Colección de crónicas de uno de los escritores más destacados y polémicos de la escena cultural chilena. Adiós mariquita linda está compuesto por textos inéditos y por una selección de sus entregas al periódico The Clinic. En ellos relata varios de sus affaires con hombres de distintas edades, estratos socioeconómicos y nacionalidades; describe con añoranza a algunas de sus amigas y con ironía o ternura sus encuentros con variados personajes (del espectáculo, políticos, delincuentes); trae a la memoria peripecias vividas en sus viajes por Chile, Perú y Cuba.
Hijo de Pedro Mardones, panadero, y Violeta Lemebel, nació "literalmente en la orilla del Zanjón de la Aguada" y "vivió en medio del barro" hasta que, a mediados de los años sesenta, "su familia se mudó a un conjunto de viviendas sociales en avenida Departamental". Estudió en un liceo industrial donde se enseñaba forja de metal y mueblería y, después, en la Universidad de Chile, donde se tituló de profesor de Artes Plásticas. Trabajó en dos liceos, de los cuales fue despedido en 1983 "presumiblemente por su apariencia, ya que no hacía mucho esfuerzo por disimular su homosexualidad". En sus libros aborda fundamentalmente la marginalidad chilena con algunas referencias autobiográficas. Su estilo irreverente, barroco y kitsch lo ha hecho conocido en toda hispanoamérica. Gay declarado, explica el cambio de su nombre así: "El Lemebel es un gesto de alianza con lo femenino, inscribir un apellido materno, reconocer a mi madre huacha desde la ilegalidad homosexual y travesti".
El estilo de Lemebel es inigualable. Tanto así que siento que algunas veces eso es su peor enemigo. Las crónicas acá rebosan en sus malabares linguísticos que fueron puro gozo para mí. Un poquito de cringe leer la naturalización que hacía de explotar la pobreza de adolescentes a cambio de sexo, y no quiero ni pensar en la crónica del perrito, pero en definitiva, esto es literatura y no un juicio moral y Lemebel es una cumbre literaria chilena.
Mata a tus ídolos, Raúl. Entiendo la importancia de Lemebel, por su radicalismo y sus ideas desde la izquierda y lo gay, pero hablando de este libro hay algo que me incomodó mucho en sus relatos de la primera parte, porque basicamente cuenta como garcha con jovencitos aprovechándose de que eran pobres (además, me parece que con total desprecio en las palabras) y es realmente una cosa que me parece espantosa. Gay culture que tendríamos que erradicar, por mucho que venga de personajes tan relevantes como Lemebel, Pasolini o De la Iglesia.
He leído poco a Lemebel. Recién acabo de terminar la lectura de Adiós mariquita linda, un conjunto heterodoxo de crónicas, publicadas mayormente en el The Clinic, uno de los medios desde donde cautivó a sus lectores. Lemebel escribe bien y escribe como Lemebel. Su estilo, creo yo, es inimitable. Y ahí reside su valor, una mirada y una escritura original, coliza, colipata, amanerada, mariposona. Las adjetivaciones, yuxtaposiciones y subordinaciones afloran en ese torrente verbal que fluye como la sangre, el sudor, el semen y el acohol, líquidos vitales que nos hablan de experiencias, deseos, goces, dolores y sisnsabores. Crónicas que emergen de viajes, de encuentros fortuitos, azarosos, intensos y muchas veces efímeros y, sin duda, de la inteligencia y lucidez de un alma sensible. Lemebel es un tremendo cronista y es un agrado leerlo, sin prisa, tranquilo, serenamente, alejado de la fanaticada vociferante que lo aclama, a veces sin leerlo, y que termina convirtiendo en fetiche o ícono consumista a tantos escritores o artistas, por fascinaciones extraliterarias. Lemebel es uno de los grandes escritores chilenos del último tiempo y su escritura perdurará más allá de las modas que imponen ciertos grupúsculos.
Hay algo que queda claro al leer este libro, y es que Pedro Lemebel escribía como los dioses. Tenía un talento y un estilo inigualable. Un manejo del lenguaje asombroso, al mismo tiempo que un dialecto único. Pero al leer esta serie de crónicas me es imposible no detenerme en algo, en que la romantización de varias de las situaciones que describe no sienta bien. Su gusto y ensalzamiento de relaciones sexuales con jóvenes sumidos en la marginalidad es difícil de digerir, más allá de la belleza de sus descripciones y la atmósfera kitsch y erótica que su pluma nos entrega en cada línea. Un punto especialmente oscuro en esta colección es la crónica 'Noche quiltra', que resultó, para mí, repulsiva. Pero, dejando de lado lo anterior, que no pasa de una opinión personal sobre su lectura, literariamente 'Adiós mariquita linda' es impecable. Destaco como las crónicas que más me gustaron: Se llamaba José, Volando en el ala derecha, Noche coyote, El gay town de Santiago y El asalto a los chinos gay. Mi favorita personal, El valle de Cuz Cuz, por ese enamoramiento con la arqueología y las culturas ancestrales de nuestro país, amor que comparto y me maravilló encontrar en estas páginas.
El primer libro que leí de Lemebel fue Mi Amiga Gladys, publicación póstuma, que si bien me acercó bastante a conocer mejor la personalidad del autor, Adiós Mariquita Linda sin duda lo logró de una mejor manera. Este libro es una colección de crónicas, como la mayoría de su obra escrita, que como el autor, está lleno de historias irreverentes e impías de ciudad que tocan temas como el sexo, la marginalidad, la injusticia y la discriminación, todo con el lenguaje característico y poético de Lemebel. Como suele pasar en las colecciones, algunas crónicas me parecieron mejores que otras, aunque en su mayoría comparten el sarcasmo y la denuncia que logran hacerlas cercanas. Si bien creo que el estilo ocupado puede ser algo reiterativo, me parece que el libro logra su cometido de reflejar la provocación característica de Lemebel, y que además hace querer averiguar más de su legado.
A ver, está claro que Lemebel escribía con una facilidad envidiable. Sus versos rococó cargados de figuras y adjetivos pueden lograr la naturalidad que solo en él no suena a impostado. Nada de eso se critica. Mi problema con el libro es netamente de contenido.
Más allá de las bajezas morales, que convengamos que es algo que se conoce de su figura, la selección de crónicas de este libro roza lo aburrido. Creo que sus historias sobre la búsqueda de amores marginales pueden ser interesantes leyéndolas de a una en algún periódico, pero al juntarlas todas notas las "tácticas" de seducción y elementos comunes que las unen. Toda la primera parte perece un copy paste con un amorío con distinto disfraz.
Si de conocer a Lemebel se trata, no diría que es este el libro ejemplar.
4.5. Qué maravilloso es Pedrito Lemebel. Ahorré este libro hasta que más no pude y lo tuve que terminar. Reí y me conmoví con sus crónicas unas veces rosas, otras veces sórdidas, otras veces repletas de ternura. Quiero que reviva y ser su amiga.
Acabo de terminar este libro, el primero que leo del Lemebel, y sigo sin creer cómo he podido vivir sin esta maravillosa narrativa. Es muy probable que sea la impresión de leerlo por primera vez, pero de verdad conocerlo a través de estas crónicas ha sido fantástico.
En este libro, se recopilan sobre todo crónicas que escribió el autor para periódicos. Menciona de manera especial el diario chileno The Clinic. Sus textos sobre temática amorosa son mis favoritos, porque hueles pasión en cada palabra. Sin embargo, aquellos en los que nos cuenta sus aventuras mientras viaja por Latinoamérica me han hecho vivir fuera de mi ventana en esta cuarentena. Viajar a través de sus relatos me inyectó de adrenalina; me hizo soñar que algún día caminaré sobre sus mismas rutas.
Gracias, Lemebel, por pensar, por hablar, por escribir, por existir
Me encantó. Leer a Lemebel siempre es un viaje (y de los buenos), me encanta perderme entre sus páginas y dejarme llevar por su narrativa tan provocadora y a la vez hermosa. Además, está tan presente en mi mente que aún recuerdo su voz y sin duda siento que acompaña mi lectura. 🤍
Brutal y hermoso. Crónicas crudas y poéticas. Leer a Pedro es oírle mientras cuenta sus historias 'maricuecas' y ríe sus gracias con un piscosour ondeando en la mano.
"Puede florecer la basura y retumbar el sol en esta geografía si inventamos otro azul para el cielo proscrito de esta lengua".
Escritas con el desparpajo y la honestidad de la "loca" latinoamericana, las crónicas de Pedro Lemebel quedan resonando en la mente por un buen tiempo pues se siente en medio de la sátira y la ironía, el dolor de un ser humano que ha sufrido el acoso, el llamado "bullying" durante toda su vida. En sus textos, que hacen cabriolas al filo de lo cursi y la crudeza, que nada en aguas de lo grotesco y la poesía, subyace un cierto resentimiento por la humillación y el menosprecio que sólo a fuerza de intelectualidad, raciocinio y fuerza de voluntad para superarse y alcanzar el éxito logra soslayar un poco, sin llegar a ocultarlo del todo. Las crónicas de "Adios mariquita linda" a primera vista pueden parecer repetitivas, reiterativas pero son testimonio de la vida de Lemebel y nos enseñan que los códigos y lenguajes del mundo gay son los mismos desde México hasta la Patagonia. Esto le concede, a pesar del localismo de los textos y de las palabras absolutamente chilenas con las que plasma sus historias un toque de universalidad. En todas las culturas y en todos los idiomas, la mano de un obrero de la construcción sobándose el paquete frente a la mirada fija en la entrepierna de la "loca" ardida que sale a taconear la calle para saciar su hambre, significa lo mismo y lleva a los mismos resultados. Un cigarrillo que se enciende al pasar, en el momento justo en el que el vigilante del centro comercial está observando, logrará su cometido, hacer que ese hombre solitario que se aburre en su noche de labor, pida un cigarrillo que será el paso para el acercamiento y una posible noche de descoque erótico. Ese es el mundo que en parte nos pinta Lemebel, con cierto descaro y con un vocabulario que cabalga entre la vulgaridad y la literatura. Las crónicas de Pedro Lemebel son, sin duda, una buena aproximación al mundo de prejuicios que abarca nuestra sexualidad. Una prueba de fuego para quienes no tienen una mente lo suficientemente abierta como para entender sin escandalizarse que la sexualidad humana tiene infinitos caminos y que esa sexualidad tiene puntos y códigos en común en casi todas las culturas y que se entenderían en cualquier idioma aunque al ponerlo en palabras nos demos cuenta de que no conocemos ni uno sólo de los verbos o adjetivos que se pronuncian. Lo demás es el humor bien manejado, la posición política de izquierda de Lemebel, la sociedad chilena de su época, su postura y desparpajo frente al estatus quo y a las convenciones, temas que permean a lo largo de la lectura.
El principio creía que solo iba a ser una serie de cuentos cortos sobre cómo se acuesta con distintos chicos. Todos tocados por la pobreza, de los cuales se aprovecha. Pero luego empieza a hablar también de otros temas, siempre de forma autobiográfica. Cómo se enfrenta a viejas pinochetistas en el aeropuerto. Cómo la lía cuando intentan cambiarle su presentación a otra semana porque esa semana iba a ir el presidente al pueblo en el que él iba a presentar. Cómo se niega a darle la mano ni a saludar a alcaldes de derechas. Desde luego es una lectura entretenida, pero es que además tiene un vocabulario tan extenso, tanto por lo evocador de las imágenes como por las palabras que se inventa o que rescata de la calle.
"Da lo mismo si yo quiero o no quiero comparecer en el microondas de la tontera, es mi derecho negarme a la tele, pero de allí a que se me censure de antemano no puede ser."
"Ni que yo fuera Pinochet, estúpida."
"Hice régimen, la dieta de alcatraz, por la boca y por detraz"
"no puedo negar que sentí pavor frente a ese equipo de rugby del Tercer Reich, sobre todo cuando la magistrada Bulnes me apuntó con su uña apolillada gritando: ahí está ese homosexual que me insultó"
"Tú te enamoras de todos, pe, me interrumpió irónico el peruano del semáforo."
"Los péndex de la plaza ya no son niños ofreciendo su desnutrido desarrollo a los pederastas de turno, ellos saben que ser violados no es tan terrible cuando se nace violentado por la crudeza social."
"¿Y qué mirái tanto, niña? ¿nunca hai visto a un maricón?"
También tiene un diccionario al final: - Fletín (despectivo): homosexual evidente. - Fleto (de uso homofóbico): homosexual. - Mamao beat-box: acompañamiento musical realizado por los raperos donde el micrófono es reemplazado por el falo. - Mamoncito: trato cariñoso para nombrar a quien efectúa la felatio. - Taxi boy: joven que ejerce la prostitución masculina en la calle con homosexuales. - The Clinic: revista que publicaba los cuentos de Lemebel. Un destacado lugar de la prensa chilena que nace a la luz pública parodiando la detención de Pinochet en la Clínica de Londres (London Clinic).
Amaría poder darle un millón de estrellas a la mariquita más linda. Amo la forma de escribir de Lemebel, sus crónicas, sus historias, este hombre era un caso. Con Adiós mariquita linda podemos acercarnos un poco a la vida del autor, sus locuras, cachitas, tomateras y viajes.
𝟯,𝟱 𝗲𝘀𝘁𝗿𝗲𝗹𝗹𝗮𝘀 Necesitaba una lectura ligera y aproveché este libro porque la prosa de Lemebel es rapida y ágil de leer. Este libro no es la excepción, en esta entrega nos cuenta a través de crónicas y relatos cortos sus efímeros romances y encuentros sexuales. La forma de escribir de Lemebel nunca decepciona: es sagaz, incómoda, pícara con su estilo barroco con su distintivo chilenismo en la narración (característica que amo). Todas estas características fueron aspectos que sentí al leer estas crónicas. Hubo relatos que me incomodaron bastante, en los que quedaba descolocado por lo que contaba; relatos en los que muestra la realidad de muchos jóvenes que viven en la extrema pobreza y que lamentablemente tienen que vender su cuerpo para sobrevivir. Lo que me incomodó específicamente de esto es la diferencia de edad entre el narrador – que asumo que es el propio Lemebel – y sus parejas sexuales que algunos daban a suponer que eran menores de edad, lo que me causó repudio; no tengo conocimiento si estas crónicas son del todo verídicas y autobiográficas o son ficción, pero sea como sea –reitero– me incomodaron bastante. Pero no todo fue incómodo, hubo crónicas sobre sus viajes al norte y al Perú en donde narraba de una forma muy linda los paisajes que observaba, de los amores que tuvo por esos lugares y las amistades que hizo, todo esto sin dejar de realizar una fuerte crítica a la sociedad y a la política del momento, el clasismo que aflora en los sectores más acomodados del país, como también los episodios homofóbicos que Pedro Lemebel vivió. No fue un libro que NO haya disfrutado, todo lo contrario, lo leí bastante rápido, me reí con varios pasajes del libro y aún siguen ciertas crónicas en mi memoria. Solamente no conecté totalmente con todos los relatos, en donde hubo algunos que me gustaron mucho, otros que no me gustaron para nada y otros que me parecieron meh. Recomiendo este libro para los que ya leyeron su novela “Tengo Miedo Torero”, o para las personas que ya están acostumbrada a la prosa de Lemebel.
La crónica de Lemebel carece de filtro, es directa, sardónica, poética e infinitamente original, todo esto aparece en los relatos que conforman “Adios Mariquita Linda”. Con amores longevos y fugaces, viajes al extranjero, eventos oficialisimos, conflictos políticos, malos tratos, barrios ocultos a plena vista y muchas noches de locura, el libro contiene los temas que abundan dentro de la obra de Lemebel. Sin embargo, además en ciertos momentos la obra se presenta una exploración mas profunda y un cuestionamiento del propio carácter del escritor, adquiriendo un tono que no solo es íntimo, es personal.
Entre mis relatos favoritos, pongo “Chalaco amor”, “Boquita de canela lunar”, “Volando en el ala derecha”, “El asalto a los chinos gay” y los emocionantes tributos a quien fuera su amigo y complice Andrés Pavez; “Donde vamos a encontrar otra Pavez” y “El regreso de la finada”
Una colección en la cual Lemebel llega a plasmar los momentos inspirados de una mundanidad pobre y gay. Lemebel narra sin tapujos de comercios sexuales que llegan más allá de un simple cambio de dinero, de la complejidad del deseo homosexual en una sociedad en que este necesita una cubierta plausible para salvar el “honor” masculino. La colección también contiene exploraciones de las contradicciones inherentes de un escritor pobre y gay viéndose agasajado por los mismos círculos sociales que reciben su crítica mordaz.
Me parece muy interesante y particular la manera de escribir que tiene Lemebel, sus lecturas cortas, entretenidas, me generaron distintas sensaciones, algunas desagradables (en especial cuando menciona lo del perro) y otras hasta chistosas, me sacó varias risas este libro. Además encuentro entretenido que incluya este glosario de autor, también muy útil para quienes no entienden modismos chilenos.
Nunca había gozado tanto un libro de relatos. Lemebel es un narrador prodigioso, que te engancha desde la primera palabra. Este libro está lleno de relatos llenos de verdad, ironía, irreverencia, crítica social, humanidad, amor... maravilloso de principio a fin.