El libro es un personaje del libro. Entre el autor del libro y él no todo cae por su propio peso. En el momento en que el autor («yo») cree poder cerrar la puerta de un capítulo, el libro mete su pie en la puerta. Si quiero explicarme, el libro me corta la palabra y toma en mi lugar la suya.
Tengo que contar la violencia de escribir. Quiero escribir lo que no puedo escribir. El libro me ayuda. El libro me extravía, me despide. Quiere escribir, él. Quiere que yo lo escriba, a él, pero yo quiero escribir el libro que persigo en mis sueños. ¿Lo escribiré alguna vez?
Un libro no es sólo escritura; es un arma; es una fechoría; es una carrera hacia el(los) secreto(s). Es una lucha contra la memoria, por el recuerdo. Estamos hechos jirones, nos remendamos. [...] Hay para beber y para comer, y para llorar de risa, en los libros donde el libro es un escándalo y «carece de coartada» como diría mi amigo Derrida.
Hélène Cixous is a Jewish-French, Algerian-born feminist well-known as one of the founders of poststructuralist feminist theory along with Luce Irigaray and Julia Kristeva. She is now a professor of English Literature at University of Paris VIII and chairs the Centre de Recherches en Etudes Féminines which she founded in 1974.
She has published numerous essays, playwrights, novels, poems, and literary criticism. Her academic works concern subjects of feminism, the human body, history, death, and theatre.
Sobre la imposibilidad de escribir un libro, o sobre un libro que se escribe a sí mismo. Aquí dentro está una de las definiciones de amor más hermosas que conozco: “El amor comienza como un gato. Llega una especie de bebé velludo y abandonado, accidental. Un gatito, dicen. Un gatito por excelencia: la bestia encontrada, la abandonada que maullaba —en el Agamenón de Esquilo—. Entra bajo nuestro techo, una buena mañana, lacerante figura del niño inesperado, concedido por los dioses, y sin obligación de madre biológica, ni de padre por lo demás. A ese gatito que nadie ha dado, graciosa criatura, se le ama sin preguntarle su nombre. Hasta el día en que se convierte en león”.
Para Cixous el amor es la esencia de la mortalidad, cumple una función antagonista y protagonista que se desdibuja en una serie de paradojas y metáforas, solo el amor nos puede recordar la mortalidad y solo en la región del amor somos mortales. Ante la finita vida ordinaria somos inmortales, no surge algo que me arraigue a la muerte, pero en cuanto amo, ahí está la muerte. Amor y miedo vienen como manos, no son uno sin el otro. ¿Cuando aparece realmente el miedo a la muerte? ¿Será nuestra propia existencia? o ¿Existirá una vinculación externa que se logra posicionar en la región del amor? ¿Por qué un sentido conlleva siempre una contraposición tan potente al mismo tiempo? ¿Se puede ser el uno sin lo otro?
Todos los seres humanos somos ciegos los unos para los otros, pero el amor es cuanto más ciego, ¿será producto de la fuerza contraproducente llamada miedo? Tus sentidos están ávidos / tu corazón está ciego. No puedo vivir yo sin ti, porque toda vida tiene un límite y todo límite no existe sin el amor. Pero también nos aterroriza, el miedo ama o tenemos miedo de la persona amada. Hay amor en nuestro miedo y miedo en nuestro amor. El miedo está enamorado del lobo. Existe una vinculación entre el amor y el extravío, un dicho popular dice que solo sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos.
Las limitaciones del amor también son las limitaciones de otros mundos. Para Cixous el amor es vertical. Primero se sube. Hay una escalera. Una vez arriba, se ve, se cae. Se ha visto lo que se ha visto. Ver al otro nos derriba, ver al lobo. El miedo nos hace caer de lo alto a lo bajo. Como diría la poeta Anne Carson: "Las palabras que leemos y qué escribimos nunca expresan exactamente lo que queremos decir. Las personas que amamos nunca son tal como las deseamos. Ambos símbolos nunca encajan a la perfección. Eros está en el medio".
Para nosotros, comer y ser comidos pertenece al terrible secreto del amor, solo queremos a la persona que podemos devorar. A la persona que odiamos no podemos "tragarla". Pero amar es querer y poder comer y detenerse al límite. El verdadero amor es un no tocar, pero casi tocar de todos modos. Allí donde yace la fulguración, el símbolo que representa una verdad más verdadera que otras verdades. Se muere de ganas de ser comido y se muere de miedo ante la idea de ser comido.
En vida morimos mucho, enterramos una enormidad, hay más muerte en vida que vida en muerte, recubrimos tumbas y enterramientos en una tierra fecunda.
El cordero ama a su lobo, al amar al cordero, el lobo se convierte en blanco y tembloroso. Al mismo tiempo el lobo ama ser blanco y tembloroso, ama lo convertido y se transforma gracias al cordero. El lobo por naturaleza aspira a devorar, pero no hay amor más grande que el amor que siente el lobo por el cordero que no devora. El cordero ama la fragilidad del lobo, la conversión maravillosa implícita que nadie conoce, ni como se nace, cómo se presenta en el estadio del amor. El lobo por su parte, ama la fuerza del frágil. El lobo es ahora el cordero y el cordero ha domado al lobo. El amor enegrece al cordero. La historia se titula: "El lobo es el cordero".
Esta extraña aproximación hace vernos en los caminos del cordero, conocemos la tierra que pisa, el pasto que come, las cosas que observa y el latido de su corazón. Estos destellos son la prueba de que en el extravío nos damos cuenta de lo que más tememos en la vida, la muerte, es decir, el amor.
Derrida que Cixous cite est un ami proche. Influence dans des jeux de mots multiples, recherches d'influences, lapsus, similitudes troublantes (jamais roublardes ?) de mots, polysémies. le tout est une habile mise en abyme puisque le livre n'est que le personnage du livre. Elle nous livre de nombreuses références littéraires, y compris à... elle-même.