No es azaroso que Simón Soto sitúe su primera novela en el Matadero, ya que la historia que quiere narrar no es sino la del Cabro, Mario Leiva, y cómo habría sido su origen delictual en ese mundo violento y machista, que, como aquel otro relato señero de Esteban Echeverría, de alguna manera nos muestra las diferencias entre un mundo civilizado y otro bárbaro. Quizás eso es lo que representan las fuerzas del Lobo Mardones, matarife antiguo y religioso que se deleita con la cueca, y Torcuato Cisternas, pequeño delincuente que termina amasando una fortuna y organiza una suerte de mafia desde el barrio la pugna entre un mundo antiguo y colectivo que agoniza, y un mundo nuevo, regido por el individuo y el capitalismo, simbolizado por la entrada de la cocaína a los bajos fondos.
Simón Soto (Santiago, 1981) es narrador y guionista. Publicó los libros de relatos Cielo negro y La pesadilla del mundo (Editorial Montacerdos). Ha participado como guionista en teleseries y series de televisión. Matadero Franklin (Planeta, 2018) es su primera novela.
Hay cosas que me gustaron mucho, otras que menos. Algunas que vienen -me imagino- del oficio del escritor de series que tensiona hasta el rompimiento al lector, así como ciertos acentos cosméticos que parecen algo artificiales dentro de un mundo aparentemente mucho más orgánico y de ritos más menos sabidos, la sobremitificación de los mismos no queda siempre bien.
Las aspiraciones son altas desde la contraportada al mencionar a Fargo, y algo de eso hay, de hecho creo plasma sumamente bien el espíritu de su aspiración: para ciertos hombres su mundo se acaba y necesariamente estos fines de época se zanjan con sangre. Sangre que marca la línea de término. Personas que ven como su modo de vida se desvanece, mientras comienza otro, más menos igual que el anterior pero siempre más violento y sin códigos.
Es sabida la inclinación de Soto por lo macabro, por explorar la violencia como medio de lenguaje, y resultaba súper bien en 'La Pesadilla del Mundo' y acá también, solo que siento que la anterior poseía más literatura que artificio y acá no puedo evitar observar ciertas costuras en la creación del mundo. La necesidad casi implacable (y latera) la mayoría del tiempo de aludir a la comida como un eje para que nos familiaricemos, a tal punto de iniciar casi cada capítulo con lo mismo.
“Están sentados en torno a la mesa. Hay botellas de vino y jarras de pipeño, ensalada de tomate con cebolla, de lechuga y coliflor.”
“Torcuato, sentado junto a sus hombres, da cuenta de una cazuela de vacuno. Le gusta rociar sobre el caldo cilantro picado…Torcuato deja la cuchara junto al plato e introduce un pan amasado en el ají pebre.”
“Se vuelve a hacer el silencio. Los únicos sonidos provienen de los vasos de vidrio, de las gargantas que tragan, de las bocas y los dientes que mastican la pichanga y los trozos de arrollado de huaso que están al centro de la mesa.”
“Doña Felicia está concentrada en los enormes fondos humeantes, repletos de perniles jugosos, papas cocidas, chunchules en cocción antes de ir a la parrilla y ensaladas de tomate, lechuga y habas con cebollas…”
“Come junto a Manuel, el Loco Placencia y a Venancio; arrollado de cerdo, papas cocidas, ensalada de lechuga, pebre y pan amasado.”
No obstante si dejamos de lado las maquetas con la que intenta darle forma a su mundo, los personajes si funcionan muy bien. Torcuato y el Lobo Mardones como antítesis del respeto y el odio así como los engranajes principales que van deformando las vidas de todos los habitantes del barrio Matadero. Siendo ambos los pilares en los que se sostiene esta novela con forma de western y tiempos violentos condenados a repetirse.
Cuando por primera vez tomé el libro no pude dejar de reirme por el comentario que habían puesto en la contraportada que decía algo como que la novela era la mezcla chilenizada entre varias series americanas de mafia e intriga (entre otras me acuerdo que nombraba a Los Sopranos). El constaste esfuerzo por tener la versión chilena de todo. Eso y la portada, y apesar de haber leído muy buenas críticas, lo tomé sin mucho entusiasmo. Pero me sorprendí. El libro es dinámico, tiene un buen ritmo, y la ambientación es fabulosa. Matadero Franklin cuenta la historía de un cúmulo de personajes cuyas vidas giran en torno al matadero y su barrio, y que desembocan en la creación de un mito chileno: El Cabro Carrera. Verdades más, verdades menos, Matadero Franklin navega en el mundo de los matarifes en Santiago de los 50s, ese en que la civilización conversaba con lo bruto y primitivo, ese en que tomaba en cañas altas y se bailaba cueca hasta que de las garrafas no cayera más chicha. En ese ambiente es que vuelve a Santiago el Torcuato Cisternas, un delicuente de poca monta venido a más en Buenos Aires, que apadrina a Mario Leiva (el cabro carrera) por su habilidad para manejar el Club Hípico y con el que inician el negocio de la coca. Lo único que me dejó con algo de mal gusto en la boca fue el poco desarrollo de los personajes. Los sentí planos, sin muchas dimensiones. Mario Leiva tiene poco cambios y cuando los tiene, hacia el final, quedan poco creíbles. Aun así es un libro imperdible. Recomendado.
Un libro muy entretenido. Con mucho estilo. Imposible no acordarse de Peaky Blinders. Eso sí, con la peor reseña que he leído en mi vida...no tiene nada que ver con la historia del libro!!!!
Este libro es como ver una película o una serie. Se nota el oficio de Soto como guionista, es una novela muy visual, ágil y rápida de leer. Me gustó conocer ese Chile de los años 30 y 40 del que no sabía mucho, la importancia de la comida chilena y de la cueca. Esta es la historia de cómo el Cabro Carrera iba a llegar a ser el Cabro Carrera. Ahora estoy esperando la adaptación como serie (aló, Netflix?) y la segunda temporada.
Disfruté mucho esta novela. Su formato es clásico y su ambientación es más chilena que los porotos. La cueca, los animales, los conflictos de poder, los cruces de intereses, todo está perfectamente trabajado. Se respira el aire del Santiago y el Valparaíso de los años cincuenta.
Se nota que este relato fue escrito por un guionista porque es muy 'televisivo', amarra bien las distintas escenas. Tiene esa cosa medio John Grisham que la primera mitad del libro no arranca, pero después -como camión petrolero- agarra fuerza y se vuelve en el ultimo cuarto completamente adictivo.
Una lectura que me tuvo bastante entretenida. Encuentro que está bien escrito, puesto que cada detalle y descripción hace que está narración sea muy visual, como si estuviéramos viendo una serie digna de maratón. En cuando a los personajes, cada uno muy propio con su historia de norte a sur de Chile y la mafia en donde todas se entrelazan en torno al Matadero Franklin y los alrededores del barrio santiaguino. No es la vida del Cabro Carrera, sino una narración inspirada en su vida, previa a la historia que todos conocemos de uno de los narcotraficantes más grandes de Chile.
Una lectura completamente atrapante, una ambientación que te hace sentir saboreando esa comida tipica chilena, disfrutar de la cueca y quedarte con ganas de saber como las acciones tendrán sus consecuencias.
La representación de la vida en Matadero Franklin en esas decadas se lee tan vivida, como viendo una serie que no puedes dejar.
María Luisa, definitivamente es mi perdonaje favorito, tanto por su historia como por su fuerza interna, que no encaja con el común de las mujeres en los años 40 pero si con la Chilena fuerte que sobrevive en un barrio de machos, violencia y peligros.
Este libro te transporta a una época y te llena de los sabores de la comida chilena ... a veces me costó que no siguiera un relato fijo o que se centrara en ciertos personajes, pero es un libro que, en su desenlace, te atrapa.
Me gustó muchísimo! Lo había comprado hace bastante tiempo y lo tenía pendiente de leer. Fantástica historia del Cabro Carrera que debe ser leída. Muy buenos personajes, con un relato coherente y bien estructurado. Me sorprendió gratamente.
Me costó muchísimo engancharme con el libro. Hasta el final estuve súper perdida con los personajes, se nombran demasiados irrelevantes y me parece difícil seguirme hilo
Tenía una buena pretensión de reflejar la realidad el matadero y la historia del Cabro Carrera, pero se abordan tantos temas que desvían la temática principal
Lo encontré malísimo. Sentí que estaba leyendo el guión de una teleserie mala. Los capítulos son tan cortos que no llegué a conectar nunca con ningún personaje. Está lleno de nombres de personajes sin importancia y los nombra con nombre y apellido. Siento que intento mezclar un montón de cosas que al final quedaron inconexas: El boxeo, el narcotráfico, las carreras de caballo y una parte de un bandolero (?). Le tuve fe, me llamó la atención el principio, pero me tuve que forzar a terminarlo. Tenía la esperanza de que el final quizás fuera bueno. ERROR. Malísimo. Muchas escenas súper innecesarias, además se quedaban en eso. Escenas. No logró nunca la profundidad de un libro. No logró esa riqueza o esa conexión y empatía con los personajes. Durante 325 páginas solo vi personajes que jamás llegué a conocer realmente. Honestamente creo que la idea era buena, solo que fue muy mal ejecutada. Quizás como teleserie quedaría mejor, pero aun así tendrían que darle más profundidad a los personajes, que son completamente planos. Creo que en parte se debe a que normalmente los actores también le dan vida a los personajes, y eso claramente no pasa en un libro. Una decepción.
Simón Soto quiso narrar una historia épica, con personajes que querían simbolizar fuerzas de la naturaleza, y con un escenario que quería ser mítico. Lamentablemente, todo ese anhelo queda frustrado.
Una historia coral como la que Soto quiso contar, con familias de mafiosos llenos de rituales domésticos, música tradicional, códigos de honor, y, sobre todo, muchos (quizás demasiados) personajes, necesita ser desarrollada con más tiempo y profundidad. Soto apenas nos permite conocer a sus personajes; de los más relevantes nos dice dos o tres datos biográficos que deberían servir como retrato de sus motivaciones, pero lo cierto es que ninguno alcanza a tener tres dimensiones. Su descripción del escenario no pasa de lo pintoresco, casi folclórico. Las escenas pasan con demasiada rapidez: aunque se agradece la agilidad que le da, se paga un costo demasiado alto, pues termina dando apenas una pincelada a una historia que claramente necesitaba mucho más desarrollo. El resultado es un libro que parece una pobre sinopsis de una historia mucho más enjundiosa que nunca se nos entrega.
A duras penas terminé el libro, y me quedé con la sensación de haber sido estafado.
Creo que hay una intención, respetable por cierto, de narrar la novela tipo serie, muy episódica y muy visualmente. Encuentro que eso no está bien logrado.
El rescate del Santiago antiguo y tradicional es algo que se agradece. Como divulgación de una época y de un Chile no mayoritariamente conocido la novela da en el clavo y eso entretiene mucho, considerando además que hay harta investigación y documentación en el relato. Y mucho de lo que pasó se supone que es verdad.
Última consideración. Intentar venderla (me refiero al texto de la contratapa) como Fargo o Los Soprano es un despropósito. Es un texto en sí mismo y ese marketing le hace un flaco favor a una novela que sin ser perfecta, está muy bien.
La prosa es ágil, casi cinematográfica. Aunque pensé que se trataba de la vida del Cabro Carrera, la verdad es que es más bien una versión romantizada del hampa rodeando el barrio Franklin de principios de siglo.
Disfruté leyendo el libro como se disfrutan esas series en streaming: esas que te enganchan con trucos que conoces, pero que dejas que te seduzcan igual, aun sabiendo que el final va a ser abierto y que los retazos de seducción se te van a olvidar cuando estés en la mitad de temporada de tu serie siguiente.
En la pasada feria del libro, en el último pabellón que visité, me entretuve en un stand que tenía varios libros de la editorial Seix Barral. En ´él me encontré Matadero Franklin. Debo darle las gracias a mi instinto o feeling.
• Pero la mala racha siempre llega, a veces demasiado pronto, otras se demora y hace que los hombres se olviden de que el mundo vive en un equilibrio precario y que hay que bajar la cabeza y jamás confiarse. • –¿Se acuerda cuando le enseñé a jugar ajedrez? –Sí. –¿Por qué la cagaba usted? –Porque quería comerme altiro todas las piezas. –Porque no pensaba. Quería avanzar nomás y comerse todo. –Pero después aprendí a jugar. –Uno nunca aprende a jugar, mijo. Con suerte uno aprende a mover las piezas un poquito, pero para jugar hay que tener un don divino, Manuel. –Pero algo hacemos en el tablero. –Sí. Algo hacemos, hijo. • Los gruesos trajes blancos de los matarifes son bendecidos con la sangre fresca; en el abdomen hay una faja donde resplandecen los cuchillos. • El juego es muy traicionero. Es como la mujer que no es la de uno. Le da, le da, lo trata bien, pero cuando quiere exigir, se las cobra todas. Es capaz de echarle abajo la vida entera–dice el Lobo Mardones. • Quiere correr de inmediato, pero descubre que la realidad es más compleja que cualquier teoría: la mujer ofrece dura resistencia, con una fuerza que el Cabro no se esperaba –¡Me están robando! –grita desesperada –¡Suelta, mierda! • El Cabro no entiende qué es lo que está ocurriendo. La realidad se deforma; el Cabro palpa sus sueños y pesadillas, sus recuerdos y miedos. • Fue una fiesta tranquila, porque la gente comprendió que habría sido una estupidez dárselas de guapo entre tanto matarife, todos de impecable traje y sombrero, pero siempre con el cuchillo al cinto, siempre. • El miedo ahora es una sustancia material que recorre sus venas, envenenándole la sangre. • Acerca la cabeza al cuerpo robusto del caballo y pega la oreja al pelaje; siente la respiración y empieza a seguirla, al mismo ritmo, la respiración del caballo y la suya, en largas y profundas inhalaciones y exhalaciones, y de pronto son solo una, la respiración del Lobo Mardones se acopla a la de Cuchillo, como un cuerpo en el mar, piensa, como las olas llevando un cuerpo o el cuerpo dejándose arrastrar por el oleaje del mar, y el cuerpo, entonces, es uno solo con el agua salada y la arena, el cuerpo, como la respiración, es parte de esa inmensidad que es el océano. • No tiene la costumbre de viajar. Alguna vez leyó en alguna parte –o pudo ser el cura quien le comentó– que los problemas del hombre empiezan cuando decide salir de su habitación. • El aguardiente cura, pero siempre es un golpe, una advertencia, un aviso del tránsito hacia la borrachera, a cada trago sugiere que se avecina un futuro incierto. • Ortega asiente y prende su pipa. Succiona como si fuera líquido, moviendo los labios una y otra vez para encender el tabaco. El Lobo Mardones escucha cómo las pequeñas brasas se van encendiendo dentro de la pipa. • Se vuelve a hacer silencio. Los únicos sonidos provienen de los vasos de vidrio, de las gargantas que tragan, de las bocas y los dientes que mastican la pichanga y los trozos de arrollado de huaso que están al centro de la mesa, sobre una ajada tabla de madera. • No sabe qué hacer. No entiende que la mujer con la cual ha compartido sus seis años de vida ya no estará más. Piensa que se trata de un largo descanso, que su madre solo está cansada y que necesita dormir todas estas horas y que la gente simplemente le está rindiendo homenaje, por el trabajo duro de tantos años. • –Tiene que ser fuerte, usted –le dice el lobo Mardones. El cabro asiente, sin comprender con claridad a qué se refiere el Lobo. Fortaleza física, o fuerza del corazón, del ánimo.
A nadie le podría extrañar que los seres humanos tengan más disposición a tratar de manera más digna, más respetuosa, más humanamente, digamos, a los animales que a los propios humanos; incluso en un lugar como un matadero se puede apreciar el respeto que se tenía tanto por la faena de los matarifes, como por el animal pronto a ser "beneficiado" por un bien mayor. Todo eso se ha perdido, por supuesto, y el matadero moderno es un lugar desalmado, donde la muerte de los animales se ha tecnificado en todos sus procesos. Matadero Franklin es, entonces, un espacio que el tiempo y la modernización terminó por engullir y que, para el contexto de esta novela, funciona más como un lugar donde se matan, si beneficio alguno, personas, ideales y sueños. Es difícil conciliar una escritura tan cargada de nostalgia en medio de tanta precariedad, en una época de un antiromanticismo evidente, pero eso es lo que precisamente logra Simón Soto cuando describe la vida de un barrio cada vez más reducido, ya sea por los cambios históricos inevitables, como por el avance depredador de la modernidad y el desarrollo económico, que terminó por engullir los vestigios de un Santiago del novecientos, lleno de edificios antiguos, casonas decimonónicas, calles adoquinadas y gente de traje. Hay también, en esta novela, un minucioso estudio (del que se desprende un profundo aprecio) de las costumbres más típicas del pueblo trabajador y su dura vida a mediados del siglo XX. Este punto me parece especialmente interesante, sobre todo en cuanto a la estrecha relación que se puede ver entre el habitante de la gran ciudad con la cueca, lejana completamente al mito de que solo se baila en el campo o que representa a esa zona casi fronteriza del país; por lo que en estas páginas se aprecian los efectos más puros de una identidad nacional popular que bulle de actividad, de bohemia y de delincuencia, de lances heroicos y traiciones inolvidables; un mundo que exhala los últimos estertores de un pasado que se intenta aferrar en lo más simple y pedestre, como un plato de cazuela o un pan amasado con pebre. La vida de barrio antes que la ciudad se transformara totalmente, se extiende casi de manera anacrónica frente al nuevo orden, tan bien caracterizado en estos inolvidables personajes. Y este es probablemente el último punto a destacar, los protagonistas de esta historia, cercanos al mito no tanto por la violencia latente de muchos de ellos, sino por la carga moral de hombres honestos y rectos que son los que finalmente serán "beneficiados" con el paso del tiempo, desplazados de sus hogares y tradiciones, encarnados en ese gran personaje que es El Lobo Mardones. Matadero Franklin es una novela que se deja leer con facilidad, con momentos dramáticos y mucha acción, que acercan de manera placentera a un mundo no solo desconocido sino que desaparecido. Es, también, una reconstrucción épica de un personaje real, el Cabro Carrera, pero aunque está lejos de ser una novela sobre los inicios de famoso narcotraficante, el relato mítico del mismo es probablemente la forma más idónea de acercarse a él. Es, sin lugar a dudas, una obra sobre lo que Heiddegger habló en en Construir, habitar, pensar; la vida y la forma en que los seres humanos realizan una conexión profunda con el lugar en el que viven, que no se puede explicar solo por el hecho de que duerman allí, sino por ese hilo invisible que a diario los jala para poder volver a lo que llaman hogar; sin importar cuánto se alejen o el tiempo que pase.
📕 Lo primero que debo precisar en esta reseña es que revisando el historial de esta página (que ya tiene un total de 140 libros reseñados) pareciera (en realidad es una certeza) que leo mucho más escritores y escritoras extranjeras que chilenas, ¿cuál es la razón?, lo desconozco, sin duda una evidente ausencia de chovinismo y, probablemente, algún arribismo escondido y mal disimulado…
📕 Digo esto porque mis últimas experiencias con escritores y escritoras chilenas han sido muy muy buenas….y por alguna razón no les dedico más atención… culpa y falta mía…
📕 Afortunadamente ésta experiencia no ha sido la excepción.
📕 Matadero Franklin es una entretenidísima novela chilena, con harta pistola y navaja, con sus buenos zapateos de cueca (baile tradicional chileno), con algo de hípica, y con un poquito de boxeo por supuesto, que, bajo la excusa de contarnos los orígenes del “Cabro Carrera”, antiguo y reconocido narcotraficante chileno, fallecido hace más de 23 años, nos proporciona un fresco relato sobre la agitada vida en un popularísimo barrio de Santiago, a mediados del siglo pasado.
📕 Una novela amena, ágil y reitero, muy entretenida, que transcurre entre vinos tintos y cañas de aguardiente, entre cazuelas, corderos y perniles.
Podría comenzar siendo superficial y diciendo que amé la ilustración de la portada y la estructura interna de la obra, como se dividen sus partes y capítulos, cada vez que un capítulo terminaba quedaba sin aliento. En cuanto a la historia, Simón Soto nos acerca al Matadero Franklin de manera muy realista, cruda y brutal, sin ánimos de maquillar y ni titubear, al corazón del barrio en el Chile de los 50��s. Nos lleva a aquellos años donde el Matadero resplandecía dentro de la Capital, siendo proveedor de muchos trabajos y abastecedor de muchos locales, un lugar que tenía su propia jerarquía, que jugaba con sus propias reglas, que vivía a su manera, muy parecido a lo que hoy significa la Vega Central en Santiago. Una historia bien desarrollada personajes llenos esperanzas con ganas de dejar atrás la pobreza. Aunque respecto al desarrollo de los personajes quede con gusto a poco, pues esperaba en ellos mayores transformaciones, sin embargo el libro relata muy bien la idiosincrasia del chileno y su predisposición siempre a trabajar duro, pude reconocer en esta historia la difícil vida que les tocó vivir a nuestros antepasados, con vidas ligadas a la violencia, a lo clandestino e ilegal para poder sobrevivir en los barrios. Disfrute mucho el libro.
Matadero Franklin es la historia del Cabro Carrera, uno de los delincuentes chilenos más famosos de su tiempo (que yo no tenía idea). Yo solo me enfrenté con la vida de un niño que perdía a su madre, fue acogido por el Lobo Mardones (un matarife respetado en el barrio Franklin), pero se sintió más identificado con Torcuato Cisternas.
La historia gira en torno a estos tres personajes, más la historia de la Luisa (cómo olvidarla) y la forma en que sus destinos están literalmente marcados por la violencia.
Para mí fue una lectura interesante y que me mantuvo curiosa, incluso pese a las historias paralelas que cambian constantemente y te desorientan un poco; pero que juega muy a su favor al final cuando todo confluye.
Los temas que abarca: delincuencia, miseria, violencia, ambición, poder, traición; son la esencia del relato a mi parecer, es lo que constituye el personaje central como "el matadero" en un símbolo fidedigno de la crueldad y la normalización de este bajo mundo en el que se trata de sobrevivir a cualquier precio.
Es una novela que también rescata la cultura chilena de la época en ese sector capitalino y la vida que parece tan lejanas para algunos, pero tan duramente real para otros.
Entretenida novela de gánsteres chilensis, ambientada en el Santiago de 1940, en el barrio Franklin, en el antiguo Matadero de Santiago.
El Lobo Mardones y Torcuato Cisternas, amigos de juventud y separados por la vida, se enfrentan por liderazgo del barrio y por su influencia sobre Mario Leiva, personaje inspirado en el Cabro Carrera. En la trama, que se lee rápido porque es muy entretenida, aparece la vida de los matarifes, los lanzas, los tiras, los boxeadores, las cocineras, los pichicateros, los burreros, los apostadores y los que abastecen verduras en el barrio Franklin.
Con escenas, además del barrio Matadero Franklin, del barrio Mapocho, de la cordillera de Los Andes, del Club Hípico, de Dalcahue, de Freirina, Ñuble, Estaciones Central y Mapocho y la Plaza de Armas de Santiago, se da vida a una historia negra, ágil, bien narrada, aunque con poco desarrollo de personajes con mucho potencial literario como el Cabro Leiva, la China Riquelme, el Chancho Gutiérrez y el Pájaro Acuña.
Como fiel heredero de la cultura pop posterior a la década de los 2000, Soto imprime toda la atmósfera de “Los Sopranos”, la lógica de gánster a la que nos acostumbra la tv americana. Matadero Franklin cuenta los inicios del famoso “Cabro” Carrera, amo y señor del ampa santiaguino durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX. Sus inicios como lanza, y bajo la atenta mirada de su padrino, el Lobo Mardones, matarife del clásico matadero Franklin, hábil como el solo con el cuchillo, y luego bajo el tutelage de Torcuato Cisternas, quien regresa para intentar hacerse con El Barrio y con ello recuperar su reputación. Es una novela que se lee como una serie de tv, con mucha acción y cortes de cada capítulo que te adentran más y más en la historia. Es una entretenida lectura para el periodo estival que se avecina. Guardando las proporciones del crimen organizado que pudo haberse dado acá en Chile, la veracidad de su relato a veces cae en una ficción absorbida por la cultura pop.
no es lo que suelo leer con normalidad, ya que se trata de una novela ambientada en la época de 1940 en chile, y como mexicana que siempre solía leer literatura juvenil actual, me sorprendió lo mucho que disfruté el libro. los personajes, la narración, y la historia en general. todo me pareció tan atrapante, que por momentos me costaba despegarme del libro. lo encontré un día en una tienda de electrónicas con sección de librería en un centro comercial, y me lo decidí llevar por el precio de oferta y la portada y sinopsis que despertaron mi curiosidad. lo que empezó como simple curiosidad, me terminó pareciendo una bonita casualidad, porque simplemente quedé enamorada del libro, y resultó convertirse en uno de mis favoritos. definitivamente lo recomiendo, y creo que vale la pena darle una oportunidad. gracias simón soto, por esta maravilla.
Me encantó todo: la forma en que estaba escrito era muy vívida, sentía que estaba ahí mismo. Admito que no sabía nada del Cabro Carrera (ni de ninguno de los otros personajes), solamente lo cachaba de nombre. No soy santiaguina y tampoco sabía nada del matadero Franklin, ni de los barrios. Crecí escuchando el nombre del Cabro Carrera en las noticias y nunca le di mucha importancia, nunca supe bien qué hacía en realidad. Tomé el libro porque vi que varios decían que era un imprescindible, y sí: es. Aprendí un montón de cosas que de verdad me sorprendieron, estaba metidísima leyendo, no quería que se acabara, todo era nuevo para mí y estaba contado de forma demasiado interesante. Me imagino este libro como una serie o una novela gráfica, una película quizás.