Ante la urgencia ética para enfrentar el acoso, Marta Lamas realiza una profunda reflexión de las diferentes corrientes teóricas del feminismo, así como de las actitudes sociales en relación a éste. La autora busca, para ello, abrir el debate para definir aquellos actos que pueden ser considerados como acoso, de otros que no lo son y que encaminan, por otro lado, a la persecución y la difamación. En este proceso de crear una sociedad más justa e igualitaria, es necesario reflexionar críticamente entorno a aquellas prácticas que resultan emancipadoras, así como aquellas otras que son más bien, un tropiezo.
Marta Lamas Encabo is a Mexican anthropologist and political science professor at the Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). She is one of Mexico's leading feminists and has written many books aimed at reducing discrimination by opening public discourse on feminism, gender, prostitution and abortion. Since 1990, Lamas has edited one of Latin America's most important feminist journals, Debate Feminista (Feminist Debate).In 2005, she was nominated for a Nobel Peace Prize.
Incluso los discursos mejor intencionados pueden cerrarse sobre sí mismos y tornarse implacablemente dogmáticos. Esto ocurre con algunas vertientes del feminismo. De ahí la importancia de reflexionar sobre las propias posturas y no caer en lo que se ha denominado ceguera paradigmática. Esto es lo que hace Marta Lamas, un agudo análisis sobre las interpretaciones feministas del acoso sexual.
Si hay acoso, si es necesario denunciarlo y si juega un papel clave la desigualdad de poder entre hombres y mujeres. Pero estas verdades tienen matices y extremos en los que no conviene caer. Estos extremos lo configuran los supuestos indiscutibles sobre la inocencia de las mujeres, sobre el daño irreparable que sufren y sobre la inmunidad de los hombres; o la tendencia claramente puritana y victimista que se cuela en las posturas radicales.
Es claro que el sistema de justicia con sus prejuicios y su lógica patriarcal no brinda garantías mínimas a las mujeres para la sanción de las situaciones de acoso, lo que conlleva a que emerjan estrategias como el linchamiento público de los agresores a través de medios de comunicación, carteleras de denuncias públicas en universidades y otras, pero ¿son estas estrategias una vía adecuada de solución o pueden implicar arbitrariedad y nuevas injusticias? Cada día aparecen nuevos casos de injusticias: difamaciones, persecuciones mediáticas y despidos. Algunas personas denuncian de forma equivocada y otras lo hacen con mala intención. Esto amerita un análisis que instale una conciencia más certera sobre que es el acoso, que deslinde apropiadamente conductas e intenciones, miradas y tocamientos, agresiones y torpezas.
En síntesis, esa es la tesis que Marta Lamas desarrolla en 182 páginas. Es un texto para releer, repensar y discutir. Lo hace más interesante que deja el debate abierto e invita permanentemente al cuestionamiento de las propias ideas.
Sí, bueno, esto no es una reseña. Si eso es lo que vienen buscando, quizá esta no sea la entrada. Está es más bien una crítica donde voy a hacer papilla este libro porque me pareció penoso y tendencioso. No se preocupen, tengo argumentos para sostener todo mi desmadre. Empecemos con un poco de contexto. Lo leí porque el FCE lo puso gratis durante quince días (calculo que lo van a poner encontrar gratis todavía esta semana acá) y siempre había tenido una curiosidad que rayaba en el morbo por leerlo. El libro se escribió en al calor del movimiento mediático que fue el #MeToo en Estados Unidos y que aquí se replicó de distintas maneras. Es muy obvio, el propio libro lo menciona y de ahí obtiene sus ejemplos.
El siguiente contexto que necesitan: yo tengo desacuerdos teóricos muy cañones con Marta Lamas. Dejémoslo en que considero que no existe emancipación posible allá donde la sexualidad es una mercancía y quienes son explotadas por ello (en su gran mayoría) son mujeres proletarias. No nos hagamos: la sexualidad es una mercancía cuando no debería serlo. No hay libertad allá donde todo se puede convertir en una operación mercantil. En fin, sobre el tema tengo una lista de lecturas en Sexualidad y capitalismo por si gustan checarla.
Ahora sí, ¿por dónde empezar con este libro? Creo que es un intento de Marta Lamas de que nos hagamos la pregunta ¿todo es acoso? y de abogar por un debate matizado. Excelentes intenciones de no ser porque este libro metió el acelerador a fondo y se despeñó por la barranca (cosa que, sinceramente, no me extraña en lo más mínimo). Muy bien, para hablar de acoso, de misoginia y de machismo en México (o en cualquier parte) se me hace súper importante tener un contexto y hablar dentro de él. La realidad del oriente medio no es la misma a la de Europa y la de Europa no es la misma a la de América Latina y en América Latina en cada país varía todo y en México una cosa es el contexto urbano y otra el rural y una cosa es el contexto de la periferia y otra el del centro de la ciudad. Por eso, cuando al principio del libro menciona que, aunque el contexto violento y machista de México es escandaloso, quiere dejarlo de lado, no pude evitar alzar una ceja. Porque sí, podemos analizar el #MeToo mil veces, analizar qué mujeres son las que tienen más posibilidades de denunciar públicamente (que no legal) a sus agresores, pero eso no quiere decir que estemos hablando de algo que repercute en nuestra realidad. Las actrices de Hollywood, fuera de tener la posibilidad de volver sus denuncias mediáticas (para bien y para mal: se vuelven más visibles, pero el escrutinio público es mucho mayor), no influyen realmente en la realidad de las mujeres trabajadoras que sufren, también, acoso diariamente. Es más mediático, sí. Puede, en muchos casos, poner el tema del acoso sexual en el centro de la mesa. ¿Ofrece soluciones? No realmente. ¿Por qué no contextualizar en México y centrarnos en la lucha contra el acoso y el machismo aquí?
Pero bueno, también da la impresión que Marta Lamas habla sólo de mujeres de una clase muy particular, pero sobre eso más adelante.
Lamas hace una crítica a McKinnon y Dworkin, ambas feministas radicales abolicionistas (McKinnon además, abogada, aunque tengo pendiente leerla) y aunque si entiendo a done van las críticas, se me hacen mal enfocadas. Preferiría ejecutar una crítica desde el marxismo (pero eso cuando hablemos de ellas en el blog), pero bueno, lo que tenemos es la de Lamas, que insiste, como muchas personas en este mundo, en hablar de abolicionismo como puritanismo o prohibicionismo. Usualmente para clarificar diferencias en torno a lo que distintos movimientos por la liberación de la mujer tienen como visión respecto a la prostitución suelo usar las explicaciones del informe Cumbia, Copeteo y Lágrimas, de Lohana Berkins (argentina, comunista). Son explicaciones super accesibles que se encuentran en el libro que encuentran acá.
Además me gusta ese material porque hace notar que es un debate mucho más grande que la típica dicotomía liberación vs. puritanismo; de verdad, si tienen oportunidad, chéquenlo. Además que el abolicionismo y los temas en torno a la sexualidad no son abordados de la misma manera dentro del feminismo radical y del marxismo. En fin, yo sólo dejo la pregunta de: ¿de verdad es posible la liberación sexual en el capitalismo que la explota y la tiene como mercancía? Porque digo, muchos y muchas parecen creer que sí (y, una pista: quienes aseguran que sí con más vehemencia suelen ser aquellos y aquellas que se benefician de esa explotación).
Bueno, pasando a otro punto: me parece lamentable que el libro esté lleno de obviedades. En los capítulos introductorios hay demasiado énfasis en demostrar que no todas las mujeres son víctimas de acoso (sí, okey, al definir acoso según lo legal o según una serie de actitudes de una persona hacia otra, es obvio que no todas en el mismo momento van a ser víctimas de acoso) y también en reconocer que existen hombres que son víctimas (creo que nunca nadie lo ha dudado) y que existen mujeres victimarias (de nuevo, las mujeres no son tiernas y angelicales por ser mujeres y creerlo me resulta bastante misógino). Sí, todas las mujeres (y todos los hombres, si es que por algún milagro del señor en el que no creo necesito recalcarlo) vivimos en el machismo de una sociedad de clases. Y sí, hay acoso. Mi pregunta aquí sería, ¿por qué la necesidad de recalcar que NO TODOS LOS HOMBRES? Además de que me parece que muchas personas son capaces de entender una generalización, ¿cuál es el punto?
Porque para empezar me suena a esas cosas que dicen los libros y textos y la gente que no quiere que otra gente que no sabe ni de feminismo ni de otros movimientos de emancipación de la mujer se asuste, pero este libro no parece estar dirigido a esas personas. En fin, eso son conjeturas. ¿Saben que sería interesante? Contextualizar esas afirmaciones. Sí, sabemos que hay hombres víctimas: ¿cuántos?, ¿en qué contextos?; lo mismo para las mujeres que son victimarias. Pero si las estadísticas son complicadas para lo que es más evidente (mujeres que son acosadas por hombres) y está de manera insultante enfrente de nosotros, pues... bueno..., ya me imagino para lo demás. Pero contextualizar eso se me hace tremendamente necesario. No son fenómenos que se den de la misma manera. Y si el acoso ya varía de una región a otra..., pues no podemos pretender de hablar de la experiencia de hombres y mujeres de manera universal. (Digo, ya sólo empezando porque si el genero nos une, la clase bien que nos separa).
Hay un capítulo dedicado al tema en Estados Unidos y en las universidades donde entre otras cosas aboga por el debate matizado (sí, buena idea, ajá) para después condenar al escrache "y otras acciones terroristas". No me lo inventé, está en el libro. ¿NO HABLÁBAMOS DE MATIZAR EL DEBATE? Ningún comentario más. Mi realidad no es EU y a mí me interesa este tema en México. (Bueno, quizá que aunque es obvio que un comentario machista al aire no es lo mismo que tocar a alguien sin consentimiento, no son acciones que existan en contextos separados, todos son producto de las mismas relaciones sociales).
Entonces, ¡por fin!, entramos a México. Sin son de México y son tuiteros, seguro les suena el caso de Tamara de Anda (aka plaqueta). Lejos de mis opiniones personajes sobre el caso (un taxista le grito guapa y creo que todos entendemos que pa' qué chingados te gritan en la calle sin ir a cuento), me sorprende que en una nota al pie de página Marta Lamas se pregunte si hubiera sido diferente si hubiera sido blanco y güerito. El mismo argumento de los machos del tuiter. Felicidades. (Y es que lejos de que a mí el sistema legal de la burguesía me valga pitos con toda su larga historia de servirle a una sola clase, qué son esas maneras de conjeturar sobre la incomodidad de las mujeres). El segundo caso que menciona acaba peor. Con el contexto del MeToo gringo y Karla Souza hablando de cómo fue acosada, habla de una denuncia pública de Sofía Niño de Rivera hacia Ricardo Rocha. Dejando de lado mi opinión personal sobre semejantes personajes (nada bueno, se los aseguro), Marta Lamas añade que en la grabación se podía ver que era un gesto amistoso (¿quién chingados juzga eso con objetividad? La idea de matizar un debate también pasa por admitir que las mujeres se pueden sentir incómodas cuando otras personas invaden su espacio personal sin venir al caso) y que, en todo caso, lo más productivo hubiera sido que la acusaran de difamación para esclarecer las cosas (WTF, en qué chingados ayuda la justicia aquí). Bueno, son los dos grandes casos de los que habla. Mediáticos a más no poder, el último que involucraba a gente de una muy específica esfera social... ¿Saben algo? México no es ni el mundo del espectáculo, ni los tuiteros. Hablamos de acoso, pero sin hablar de lo que ocurre, ya sin salirnos mucho de la CDMX, en la periferia (hablo del edomex porque de aquí soy), hablando de mujeres con poder mediático, ignorando que hay otras 40000 voces que no se escuchan. ¿Para qué o qué hacerlo así?
Además, mil veces se ha dicho cuando se trata de exponer casos públicamente (y no hay denuncias legales que en muchos casos no proceden) que lo que se busca es hacer visible el problema; muchas veces se hace incluso de manera anónima para todas las partes (otras no). Mil veces va a haber alguien que insista que la única manera de arreglarlo es acudiendo a la justicia del Estado. Miren, no juzgo a quienes creen en ella. Qué bueno. ¿Cuándo chingados le ha ayudado la justicia del Estado a las mujeres del proletariado? ¡¿No es obvio por qué no se acude a ella en estos casos?! ¡¿No podemos tener un sólo debate que no acabe como única solución en reformar el sistema existente?! Bueno, ya me adelante. Sigo.
Marta Lamas también pregunta que, si en un puesto de trabajo, es acoso cuando un jefe pide favores sexuales a cambio de un ascenso, la mujer lo rechaza y ahí queda la cosa (utópico lo último, considerando que lo que suele pasar después es que hacen un infierno la vida de las mujeres hasta que renuncian o las despiden, pero vamos a seguir en el escenario de Lamas). Sí, siguiente pregunte. Bueno, matizando: si es o no es acoso sexual en términos legales no quita que sea una acción de mierda que no DEBERÍA (insisto, debería, pero ocurre) ocurrir. ¿Listo? Sigue Lamas: si la mujer acepta, ¿es acoso? Sí, siguiente pregunta. Súbitamente el hecho de que haya mujeres que hagan cosas que nos parecen mal en nuestra ética para vivir (sobrevivir) en el capitalismo parece que hace válido que los hombres sean una mierda. "¡PERO ES QUE HAY CONSENTIMIENTO!" ¿Y ESO BORRA EL CHANTAJE? (Por eso, además de hablar de consentimiento, es muy buena idea hablar de deseo y de que es un poco mierda que el sexo sea una mercancía en el capitalismo y que no debería de ser, pero... oh... boy... así estamos). (Más tarde Lamas insiste en que el quid pro quo en que las mujeres cambian su sexualidad por "ventajas" es algo legítimo; no sé si crea que es una ventaja, pero no se queda lejos de afirmarlo).
Pasando a otro tema, por ahí Lamas cita a dos hombres con el argumento de demostrar que no sólo las mujeres están interesadas en esos temas. Sí, ya lo sabíamos (o sea, existe Engels y El origen de la familia, la propiedad privada y el estado nada más por poner un ejemplo que acabo de releer), ¿algún aporte nuevo? El "aporte" que menciona Lamas se limita a decir que "los hombres también sufren desventajas". ¿Suena ridículo? Es que lo es. No puedo agregar nada. Para esos aportes (y sin tener un enfoque de clase), mejor nada.
En el epílogo, además, pone la tablita de los homicidios violentos en México y afirma: "a los hombres los matan más que a las mujeres". Sí, cómo explico yo esto: es obvio para cualquier persona con ojos que vea la tabla. Lo que no es obvio es el contexto: ¿quiénes son los asesinos? (si se sabe), ¿en qué circunstancias mueren unas y otros? (En México la delincuencia organizada tiene mucho que ver con esto, la guerra fallida contra el narco, pero también la violencia intrafamiliar, sexual, etc.). Porque afirmarlo así nada más pues... qué chido. Y luego decir que la sociedad no se escandaliza por la muerte de los hombres... ¿hablamos de la burbuja de Marta Lamas o de qué? ¿De qué sector? ¿En qué país vive? ¿En cuál burbuja? (Porque resulta una fantasía que a muchos les gusta la de que las mujeres sólo nos preocupamos por el feminicidio, pero no sé a dónde están volteando, en serio, respóndanme; a la gente que una cosa le vale madres, la otra también; y quienes protestan por los feminicidios también se indignan con las olas de violencia).
En fin, el único punto medio interesante (y medio interesante es un halago) es que Marta Lamas sí intenta hacer ver como el neoliberalismo usa sectores del feminismo para justificar el punitivismo. No es una crítica que aterrice muy bien (una lástima, porque ese sí es un tema interesante) y yo la hubiera agarrado desde una perspectiva, qué se yo, marxista *shocking* pero bueno. Un intento fue hecho (no funcionó).
En conclusión, me parece un libro simplista, lleno de obviedades estúpidas para el público al que "parece" estar dirigido, sin contextualización de nada (pero eso sí, una tendencia tremenda a hablar de matizar el debate porque falta la congruencia) y que parece hablar de mujeres y ejemplos que no son de mi clase. Hay otros textos mejores que abordan la violencia y el acoso mucho mejor. Diría que este parece hecho para calmar a los hombres, pero para qué hacer conjeturas cuando tengo argumentos más sólidos (¡¿EN DÓNDE METIERON EL CONTEXTO?! LOS ACTOS DE VIOLENCIA NO OCURREN ASÍ NADA MÁS AISLADOS DE LA SOCIEDAD).
Ahí la dejamos, ya ni para qué seguir. Sí les recomiendo ahorrarse este libro.
Pone a tela de juicio el concepto de acoso, el cual está, según Lamas, está cayendo en el mujerismo y victimismo. Puede llegar a justificar la violencia a la mujer desde la teoría freudiona del inconsciente y pulsiones sexuales, hasta justificar que la ropa que viste una mujer incita al acoso. Además pone en duda en que quizá no sea lo mejor el castigo punitivo a violadores, acosadores y feminicidas. No contextualiza la situación mexicana y latinoamericana basándose más en autores y autoras enxtranjeras de clase sumamente privilegiada. Hay que leer el texto con mucho cuidado, de una manera crítica y escéptica, sobre todo evitar que llegue al ámbito de la jurisprudencia para que no deslegitimice la violencia que han sufrido millones de mujeres de todas las edades.
Marta Lamas es antropóloga e investigadora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la UNAM. En este texto, se centra "en el discurso social sobre el acoso, y en la forma en que ciertas ideas feministas prenden en el imaginario social, pero al mismo tiempo, mutan y son usadas por fuerzas políticas lejanas al feminismo" (p. 16).
Partiendo del hecho que el feminismo hizo "visible la naturalización social que había en relación con esa violencia [...] especial, dirigida a las mujeres" (p. 39), la autora señala que "[e]n el discurso feminista hegemónico, el de las "dominance feminists", se concibe la condición de víctima como parte integral de la condición femenina" (p. 45), de modo que este discurso hace, indefectiblemente, de todas mujeres potenciales víctimas y a todos los hombres los ve como potenciales victimarios.
Sin embargo, "[a]l concebir toda forma de acercamiento sexual bajo el rubro 《violencia sexual》, las feministas radicales han alentado un lamentable giro punitivo y carcelario" (p. 53), que ha provocado, entre otras cosas, "un fortalecimiento del esquema patriarcal" (p. 50), viendo a todas las mujeres como "víctimas que deben ser protegidas" (ídem) y a algunas instituciones del Estado, como la policía, "como aliados y salvadores de las mujeres" (ibídem).
Lo anterior refuerza también "la perspectiva puritana que representa a la sexualidad como un vector de opresión, peligro y persecución" (p. 128), ya que "[a]l tratar de visualizar el régimen de poder-saber-placer que sostiene el discurso social sobre el acoso, es posible ver que el saber que se forma sobre la sexualidad es el del peligro" (p. 115).
De esta manera, Marta Lamas pone sobre la mesa del debate cómo la categorización de muchas prácticas (conductas molestas, discriminadoras, improcedentes, ofensivas, tontas) como "acoso", pone en riesgo la libertad sexual misma y refuerza políticamente la visión patriarcal de las mujeres. Esto sin dejar de lado la situación que se vive en muchas universidades, empresas e instituciones gubernamentales, donde el "acoso" comienza a ser utilizado para remover al personal incómodo para los intereses corporativos (cf. p. 37) o en donde se aplican protocolos que depositan "en la subjetividad de las personas lo que constituye el acoso sexual[, lo cual] es improcedente, se vea por donde se vea" (p. 61).
Como la misma autora acota a todo lo largo del libro, su intención en ningún caso es disminuir o distraer la atención del reclamo (justo y necesario) contra la violencia de género, el cual es un problema rampante en México. Es, por el contrario, formular una invitación a que hombres y mujeres se formen un criterio más amplio, a que tengan una opinión más informada y, sobre todo, a que debatan. Hagámoslo.
Se trata de un texto un tanto provocativo, controversial y quizás más escandalizado de lo que amerita.
Clara seguidora de Foucalt, Lamas ejecuta el característico método arqueológico del mismo autor en una investigación increíblemente amplia y, aunque tendenciosa por la manera en que se presenta la información, nunca se aventura a dar una valoración moral a los tipos de violencia distintos a la sexual. Más que una crítica, posee un matiz meramente analítico del discurso que ha resultado indirectamente de las rupturas dentro de el(los) feminismo(s).
No se llega a una conclusión sólida (lo cual sería un proyecto demasiado ambicioso), sino parece invitar a la reflexión sobre “el saber creado a partir de los mecanismos de poder actuales”.
Marta Lamas es la típica aliada machista disfrazada de feminista. Se atreve a hacer criticas a Andrea Dworkin y Mckinnon, ya quisiera tener la teoria y vision que ellas tuvieron sobre los temas. Absurda y contradictoria, lo unico para lo que me sirvió leerla es para que no me vayan a salir con que no la he leído y entonces no puedo opinar. Marta Lamas es una cuidapijas
Se puede estar más o menos de acuerdo con la autora pero es un ensayo de gran calidad. Nos hace reflexionar sobre una cuestión que es más compleja de lo que nos venden. Además, sus reflexiones están apoyadas con sólidas citas a obras variadas y fundamentales para el feminismo.
Sin negar ni dejar de criticar la realidad del machismo rampante, Marta Lamas hace un sensato análisis donde distingue un feminismo que lucha por una libertad sexual y de decisión real, y aquel otro 'mujerismo' o 'feminismo radical' (son palabras de ella) que ve a los hombres como agresores sexuales y victimarios de las mujeres (eternas víctimas, según las mujeristas)... Es, además, un estudio con muchas referencias y mucha investigación detrás, útil para mujeres y para hombres que verdaderamente deseen una mejor sociedad y no sólo estén siguiendo una idea dominante como si fuera doctrina religiosa.
Vale la pena leer sólo si quieren saber qué filósofas feministas de verdad tienen que leer, no agrega nada a la narrativa, más que teorizar en que está bien seguir culpando a las mujeres que deciden hablar sobre sus experiencias con el acoso porque la mayoría busca victimizarse en lugar de reivindicarlo. Pathetic, lame, and pathetic again
Excelente libro que toda persona deberia de leer para entender el acoso y dar la debida conotación. Además de contener una crítica al feminismo desvirtuado y que ha derivado en posiciones radicales de expresión de la sexualidad, erotismo en nuestra sociedad. Ampliamente recomendado.
En el libro nos cuenta que en el mundo del FEMINISMO existen diferentes tendencias, diferentes pensamientos y así diferentes enfoques en lo que es la crítica cultural. Cada quien tiene su perspectiva para enfrentar cierta problemática y desigualdad.
En el transcurso del tiempo este movimiento ha luchado innumerables veces con el pensamiento machista, por políticos y religiosos que solo han pasado criticando sobre el movimiento, satanizándolas por esa lucha sobre la igualdad sexual, La sociedad conservadora condena la sexualidad fuera del matrimonio llamando a toda mujer que se sale del parámetro que ellos indican que es lo correcto como pecadoras, pues ven en estas mujeres y su libertada sexual como una amenaza y mujeres inmorales. Las feministas solamente buscan que toda mujer tenga la misma igualdad en el trabajo, en la sexualidad y en como expresarse de igual manera, en tener esa libertad como la tiene cualquier hombre, de hablar de los deseos sexuales que puedan tener.
Claro no todo es a favor del feminismo lo que nos habla el libro también una de las cosas que yo en lo personal no estoy muy de acuerdo en este movimiento es que por ser víctima creen que todo lo que dice es la realidad o la verdad absoluta, por ende lo cual ser víctima es incapaz de hacer algo malo. En pocas palabras que por ser víctima forzosamente dice la verdad, lo cual eso para mí no es correcto, pero respeto las decisiones que toman este movimiento. También nos cuenta que la reacción de las feministas hacia otras personas por tener otras opiniones diferentes es de irritación y rabia.
Uno de los temas que se habla aquí y fue el que más me llamo la atención es sobre EL PÁNICO SOCIAL es el miedo exagerado ante un peligro menor es la reacción de una moral exagerada, es una indignación extrema, sobre una causa de violación de algún valor cultural y todo esto viene a una sociedad con mentalidad conservadora, esto hace que se lleven enfrentamientos culturales. Así que todo lo que salga del confort de la sociedad sobre expresiones o prácticas sexuales que haga alguna persona puede llegar a acosarlo.
Sobre el acoso que es, pues el tema principal aquí nos dice que este se produce de forma evolutiva, puede ser por varias semanas, meses e incluso años y que desgraciadamente si esto va creciendo paulatinamente puede tener consecuencias desfavorables para las personas que están siendo víctimas, como pueden causar hasta el suicidio. Ya que el acoso es producir miedo, molestias y todo por qué pueden ver a esta persona como una amenaza.
Como dije, es un libro en el que aprendes mucho sobre el acoso sexual y que cualquier persona puede ser parte de acosar a otra persona, por qué también existe el acoso moral, nadie está exento de ser acosador.
FRASE LIBRO: «PÁNICO SOCIAL ES LA FORMA EXTREMA DE LA INDIGNACIÓN MORAL».
una lectura que debe ser abordada con cuidado, mucha apertura, y un gran pensamiento crítico
Con un postulado directamente opuesto al feminismo radical gringo, Marta Lamas plantea el acoso como un término que debe ser redefinido y reconsiderado. Pues bajo su feminismo, no todo lo calificado de acoso por las feministas radicales es en realidad acoso.
Esta lectura me ha presentado con nuevas ideas, postulados y feminismos con los que no me había topado anteriormente. Expandió mi horizonte y creció mi curiosidad en algunas áreas específicas; sin embargo, en muchas otras abordo sus pronunciamientos con cautela y me opongo fervientemente a algunas de sus consideraciones.
Coincido en que ciertos términos como el acoso, abuso, violencia, entre otros del contemporáneo, se han vuelto intercambiables a sucesos que son simplemente incómodos, raros, y de naturaleza humana. De no ser leído cuidadosa y analíticamente, este texto puede ser confundido como una apología a la violación y revictimización de aqullxs víctimas de violencia.
Aplaudo, de hecho, su correcto señalamiento a la política pública cada vez más punitivista y reaccionaria ante todas las formas de agresión (y no agresión sexual). Me pareció muy valiosa la relación que dibujó entre estos nuevos postulados sobre lo sexual, y la moral puritana de la religión.
Sin embargo, soy crítica a su argumento Freudiano y francés (en parte porque odio a Freud, y también porque me estresan los franceses) sobre la pulsión sexual como algo naturalmente salvaje y agresivo.
Gran valor del texto a mi opinión, se encuentra en las propuestas que hace sobre cómo debemos repensar la política pública y judicial. Los esfuerzos colectivos que se deben realizar para fortalecer el sistema educativo y, más importantemente, el estado de derecho. Sí debemos replantearnos la noción de víctima y victimario pero en ningún momento debemos dejar de negar la violencia que existe sistemáticamente (por género, clase, etnia). Especialmente en el contexto mexicano, es nuestro deber empezar por fortalecer dicho estado de derecho pues hay una ola de violencia mucho más grande que la violencia de género que nos atraviesa.
Me temo que no podemos eliminar la violencia sexual, hasta no eliminar todas las formas de violencia. Esto requerirá un cambio sistémico que replantea no solo el machismo en el que vivimos, sino también el capitalismo neoliberal bajo el que regimos nuestras formas de vivir.
Una buena introducción a distintos posicionamientos teóricos, así como una invitación a entablar un debate informado. Lamas lo explica mejor, obviamente, cuando escribe: “Tal vez algo que podríamos empezar a debatir es quién es «el enemigo principal» en este momento y en nuestro país. Sin duda, para mí, dicho «enemigo principal» no son los hombres, aunque muchos sean parte del problema; es la dinámica, material y simbólica, del capitalismo neoliberal que ha ido configurando los cambios en las relaciones entre mujeres y hombres, y que ha fortalecido una política sexual moralizadora y represiva, troquelando las subjetividades de todas las personas, mujeres y hombres. Esto nos sitúa a las feministas que intuimos la posibilidad de una dimensión relacional distinta entre mujeres y hombres, en un umbral incómodo: rechazamos los usos y costumbres machistas, pero no hemos logrado modificar el discurso punitivo que otras compañeras han ido fortaleciendo. Si, como dice Bourdieu, lo que realmente transforma el orden simbólico es una revolución simbólica ¿qué podemos hacer? ¿Es posible el cambio, personal y social? Según Bourdieu una revolución simbólica consiste en una ruptura con los sistemas de conceptualización y clasificación; es una manera nueva de ver las cosas o, más bien, es una creación de instrumentos nuevos gracias a los cuales se abren perspectivas hasta ese momento insospechadas en el orden del concepto, de la sensibilidad, de la experiencia. ¿Qué hacer actualmente en nuestro contexto de crecimiento de la violencia, y con nuestro deficiente sistema de justicia? Claro que hay que dilucidar si toda forma de requerimiento sexual es acoso, si todo acoso es violencia y si la violencia sexual es o no más grave que las demás violencias. Pero, además de precisar jurídicamente el término acoso, que hoy cobra una densidad de significados, se trata de comprender qué se suscita con él en medio de la desolación de nuestras circunstancias nacionales. Tal vez habría que conceptualizar el acoso desde una perspectiva que lo ubique en el mismo contexto de las causas estructurales que producen los desgarres del lazo social entre mujeres y hombres, que menoscaban la calidad de vida y erosionan la convivencia ciudadana. Para ello hay que hacer política, pero no cualquier política.”
El libro es muy fácil de leer y proporciona buenas bases teóricas para entender el acoso y el hostigamiento sexual. Por otro lado, da un punto de vista crítico al movimiento #MeToo, el cual podría también malinterpretarse para deslegitimar la lucha de muchas mujeres.
En lo personal no estoy de acuerdo con varios puntos que menciona Marta Lamas como:
- El aterrizar la teoría y la postura feminista francesa al contexto mexicano, el cual tiene un grado de complejidad tomando en cuenta el contexto de violencia en el que se vive. Lamas señala una y otra vez que el contexto es diferente, pero aún así insiste en fundamentar toda su postura en la teoría feminista francesa.
- Insiste en que debe de existir un debido proceso. Sin embargo, ¿cómo podemos hablar del debido proceso cuando no existen procesos? y, además como ella lo señala existe un control masculino de los procesos legislativos, judiciales y administrativos. Es decir el 'debido proceso' se encuentra definido por la clase dirigente masculina.
-Se empeña en diferenciar el acoso de otras prácticas machistas, pero ella no lo hace.
- Insinúa que el acoso "quid pro quo" es un intercambio sexual instrumental que debería de legitimizarse sin estigmatizarlo, cuando claramente la teoría feminista ha señalado reiteradamente que éste tipo de prácticas son utilizadas como instrumentos para mantener a la mujer en el lugar que socialmente le corresponde: o como objeto sexual o como mujer pura.
Debo reconocer que un punto de vista distinto y crítico como el de Lamas proporciona herramientas para seguir avanzando en temas de violencia de género incluyendo el acoso y el hostigamiento sexual.
En este libro trata de definir, de manera simple, lo que es el acoso desde de una terminología jurídica, tomando como referencia el contexto en el que el acoso se desarrolló en Estados Unidos y Francia
El principal punto que Marta Lamas quiere demostrar a través de sus páginas, es reconsiderar el discurso hegemónico del acoso, ya que se enfoca en demostrar que a esta palabra se le ha dado una connotación tan amplia que ha incidido en la revictimización de las mujeres y en estigmatizar a los hombres como los victimarios violentos, lo cual, para la autora, no es del todo correcto, retomando como ejemplo lo sucedido con el movimiento #Metoo
Es un libro interesante para saber más sobre las corrientes ideológicas del feminismo y a mi parecer es inmensamente explicativo del porque el movimiento feminista se ha vuelto más revictimizador que liberador, sin embargo, carece de un análisis enfatizado al contexto social y jurídico latinoamericano, donde el sistema educativo y jurídico tienen aristas distintas que el americano y francés
- porque la redacción y las citas durante la lectura me parecieron bastante bien llevadas.
[Alerta de muchoooo texto]
Ahora, en lo personal no simpatice lo suficiente con la opinión de la autora en la mayoría de los temas que expuso; siento que los basa enteramente en lo que llama "Feminismo Radical" y no en el Feminismo que busca encontrar una equidad así como garantizar que los derechos de las mujeres sean respetados. De entrada al libro ella nos expone los movimientos que comenzaron en países como Estados Unidos y Francia que fueron los que después inspiraron a países como México (de donde soy y la autora también), y nos dice plantea la pregunta ¿Toda acción con connotación sexual (involuntaria o voluntaria), puede ser considerada acoso?, y mi respuesta fue SÍ, porque desgraciadamente vivimos en un país donde si no se da un corte o castigo tajante a la persona que lo hace (independiente del género), tiende a escalar hasta llegar a la violencia y muchas de las veces ni haciendo eso se frenan esas acciones. La mujer NO es una victima permanente, NO es una presa como bien defiende la autora pero SÍ esta en un punto donde se le vulneran e invisibilizan sus problemas por el simple hecho de ser mujer por lo que usar argumentos como "porque a los hombre los matan más", "porque a los hombres también los violentan" y "porque también hay mujeres victimarias", es solo una manera más de aminorar su voz. Por supuesto que hay mujeres que violentan, a eso no debemos de cegarnos pero ¿Está bien juzgar a todo el movimiento y sus ideales por esas mujeres?, porque entonces el argumento de "Todos los hombres son potenciales agresores" no suena tan descabellada.
Al inicio del mismo texto se nos aclara, a través de los escritos que cita, que el Acoso no se sentencio hasta que se dieron cuenta de que "afectaba a todos" lo cual bien se podría traducir, a mi manera de verlo como: "También a los hombres", entonces, si esto no se hubiera descubierto, ¿El acoso no seria penado?.
Siempre que una acción de esta índole no sea consensuado POR AMBAS PARTES puede ser considerada acoso por el simple hecho de que se esta incomodando a otra persona, sin ir más lejos, yo no puedo salir en falda a la calle porque llegan los "piropos" o chiflidos, y no dudo que sea así en muchos otros casos. Me voy a adelantar un poco demasiado porque este tema lo retoma (después de otros muchos puntos), la autora y dice que ella es madre, que educa a sus hijas para que ellas no definan su dignidad en torno a lo que pase a su cuerpo y es aquí donde yo me detuve; Hace no mucho tiempo me encontre leyendo ciertos escritos religiosos (vedas), donde un párrafo tenía cierta idea bastante parecida y en el rezaba algo como "No importa lo que pase a tu cuerpo siempre y cuando tú alma siga intacta" (parafraseando), ENTONCES, digamos que tuviera la misma manera de analizar que la autora, ¿Me estás diciendo que no debe de importarme si alguien me toca, se frota en el transporte público o me agrede porque mi dignidad no esta atada a mi cuerpo? o, más bien, ¿Debería dejarlo pasar por ese hecho? (ACLARO QUE ESTOY EXAGERANDO, NO CREO QUE ESA SEA LA IDEA DE LA AUTORA). La dignidad, muy cierto, no esta ligada a mi cuerpo, pero eso no quiere decir que tenga que tolerar esos comportamientos ni pasarlos porque son "coqueteos torpes".
Paso a otro punto ya dejando de lado ese tema. Ignoro en su totalidad la edad la autora, sus demás escritos, etc. Es un tipo de texto que nunca antes había leído por voluntad propia y de verdad creo que esas cosas me ayudarían a entender de manera amplia su pensamiento, pero hay algo más en lo que quiero hacer enfásis:
Ella dice que hay repercusiones al tener estos comportamientos machistas, misóginos y que ellos mismos son reforzados por la sociedad. Cosa en lo que estoy de acuerdo, eso es un punto que hoy por hoy es sabido por todo el mundo; afecta a hombres y mujeres. Nos invita de alguna manera a reflexionar y tratar de no repetir estos patrones pero, como bien antes expuse, ella misma se contradice al afirmar que hay sanciones que son "Exageradas", que hay "Hombres que no saben como expresarse" o "No sabían que [esto] o [aquello] era molesto", eso no es, acaso, ¿Justificar?. Los hombres NO son seres faltantes de inteligencia como por años ha sido el discurso para suavisar los hechos. Ella menciona el caso de una mujer que acepto ir a un lugar a solas con un hombre, tuvieron relaciones y luego, en la madrugada el hombre se despierta para volver a hacerlo con ella. Días despues la mujer denuncia al hombre por sostener relaciones con ella sin consentimiento. La autora hace incapié en el "Ella acepto ir" vuelvo a lo mismo, es como decir "Pues sabía a lo que iba". SÍ, acepto ir pero si en la madrugada ella NO quería mantener relaciones ¿Por qué el tipo la obligo?, ¿Y si la lastimo?. Al hombre lo destituyenron de su cargo y tuvo que ir a otro país por el escandalo, cosa que a mi me parece suficiente lección para que sepa que TIENE que pedir permiso para tocar a otra persona por más "simple" que parezca la situación. Y finalizó con un comentario más, ya hacía el epílogo nos dice que "Una mujer puede ser dueña de su empresa de día y disfrutar ser objeto de deseo sexual de un hombre por la tarde", ¿Qué?, ¿"Objeto"?, ¿"Disfrutar"?. Enserió, me parece increible que siga considerando en este terreno a la mujer como un "objeto". NO SOMOS UN OBJETO, SOMO SERES QUE SIENTEN Y TIENEN DESEOS SEXUALES.
En fin. Perdonen el mucho texto, si en alguna parte me perdi y no di a entender bien mi punto pero son demasiadas cosas las que estoy dejando afuera. Siempre alento a que se lean puntos de vista diferentes para uno ampliar sus argumentos y este fue interesante.
A pesar de que la escritora canadiense (Margaret Atwood) reconoció que con frecuencia las mujeres y otros denunciantes de abusos sexuales no logran tener juicios justos, sostuvo que es un peligro no recurrir al sistema legal alegando su ineficacia. La ley es la garantía del mas débil, es "el poder de los sin poder". Y el peligro que acecha cuando no hay Estado de derecho es el aumento de la violencia. De ahí que "el restablecimiento de legalidad constituye incluso elemental liberación frente a una devastadora e inadmisible alternativa: la sumisión a la lógica de la violencia organizada".
No merece ni una estrella, o sea se cuestiona términos como acoso, abuso y hostigamiento, también el castigo y condena de los violadores y perpetradores en general. No me sorprende ya que está narrado desde una perspectiva supremacista y privilegiada, y así es como se puede percibir.
Va en contra de muchos de mis principios y valores como mujer y como feminista, así que no lo recomiendo, pues al estar escrito desde el privilegio, tiende a ser más conservador.
No me parece el categorizar a las feministas como “dominance” y “governance”
No me ha gustado ni un poco. Muy conservador para mí.
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En un extraño acto de depresión y aburrimiento terminé por leer esto en un fin de semana.
El libro expone el claro problema de la hipersensibilidad que ha provocado el feminismo moderno en occidente, sobre todo en USA, lo cual me parece algo que debe ser tomado en cuenta.
Sin embargo, entre aquí y allá la/las autora/s sueltan uno que otro comentario con el que no estoy de acuerdo. Pero en general, un libro que expone un problema que muchos quieren ignorar.
Imprescindible en este momento de la vida. Si eres feminista necesitas leerlo, si no lo eres también. Definitivo hay mucho que cambiar, mucho que defender y mucho que hablar. Me enorgullecen estos textos. Entiendo el enojo porque he estado enojada con el acoso diario pero hay que levantar la voz y no victimizarnos si no ocuparnos en lo que nos compete. Como abogada me hizo reflexionar sobre mi lógica jurídica y como mujer a tomar conciencia y prevenir. Like like.
Una revisión crítica del debate actual sobre los feminismos. Ahonda en algunas de las contradicciones teóricas de las vertientes radicales, muchas de sus estrategias confluyen en la práctica con la agenda reaccionaria de movimientos religiosos y moralistas que quisieran ver el ámbito de la sexualidad restringido y vigilado.
Llegué a él esperando encontrarme una obra más sobre el tema del acoso. Pero me resultó tan interesante que lo leí en dos días y me provocó varias páginas de apuntes.
Me parece impresionante la postura crítica de la autora, además del orden de sus argumentos. Muchas gracias doctora Lamas. Mi admiración y respeto.
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Me gustó el planteamiento del libro en general y lo que quería decir de fondo, quedan muchas cosas para repensar, sobre todo para el feminismo hegemónico. Sin embargo, creo que le faltó matizar algunos aspectos y algunas opiniones fueron demasiado al extremo, incluso minimizando agresiones sexuales.
Muy deplorable. Queriéndole echar la culpa a las mujeres de su propio acoso, retratándonos como mentirosas, queriendo justificar a los hombres. Marta Lamas no es feminista, busca aprobación masculina todo el tiempo.
Es una buena forma de comparar lo que es el feminismo y sus banderas de lucha, con el exeso de violencia que se está llevando por algunos sectores de este movimiento
Una joya, pensé que era el "abogado del diablo" pero genuinamente me hizo reconsiderar conceptos y entender de forma más amplia aspectos del tema. Aunque aprendí mucho, siento que necesito releerlo mil veces para absorber todo lo que este libro tan pequeño dice
Gran trabajo de Marta Lamas en un momento en el que el debate y la objetividad son fundamentales para lograr la justicia que tanto hace falta en México. No apto para fanáticos aunque si necesario.