UNA HISTORIA DE MUJERES POR LA PAZ ?Tropecé con esta obra mientras buscaba documentación para escribir yo misma un libro sobre las mujeres que en Israel y Palestina luchan juntas por la paz, una paz justa? explica Anna Tortajada en este libro que ha traducido y prologado. Farhat-Naser, la autora, nos relata cómo dos grupos de mujeres, unas palestinas y otras israelíes, decidieron sumar esfuerzos y crear The Jerusalem Link, proyecto que pretende acercar a las dos partes de este conflicto para asentar las bases de la convivencia. En palabras de la autora, ellas obran como agentes secretas, sembrando pensamientos subversivos de paz en los corazones de los jóvenes, antes de que los agentes de la guerra se den cuenta. Naser nos cuenta el día a día de una mujer que no puede acercarse a su huerto, que está sometida a un estricto control por la policía de las dos partes, que no puede planificar nada porque no sabe si al día siguiente podrá salir de casa; nos habla de la quema de libros y de instrumentos musicales y de un sinfín de barbaridades que impiden un día a día en libertad. Cuando el trabajo a pie de calle ya no fue posible, Sumaya Farhat-Naser se puso a escribir para dejar constancia de todo el trabajo realizado por unas mujeres que lucharon, durante más de dos décadas, por encontrar puntos de encuentro, soluciones y compromisos que respondieran a los intereses de palestinos e israelíes, a pesar de la cerrazón de los dirigentes de los procesos de paz. Sumaya Farhat-Naser, nacida en 1948 en Birseit (Jordania Occidental), se trasladó a Alemania donde cursó el bachillerato en un internado de religiosas evangélicas. Posteriormente, realizó estudios de Biología, Geografía y Pedagogía en la universidad de Hamburgo. Fue distinguida con el Premio Ciudad de Augsburgo de la Paz, en su edición del año 2000, por su labor en el acercamiento entre palestinas e israelíes. Este premio lo han recibido otras personalidades de la talla de Mijail Gorbatchov. En el 2002, el proyecto puesto en marcha por Farhat-Naser, The Jerusalem Link, obtuvo el Premio Internacional Alfonso Comín. Madre de tres hijos, actualmente es titular de la cátedra de ecología en la universidad de su ciudad natal. Desde 1997 dirige la publicación Jesuralem Center for Women/Jerusalem Links.
1948. Mientras los israelíes celebran la creación de su Estado (un lugar donde refugiarse de las persecuciones y el genocidio), los palestinos viven la Nakba (la catástrofe): 700.000 personas son expulsadas, los pueblos son arrasados. Ese año nace Sumaya Farhat-Naser.
Vive en una tierra oprimida. Un ejército de ocupación decide la vida de todos. A los palestinos se los hostiga con ataques, con muros, con “carreteras de asentamiento” por las que no se puede circular. La gente queda aislada de sus cultivos, de sus familiares. Los olivares son destruidos. La confiscación de propiedades, los desplazamientos forzados, los campos de refugiados. La obligación de pedir permiso para viajar. La prohibición de volver para muchos de los que se han ido. La violencia del ejército (misiles cayendo en plena calle) y la de algunos colonos que disparan a sus vecinos. Los puestos de control por todas partes. Las demoras interminables para recorrer unos kilómetros. Los cines de Ramallah cerrados durante 30 años. Libros prohibidos y quemados. La discriminación, el apartheid, la segregación.
Cuando la autora termina de trazar el paisaje de la vida cotidiana en un país ocupado, se esperaría que esté llena de rencor, de furia. ¿Qué es lo que hace que alguien contraponga al odio, a la locura, a la violencia, la firmeza de la paz?
A mediados de los ‘80 Farhat-Naser se contactó con algunas activistas israelíes. Tender un puente hacia aquellos que son considerados el enemigo puede ser cuestionado por propios y ajenos. Se corre el riesgo de ser llamado traidor, colaboracionista. Luchando contra esas limitaciones, un grupo de mujeres comenzó a reunirse de modo informal y clandestino. En 1988, seis palestinas y seis israelíes se encontraron en Jerusalén para discutir caminos en común. En el marco de esos encuentros, en 1994 se crearon dos organizaciones: Hija de la Paz (Israel) y el Centro Jerusalén para Mujeres (Palestina). Ambas instituciones se asociaron para formar El Enlace Jerusalén.
El trabajo no fue sencillo. No podía obviarse que uno de los grupos pertenecía a la fuerza ocupadora y el otro a las víctimas de esa ocupación. Las mujeres palestinas pedían algo tan básico que sacude: que el Estado de Israel cumpliera con los Acuerdos de Oslo y con las resoluciones de la ONU. Algo que, aún hoy, no se ha logrado.
Farhat-Naser (directora del Centro Jerusalén para Mujeres hasta 2001) describe las discusiones, malentendidos, debates, el recorrido y el esfuerzo que exige un proyecto común. Son especialmente interesantes las cartas que intercambia con dos de las directoras de Hija de la paz: Daphna Golan y Gila Svirsky.
En la tierra de los olivos (El Aleph) es valioso por lo que cuenta –en tanto material histórico y de denuncia–, pero también como testimonio de la complejidad que implica trabajar con otros, intentar llegar a un consenso. El libro recuerda, también, que todo entendimiento posible debe tener como base el reconocimiento del otro. Y que no hay paz sin justicia.