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270 pages, Kindle Edition
First published January 1, 1941
“… en el fondo, la vida es una estupidez, es absurda. Uno no sabe lo que quiere, nunca. Nunca lo sabemos... Yo quiero, tú quieres, él quiere y luego te asqueas... Y luego todo es lo mismo... ¿Qué es lo que hacemos?... ¡Nadie lo sabe!... ¿Por qué estamos aquí?... ¡Tampoco lo sabe nadie! Minutos que pasan y luego otros, y luego días y años, y ya está ¡eso es la vida!”Una sorpresa maravillosa, una grandísima novela, tan atemporal y universal como toda narración que toca algo esencial de la naturaleza del ser humano. La literatura de Meckert es dura, cruda, furiosa, pero también tierna y hasta cursi y vulgar, acorde a la banalidad del mundo que retrata y que queda aquí sublimado en una gran novela, tan actual como es siempre toda gran novela.
“Pensamos en nuestro Pan, no tanto en la igualdad. Pan para todos, lo mínimo, el trabajo garantizado, las ganas de vivir. ¡No está mal! Pensamos también en la Paz, no tanto en el antimilitarismo y la objeción de conciencia. Una paz firme y duradera. Queremos crear una potencia que se llamaría así: ¡la Paz!”Suficiente como para sentir un profundo desdén por la felicidad que Paulette le brinda, una vida construida a base de “pequeños egoísmos, de inmensos olvidos”, en medio de una casta aburguesada, imitadora de modos y gustos, poseedora de certezas inamovibles, experta en distinguir el bien del mal.
“Lo mejor era no plantearse esas preguntas, era un mal hábito. Íbamos al cine a atontarnos, como se decía, y nos gustaba. Atontarse, masajearse a golpes, como quiera llamarse. Pero daba una razón más para vivir. Y a la mierda todo lo demás.”Y junto a esa colisión de clase, en sus encuentros con la familia de Paulette y su mundo, Felix va a sufrir otro golpe aún más importante, más personal. Fuera de la seguridad de su mundo proletario, con graves problemas de comunicación y con una total falta de autoestima, Felix es presa de un profundo sentimiento de inferioridad que le lleva a reaccionar con superioridad y arrogancia. Tras el parapeto de su condición, menosprecia a todo y a todos. Solo se siente realmente feliz en soledad o en esos momentos con Paulette en los que la perfecta comunión entre ellos conseguía alejarlos del resto del mundo. Todo lo magnifica, su dolor, sus diferencias, todo implica un ataque a su persona y le provoca grandes y repentinos cambios de humor y reacciones llenas de rabia e impotencia. Hasta que Paulette incurre en el peor pecado que puede cometerse contra alguien con tales inseguridades: el pecado de deslealtad, multiplicado hasta el infinito por ser consumado con aquel que Felix sentía como su gran rival. Ni el amor que todavía siente por ella va a superar la incomodidad vital que siente a su lado.
"La vida no es más que eso, naderías de las que hacemos un mundo."