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Hardcover
First published January 1, 1904
Abierta la ventana, una ligera brisa entró en la estancia. Era alegre, perfumada y gentil como un mensaje de la Primavera: Sus alas invisibles alborotaron los rizos de aquellas cabezas juveniles, que allá en el fondo de la estancia me miraban y me sonreían. ¡Rizos rubios, dorados, luminosos, cabezas adorables, cuántas veces os he visto en mis sueños pecadores más bellas que esas aladas cabezas angélicas que solían ver en sus sueños celestiales los santos ermitaños!
¡Cuán flaca es nuestra humananaturaleza, y cuán frágil el barro de que somos hechos!