Los cuentos clásicos tienen la fuerza de los mitos, que han evolucionado según los tiempos y representan un enorme tesoro de sabiduría, un delicado trabajo de inteligencia colectiva.
Ángela Vallvey ha querido reivindicar ese legado —repleto de humor, poesía y terror—, renovándolo hasta hacerlo más cercano y comprensible a los lectores contemporáneos, pero también siendo el a su signi cado más profundo. Si bien, aquí no encontraremos historias en las que el amor romántico y acaramelado trastorna a los personajes (sobre todo a los femeninos), sino que las protagonistas se convierten en heroínas que descubren el peligro del desamor, del abuso y el desengaño. El cuento popular que se presenta en estas páginas pretende servir a las niñas y niños, adolescentes, padres y educadores, como una forma divertida de acercarse a nuestra herencia cultural y descifrar sus mensajes más sensatos e imaginativos. Aunque también, ¿por qué no?, como un manual de fantasía 3.0 que ayude a nuestros hijos e hijas a enfrentarse a la complejidad de la vida.
Me parece que tenía las expectativas demasiado altas. Lo compré como herramienta y recurso para trabajar en el aula con el alumnado, pero es un libro que me parece demasiado infantil para adultos pero también demasiado elaborado para adolescentes. No encuentro el término medio.
Sí que podría destacar algún cuento que me ha gustado más que otros que han sido más cortos o insulsos para mi gusto, pero lo que está realmente logrado es la visión actual de la sociedad con respecto al machismo y sus comportamientos. Además, mete otro tipo de problemática que está a la orden del día, como economía o tecnología y uso de redes sociales.
"Estaba enamorada de sus propias fantasías y ensueños románticos".
Creo que tenía demasiadas expectativas acerca de esta reformulación de los cuentos clásicos. No me queda claro a qué público están dirigidos: el lenguaje es demasiado elaborado para los niños, el estilo demasiado infantil para los adultos y el vocabulario no está en sintonía con los adolescentes (muchas de las expresiones dudo mucho que sean empleadas por ellos a día de hoy, y algunas son francamente antiguas). En estos cuentos la moraleja no se halla al final, sino que la autora la va introduciendo con calzador en finales de frases demasiado largos, en expresiones sárcásticas hasta hacerse pedantes y en ironías gradualmente cansinas. El discurso profeminista se pone en boca de niñas y adolescentes que, por el desarrollo de sus personajes, no queda claro cómo pudieron adquirirlo en primer lugar. Las ideas emancipadoras y liberadoras se formulan como comparaciones demasiado ambiciosas o metáforas muy forzadas. En todo caso, valoro cómo la autora ha intentado ligar las princesas clásicas a temas de actualidad, pero algunos cuentos están definitivamente mucho más logrados que otros, si bien casi ninguno presenta un final satisfactorio, para bien o para mal.
Cuentos entretenidos, pero muchos la historia ocupaba muchas páginas para un final demasiado rápido (a mi gusto). Me gusta la forma en que usa la ironía su autora. Y también me gusta que se reflexione en algunos de los cuentos sobre el machismo, la ecología, las redes sociales... etc.
El primer relato de esta historia me encantó por lo real de la historia que contaba y por el humor que destilaba. Para mí, fue la mezcla perfecta, porque me hizo reír y estremecer a un tiempo. Los diálogos eran tan absurdos que era inevitable soltar más de una carcajada, y la situación que se plasmaba era tan escalofriantemente real y horrenda que se me ponían los pelos de punta.
En cambio, el resto de relatos... Meh.
Para mí, el libro empezó muy bien, dando lo que prometía e invitando a continuar. Sin embargo, los demás relatos no me llegaron tanto como el primero, porque, si bien denunciaban también diversas situaciones muy injustas, sobre todo para las mujeres, me da la sensación de que ya se perdió el toque del principio. La ironía y la acidez que rezumaba el primer relato habían desaparecido, y en su lugar quedaban historias insulsas que, si bien transmitían mensajes importantes y contundentes, se me llegaron a hacer muy pesadas y aburridas. Sobre todo porque algunas de ellas eran demasiado largas y, para colmo, contaban con un final abrupto que casi no resolvía nada.
Así que, si bien el primer relato fue maravilloso, me temo que el resto provocan que el libro en conjunto se desmerezca en lugar de lucirse. Una pena, porque los temas tratados son importantes y realmente hace falta leer más sobre ellos.