Faruk recorre el camino, un día en que el hambre se vuelve intolerable, se detiene en una ciudad igual a cualquier otra. Allí reina un hombre que, encerrado en una torre, controla el destino de un pueblo oprimido. Todos somos el reflejo de otro incluso, a veces, de nuestro propio enemigo.
No se dejen engañar por la portada colorida, este no es un libro infantil. Es un libro que tenés que leer, recorrer la senda del contrario para encontrarte a vos mismo. En este libo de tan pocas páginas y con justas palabras, Martín Blasco nos guía a través de una pequeña revolución. Un encuentro con la fe, que un pueblo había olvidado bajo el tirano mandato de un rey despiadado, a través de la senda del bien, de lo que es justo y de lo que todos merecemos por derecho. Pero sobre todo nos guía en un camino de autodescubrimiento, tanto de sus protagonistas como nuestro. En pocas páginas podemos experimentar un montón de sentimientos junto a Faruk, ese hombre del camino que solo buscaba un lugar donde descansar, que estaba a punto de abandonar todo y encontró la fuerza para seguir existiendo junto a una niña que había perdido la fe. Decir mas de este libro ya sería spoiler, pero si puedo asegurarles que no me esperaba para nada el Plot twist del final y que sin duda tienen que leerlo.
Una hermosa fábula con un mensaje muy, muy valioso. De esos que te desarman, te dejan pensando y exponen todo lo que llevas adentro. Me encantó y conmovió muchísimo.