No contar todo, novela de no ficción, presenta la saga de los Monge, al mismo tiempo que cuenta la historia del país que habitaron. El abuelo, Carlos Monge McKey, descendiente de irlandeses, finge su propia muerte, haciendo estallar la cantera de su cuñado. El padre, Carlos Monge Sánchez, rompe con su familia y con su propia historia para irse a Guerrero, donde, convertido en guerrillero, luchará al lado de Genaro Vázquez. El hijo, Emiliano Monge García, nacerá enfermo y vivirá sus primeros años hospitalizado, por lo que será considerado como el débil de su familia y por lo cual erigirá un mundo de ficciones que con los años se irá haciendo más y más complejo y del que después ya no podrá escapar, más que escapando de todo.
No contar todo es la genealogía de una triple huida, el recordatorio de que una desbandada también puede ser una familia.
Nació el 6 de enero de 1978 en Ciudad de México. Estudió Ciencias Políticas en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México), donde luego impartió clases hasta que se trasladó a vivir a Barcelona, España. Ha publicado el libro de relatos Arrastrar esa sombra (2008, Sexto Piso) y la novela Morirse de memoria (2010, Sexto Piso), ambos finalistas del Premio Antonin Artaud. Después llegarían El cielo árido (2012), Las tierras arrasadas (Literatura Random House, 2015), ganadora del IX Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska; La superficie más honda (Literatura Random House, 2017) y No contar todo (Literatura Random House, 2018).
Ha colaborado con diversos medios impresos, entre los que destacan El País, Letras Libres, Reforma y Gatopardo, y ha trabajado como editor de libros y revistas. En dos ocasiones (2008-09 y 2010-11) ha sido beneficiario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, del mexicano Conaculta, y en 2011 fue seleccionado por la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) como uno de los 25 escritores secretos más importantes de América Latina. Es, además, el último miembro de la Orden del Finnegans.
Realmente pensé que me iba a gustar más. Había leído Tierras arrasadas, y es un libro que me encanta. El tono con el que escribe Monge es muy solemne, y en el caso de tierras arrasadas como que tenía sentido. Pero acá, hablando sobre su familia, me pareció que perdía toda objetividad, y le da ese tono solemne a dramas familiares, a huidas de su abuelo y de su padre. Quizás es una cosa de fondo, creo que todos los dramas familiares se viven desde adentro con mucho dramatismo, pero no necesariamente lo son tanto como historia vista objetivamente, en mi opinión. Entiendo que él se pone al frente con toda su historia, es casi una especie de confesión, y me parece buenísimo como terapia, pero a la vez, no pude conectar con lo que cuenta, porque tampoco que parece que el resultado haga una tremenda historia. Igual me surgen muchas preguntas con esto, porque eso de exponerse, es supongo una manera de sacrificarse por su arte, o algo así, o es parte de la búsqueda y eso me parece muy bueno. Quizás tenga más que decir sobre este libro más adelante.
La historia se repite, la historia de abandono a la familia, de huidas, de sensación de vacío, de machismo.
Al principio me encantó, pero luego la idea que la historia familiar se repite de manera inexorable, que los hijos están condenados a repetir a sus padres, en un marco tan latinoamericano, me comenzó a cansar. El diario del padre de Emiliano, corto, sin profundidad, un simple recuento de su vida diaria, me pareció repetitivo, me parecieron mejor contadas y relevantes las entrevistas que Emiliano reproduce, solo las intervenciones de su padre y abuelo.
Triste realidad mexicana y latinoamericana, vista desde la perspectiva del hombre, no de las mujeres que dejan solas y que deben enfrentar todos los retos con ninguno o poco apoyo y sin explicación.
No pude terminarlo fue realmente fastidioso, no me gustó la narrativa, las palabras altisonantes que no aportaban a la trama, no comprendí a los personajes ni los saltos tan grandes de tiempo, me pareció confuso 😕
En la novela "No contar todo", de Emiliano Monge, tres distintas voces narrativas cuentan la muy personal historia del autor, pero también la de todos los que han sufrido el abandono, la violencia de un país desangrado y el machismo al interior de toda familia latinoamericana, esa herida sangrante que vivieron nuestros ancestros y que hoy día apenas va cicatrizando.
Una potente novela sobre cómo replicamos patrones de conducta entre generaciones. Los personajes luchan contra un destino escrito en la historia de su tribu. Como en la tragedia griega, no pueden zafarse del todo...
Librazo. Una historia generacional ha habla de partidas para entenderse y construirse a uno mismo. A pesar de la no ficción es literatura de alta calidad y también una ventana a un pasaje histórico de este país que duele.
Se acerca más a las cinco estrellas, en realidad, un artefacto narrativo impresionante, de una agilidad y profundidad que pocas veces consiguen coincidir en el terreno narrativo.
Leí un artículo de Emiliano Monge en El País y me gustó mucho, después leí otro y ya no me gustó tanto, pero para entonces ya había comprado un libro de él : No contar todo
Batallé mucho para avanzar y no entendía por qué , la idea es buena, la historia de su familia contada por tres voces, su abuelo, su padre y él, además el libro está bien escrito
Y yo no podía acabarlo, no era como con mi querido ❤️, Antonio Lobo Antúnez , por la complejidad de la historia y los personajes, era otra cosa
Después pensé que la historia no me decía nada a mi, que yo no me identificaba con los personajes , que no estaba cambiando mi vida, o peor aún , que el libro no tenía corazón
Finalmente entendí que la interesante historia trans generacional no me tocaba de forma personal porque era la historia sobre la construcción y la transmisión de la violencia, principalmente masculina
Vaya historias de sus vidas, el abuelo fingiendo su muerte ante la imposibilidad de estar con su familia, el padre desapareciendo y el hijo fingiendo no estar .
Personajes terribles que hacían daño y desaparecían que no podían estar y que su ausencia tal vez era mejor que su presencia , menos mortífera
El abuelo “ jugaba “ a decir a sus hijos que se había muerto uno de sus hermanos para “ ver “ cómo reaccionaba , la abuela le puso jugo de limón en los ojos a su hija cuando era bebé para que “ brillara “ su mirada .
Y de eso trata el libro , de las tres generaciones de hombres y su imposibilidad de estar y de la implacable repetición ....
Muy difícil de leer , es interesante para pensar lo que se transmite
No quisiera ser amiga de Emiliano Monge, tampoco le daría un abrazo si lo conociera, pero si le estrecharía la mano y le diría : entiendo tu dolor .
Gran libro, es una disección del sino evasivo de los hombres de la familia Monge (abueliz hijo y nieto). El autor utiliza diferentes estilos literarios en todos los capítulos. Tal vez la historia más interesante es la del abuelo.
Sólo entonces, de golpe, Emiliano habrá entendido, condensando en uno todos los momentos de su vida, que no sólo no domesticó sino que no evitó nunca el latido, que no dejó jamas de escuchar aquel llamado, que no pudo ni siquiera hacerse a un lado. Y aceptará, Emiliano —quien no tenía un mundo del cual irse, quien no tenía tampoco un pasado del cual desterrarse, quien no tenía ni siquiera un objetivo, una fuerza de atracción que lo empujara con el coraje que hace falta para ir hacia adelante, para ir detrás de algo—, que lo que ha hecho no ha sido otra cosa que seguir la misma ruta que querría haber evitado.
Emiliano Monge (1978-) is an award-winning writer of novels, short stories and children’s books who is one of the most highly regarded Mexican and Latin American writers of our time. His latest book to be published in English translation focuses on the lives of his paternal grandfather, Carlos Monge McKey, his father, Carlos Monge Sánchez, all of whom share one major trait: each found a way to escape from his family to pursue his own needs and desires, and in doing so neglected their responsibilities as husbands, fathers, and sons.
The book opens with a quote from the front-page headline of a newspaper published in Culiacán, the capital of the Mexican state of Sinaloa, in 1962: “MONGE, DEPRAVED RASPUTIN!” The Monge in question is the author’s paternal grandfather, who disappeared four years earlier after staging his own death, leaving behind and severely disrupting the lives of his wife and four children, until he suddenly reappears four years without a hint of penitence, as if he had left to go to a corner store a few minutes earlier. Monge describes his grandfather’s scheme, then places it in context for what is to come:
But the scene that I have just sketched is not what matters. It is simply a list of events, And events are not the story. Even facts are not the whole story. The story is an invisible current in the depths that moves all things. The true story is why my grandfather sensed—instinctively, as an animal might—that he had to leave. Just as, many years later, my father would do the same. And how, in turn, my moment came.
The author returns to his home town to interview his father, a bitter man who is wracked with illness and frailty and seems much older than his apparent age would suggest. The fictionalized conversation between the two men consists only of the father’s dialogue, and the reader is left to fill in the son’s comments. The history of the Monge family is slowly revealed, akin to separating the layers of an onion, as the son extracts details about the life of his relatives, from his reluctant father. Other chapters consist of diaries kept by the maternal grandfather, and the author’s own story of his life, and those of his parents and brothers, told in the context of México over the past 75 years.
What Goes Unsaid was an interesting view into the lives of a remarkable but not unusual Mexican family, and the often difficult and fractured relationships that men of all backgrounds have with their families, and with each other.
No contar todo es en palabras de su autor «una novela [...] en torno [...] del presentimiento de su estirpe: una novela en torno de la fuga, la mentira, la violencia masculina y las herencias silenciosas [...]»
A través de tres generaciones de la familia Monge, el autor presenta los conflictos personales que atormentan a abuelo, padre e hijo a raíz de un incidente familiar ocurrido a mediados del siglo XX. Abriendo así el baúl de los secretos de su familia, Emiliano Monge irá descubriendo los motivos que hubo para provocar el suceso detonante, con lo cual comprenderá la relación de su padre con su abuelo, y más adelante la suya con ambos. Teniendo de telón de fondo la escena política y social de Sinaloa y finalmente del anterior DF, No contar todo es una saga familiar en donde las máscaras irán cayendo para develar la naturaleza verdadera detrás del machismo mexicano y la masculinidad tóxica.
Es una novela con una historia bien intima de su familia; un abuelo que se hizo pasar por muerto algunos años y un padre que se fue s la guerrilla a luchar con Genaro Vásquez ((tuve que googlear para saber quién fue, no soy mexicano). Creo que al libro le sobran más de 100 páginas, en varios pasajes es redundante y la historia menos atractiva es la del mismo Emiliano Monge, la forma como cuenta la historia del padre cansa un poco, en segunda persona, la de él la cuenta en tercera persona y suena como futbolista argentino, un poco patética. Los pasajes del abuelo son los que más me gustaron, cuando narra en forma de diario de vida. Buena novela pero en ningún caso imprescindible.
Diferente a lo que había leído de él, la forma me parece magistral y el contenido entretenido. Creo que faltó literatura y se queda en un chisme de familia. Sin embargo, se agradece el riesgo que corre Emiliano al hacer algo tan diferente de sus novelas anteriores, eso me parece lo más rescatable, se la juega y se la juega bien.
Una narrativa diferente. La voz de un hombre que nos comparte su historia y nos enseña como se repite el actuar de un abuelo, un padre y un hijo. Monge nos comparte la historia de quienes lo preceden y nos relata sus versiones del porqué desaparecen para reiniciar sus vidas.
Digo que 3.5 estrellas en realidad. Al finalizar el libro me dejó la sensación de que la forma en la que están distribuidas las historias es más un elementos personal, que literario, o que ese fue el resultado final.
Cerca del final hay un capítulo de unas cinco páginas que encapsula la genialidad de Emiliano Monge como escritor.
Qué libro tan raro, no puedo decir que no me gustó, pero tampoco lo contrario. Es la historia de una familia desde adentro. Creo que todos creemos que la historia de vida de nuestra familia es impresionante, pero al ponerla expuesta a los demás puede parecer que carece de esa misma emoción.
Una muy atractiva premisa de escribir una autobiografía a raíz de la vida de su abuelo y su padre, ambos temporalmente desaparecidos, en la convulso México del siglo XX. Pero no me agradó la ejecución, técnicamente compleja, pero excesivamente falta de empatía. No logré terminar las últimas páginas por hastío.
Una frase di Pavese dice "il sentimentalismo non si corregge diventando cinici, ma diventando seri". Sostituite questa frase con "autofiction": ecco qua.
He comentado que nada más alejado de mis ambiciones que ser considerado un crítico literario. No tengo la formación, ni el oficio ni la vocación para ejercer tal papel. Lo mío es la invitación a la lectura, el acercamiento al texto, la participación de sensaciones, sentimientos, reflexiones que me provocó la lectura.
Sin embargo, he leído lo suficiente para percibir, aunque no logre explicarlo, cuando un autor procura desviarse de las rutas habituales y conocidas en la literatura. Es encomiable que un escritor explore nuevos métodos, procedimientos, lenguajes.
Creo que Emiliano Monge, del que no había leído nada, lo intentó con extraordinarios resultados. Las primeras páginas de “No contar todo” me descolocaron. De hecho, el libro lo inicié a finales del año pasado y lo dejé. No pude o quizá no estaba para lecturas “complicadas”.
Su publicación había generado ruido, comentarios y reseñas positivas, recomendaciones en las redes sociales, y, obviamente, me provocó leerlo. Además, trataba sobre uno de mis temas preferidos: el de la paternidad, muy entrañable para mí, huérfano de padre y de hijas ausentes.
“No contar todo” encaja en los géneros de la autoficción, o en la no ficción. Cuenta la historia de tres generaciones de Monge: el abuelo, Carlos Monge McKey, el padre Carlos Monge Sánchez y supongo, la del autor, Emiliano Monge. Una Saga de Monge a través del tiempo.
En teoría, el autor nos podría contar la historia en primera persona. Pero no, no le pareció adecuado usar un recurso tan trillado, por lo que ahí se torció el rabo el marrano, y explotó mi cerebro. No entendía quién era el narrador: ¿el padre, al contarle al hijo? ¿el propio autor, pero en tercera persona, como si Emiliano fuera un extraño? ¿el abuelo, a través de sus diarios? ¿Los tres?
Extravagantes tiempos verbales, artefactos literarios quizá novedosos, pero extraños a un lector como el que les escribe, me traían literalmente desequilibrado, subrayando, trazando líneas de tiempo y árboles genealógicos, y eso que apenas llevaba un poco menos de la mitad del libro.
Pero me armé de paciencia; estamos encerrados, pensé, en cuarentena, así que cálmate, no eres Messi para andar de berrinchudo porque no se hacen las cosas como quieres, esperas y acostumbras. Respira hondo y continúa, no pueden estar equivocados tantos críticos que leíste en el lejano 2019, cuando éramos felices sin saberlo.
Quizá el que su abuelo haya fingido su muerte bajo la carga de unos cartuchos de dinamita, para huir lejos de la familia; o que también su padre los haya abandonado, al abuelo, abuela y tíos, para largarse a la sierra guerrerense y unirse al grupo guerrillero de Genaro Vázquez, para más tarde, casarse con su madre, y terminar también abandonándola junto a sus hijos, tentó a Emiliano Monge a hacérnosla difícil, en una especie de venganza ante tanto abandono, para probarnos, para medir nuestra lealtad a su literatura.
La paciencia rinde frutos. Para cuando Emiliano nos narra las historias sobre las infructuosas esperas del arribo de su padre en la sala de llegadas del aeropuerto Benito Juárez, ya estaba bien encarrilado en la novela.
A partir de ahí, dejé que la historia de los Monge fluyera, contara quién sea que la contara, que las locuras, las excentricidades, las rarezas e incongruencias del abuelo y del padre son entretenidas e históricas: el surgimiento del tráfico de drogas y de las guerrillas urbanas, dos épocas en la historia del siglo XX mexicano.
Ya no solté la novela. Caí rendido y asombrado ante la desmesura de las historias de los Monge. Verdaderas o falsas, las anécdotas que desmenuza el autor, las diferentes versiones/visiones de los Monge sobre sus vidas, los períodos y sucesos históricos que abarcan, las escapadas del trío Monge, las cadenas de mentiras con que las cubren y justifican, lograron que la lectura de “No contar todo” se convirtiera en una retadora, pero a la vez deslumbrante experiencia como lector.
In retrospettiva, tutto è trasparente. Il desiderio c’è sempre stato: i miei ricordi più antichi, per esempio, sono quelli di voler stare da un’altra parte.
La storia per cicli, una verità che mi sconvolge sempre. Questo libro ricorda che è vero anche per il singolo, in un loop di storia per generazioni. Splendido.
Relata la vida de tres hombres, tres generaciones, tres historias, a tres voces que se cuestionan sobre el dolor, la existencia, las posibilidades, las conexiones y las constantes huidas. Está ha sido la primera novela no-ficción que leí de Emiliano Monge, al terminarla vinieron hacía mi aquellos días que imaginé ya lejanos, esos días donde hurgar en el pasado y la memoria de raíz me parecieron una odisea de la cual no pensaba regresar con vida. Esta novela logra esto, traducirnos en un idioma sensible y cotidiano este dolor inexplicable que es cuestionarse por lo ya sucedido, cuenta, de alguna manera sobre ese dolor que todos hemos sentido o que no dejamos de sentir inconscientemente, y al mismo tiempo no lo cuenta todo, sino que deja que todo ese mismo dolor se presente en el lector o lectora.
Una gran novela sobre cómo heredamos los patrones de conducta de nuestros antepasados. Una novela sobre la genealogía de los engaños de una familia, entremezclada con la historia de un país herido. Una novela sobre cómo la masculinidad tóxica se transmite de generación en generación y, cómo ésta daña profundamente a los hombres que la infringen. El estilo narrativo del libro es único. La historia de cada uno de los 3 personajes principales se cuenta en primera voz pero de formas distintas.
Gran libro, donde las verdades se van descubriendo a través de generaciones y bajo la premisa de "No contar todo"... patrones que se repiten en la familia... vale la pena leerlo!
What Goes Unsaid by Emiliano Monge is a "fictionalized memoir" that made me, in turns, frustrated and in awe. Ultimately, in examining his own familial history he makes the reader ask whatever question(s) may be central to their own.
The distinct differences between each generation's section of the book, in both format and voice/narration, makes each quite unique in the reader's mind. Perhaps Monge has elaborated on why he did this but for me it served to illustrate something about history. The further back we go we have only written texts with which to understand, and even the best attempts, even in diaries, contain some element of self-editing, of thinking/knowing that this will, at some point, be read by another. More recent history has the advantage of being interrogated, oral histories often being the result of interviews or some type of exchange between the now and the not-long-ago. Finally, trying to understand our now, to try to place it in context, is difficult and usually episodic. We are in the moment so we don't have the (dis?)advantage of hindsight. We can be brutally honest one moment, somewhat apologetic the next, and in denial the next. We may stumble on our answers, but how aware of it are we? Like they say, only time will tell.
I was easily carried along in each separate story as well as the larger story, which is really an inquiry. So as a memoir I feel it was successful. In particular the ways it interrogated masculinity, or more accurately how men perform their idea of masculinity.
What makes this a book that will stay with me has less to do with Monge's family history and more with what his questioning approach elicited from me. Most memoirs, even ones that intend to highlight some broader questions, are largely nostalgia through a lighter or darker lens. Those generally make me remember my life in a nostalgic manner, even the less appealing moments. But this intense questioning, this intense desire to answer questions, made me think about, and re-frame, moments in both my and my family's history.
While I highly recommend this memoir I would also warn a reader to keep in mind this is both a fictionalized account and far more thematic than a basic chronological telling.
Reviewed from a copy made available by the publisher via LibraryThing Early Reviewers.
[ Hijo de falso muerto, falso vivo ] [ Hijo de falso vivo, maldito ]
Ahora voy a tener un diario para ver si se le ocurre a alguien volverme novela.
La verdad un muy buen libro. Disfruto la manera de narrar de Emiliano, aunque a veces esas oraciones pomposas o el uso desmedido de comas a veces me hacen pensar que es pretencioso. La peor parte es que le sale bien, entonces admito que se vuelve parte de lo que me hace disfrutar su narración.
Lo que me sucede con este tipo de auto-ficción es que ya no sé qué sí es real y qué es producto de la imaginación del autor. O sea saber si tiene esa imaginación porque efectivamente se la pasó de niño en hospitales, o si solo es porque sí. Incluso es bueno saberlo por chismecito, para poder darlo como contexto del autor cuando estás platicando del libro. No es tan común que alguien finja su muerte!
Si alguien no sabe si entrarle a este o a su libro "Justo antes del final", recomendaría primero este. Creo que su tipo de narración es un gusto adquirido y este tiene un aire un poco más liviano, quizá por la forma de conversación con el papá de Emiliano. Quizá para el segundo logren -- después de su debido tiempo de espera, porque sí se mete en tu cabeza y uno no se puede preguntar preguntar qué tanto lo abandonó su papá tan seguido -- agarrar los detalles y saborear más la historia, porque creo que está muy interesante ese también. Aunque no voy a leer los cuentos de este compa, o sí debería?
Me gustó más que Jorge Comensal porque es un libro más valiente en un nivel de lo íntimo. Esta novela exige mucho más trabajo personal, más soledad, más autoexploración, que Las mutaciones. Sin embargo, para hacerlo, es muy viril. En el sentido que Gombrowicz define en sus diarios la virilidad: esa tendencia a exagerar, endurecer, imponer, subir el volumen y el tono. Monge habla de la violencia masculina a través de la violencia masculina, hay una maridaje entre forma y fondo. El narrador se confunde con sus personajes, de hecho, está por debajo de ellos; el narrador es víctima de sus personajes, que lo ningunean, pendejean y humillan por cientos de páginas, alcanzando un nivel de melodrama. Vivian Gornick le diría que está demasiado cerca de lo que narra.
Además acude a lugares comunes para posicionarme como una novela de izquierda: el padre guerrillero, el 68, el estado de Guerrero, etc. Pero no sólo se acerca a la típica posición citadina del anticapitalismo nacionalista, sino que a la hace a la vieja usanza: insultando, ninguneando, simplificando, yendo, como dije, a los polos. Me parece peligroso y predecible presentar la lucha armada de hace medio siglo de esa manera. No contar todo es un valiente paño de lágrimas que al tratar de combatir al macho mexicano en algún nivel también lo defiende.
Abandonado en la página 59, porque la vida es breve y hay muchos libros por ahí.
Este libro me sometió en su primera parte, una y otra vez, al efecto unncany valley: la estructura de los diálogos era tan literaria, tan meticulosamente planeada en términos narrativos, que el apartado "novela de no ficción" me jugó en contra en términos de verosimilitud. Si hubiera sido el protagonista quien, narrando en primera persona, hiciera esas maromas, le habría creído, el pacto habría sido fácil; pero cuando es otro, un otro que no es escritor, quien estructura toda su habla con la finura de un buen diálogo literario... algo se rompe. Supongo que parte del encanto de las novelas de no ficción es saber qué es ficción y qué no, o qué de ficción tiene lo real, pero ese juego no funcionó conmigo.
La promesa del inicio -el abuelo fingiendo su murte-, al llegar a la página 60, sigue siendo una historia postergada para después, pero lo que hay en medio no alcanza, no es tan interesante como debería.
La segunda parte, narrada en tercera persona, rompe tan terriblemente con el ritmo que trae la primera (que, con todo y efecto uncanny valley es muy fluida), que uno siente que está leyendo otra novela.
Por ahí leí en otras criticas que el tono de esta novela es muy solemne: estoy de acuerdo con ellas.