Art Thinking nos propone un nuevo punto de vista desde el que enfocar la educación y hacer que los alumnos vuelvan a conectar con aquellas clases que se convirtieron en un tedio alejado de su realidad. María Acaso, con un provocador discurso, nos muestra cómo utilizar el arte y la creatividad para revolucionar la forma de enseñar en el aula. Así nos propone pequeños actos cotidianos que tanto profesores como alumnos y padres podrán poner en práctica para darle un giro a la escuela. ¿Y si lleváramos una sandía a clase? ¿Cuál sería el resultado?
Sinceramente, aún me sorprende y entristece cómo la educación sigue subestimando el valor de las artes. Con frecuencia, se conciben únicamente como un medio para expresar emociones o como actividades lúdicas para los(as) niños(as),pero esta visión es profundamente limitada. El arte no es solo un vehículo para lo sentimental: es un lenguaje del pensamiento, una forma de conocimiento, una herramienta para cuestionar, explorar y comprender el mundo que nos rodea. Reducirlo a ocio o manualidades es negar su verdadero poder formativo y desaprovechar una oportunidad única de aprendizaje integral.
Esta limitación se refleja en la práctica docente. Es crucial reconocer que un(a) profesor(a) puede ser artista y que un artista puede ser un(a) excelente docente. La creatividad no se transmite en abstracto; requiere experiencias, experimentación y reflexión. El arte no necesita confines ni paredes: puede nacer en cualquier lugar, a partir de cualquier estímulo. Sin embargo, en muchas escuelas, especialmente en Educación Infantil, esta asignatura se reduce a ejercicios superficiales: pintar flores para el Día de la Madre o hacer palomas con pajitas para el Día de la Paz. Ese no es arte, y enseñar así no forma a los niños y niñas como verdaderos creadores(as) o pensadores(as).
Para que el arte cumpla su verdadero papel, los niños y niñas deben experimentar con materiales, ideas y conceptos. Las artes plásticas son un medio para explorar la sociedad, cuestionar estructuras y desarrollar pensamiento crítico. A través de la creación, los(as) niños(as) pueden aprender a analizar problemas, proponer soluciones y expresar sus ideas de forma compleja y reflexiva. Es decir, el arte no es solo “hacer cosas bonitas”; es aprender a pensar, a interpretar y a intervenir en el mundo.
Sin embargo, para que esto sea posible, la educación debe evolucionar. Las metodologías tradicionales necesitan adaptarse a los desafíos del siglo XXI, y el currículo debe valorar el desarrollo integral del alumnado, sin privilegiar unas materias sobre otras. Ciencias, humanidades y artes son igualmente esenciales, porque formar a personas completas requiere estimular la creatividad, la reflexión y la sensibilidad por igual. Solo entonces el arte dejará de ser un lujo y se convertirá en una herramienta fundamental para la educación de individuos críticos, conscientes y capaces de transformar la realidad.
De diferentes maneras, ejemplos y conexiones se logra despertar la pasión por compartir conocimiento en el aula y fuera de ella. Es un repaso pedagógico para todo aquel que se dedica a esta disciplina. Se trata de una embarcación nueva y lista para navegar con la responsabilidad de enseñar y darlo todo para los que nos pulimos con cada semestre, clase y alumno.
Cualquier profesor sin importar la especialidad o curiosos por compartir, reformar y descubrir ideas debería leerlo.
Reflexionar sobre las artes y su implicación en la sociedad tiene que pasar, sin lugar a dudas, por repensar la educación y, en particular, la educación artística.
En el libro, María (a través de la palabra) y Clara (a través de lo visual) realizan un análisis de las prácticas y discursos propios de la educación artística dominante para, desde allí, construir una propuesta alternativa. De "la tiranía del objeto y la supremacía de la técnica" como bases de una educación marcadamente acrítica y siempre al servicio de otras asignaturas o instituciones; las autoras nos alientan a construir una educación autónoma basada en la producción de conocimiento crítico a través de las metodologías propias del arte contemporáneo (pensamiento divergente, extrañamiento, placer...). De está forma, María y Clara dan un giro al imaginario al entender a les educadores y estudiantes como productores culturales, no sólo válides, sino necesarios.
Imprescindible para las personas que se quieran dedicar a la educación en general y a la educación artística en particular (educación primaria, secundaria, ciclos, museos...). Desmonta y señala muchos de los prejuicios que hay sobre la educación artística y las prácticas y las teorías que fundamentan estos prejuicios. Pero también propone alternativas para construir una educación artistica crítica en el contexto del mundo actual. Basta de enseñar arte como en el siglo XIX. En resumen, maravilla.
La única pega es que, personalmente, algunas ideas estan presenten en varias partes del libro y quizá se me ha hecho repetitivo, pero está super bien para afianzar conceptos.
Un imprescindible. Sempre na miña mesiña de noite. Inspira para que o mundo non expire. Sigo sen entender como se supón que teño que avaliar. Pero agora entendo que entendelo sería non entender nada.
Una lectura refrescante sobre el trabajo de la educación en todos sus ámbitos. Me recuerda mucho al trabajo que hacemos en la Nave en Valladolid, jajajajajajja. Es como leer una filosofía amiga. La verdad es que es muy entretenido