Seleccionada como una de las finalistas del Premio Clarín de Novela 2017 (Argentina), la primera novela de Giacomo Roncagliolo (Lima, 1989) se inscribe de forma singular en la tradición de la ciencia ficción, pues lleva también la marca de un realismo sucio que no deja de lado la reflexión sentimental. Ambientada en la periferia nevada de alguna ciudad perdida en el norte, Ámok narra los desencuentros de X, un joven cuyo pasado parece desdibujarse mientras su presente se torna delirante en las filas de la misteriosa secta criminal a la que se ha unido tras dejarlo todo. Marta, Perales y Óscar serán sus secuaces de fiesta y aventuras –¿o sus captores?–, y brillarán con especial estridencia en medio de la vorágine de personajes violentos, apetitos desaforados y deseos secretos que rodeará al protagonista en su búsqueda de certezas sobre su pasado y actualidad.
En última instancia, Ámok es una historia de amor con ritmo de thriller cinematográfico, pero sobre todo un cuestionamiento en torno a lo que compone el tejido de la realidad y a la forma como la entendemos u organizamos a través de los sueños, la memoria y el delicado equilibrio entre el deseo sexual y la pulsión de muerte. Una novela desconcertante y frenética, con velocímetros al límite.
Dicen que escribir tu primera novela es como grabar tu primer disco. Intentas embutir en ella todo lo que sabes, en plan desesperado y a lo gonzo. Sobreexpones tus referentes literarios e influencias hasta el hartazgo. Abundas en detalles, descripciones, explicaciones, sin medir en las consecuencias. Por fortuna, Giacomo Roncagliolo hace lo contrario. En lugar de mostrar, esconde. Nos brinda pocas pistas y las cambia de sitio con precisión de cirujano. Nos afecta, nos intriga, y escribe con una soltura irrefrenable, ambiciosa, al punto de que "Ámok" no parece su primera novela, sino la segunda. Le chantaron la etiqueta de ciencia ficción, a pesar de que la visión del futuro que propone es escalofriantemente cercana, una realidad que ya ocurre a varios niveles en la dark web. Su formato en físico es, además, de lujo. Aplausos para Pesopluma, quienes se colocan un paso por delante en el cuidado de edición.
Me gustó. Directa cuando tiene que serlo , reflexiva y filosófica sin aspaviente, y un recurso muy interesante: monologo interior con narrativa incluida. Tocando temas como la familia, el desamor, la perdida de la seguridad ontológica llevada al extremo. El sexo y las drogas son como los zombies en the walking death, parte del ambiente y de la nueva realidad que se presenta.
No es ciencia ficción. Para mí fue como un Ubik con un final sin la necesidad de apelar a la tecnología. Manteniendo el misterio de lo que hacían los Ámok hasta el final, sin realmente revelar nada al final. El final se revela a lo largo de toda la novela.
Unas últimas páginas muy logradas que te mantienen al borde. Una novela que incluye a varias, y sin la necesidad de ser muy larga. En mi opinión está bien lograda
Sucesión de pensamientos en 12 pasos: 1. Esto es cyberpunk cinematográfico. 2. No, tal vez sea horas viendo gameplay en twitch. 3. Hay un personaje con el nombre de mi hija. 4. Pausa para bajar del micro. 5. Pausa para abrir la puerta. 6. Esto lo acabo hoy. 7. Creo que me está dando un ataque de pánico o me ha subido la presión. 8. Pausa para coger un trozo de pan. 9. No puedo desabrocharme el pantalón para orinar, mejor acabo y ya. 10. Tal vez necesito un clona sublingual por si acaso. 11. No, esto es multiplataforma. 12. Mierda, ahora hay un personaje con mi nombre, esto es extraño.
Y ahora? Al estilo pitching de guión a una major: blade runner meets GTA meets inception meets Solaris (de Lem). Las mejores 3 horas invertidas en mucho tiempo.
Si buscas tramas que cuestionen literalmente la noción física de la realidad, si te gusta el estilo de Philip K. Dick en su modo "lo que ves no es lo que ves" y si te van los ambientes urbanos y rodeados de droga, suciedad y sexo, si te gusta todo eso ésta sí será tu novela. La mía no del todo, pero no quita su calidad.
Un viaje a lo marginal de lo marginal, un escape a donde no hay reglas, o donde las reglas son otras. Un destino al que, una vez llegaste, no sé está claro cómo fue ese viaje, un viaje del que la única salida es patear el tablero.