"La experiencia de la lectura viene siempre determinada por dos coordenadas materiales. Una tiene que ver con el texto, que nos llega en diferido, en la distancia de un pasado que, cristalizado y conservado entre las tapas del libro, como en una lata de conservas, dejó de existir hace ya tiempo y nos alcanza por tanto amortiguado, despuntado y vencido: es lo que llamamos 'ficción'. La otra coordenada tiene que ver con el cuerpo del lector. La lectura reclama la postura sedente y condiciones más o menos confortables para la concentración. Ponerse a leer es, de alguna manera, aburguesarse. Se puede leer también, es verdad, en una trinchera o de pie en un vagón de metro, pero hasta tal punto el libro impone unas reglas ergonómicas de recepción que, apenas abrimos sus páginas, incluso baqueteados en medio de una tormenta, la lectura nos protege tanto de las verdades que contiene el libro como del mundo en que lo leemos. Esta diferencia en el tiempo y esta comodidad en el espacio constituyen la fuente de todos los peligros asociados a la literatura: el de que nos tomemos demasiado en serio lo muy lejano, como don Quijote, y el de que, al revés, nos tomemos como imposible o increíble lo más cercano".
Muy buena propuesta. He pensado mucho a lo largo de su lectura que me faltan referentes y que por eso me he perdido muchas de las reflexiones. Pero al acabar el libro he pensado en todos los referentes que he ganado. Así que creo que la cosa queda más o menos empatada.
Interesante, aunque se nota que cada uno de los textos es una introducción o prólogo a algún libro; incluye algunos textos totalmente autónomos verdaderamente impactantes, aunque prefiero otras recopilaciones de artículos suyos, como por ejemplo: http://jorgesaturno.blogspot.com/2016...
Y, sí, los libros, una vez que se deslizan y caen en nuestras manos la geometría de la lectura rompe moldes, deja asombros y provoca inquietudes. Alba Rico escribe desde el otro lado del cristal, asume una posición de izquierda humanista que desangela ideas preexistentes o no exploradas. Hay un problema, como postre en vitrina, algunos de los libros que comenta son tentaciones inalcanzables de moscas exploradoras.
Santiago Alba Rico tiene la brújula moral bien calibrada y una enorme erudición, de manera que resulta un placer leerle. Sin embargo, como este libro es un texto Frankenstein creado a partir de textos publicados anteriormente, en ocasiones le tiran las costuras... Algunos capítulos son mejores que otros, pero en general se aprende mucho con ellos.