 2010), y de las novelas Formas de morir (1998), Nadadores muertos (2001), Una puta mierda (2007) El comienzo de la primavera (Literatura Mondadori, 2008), ganadora del Premio Jaén de Novela y distinguida por la Fundación José Manuel Lara como una de las cinco mejores obras publicadas en España ese año y El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia (Literatura Mondadori, 2011) que será publicada en las editoriales más prestigiosas del panorama internacional, destacando Faber and Faber en Reino Unido, Flammarion en Francia y Knopf en Estados Unidos. Su trabajo ha sido premiado en numerosas ocasiones, entre otros con el premio Juan Rulfo de Relato de 2004, y antologado en Argentina, España, Alemania, Estados Unidos, Colombia y Cuba. Recientemente, la revista inglesa Granta lo ha escogido como uno de los veintidós mejores escritores jóvenes en español del momento. Pron es doctor en filología románica por la Universidad Georg-August de Göttingen (Alemania). En la actualidad vive en Madrid, donde trabaja como traductor y crítico.
Asombroso. Vaya librazo. El ritmo que le imprime Patricio Pron a cada relato es absurdamente perfecto. Hace años que no veía dominar a alguien el castellano como un balón de fútbol.
Hacía mucho que no disfrutaba tanto un libro no tanto por sus historias, sino por su uso del lenguaje. Lo que Pron hace aquí, especialmente en la primera mitad, es exquisitamente cadencioso. Estos relatos vienen a recordarnos toda la belleza y el horror que nos rodean.
Es lo primero que leo de Pron y me encantó, hacía rato que no me entusiasmaba tanto con un libro de cuentos. Le destaco dos cosas: uno, el autor juega con la metaficción y la forma, y lo hace bien pero no en desmedro del contenido, en el fondo acá hay buenas historias, incluso buenas historias dentro de las historias; dos, hay una gran variedad de personajes y escenarios (un alemán de posguerra, un boxeador mejicano, un académico brasileño, etc.) que son todos abordados de manera llamativamente verosímil mediante giros del lenguaje, descripciones, recuerdos.
Son como ejercicios de escritura, bien entretenidos la mayoría, bien habilosos, algunos más logrados que otros. Lo leí de dos tirones, lo pasé bien, pero no creo que sea lo mejor que tenga el autor.
Siempre disfruto mucho de los relatos de Pron, y creo que es porque suelen plantearse en esa zona borrosa que queda entre el realismo y la alegoría, y porque tienen esa atmósfera apagada, un si es no es maravillosa, de Le Locataire chimérique, de los cuentos de Bernard Quiriny, de Michel de Ghelderode, de Villiers de l'Isle-Adam... Estilísticamente la presente colección resulta siempre muy sólida: no hay quiebros en el tono, siempre algo solemne pero nunca grandilocuente ni recargado. Los incisos podrían ser más cortos, eso sí. Como en toda reunión de textos, es inevitable cierta jerarquización. Hay unos que se prestan a una lectura más inmediatamente lúdica y otros que sugieren reflexiones trascendentes y caleidoscópicas, pero sin dar —por un lado— en la payasada ni —por el otro— en la paja mental. Me entusiasman los de padres sin hijos e hijos sin padres: «Un divorcio de 1974» tiene mucho nervio y el final lo deja a uno turulato; se tarda varios segundos en descubrir que en realidad el relato que uno ha leído hasta entonces es distinto del que creía estar leyendo, y no sabe uno si es fantástico o maravilloso o detectivesco, por no hablar de todo lo que se puede discutir sobre la justificación de la violencia o su deslegitimación. El de los gusanos Goji, que me hizo soltar carcajadas en un par de ocasiones, termina de una manera bellísima y sobrecogedora; lo de la casete con gritos pone los pelos de punta y abre la puerta a otros relatos posibles que también son este. «He's not selling...» trata, en cambio, de un padre con hijos y de un hijo con padres, y por ello llama menos la atención, pero parte de una idea excelente. La pena es que haya que leerlo con microscopio, y que se subordine quizá con excesiva humildad a una cita (fenomenal) de Vonnegut. También queda entre mis favoritos el de los suplentes del escritor, relato que fui a buscar inmediatamente al final del volumen porque era el único del que había oído hablar antes de conseguir el libro y porque en mis ratos libres soy algo así como un ornitólogo de Doppelgänger. Ese encausamiento de la identidad me parece que encuentra una caja de resonancia pintiparada en uno de los debates más interesantes de las ciencias humanas actuales (el de las identity politics). De los primeros cuentos me gustó mucho el del hámster y en general esa propensión a adoptar formas no literarias (una respuesta a un formulario, un perfil atípico en una red social, el relato de un relato que alguien piensa escribir algún día...). «Las luces sobre su rostro» me ha parecido el más argentino de todos los cuentos del libro, a pesar de que transcurra en México y de que el registro esté muy poco marcado. Los dos cuentos centrales, «La repetición» y «La bondad...», me han gustado menos. Esta impresión, poco halagadora de por sí, avala la sinceridad de los elogios de los demás relatos. El del tipo brasileño transcurre de manera morosa, pasando de una reflexión sobre la pérdida de la memoria a un proyecto kamikaze sobre cómo actualizar un recuerdo, lo cual en sí era interesante, pero creo que me habría gustado más si al final se abriese la puerta del garaje y entrase John Cleese diciendo «hello, I wish to register a complaint».
Lo que está y no se usa nos fulminará es mi primera aproximación a Patricio Pron, uno de los autores jóvenes que más atención mediática obtienen. Tenía ganas de leerlo. Antes incluso de proclamarse ganador del premio Alfaguara (2019). Es más, la obra ganadora me resulta menos estimulante que otras. Una de ellas es ésta. Una colección de relatos que nos muestran a un autor que posee una cualidad que lamentablemente se aprecia de manera escasa en el panorama literario actual. Me refiero a la capacidad de asumir riesgos.
La literatura contemporánea propicia, como viene sucediendo en todas las generaciones, grandes obras, pero pocos autores que se atrevan a desafiar los cánones de lo correctamente establecido (literariamente, me refiero). Pocos se me ocurren. Entre ellos están Fernández-Mallo y ahora sé que también puedo contar con Patricio Pron. De los relatos que pueblan este volumen me quedo especialmente con 2 de ellos. No voy a mencionar los títulos. Prefiero que un futuro lector los descubra por sí mismo. Pero hay 2 relatos que destacaría sobre el resto. El primero de ellos, por tener partes escritas en inglés, que requerían por mi parte un sobresfuerzo lector, estuve a punto de abandonarlo. Me alegro de no haberlo hecho. Es una de las metahistorias más inteligentes y mejor construidas que he leído. Un viejo brasileño, afincado en EE.UU. regresa a su país de origen y pretende rememorar lo que fue una noche memorable. El otro relato me recuerda a Bolaño. El personaje es el propio autor en un juego de espejos muy bolañesco. Cansado de los compromisos inherentes a la condición de escritor (presentaciones, relaciones institucionales) el autor en otra metahistoria contrata a un actor para que lo represente en este tipo de eventos.
Algunos relatos me atraparon completamente. Me gusto mucho el ritmo narrativo de este libro, las palabras bien elegidas. Me parecen brillantes algunos giros literarios que el autor realiza a modo de “casualidades” pero que ni de lejos aparecen de una forma forzada. Eso me pareció muy bello. El humor que tiene me ha hecho reírme a carcajadas un par de veces (una mezcla entre humor absurdo y a la par que inteligente). Me parecieron interesantes también algunas reflexiones sobre la identidad, la vejez, la muerte…
Me quedo con tres relatos: - Un divorcio de 1974 - He’s not selling any alibis - Este es el futuro que tanto temías en el pasado
Definitivamente Patricio Pron no es un autor al que regresaría, divaga demasiado y en algunos de sus cuentos no se le encuentra razón de ser, el primer relato parece un ejercicio de narración que no deja de ser eso, en general solo puedo rescatar 3 relatos, Repetición( que exige un nivel de inglés por lo menos básico) un divorcio en 1974( con un pésimo final ) y este es el futuro que tanto temias en el pasado ( lo mejorcito del libro ). Lo no está y no se usa entraría en esos libros editoriales te recomiendan , pero que tú no lo harías.
Algunos cuentos buenos, algunos cuentos malos, varios medianos. En ciertos momentos, bastante recurrentes, tengo la impresión de que Pron tan solo está jugando con la forma, sin preocuparse por el lugar al cual el cuento terminará arribando. Puedo respetarlo, pero hace que termine siendo inevitablemente irregular. No negaré, en todo caso, que, cuando logra chuntarla, la chunta bien.
Hay un par de cuentos, como el primero, que me parecieron increíbles, con ritmo e historias que te lograban cautivar. La forma en que Pron usa el lenguaje y sus formas destaca como lo más relevante que tiene el libro. Sin embargo, varios cuentos no lograron cautivarme y quedando siendo un poco pesados, reiterativos. Pero en su total, me gustó mucho.
Lo más interesante de este libro son los ejercicios que puede hacer el autor con el lenguaje, estirándolo, dándolo vuelta, encerrándolo, sin ser tedioso (la mayoría de las veces). Mi favorito es "La repetición".
Este libro me dejó con sentimientos encontrados. El autor tiene un poquito de Messi a la hora de usar palabras pero por otro lado me parece que usa un poco mucho el mismo recurso. La mayoría de los cuentos me gustaron y son muy disfrutables.
la gente tiene una cosa con ser raro o especial… no puede ser que en todos los capitulos meta un recurso de escritor modernisimo tipo no poner nombre al protagonista o ir cambiando la historia cada dos frases. una vez me parece guay pero aqui me ha parecido muy forzado
Lo pensaba más simple. Pero es muy interesante el clima que crea en todo el libro, en cada historia. Me gusta el título inspirado y tomado de Spinetta y con permiso. Es una frase intensa. Representa mucho las historias, sobre todo la final (después del final)
Me cuesta calificarlo, entrar en el juego/los juegos de ficción/no ficción; real/hipotético Difícil de entrar en ese juego de lo que es o hubiera podido ser en un sinfin de posibilidades Tampoco lo leí, probablemente con la concentración que requiere