-Pedro Lemebel es un fenómeno de la literatura latinoamericana de este tiempo.- A Lemebel le ponen sitio las miradas (las lecturas) de la admiración, el morbo, el regocijo de los turistas de lo inconveniente, la extrañeza, la solidaridad, la normalidad de los que están al tanto de la globalización cultural, ésa que para los gays se inició dramáticamente con los juicios de Oscar Wilde en 1895 y jubilosa y organizativamente con la revuelta de Stonewall en 1969.-en cada uno de sus textos, el escritor se arriesga en el filo dela navaja entre el exceso gratuito y la cursilería y la genuina prosa poética y el exceso necesario. Sale indemne porque su oído literario es de primer orden, y porque su barroquismo se desprende orgánicamente del punto de vista del otro, de la sensibilidad que atestigua las realidades sobre las que no le habían permitido opiniones o juicios-.Carlos Monsiváis
Hijo de Pedro Mardones, panadero, y Violeta Lemebel, nació "literalmente en la orilla del Zanjón de la Aguada" y "vivió en medio del barro" hasta que, a mediados de los años sesenta, "su familia se mudó a un conjunto de viviendas sociales en avenida Departamental". Estudió en un liceo industrial donde se enseñaba forja de metal y mueblería y, después, en la Universidad de Chile, donde se tituló de profesor de Artes Plásticas. Trabajó en dos liceos, de los cuales fue despedido en 1983 "presumiblemente por su apariencia, ya que no hacía mucho esfuerzo por disimular su homosexualidad". En sus libros aborda fundamentalmente la marginalidad chilena con algunas referencias autobiográficas. Su estilo irreverente, barroco y kitsch lo ha hecho conocido en toda hispanoamérica. Gay declarado, explica el cambio de su nombre así: "El Lemebel es un gesto de alianza con lo femenino, inscribir un apellido materno, reconocer a mi madre huacha desde la ilegalidad homosexual y travesti".
Ls crónicas de Lemebel son hermosas. Lloro y recuerdo. Recuerdo mi infancia marginal y lloro con el relato de La Divine y todas esas locas que murieron <>, como diría la prensa homofóbica. Puta la hueá, no sé cómo reseñar algo tan bello y hacerle justicia. Léanlo no más.
Pensar en la crónica de la literatura chilena debe tener un nexo inmediato, en los últimos años, con Pedro Lemedel. En un libro que apareció por primera vez en el año 1997 y re editado en 2004, en más de 15 crónicas de una ciudad dispuesta a cobijar a la comunidad homosexual bajo el peligro de vivir al límite. Encontramos caminatas por el parque Los Reyes, el incendio de la Discotheque Divine, el amor hippie en Concón y un Santiago oscuro que permite el amor. Al filo de las divagaciones que pueden caer en el eufemismo de reivindicar lo terrible, Pedro Lemedel con una lírica y sonoridad propias rescata y retrata un lado de las ciudades que no estamos con la costumbre de vislumbrar; quizás por desasosiego o la molestia de una marginalidad ajena, que no queremos reconocer: aquí aparecen y las enfrentamos. Son crónicas que recuerdan su época en OJO DE LOCA NO SE EQUIVOCA del desaparecido diario La Nación Domingo. Es un recuento pequeño, no más de 60 páginas, pero que ilustran un carácter en su pluma, vivencias y descripción que no acostumbramos a leer. Un libro para reconocer la diversidad urbana. Maravilloso.
Me gusta el desparpajo de Lemebel, quien usó sus palabras para decir con gracia, belleza y sin tapujos lo que pensaba. Sin embargo, este libro no lo disfruté tanto.
Capaz esta calificación sea sacrilegio, pero es el libro de Lemebel que menos me ha gustado. Para ser sincera, ni siquiera logré conectar.
Amo el estilo barroco de su prosa, me gusta la dureza y la marginalidad de sus líneas, pero siento que en este libro no logró pulirlo como en sus otras obras. A menudo, lo sentía denso, como un ejercicio de estilo más que el alma que requiere una crónica. Suena duro, pero eso me faltó: vida.
Agradezco no haber comenzado por este libro, sino dudo hubiera seguido con el resto.
PD: como en cada libro, se lleva un 5/5 extra por sus títulos.
Es una obra que reúne crónicas escritas vividas por Lemebel. Transita entre temáticas de la bohemia cola, los vicios, el sexo homosexual y la posdictadura militar chilena.
Sensible, explícito, poético, realista; a través del libro una recorre un Chile nocturno, marginal, violento. El acercamiento a cada historia me hace conectar con la miseria y el abandono hacia los sectores de un país que intenta recomponerse de uno de los periodos más dolorosos de su historia. Eso es especial, porque la miseria vivida en el régimen se mantiene como una estela en los ríos del país, el hedor de la sangre acumulada sube por las grietas de las calles rotas en las ciudades.
Con el dolor a cuestas, hay quienes se montan en plumajes extravagantes y perfumes baratos para seguir bailando en el barro de escenarios insensibles a la espontaneidad marica.
Mientras lo leía, intentaba descifrar ese dejo de belleza en cada historia, se puede embellecer la miseria? Entre las ideas que asomo, pienso en la comprensión, la perspectiva que se debe asumir cuando una cuenta sobre lo que vive/ve. Y desde ahí, del compromiso político-afectivo que se encarna en cada relato, se logra contar lo que nadie cuenta.
Quisiera escribir más, porque trastoca mucho de mí, lo dejaré hasta aquí porque no cabe en una reseña.
Un travesti que de niño le pusieron Jacinto y como Jacinta le gritaban los otros niños, se pasó las pascuas esperando la muñeca que nunca llegó. Pero él nunca quiso una muñeca, más bien él quería ser la muñeca Jacinta y tener el pelo platinado y largas pestañas de seda para mirarse en el espejo roto del baño. Contemplarse a escondidas con el vestido de la mamá y chancletear sus tacoaltos, que le bailaban en sus “piececitos de niño” raro, de princesa de arrabal que la besó el príncipe y se convirtió en rana, araña peluda o cucaracha que nunca fue invitada al pesebre. Y tuvo que mirar de lejos el carnaval dorado del nacimiento.
Las crónicas se deslizan rápidas y agudas, son muy interesantes de leer, no aptas para ofendidos ni desconocedores de esos espacios públicos y familiares que bien conoce la clase poco pudiente del mundo, la mayoría de las personas del mundo. No apta para los que nunca han tomado una micro, o se han manoseado escondidos en la calle, bebido hasta desmayarse o amado sin prejuicios ni frenos. Sentí que hacia el final perdía un poco la fuerza, quizás reordenando algunas crónicas, hubiera sido distinto.
Esta es mi primera incursión en el mundo de Lemebel, quede sorprendida a decir verdad. Me gusto bastante la forma de relatar hechos que pasan todos los días en el Santiago centro de ayer, hoy y mañana. En parte te lo hace ver como algo bonito con ese lenguaje tan digno de él. Quizá mi mayor crítica hacia esta obra es la excesiva cantidad de palabras complicadas, pero esto le jugaba en favor (creo yo) a la hora de darle un significado a cada crónica Nada más que decir, tengo una buena impresión de Lemebel, espero poder leerle más seguido.
Esto va a leerse terrible viniendo de un fanatismo acérrimo a Lemebel, pero es el libro que menos me ha gustado. Su prosa es una maravilla y la forma erótica pero kitsch de escribir es un sueño, pero estos cuentos se sintieron como una prueba, un veremos. Me faltó la intensidad que lo caracteriza y por sobre todo, mantener esa atención que, por lo general, no decae al leerlo a él. Hay líneas que son oro, pero en todos los cuentos me faltó algo para ser estrella. Mi favorito fue coleópteros en el parabrisas.
No me gustó tanto, me pareció grotesco a ratos. Entiendo que este es el primer libro de crónicas que Lemebel publicó, por lo que mi teoría es que con el tiempo fue refinando su pluma y encontrando el punto exacto para expresar en su justa medida lo que quería expresar. También puede ser que yo no haya estado tan receptiva a Lemebel como otras veces. Y eso está bien. No siempre hacemos match con los autores que amamos. Voy a darme una pausa para volver a leer una obra de él.
maravillosa joyita de Pedro Lemebel que, al lucir las realidades de la marginalidad chilena, logra dar voz a quienes fueron callados, amenazados y matados por el sistema brutal de la dictadura. sus crónicas urbanas son una mezcla de géneros y su lenguaje es caracterizado por una elevada carga poética. única e icónica figura que todos/as deberían conocer y leer. ¡gracias Pedro!
amalgama di generi che vanno dalla narrativa, al reportage, al giornalismo fino alla storiografia, le cronache di Lemebel rappresentano un’ancora di salvezza delle voci della marginalità minacciata e scandagliano gli aspetti più controversi e talvolta osceni della società cilena, passerella in cui sfilano anti-eroi, non-cittadini del mondo, provenienti da minoranze sessuali, etniche, politiche. guidano il lettore in un viaggio alla scoperta di quella striscia di terra tra l’oceano e le montagne, portando alla luce quel Cile sommerso e nascosto dalla dittatura di pinochet.
soy un pésimo homosexual y nunca había leído las crónicas de lemebel. me llevé una buena primera impresión. al principio me costó enganchar con la onda barroca pero después todo fluyó. las palabras en este libro demandan tu atención, exigen ser leídas. quiero leer todas sus crónicas 🤓.
PORFIN volví a tener tiempo y cabeza para leer y quedé impresionada con la calidad de la escritura de este genio. Quiero leer y ver TODO LO Q HIZO es mi ídolo
Urban language adorned with a baroque style worthy of a Rubens painting, anti-establishment chronicles sweetened with aesthetic "queerness," beautiful, vulgar, but above all real and honest—there's nothing like poetic excess in homosexual life. Long live Lemebel.
La esquina es mi corazón nos cuenta las crónicas de una chile del 1991 - 93. Lo loco que estos relatos es que todos tranquilamente pudieron haber sido redactados en el 2021. Habla con una actualidad que me descolocó. Especialmente “barbarella clip” donde hablan de la sexualidad a través del porno en lo cotidiano.
Su forma de narrar me gusto, al principio me molestó un pco porq no soy fan de los autores que les gusta usar construcciones complejas para decir algo tan simple. Pero le tomé el rito y lo termine queriendo.
Pero él no se duerme y sigue pensando en la rubia tonta, que quizás no lo es, pero el director del spot le dice que ponga esa cara de mongólica afiebrada para la cámara.
Pedro Lemebel, Barbarella Clip – La esquina es mi corazón.
Lo fui a retirar el 18 de octubre de 2019 a Huechuraba, esa bodega de BuscaLibre. Quedé tan emocionado y feliz con la propuesta de sentido que fue resumido (a veces, muy resumido) en el documental "Lemebel" de Joan Reposi, por eso tuve que leerlo. Y quería hacerlo en orden. A pesar de que consideré el documental una suerte de turismo social, deslizando una vida y obra que tiene mucha más trascendencia que la ofrecida en pantalla. Antes de ello, solo ubicaba a Lemebel por sus performances. Más allá de ello, mi tardío despertar homosexual también me hizo tardar leer voces que ya tenía en mi mente. Como la de él.
En la 418 leí solo el prólogo de Carlos Monsiváis donde destacaba y rescataba las principales prosas que reflejaban la pluma de Lemebel. Primer enamoramiento. Mientras veía videos en YouTube de los matinales en televisión. Allí los secundarios defendían la evasión en el torniquete y sentí que algo estaba pasando.
Primera crónica "Anacondas en el Parque". Lo fálico debe estar en el 80% de sus crónicas en este libro y a pesar que lo ves en promedio de media hora en Twitter, aquí me resultó triste y gracioso. La descripción de una homosexualidad que tomaba, se mofaba e ironizaba de como lo veía la sociedad versus, utilizar esas etiquetas para solo reafirmar la identidad del coliza. Ello es una lucidez embriagable. Se que muchos artistas queer deben hacer lo mismo pero, la belleza del escrito me enamora más rápido.
Sea en palabras barrocas, en frases entendibles, complejas, pero bellas al completar la creación. El ojo agudo y detallista de Lemebel, que invita a mundos donde ya hemos visto, asistido y participado. Te hace preguntarte, ¿cómo lo hubieras hecho en los años 90? Allí donde el coliza quería ser, pero tenía que ser con las reglas del heterosexual, las reglas de la noche, las de la pobla y las barras brava. Pero no las rechaza a priori, sino que las reformula y las homosexualiza. Esa fibra que es inexplicable y solo lo entenderás cuando leas este libro.
¿Qué opinaría Lemebel del 18/O? Ojalá este feliz de que les de alita rota, ya están volando hacia un cielo rojo.
"Así pasan y pasan las calles en una filmografía que recorta la ciudad cuadro a cuadro, reproduciendo en su reverso de cristal empañado el rostro laboral repetido en un bostezo de agotamiento. El regreso a casa de los cuerpos, que colgando de los fierros, dormitan acunados por el vaivén gelatinoso de la rutina vehicular". La esquina es mi corazón, Pedro Lemebel.
Como siempre, Lemebel hace magia. Estas crónicas muestran la maestría de una pluma que relata poéticamente los vaivenes de una ciudad que no para, al igual que visibiliza las violencias que transitan las personas, infectadas en un mundo capitalista, meritocrático, neoliberal, cargado de violencias y odios estructurales que socavan las posibilidades y provocan las desigualdades y la brecha de transeúntes que buscan escapar y no lo logran. Lemebel narra estas crónicas en distintos medios periodísticos, mostrándonos la realidad de Chile post dictadura y de un país que ensancha las diferencias entre el alto y el bajo, la gente "bien" y la otra. Pedro ironiza y critica la moral y los prejuicios de un país que intenta ocultar la decadencia social. Háganse un favor y lean a Lemebel. Lo leen y me cuentan 💜
La esquina de mi corazón, Pedro Lemebel. Editorial: Seix Barral. Páginas: 130.
Tiene crónicas francamente geniales y llenas de maestría narrativa, con esa rabia que sólo produce el acostumbramiento al miedo y con el uso de la ironía como forma de resistir una vida llena de violencia hacia las disidencias. Por ejemplo "La música y las luces nunca se apagaron" -sobre un atentado de carácter homofóbico nunca del todo aclarado-, "Censo y conquista" -sobre la necesidad histórica de las minorías de mentirle al Estado- o ""Tarántulas en el pelo" -sobre el rol de las peluquerías como laboratorios de "encubrimiento social"-, que debiesen ser parte de las lecturas del colegio y hasta material complementario de formación política (no exagero). Lo único que me deja inconforme es la irregularidad de muchas de las otras crónicas, especialmente las del inicio, desbalanceando bastante el libro como totalidad.
Al mismo tiempo que anhelo haber leído a Lemebel mientras publicaba en Página Abierta, también disfruto el poder leerlo sin tener que esperar una siguiente edición.
No suelo leer crónicas, porque la realidad me parece lo suficientemente aburrida para más encima tener que leerla, pero Lemebel escribe de una vida precaria y agredida con amor a la vida misma. Su descripción es grotesca y vulgar, y se vuelve hermosa en su complejidadad.
Hay harta gente que dice que es un genio, y creo que también soy una de esas. Que desperdicio que no pudiera escribir más de lo que escribió, refinar su estilo y llevarlo a ser más brutal e indignante.
Los 30 mejores libros que tengo y no he leído #29. Goodreads: 4.10 JohnReads: 3.5
Es el primer libro que leo de Lemebel y es uno curioso. Crónicas urbanas sueltas, que rondan los temas de la homosexualidad, la perfomatividad del género, del deporte machista, las conductas de la sociedad chilena, etc.
El lenguaje de Lemebel es muy bueno, pero a veces no entendí algunas de las cosas que quizá son muy propias de Chile. Las crónicas que tienen una extensión de 3 o 4 cuartillas en promedio tienen una prosa y un ritmo muy único, que aunque me costó trabajo seguir, me dejaron con ganas de leer más del autor en otro género.
La escritura de Lemebel es sencillamente cautivadora. Tiene una capacidad hipnotizante para la descripción incómoda pero a la vez acertada que convierte al lector en una suerte de voyerista.
Esta escritura que mezcla una crítica social ácida con una suerte de periodismo informal destaca enormemente en esta opera prima de Lemebel. Destaco algunas de las crónicas que en mi opinión son los puntos altos y permiten al lector un acercamiento al autor: Anacondas en el parque; La esquina es mi corazon (O los new kids del bloque); Como no te voy a querer; La música y las luces nunca se apagaron y encajes de acero para una almohada penitencial.