Esta es una historia moldeada por el tránsito. Su protagonista huye de un entorno violento en Centroamérica en busca de un sitio donde sentirse a salvo y vivir su identidad sexual. Aunque en ese camino sufre maltratos y desilusiones, también conoce la amistad.
Claudia Hernández González es una escritora salvadoreña. Nació en San Salvador, en 1975. Licenciada en comunicaciones por la Universidad Tecnológica de El Salvador, realizó también estudios de derecho. A partir de finales de la década de 1990 ha publicado relatos sueltos en el suplemento TresMil del diario CoLatino y en la revista Hablemos de El Diario de Hoy en El Salvador. En 1998 ganó el primer honorífico del premio Juan Rulfo de Radio Francia Internacional, por su cuento “Un demonio de segunda mano”. Hernández ha publicado seis colecciones de cuentos, entre ellas Otras ciudades (2001), Mediodía de frontera (2002), Olvida Uno (2005), De fronteras (2007) La canción del mar (2007) y Causas Naturales (2013). En 2004 obtuvo el prestigioso premio Anna Seghers, en Alemania, por obra publicada. Sus cuentos han sido publicados en varias antologías, entre ellas Los centroamericanos (2002), Papayas und Bananen. Erotische und andere Erzählungen aus Zentralamerika (2002) Pequeñas resistencias 2. Antología del cuento centroamericano contemporáneo (2003). Actualmente, Hernández trabaja como catedrática de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas. Su reciente obra, el libro bilingüe They Have Fired Her Again, fue publicada en 2016.
Pensar la migración no solo como un desplazamiento físico, sino también como una transición identitaria es clave para entender a las personas migrantes. En este caso, Claudia Hernández nos presenta la historia de J, una joven trans que migra desde Centroamérica a Estados Unidos por la violencia y pobreza en su pueblo natal.
Ella, siempre a merced de lxs demás, expuesta al deterioro social y sus consecuencias, se enfrenta a cielo, mar y tierra –literalmente– con el objetivo explícito de encontrar a sus hermanas, pero muy en el fondo, yace implícitamente la necesidad de encontrarse a sí misma.
Claudia Hernández fragmenta la historia. No nos da nombres, nos da características. No hay precisión tácita de la voz narradora. Deambula de cabeza en cabeza, de boca en boca, para construir a J. Porque aunque ella nunca es la portavoz, es la protagonista por excelencia.
La historia es una combinación emocional sumamente interesante. Como lectora experimenté una montaña rusa de sentires, una dualidad que no puedo conjeturar en tan solo una palabra. Hay una mezcla de tristeza, melancolía, desesperación y soledad, pero también hay atisbos de amor, esperanza y alegría.
Me gustó mucho el primer 30% del libro. Me pareció una forma narrativa muy interesante porque me obligaba a estar muy atenta. Después me pareció muy repetitivo e inclusive sentí situaciones muy exageradas y que caían en clichés. Quiero leer algo más de la autora porque me gustó su estilo, solo creo que este libro no estuvo completamente bien logrado.
Por Dios, pero que historia que se sintió tan real. No tenía ni idea de lo que iba está historia al empezar a leerlo y me sorprendió bastante, nunca había leído literatura del Salvador o de esta autora, pero sé que quiero seguir explorando su trabajo porque estoy fascinada. La obra trata temas como la identidad sexual, lo que es ser un inmigramte, las cosas tan terribles que las personas ilegales pueden llegar a pasar, el no aceptar a las personas como son, el hecho de reprimir a los niños y obligarlos a seguir el molde establecido por la sociedad aunque estos terminen sufriendo. Es una historia muy real donde la autora maneja con tanta maestría los temas que plantea, me encanta como los títulos representaban al protagonista, de quien nunca sabemos su nombre, me encanta como va tratando el tema de no sentirnos satisfechos con eso que nos dicen que somos y lo difícil que es cuando intentas ser tu mismo, los obstáculos tan horribles por los que hay que pasar. Creo que es la primera vez que leo un libro que trata el tema de lo que es ser trans, de todo lo que tienen que pasar, como deben actuar de una manera cuando no son eso y como la sociedad los ve, por todo lo que tienen que pasar como algo tan doloroso como el maltrato y rechazo familiar.
Amé la relación de hermanos, como una de las gemelas siempre buscaba que fuera feliz como lo aceptaba, fue muy bonito. Es un libro que duele, porque es algo muy común en latinoamerica; la identidad sexual y todo el proceso de inmigrar. Eso si, la narración es bastante interesante y cambiante hasta el punto que puede llegar a confundir mucho y llevar a que se relean algunas partes, a pesar de ser una historia corta hay que prestarle mucha atención para no terminar perdido o intentar leerlo de manera continua sin hacer largas pausas como días, porque me pesaba que no entendía lo que sucedía en la historia y al cambiar un poco la narración, pues era aún más duro para mi, pero a parte de eso, es una historia que todos debemos leer, es una joya de la literatura LGBT latinoamericana.
Thesis deel 4: de trilogie is uitgelezen, oef! geen idee of dit mij nu echt zo hard heeft kunnen emotioneren. hoofdpersonage is zeer breekbaar en gevoelig en het is verschrikkelijk wat hem allemaal overkomt. ook de band tussen de andere zussen en broer is sterk en solidair wat een hoopvol gevoel geeft. het verhaal volgen was weer niet zo simpel, ik snap de symboliek van het anonimiseren en het verhaal laten uitstralen als een collectieve ervaring, maar claudia hernández je maakt het me verdorie niet gemakkelijk!
Este libro ha sido muy complicado de leer por la forma en que está narrado, a veces los diálogos me parecían confusos por los saltos que había y de hecho la misma narración se me dificultaba por esos cambios abruptos entre el presente y el pasado (que se me complique no quiere decir que sea malo o que no me haya gustado, por el contrario). Me encantó la idea de la narración y los pronombres.
El Verbo J es un libro corto que cuenta la historia de un niño que desde el momento de nacer genera asombro en la madre y ciertas declaraciones por parte de la partera. La primera esperaba que naciera una niña y la segunda le dice a la madre que va a tener que tratarlo diferente a los otros niños porque él está en el sitio equivocado. Nunca conocemos el nombre de este niño, pero sí conocemos su entorno y su familia. Nacido en el seno de una familia muy pobre y numerosa: una hermana mayor enferma (así la describen y sólo mencionan que su cuerpo crece pero su mente se mantiene como la de una niña), luego otra hermana (que es como la hermana mayor), unas gemelas, el protagonista y su hermano menor.
El padre es alcohólico y violento, por lo que la madre debe sacar al niño a un árbol para que este no lo golpee. Desde muy pequeños todos los niños irán trabajando para ayudar con los gastos de la casa y ayudar al hermano menor que le sigue. El protagonista sufre del acoso de otros niños que se burlan de él por ser afeminado y de hecho su hermano menor se avergüenza cuando su madre lo obliga a que lo lleve a jugar fútbol con sus amigos.
Este libro narra el transito del niño desde su país de origen por ciertas situaciones que se presentarán en su país, en su familia y en él mismo. Es un personaje que a pesar de lo que le sucede (secuestro, violación, prostitución, golpes, enfermedades entre otras cosas) nunca parece quejarse, nunca parece tomarse mal las cosas y siempre está dispuesto a ayudar a su familia aunque sus padres y su hermano no lo vean con buenos ojos. Es un personaje que a pesar de su silencio se adapta a las circunstancias.
En la novela se habla de la orientación sexual del personaje y de la manera en que empieza a vestirse de mujer (no diré más para los que lean la novela). Es un libro muy triste y a la vez muy bello.
El estilo polifónico se hace caótico y prácticamente ininteligible hacia el final de la novela. Creo que falta trabajo editorial para depurar el texto; da la sensación de que falta un editor detrás. Además, parece que se intenta emular un estilo elevado e intelectualoide que solo resulta en una escritura poco clara, confusa, sin sentido.
El ritmo del relato tampoco parece estar equilibrado; el cúmulo de desgracias se hace inverosímil y llega un punto que satura al lector. No dudo de que las realidades de personas migrantes que provienen de países con situaciones político-sociales complejas se parezcan a las que se exponen en esta novela; pero como producto artístico debería estar mejor planteado. El argumento se hace histriónico, rozando el punto de la caricatura. Además, el "final feliz" que se resuelve en el último párrafo resulta precipitado y poco creíble.
Da la impresión de ser una novela primeriza, que necesita madurar.
SPOILER: No resulta creíble tampoco que el personaje con SIDA decida ser donante y dejar embarazada a su amiga. Chirría ese detalle porque nadie en su sano juicio se pondría a tener hijos sabiendo que puede contagiar al bebé y a la madre. Se explica rápidamente y por encima que el médico confirmó que la niña no era portadora del VIH, pero es dudoso y no termina de cuadrar.
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Este es el segundo libro que leo de Claudia Hernández (Salvadoreña) y tengo que decir que esta mujer escribe maravillosamente. Que libro tan doloroso, tan fuerte, y tan bellamente escrito. El estilo de esta autora es bien difícil de describir, para mi ella experimenta estilos en cada libro y es una experta haciéndolo, mientras relata temas muy duros como la violencia de género, la migración, la identidad, el conflicto armado, y en fin, temas que requieren de una sensibilidad y una gran delicadeza para ser tratados. Magistral esta mujer. De lo mejor que he leído en mucho tiempo. Recomendadísima!
Este libro te sensibiliza hasta los huesos. Una forma hermosa de narrar una realidad tan triste y difícil. La familia, la violencia, la pobreza, los amigos, la ilusión, la desilución, y también la liberación.
Me parece que Claudia Hernández es la mejor escritora salvadoreña. Este es un libro que te hace el corazón chiquito y te lleva a viajar con su personaje. Me encanta el estilo de Claudia, te obliga a leer con atención pero le da un buen ritmo a la lectura.
La primera parte se me hizo muy fluida pero ya después me costó mucho encontrar el hilo de quién era el que hablaba, siento que no avanzaba muy poco, pero luego si se pasaba rápido a otro tema, no sé no pude conectar ya al final con la historia 😶🌫️
Claudia Hernández's brutal and multi-vocal novel “El verbo J” is always in motion. Hernández brings together issues of migration, sexuality, and class while keeping the reader in flux temporally and spatially between El Salvador, Mexico, and the United States. We follow the life journey of, who for most of the book is not identified by name but is sometimes referred to as Jasmine, from childhood to adulthood; through trauma and and incessant urge to survive. Jasmine's experience as a transgender Central American forms part of the individual and the collective, and makes the reader question what our role in Jasmine's pain is in a hemispheric perspective.
Una escritura interesante, pero me parece que cae en demasiados estereotipos acerca de la disidencia, sobre todo de los homosexuales, y ¿las travestis? El punto más fuerte de la novela que podría estar en el lugar de origen, desde donde comienza el viaje, se diluye. Es ahí donde se pierde la particularidad y comienza a parecerse a otras historias, a esa historia de sufrimiento a la que se resisten a separar de nuestras vivencias.
Los primeros dos capítulos prometen mucho, pero después se cae y no hay vuelta atrás. Lo que pudo funcionar como un estilo de escritura caótico e interesante, solo se quedó en una escritura confusa con una evidente falta de trabajo editorial. Creo que tenía mucho portencial.
Autora: Claudia Hernández Editorial: Laguna Libros Páginas: 186 Sinopsis: Esta es una historia moldeada por el tránsito. Su protagonista huye de un entorno violento en Centroamérica en busca de un sitio donde sentirse a salvo y vivir su identidad sexual. Aunque en ese camino sufre maltratos y desilusiones, también conoce la amistad.
Crítica literaria:
- Nunca había leído nada de esta autora, tampoco la conocía, investigando un poco más acerca de ella encontré que es salvadoreña, y ha sido ganadora de algunos premios tales como el Premio Internacional del Cuento Juan Rulfo y un premio otorgado por la Fundación Anne Seghers.
- Este libro me costó muchísimo leerlo, porque los personajes no tienen nombre, cambiaba de tiempo el escrito, porque hablaba de las cosas del pasado y luego volvía al presente, en el texto también se evidencia que en un capítulo hablaban diferentes personajes y luego otros, haciendo que se pierda la secuencia total del texto, muchas veces no sabía ni quien estaba hablando, eso en cuanto a la forma escrita del libro, por lo demás me pareció una historia interesante, la descripción de lo que va a tratar el libro se queda corta con lo que realmente aparece en el libro, es un personaje que sufre muchísimas cosas, rechazos, violencia, abuso sexual, abusos psicológicos, nunca había leído algo similar donde una persona sufrieran tantas cosas malas.
- En este libro se ven reflejadas muchas cosas, empezando por la pobreza a la que se enfrentan muchos países en Latinoamérica, donde varias personas se ven obligadas a migrar a otros países en busca de mejores oportunidades con el ideal de sacar a su familia adelante.
Al principio nos comienza a narrar la vida de un niño que sufre maltratos por parte de su padre, que incluso muchas veces amenazó con quitarle la vida, desde muy pequeños junto con sus hermanas mayores tuvieron que verse obligados a trabajar, agregándole que la primera hermana sufre de una enfermedad que hace imposible que ella pueda valerse por si misma, como si no fuera poco el ambiente familiar en este hogar es muy complejo, por culpa del padre quien es muy violento e incluso llegaba a golpear a su esposa.
Luego se van a vivir a otro lugar porque el personaje principal estaba corriendo peligro, allí donde comienzan a vivir, viven en malas condiciones, no tenían agua ni otros servicios fundamentales que se necesitan en una casa, muchas veces tenía que ir a mendigar agua por las casas, por otro lado, este personaje empezó a sufrir por su forma de comportarse puesto que sus demás compañeros e incluso su hermano lo molestaban y lo excluían, e incluso su madre llegó a hacerlo sentir mal, porque es aquí en este lugar donde el personaje empieza a desarrollar su orientación sexual, después de esto ocurrieron muchas cosas para que este personaje quisiera irse para donde estaban sus hermanas porque ya no aguantaba más la situación que estaba viviendo.
Y es aquí donde comienza otra travesía para el personaje donde aparentemente las cosas mejoraran para el y no es así, sufre muchísimas cosas más, porque se pierde y no llega a donde sus hermanas estaban, y personas mal intencionadas se aprovecharon de él, tuvo que sufrir miles de cosas hasta que por fin pudo reencontrarse con sus hermanas, pero no todo es malo, después conoce a una muchacha (que tampoco dice su nombre) quien siempre estaba para apoyarlo, se convierte en una amiga incondicional, y vemos reflejado el valor de la amistad, el amor por la familia al ver como sus hermanas lo apoyaron en las decisiones que tomó, adicionalmente también me gusta como el personaje se toma las cosas de buena manera, no tiene rencores por nadie, sino que en realidad fue una persona que le toco vivir muchas malas experiencias pero siempre las afrontó de la mejor manera, se caracterizaba por su lucha constante de encontrar una persona que verdaderamente lo amará como es.
Es una historia que te conmueve, te pone a pensar en las situaciones que viven las demás personas, y nos hace analizar que personajes como el del libro con otro tipo de orientación sexual sufren muchas cosas malas y no tienen una vida fácil.
La verdad no leería otro libro de esta autora si esta escrito de esta forma, porque en realidad fue muy complejo entender la lectura, pero si por el contrario no esta escrito de esta manera me encantaría
Las puertas del bar se cerraron de una forma tan abrupta como aparatosa. Adentro, los gritos eran de pánico y desespero, de una forma que nunca más he vuelto a escuchar. Afuera, los alaridos eran muy diferentes, eran de desbordado odio. Querían matarnos, realmente hacerlo, al punto que al fracasar en sus intentos por tumbar las puertas para entrar con sus bates, cadenas y cabezas rapadas, intentaron prenderle fuego a la vieja casa neorepublicana en la que celebrabamos la diversidad sexual. Aún recuerdo la carita asustada de aquella trans que le rogaba a nadie, con una apenada valentía que me erizó la piel, que nos dejaran salir a los "heterosexuales", que el problema no era con nosotros.
Recordé esa terrible noche al leer esta, la segunda novela de la escritora salvadoreña, una que etiquetaría como dual, una que se debate entre contar el horror de la violencia homofóbica y mostrar la capacidad humana para reponerse a los golpes y encontrar esperanza y legítima amistad allí en donde el odio solo debería cosechar mierda. Todo esto lo narra alrededor de la vida de un niño que debe vivir su ya de por si difícil transición a joven siendo y sabiéndose homosexual y trans, siendo además un migrante pobre e indocumentado (porque sin importar que digan los gringos, ninguna persona es ilegal), con todas las vulnerabilidades que eso le otorga, con todos los abusos, violencias, discriminaciones, pérdidas, abandonos e injusticias que eso acarrea, pero también con todo el amor que recibe de otros "indeseados", de otros "nadie", de otros "raros", de esos otros que parecen ser más humanos que los "normales".
El libro es crudo pero no lastimero, es realista pero sin perder el optimismo, y su escritura caótica, pasando sin aviso de la primera a la tercera persona, de lo hablado a lo pensado y del diálogo a la reflexión, exigen la concentración y sensibilidad del lector.
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Fue una política y ex combatiente del FMLA quien me habló por primera vez de ella. «Si realmente quieres conocer los retos del posconflicto —me dijo con amable firmeza, como quien confiesa un importante secreto que todo el mundo debería saber— tienes que leer la primera novela de esta escritora salvadoreña». En aquella época le entregaba toda mi energía laboral y gran parte de la personal a la construcción de la esquiva paz de mi país, así que enterarme que un libro de literatura ficción podía ayudarme, fue demasiado seductor para dejarlo pasar. Así fue que llegué a Claudia Hernández, para mí, una de las voces literarias más fascinantes, potentes y originales del Continente, una que ha hecho de la guerra, las voces de las mujeres, la violencia, la migración y el encuentro en apariencia desordenado de distintas temporalidades y voces su firma narrativa.
Siempre escribió, pero solo se puso a hacerlo de una manera "profesional" y exclusiva en 1998, después de ganar el Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo de Radio Francia Internacional. Fueron los jurados y patrocinadores del premio quienes la contactaron con alguno editores y editoriales.
El primer libro que leí de ella, el mismo que me recomendó aquella mujer del Frente, lo doné años después a las mujeres de la biblioteca del ETCR Mariana Paz; aún hoy creo que ha sido mi mayor aporte a la paz.
J., con apenas 13 años, decide abandonar el hogar familiar para escapar de la pobreza y de la violencia doméstica ejercida por su padre quien lo amenaza de muerte a diario por ser poco hombre. Su madre autoriza su salida del país "después de entender que, de no hacerlo, (él) moriría ese mismo día". Y así J. iniciará su viaje geográfico, pasando por Guatemala, México hasta llegar a los Estados Unidos, y espiritual de búsqueda de una vida que le permita vivir su identidad sexual en plenitud. Capítulos titulados con pronombres (Yo, Tú, Él, Ella, Eso, Nosotros, Ustedes y Ellos) nos muestran distintas perspectivas de la historia; son las voces de familiares y amigxs quienes son testigos, junto a nosotrxs los lectores, de la transición que hará el protagonista de J. a Jasmine, una mujer trans. Sin embargo, y tristemente como es de esperarse, nada del camino será fácil. J. vivirá una constante y cotidiana marginación, deberá soportar la intolerancia a la homosexualidad y a la transexualidad, abuso físico, verbal y psicológico, para llegar a la anhelada libertad que los Estados Unidos parece ofrecer. El Verbo J, novela escrita por la escritora salvadoreña Claudia Hernández (1975), es la historia de una lucha diaria en busca de la expresión de una identidad de género castigada y marginada por la heteronorma patriarcal. Una novela cruda que nos deja pensando en cuánto todavía nos falta evolucionar como sociedad.
La autora Salvadoreña Claudia Hernández nos trae una historia de búsqueda de identidad, en la que el personaje principal, una mujer transexual, nos muestra su recorrido por la busqueda de su identidad y por vivr su vida bajo sus propios terminos, en un medio tremendamente machista en el que identificarse como mujer puede representar un riesgo para su vida, todo esto enmarcado en su travesía de emigración, una más que peligrosa, es incrible pensar cuantos niños estan cruzando fronteras al rededor del mundo solos, y cuantos peligros los están acechando.
Las cosas a las que se tiene que enfrentar nuestra protagonista son tremendas, la variedad de monstruos dentro de la sociedad enmascarados en lo que se puede considerar como gente normal es de verdadero terror. Otro aspecto importante son las relaciones personales que se van forjando en la historia, desde las tóxicas, hasta esas que hacen posible sobrellevar situaciones tan difíciles. Una novela que toca temas sobre los cuales es importante no sólo tener conciencia, sino ser empáticos. En cuanto a lo que no me gustó, fue el estilo narrativo, separado en la mayoría del texto solo por punto seguido me generaba en algunos momentos confusión en la lectura.
El libro nos presenta una historia real, cruda y por momento dolorosa de la vida de nuestro personaje desde su niñez hasta la adultez; vamos a ver el descubrimiento de su sexualidad y las reacciones que esto genera en su entorno. Nos narra su crecimiento, sus decisiones y el sufrimiento que va experimentando, conocemos no solo su punto de vista, si no también el de las personas cercanas a él.
Si bien es un libro bueno, su escritura no es para todo el mundo; al emplear únicamente los pronombres tiende a ser confuso por momentos. El que sus personajes no tengan nombre, hizo para mi mucho más difícil simpatizar totalmente con la historia. Me fue un poco difícil conectar completamente con los personajes, fue una lectura entretenida, peculiar y cruda, pero por esa misma peculiaridad en su escritura siento que no logre disfrutarla completamente.
Me gustó mucho este libro. La historia logra enlazar varios temas relevantes como la identidad de género, la orientación sexual, la experiencia como persona migrante y proveniente de un contexto socioeconómico muy vulnerable. Aunque cae en algunos lugares comunes. Me gustó la manera de aproximarse a la amistad, que ofrece soporte y cuidado, al igual que los vínculos familiares que reconozcan y convivan con la diversidad. Que el personaje principal fuera un hombre me hizo algo de ruido, debo reconocerlo, pero se equilibra con el desarrollo de otros personajes femeninos interesantes. El hecho de que ningún personaje tenga nombre y, al tiempo, que se mezclen los tiempos y los modos de narrar, hace que se deba prestar mucha atención para no perder el hilo. No obstante, me parece bien logrado. No conocía a la autora, pero espero leer más de su obra.
Una historia muy fuerte sobre la discriminación que viene de parte de la familia y de lo que eso puede traer para la vida de una persona.
No siempre el foco de la migración se ocupa en un enfoque de género, y este libro sí lo hace con un personaje que enfrenta toda suerte de dificultades para poder ser quien realmente quiere ser.
Por momentos el relato puede resultar confuso por la estructura de los diálogos. Pero me pareció un detalle muy bien pensado la división de la novela por capítulos bautizados con pronombres.
Su madre se habría enojado mucho. Ni muerta te quiero ver con él, se habría levantado a decirle. Él no habría hecho caso esa vez. Le habría dicho Mamá, yo puedo hablar con quien quiera. Si usted no quiere verme hablar con él, dese la vuelta o vuelva a su cajón. Entre muertos podían decirse las verdades sin temer represalias.
Qué historia dura, fuerte de a momentos, escrita de manera hermosa y con un final tierno, luminoso entre tanta oscuridad.
Algún día las maricas latinoamericanas tendremos una representación literaria consciente de clase y que no estigmatice nuestro sufrimiento. Esta historia me pareció increíblemente impersonal y mal lograda. Aprecio el esfuerzo de la autora por quizás hacerlo “universal” pero lastimosamente no funcionó en este caso. El verbo J es una historia confusa, a veces inconsistente en sus escenas gráficas y deja con mucho qué desear.
Tiene momentos muy conmovedores y la historia a veces resulta interesante pero falla desde un punto de vista técnico en la forma en la que está escrita. No sé si es algo meramente de estilo pero quería acabarlo pronto.
Narración muy emotiva. Grandes partes se relacionan con la vida que viven los inmigrantes, en especial las personas trans. Sin embargo, la historia es demasiado inverosímil. Esto le quita fuerza a la historia que trata de contar la narradora.