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416 pages, Paperback
First published January 1, 1985
Leerá lo escrito por extranjeros para sacar una razón media entre lo que digan ambos
No hace falta la rigidez del siglo XVI, pero tampoco la libertad de ahora.
[…] Me han hecho hallar tedio en lo ruidoso de las gentes, peligro en lo bajo de la república y delicia en la medianía.
[…] En el estado de medianía en que me hallo, vivo con tranquilidad y sin cuidado.
¿Qué efecto podía producir todo el elogio que hacía de la medianía quien no aspiraba sino a superar a los poderosos en esplendor?
Todo esto sin duda es muy bueno, porque contribuye a hacer al hombre cada día más sociable. El continuo trato y franqueza descubre mutuamente los corazones de los unos a los otros; hace que se comuniquen las especies y se unan las voluntades.
Y la amistad, en fin, madre de todos los bienes sociable […] esta sólo se halla entre los hombres que se miran sin competencia.
Ambos sois hombres de bien. Los malvados no pueden ser amigos.
Sólo con notar cuatro o cinco costumbre extrañas, cuyo origen no me tomaría el trabajo de indagar, ponerlas en estilo suelto y jocoso, añadir algunas reflexiones satíricas, y soltar la pluma con la misma ligereza que la tomé, completaría mi obra, como otros muchos lo han hecho.
Pero tú me enseñaste a mí, venerado maestro, tú me enseñaste a amar la verdad, me dijiste mil veces que el faltar a ella es delito hasta en las materias frívolas. Era entonces mi corazón tan tierno, y tu voz tan eficaz cuando me imprimiste en él esta máxima, que no la borrará la sucesión de los tiempos.
Como procuro indagar precisamente el carácter verdadero de las cosas, y no graduarlas por las apariencias […]
Y mi sinceridad es tanta que en nada puede mi lengua hacer traición a mi pecho.
Para hacer un edificio en que vivir no basta la abundancia de materiales y de obreros; es preciso examinar el terreno para los cimientos, los genios de los que lo han de habitar, la cantidad de sus vecinos y otras mil circunstancias, como la de no preferir la hermosura de la fachada a la comodidad de sus viviendas.
La verdad sola es digna de llenar el tiempo y ocupar la atención de todos los hombres.
[…] No por eso deja de ser verdad y verdad útil, y las verdades útiles están tan lejos de ser repetidas con sobrada frecuencia, que pocas veces llegan a repetirse lo suficiente.
La virtud sola es la cosa que es más amable cuanto más la conocemos y cultivamos.
Es cosa fuerte que los malos abusen de la paciencia y virtud de los buenos […] el hombre virtuoso está viendo constantemente la mano que le hiere mortalmente.
Pero la virtud está muy desairada en la corrupción del mundo para tener atractivo alguno.
[…] Parecerá despreciable a los ojos de cualquier ser imparcial.
Apenas puedo llamar hombres a los que no cultivan la razón.
Creo, como tú, que la fama póstuma de nada sirve al muerto, pero puede servir a los vivos con el estímulo del ejemplo que deja el que ha fallecido. Tal ves éste es el motivo político del aplauso que logra.
En este supuesto, ninguna fama póstuma es apreciable sino la que deja el hombre de bien.
Entre ser hombre de bien y no ser hombre de bien, no hay medio. Si lo hubiera no sería tanto el número de pícaros.