Barcelona. 22 cm. 391 p. Encuadernación en tapa dura de editorial. Colección 'Narrativa actual. Autores de lengua española', numero coleccion(10). Martín Gaite, Carmen 1925-2000. Narrativa actual (RBA Editores). 10 .. Este libro es de segunda mano y tiene o puede tener marcas y señales de su anterior propietario. 8447301338
Carmen Martín Gaite (Salamanca 1925-Madrid 2000) se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca, donde conoció a Ignacio Aldecoa y a Agustín García Calvo. En esa universidad tuvo además su primer contacto con el teatro participando como actriz en varias obras. Se trasladó a Madrid en 1950 y se doctoró en la Universidad de Madrid con la tesis Usos amorosos del XVIII en España. Ignacio Aldecoa, cuya obra estudiaría posteriormente, la introdujo en su círculo literario, donde conoció a Josefina Aldecoa, Alfonso Sastre, Juan Benet, Medardo Fraile, Jesús Fernández Santos y Rafael Sánchez Ferlosio, con quien se casó en 1954. De esta manera se incluyó en la que sería conocida como la Generación del 55 o Generación de la Posguerra. Escribió su primer cuento, Un día de libertad, en 1953, aunque confiesa escribir desde los 8 años. Comienza su carrera literaria con El balneario obteniendo en 1955 uno de los premios literarios de mayor prestigio en España, el Café Gijón. Tres años después obtiene el Premio Nadal por su obra Entre visillos. Escribe dos obras de teatro, el monólogo A palo seco en 1957, que fue representado en 1987, y La hermana pequeña en 1959, rescatada en 1998 por el director de teatro Ángel García Moreno y estrenada el 19 de enero de 1999 en Madrid. Durante la década de los sesenta continúa cultivando la narrativa, con obras como Las ataduras (1960) o Ritmo lento (1963), pero es en los setenta cuando vemos la versatilidad de Martín Gaite. Publica sus dos ensayos sobre el proceso contra Macanaz además de su tesis, recopila su poesía en A rachas (1976), y la novela Retahílas, sale a la luz en 1974. También a esta década debemos su primera recopilación de relatos, Cuentos completos. Su faceta periodística se caracteriza por su etapa de redactora en los comienzos de Diario 16. Su matrimonio con Rafael Sánchez Ferlosio duró unos años antes de acabar en separación, en los cuales tuvieron una hija, Marta, a quien dedicó el cuento La reina de las nieves. Falleció antes que ella. Entre otros logros, Martín Gaite destaca por haber sido la primera mujer a la que se le concede el Premio Nacional de Literatura con El cuarto de atrás en 1978, y por haber ganado en 1994 el Premio Nacional de las Letras por el conjunto de su obra. Fue una de las personas más y mejor premiadas del mundo de la literatura; obtuvo el Príncipe de Asturias en 1988 compartido con el poeta gallego José Ángel Valente [1929-2000], el Premio Acebo de Honor en 1988 como reconocimiento a toda su obra, el Premio Castilla y León de las Letras en 1992, Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes en 1997, Pluma de Plata del Círculo de la Escritura otorgada en junio de 1999 y cuya ceremonia fue retransmitida por videoconferencia a través de Internet, algo sin precedentes, hasta aquel momento, en el mundo literario. Con su ensayo Usos amorosos de la posguerra española recibió en 1987 el Premio Anagrama de Ensayo y el Libro de Oro de los libreros españoles. Esta obra dispara sus ventas, y desde entonces las obras de Carmen Martín Gaite están siempre entre las más vendidas en España, siendo espectacular su éxito en la Feria del libro de Madrid, donde solía ser su obra de cada temporada la más vendida de la feria. Cultivó también la crítica literaria y la traducción destacando en autores como Gustave Flaubert [1821-1880], Rainer Maria Rilke [1875-1926] y Emily Brönte [1818-1848]; colaboró, asimismo, en los guiones de series para Televisión Española como Santa Teresa de Jesús (1982) y Celia (1989), serie basada en los famosos cuentos de la escritora madrileña Elena Fortún (1886-1952). Publica dos enormes éxitos de crítica y público, Lo raro es vivir en 1997 e Irse de casa en 1998, y en 1999 se publica
Un libro imprescindible, divertido y profundo. Nadie ha descrito a las mujeres españolas de la segunda mitad del siglo XX como Carmen Martín Gaite, y este libro es la cúspide de esos retratos. La descripción de los personajes femeninos, la relación entre mujeres de distinta edad, condición social o con diferentes vínculos, la relación de estas mujeres con los hombres, la visión de los hombres en la historia como complementos circunstanciales de esas mujeres, la visión que tienen ellas mismas de su papel en la sociedad, su forma de escapar de la realidad, su visión del matrimonio o la maternidad, sus procesos autodestructivos... Es un libro muy recomendable para mujeres, pero sobre todo para hombres. Es un libro que rompe tabúes y barreras, y que además está cargado de citas literarias, musicales y artísticas.
Con Nubosidad Variable se me ha abierto el alma varias veces, también me he perdido y me he vuelto a encontrar. Si me dejo llevar por la hermosura de sus sentimientos y la belleza de su prosa, le otorgaría un imprescindible que sería muy justo. Pero enfocándome a ser objetiva de cara a vosotros, los que nos leéis todos los días, lo dejaré en una entusiasta recomendación.
«No nos damos cuenta, Mariana, de lo maravilloso que es poderle preguntar a alguien: "¿Te acuerdas?", y notar que sí, que se acuerda. Los recuerdos cultivados a solas forman una madeja embarullada por dentro, enganchada entre pinchos, llegas a no diferenciar lo que te pasó de otros jirones descabalados procedentes de escenas callejeras o del cine; pero lo peor es que, de tanto moverte en esa maraña, el ayer te vampiriza, te enrarece el aire y te tapa la luz del día en que estás viviendo. Es difícil salirse del tumor del pasado dejando indemne el tejido del presente, tan delicado y frágil como un pétalo.»
Yo me considero uno más de los ‘vampirizados por el ayer’. No hay sensación que me resulte más violenta que un recuerdo repentino, traído por un olor, o por un cierto brillo del sol. Ando preocupándome por mi día y mis asuntos, en un espíritu tal vez algo meditabundo, y de repente noto en la boca del estómago un sentimiento indeterminado, acompañado por la certeza de que esto es algo que ya he vivido. Y entonces, la tonalidad del momento presente se revela transposición de una melodía pasada: así daba el sol contra la pared de mi antigua habitación, o aquel día corría esta misma brisa. Otras conexiones ni siquiera se pueden hacer explícitas. No queda entonces más que la súbita convicción de que hay un parentesco esencial entre esa sensación que acabo de vivir y un cierto día de mi pasado, que hace más o menos tiempo que no revisito, y que evidentemente sigue rigiendo sobre toda experiencia presente.
Es muy oportuno que Mariana sea psicoanalista, y yo creo que suscribiría la observación de Sofía: que a veces el pasado se hace bola, se atraganta, y no se puede estar en el presente sin verlo como un collage de momentos previos de tu vida. El psicoanálisis afirma que cuando un ‘hecho psíquico’ se ha constituido en la conciencia, ya no se va a ninguna parte. Puede ir a un cajón más o menos recóndito del subconsciente, quizá sepultado bajo una pila de hechos psíquicos más accesibles: los nombres de tus compañeros de primaria, las provincias de España o la alineación del Madrid en la temporada 2013-14. Pero no ha desaparecido, y según la constitución de cada cual, amenaza con acompañar a los estímulos más anodinos. En fin: que todo el rato ando recreándome en los Best Of de mi vida, y no hay entonces nada mejor que encontrar a una persona que haya estado contigo haciendo el ft. para poder decir ‘¿te acuerdas?’.
Y lo que yo venía a decir de este libro, que no es sólo una excusa para meter una cita simpática, es que hace más ligera la carga del pasado. Que la misma literatura sirve de ayuda. Es un libro, sobre todo, acerca de dos personas que recuerdan. Y no se libran de los sesgos propios del recordante: ambas recuerdan sus años de juventud y amistad como esa etapa dorada que se marchitó en algún momento indeterminado (‘¡cómo se ha ennegrecido el oro! ¡Cómo el buen oro ha perdido su brillo!’), y se pierden ellas mismas en esa idealización del pasado que tiende al malsano vampirismo. Pero en este continuo rememorar, que las saca del tiempo presente, siempre se tienen la una a la otra, siempre tienen el ‘¿te acuerdas?’ en la lengua. Y a mí, que me paso mucho rato en el teatrillo de la memoria, me ha hecho darme cuenta de que todos los recuerdos forjados en buena compañía merecen la pena, y que siempre puedo contar con un ‘¿te acuerdas?’ al menos imaginario a quienes los protagonizaban. Y también he pensado que a veces los mismos libros son esos compañeros a los que decir ‘¿te acuerdas?’, cuando ves a sus personajes pasar por las mismas penurias por las que tú has pasado, y cuando ves puesta en palabras una aflicción que te parecía inefable pero ya no más. Que la carga de estar todo el día dándole al rewind se hace mucho más pasable con un libro en la mano que te dice que esto no sólo te pasó a ti, que le ha pasado a mucha más gente, que así es la vida y que tampoco es para tanto. Y el pasado ya no es una bola amorfa que llevas contigo y a la que a veces no sabes ni ponerle nombre, sino que tiene algo de literatura, por lo que se ve.
Bueno. Supongo que, si uno sólo se dedica a leer y a rememorar, igualmente acabará quijote perdido, y que conviene de vez en cuando ‘tocar hierba’, que dicen ahora. Y que hay que compaginar leer libritos con hacer recuerdos nuevos y con vivir en el presente, y todo eso. Pero si todos los libros fueran tan bonitos como éste, yo no querría estar un momento más sin leer.
A mitad de la novela, antes de coger el libro para seguir leyendo, escuché en la meteorología "mañana habrá nubosidad variable" y lo consideré uno de esos juegos del destino que me empujó a terminármelo.
Al principio me dio dolores de cabeza y ansiedad, muy literal. No me había pasado nunca que me doliera la cabeza leyendo un libro, tanto que estuve a punto de abandonarlo. Perdía el hilo de la historia, los nombres de los personajes, la trama, los escenarios, hasta se me olvidaba el nombre del libro. La razón: lo barroca y densa que es la pluma de la autora. Me costaba imaginarme lo que sucedía, de visualizar lo que leía, por lo sesuda que era la literatura. Le daba vueltas barrocas a las palabras, que supongo es lo especial de esta novela, de los giros de tantos sentimientos, pero eso la hace algo inaccesible y es lo que me hacía reticente, porque el trasfondo de la novela es universal, pero cuesta procesarlo. No lo abandoné, porque nunca lo hago con ningún libro, aunque no me esté gustando. De todas maneras, eso solo fue hasta la primera mitad de la novela. Tampoco la abandoné, porque había algo que me seguía atrayendo a la historia, ese trasfondo universal a todos, los problemas que atañen a la soledad, al desamor, a la familia, al pasado, a la juventud y los sentimientos viscerales de sus dos protagonistas, tan libres, tan sufridas, con tanto de ese mundo interior, supongo que me recordaban un poco a mí; sería la razón que me ató a no abandonarlo, esos espejismos de conflictos parecidos que entre las tres compartíamos. Las divagaciones del libro se asemejaban demasiado a cómo funciona mi cabeza, por eso tampoco podía dejarlo.
Es muy profundo, de esos en los que tienes que ir pegándote trozos de lo que vas leyendo e ir digiriéndolos, de volver a lo leído para que haga mella. Son epistolares, pero yo no las calificaría como tales, son declaraciones personales, diarios, ejercicios de literatura de dos mujeres adultas con las que al final sonríes y a las que admiras, por lo sentías que son, por la libertad de su mundo interior, por la lucha contra la edad, la pérdida de la pasión, la conformidad del tiempo, aunque se sufra en el proceso hasta la primera mitad por el tedio de la pluma y el collage de sentimientos que se entrecruzan y que despistan.
Me llegó toda esa nubosidad variable. Empaticé con sus inseguridades, con sus sentimientos, con el reflejo que se me aparecía en frente conforme iba leyendo. Me reconocí en Mariana y en su hermetismo, en su incapacidad de disfrutar del placer o los hombres, en su añoranza a M. R., que me recordó tanto a la mía. «Las voces nunca cambian». Me reconocí en Sofía, en su estancamiento en el mal de amores, su mal amor a la deriva, su tristeza, su reconciliación con la escritura. Perdió, como yo, temporalmente, la escritura como medio de salvación. Me reconocí en el ancla a amores del pasado, que parece que nunca se marchan.
La parte final acabó conmigo, me sacó todas las lágrimas. Fue dejarme atravesar por Martín Gaite, en todos los sentidos. Es una novela que rompe con todo, con cualquier imposición literaria. Es tan atrevida y brillante que por eso cuesta. Atrapó la lengua y fue libre, junto a las dos protagonistas y sus historias. Si tenéis tiempo, tranquilidad y necesitáis compañía durante vuestro camino de nubosidad variable, sin duda que os sirva de mano este libro.
Para mí este libro ha sido una decepción enorme. Lo busqué con ganas por lo mucho que me había gustado Entre visillos, y me costó un mundo acabarlo.
Le reconozco los méritos: abordar la soledad y la crisis de mediana edad de mujeres de una generación difícil, silenciada pero que a la vez pugna por cambiar sus roles; la catarsis a través de la amistad entre mujeres, la literatura y la escritura como impulso vital, y un virtuosismo en el estilo. PERO... La narración me pareció aburridísima. A medida que avanza, se recrea en tramas y detalles redundantes, tediosos, sin interés, y aquellas tramas y personajes que parecían tener peso se van desdibujando, desapareciendo para ser devorados por la angustia vital de unas protagonistas de clase privilegiada cuyos problemas -no puedo evitarlo- me parecen banales, pijos, y llenos de egocentrismo y autocompasión.
Martín Gaite, que tan bien manejaba los diálogos y el habla popular en Entre visillos, aquí se regodea en peroratas insufribles, barrocas y afectadas, y salvo contadas excepciones -bastante artificiales, me parece- todos los personajes parecen hablar igual, con sentencias pretenciosas y poéticas en lugar de comunicándose como personas normales.
La novela me empezó interesando bastante, pero a medida que avanzaba luché por no dejarla, y tampoco odiarla, no sé si con demasiado éxito. No digo que sea mala, pero desde luego, ni me llegó en el momento oportuno, ni es mi libro.
Se lleva una sola estrella que con total probabilidad no se merece pero no ha llegado a mí en el momento vital adecuado. He aborrecido a Mariana, algo menos a Sofía y no he podido conectar con ellas en ningún momento, sus cuitas me han traído al pairo todo el rato. Muchas frases subrayables pero me ha aburrido soberanamente, vamos.
El único motivo por el que he terminado este libro es que, aunque la mayoría del tiempo me aburría, no acababa de entender por qué, y todavía no lo entiendo. Y porque, en los momentos en los que no me aburría, llegaba a tocarme de verdad. Está deliciosamente bien escrito, tiene muchos de los ingredientes que hacen que un libro me enamore, y sin embargo solo me han entusiasmado breves pasajes muy puntuales.
una oda a los fragmentos, un relato íntimo y bipartito sobre lo convolutos que pueden tornar los caminos de dos vidas mundanas. estoy muy agradecido a este libro por acompañarme estas últimas semanas, es justo lo que necesitaba :))
Al principio me enganchó muchísimo, pero hacia el final fui perdiendo el interés. De todos modos, está muy bien escrito y las grandes frases riegan todo el texto.
es la primera vez en mi vida que lloro con un libro, y no sé si agradecérselo a mi psicología o a Carmen Martín Gaite. con La Regenta y El Maestro y Margarita pasa directamente a mi podio de novela.
No he conectado mucho con esta novela epistolar. Cartas de dos amigas maduras que se reencuentran después de muchos años. Cartas que son monólogos que retratan la España de la segunda mitad del siglo XX y las vicisitudes íntimas y sociales de las mujeres. Quizá no he conectado tanto por ese monólogo interior constante. Probaré con otra obra de la autora.
Al fin leo a "Carmen Martín Gaite", una de las figuras literarias más insignes de las letras hispánicas, y además me estreno con la que muchos consideran su obra cumbre: "Nubosidad variable". Una novela de estructura epistolar que focaliza sobre la amistad femenina, la catarsis íntima, la belleza de lo cotidiano y los múltiples vaivenes vitales que sacuden nuestras azarosas vidas.
El libro está plagado de bellas frases, interesantes reflexiones y posee una calidez narrativa envolvente. La autora sabe generar, transmitir y hacer aflorar sentimientos en el lector, por lo que la lectura de "Nubosidad variable" es una experiencia inmersiva, de introspección, donde es perturbadoramente fácil encontrarse y mirarse a uno mismo.
Me ha fascinado el símil que entreteje la autora entre las nubes y la personalidad humana, el tratamiento del distanciamiento y el reencuentro con nuestros seres querido, tan paradójico como en ocasiones tristemente inevitable; y, sobre todo, el cómo partiendo de un punto vital común, próximo e íntimo, con otra persona (muchas veces queridísima) podemos acabar teniendo destinos contrapuestos, casi irreconciliables en algunas fases vitales.
Si bien es cierto que el libro, al menos en mi caso, ha ido perdiendo interés hacia el final, es una lectura interesante y para nada me arrepiento de haberla iniciado. Hay capítulos densos, sí, momentos confusos, también, e incluso carentes de interés, pero la sensación final es positiva: es un libro que, de alguna manera, tiene la capacidad de sanar y reconciliar.
“A veces nos olvidamos de lo bueno que es suspirar. Algo aflora a través del maquillaje del alma. Es una necesidad física de tregua, como bajar el telón para empezar otro acto. Y contener el suspiro puede proporcionar trastornos”.
Es buen libro y está muy bien escrito. Carmen Martín Gaite habla aquí de cómo la amistad puede ser el salvavidas de una existencia insatisfecha y marcada por la falta de libertad. Pero se me ha hecho demasiado denso, hay muchos fragmentos que se podían haber omitido o explicado de forma más sencilla. Es, sin duda, un libro para leer despacio, donde la acción pierde importancia a favor de la reflexión continua de la vida de Sofía y Mariana.
"ya llevo varias horas escribiendo en plan 'ejercicio de redacción', lo mismo que te receté a ti. y eso ha traído como consecuencia que ordene los papeles de la mesa, rompa muchos que son innecesarios y encuentre otros que creía haber perdido. ya me dan menos grima que anoche."
nubosidad variable me ha costado un poco, por aquello que pasa a veces de que pierdes un poco el hilo (la pluma de martín gaite, por mucho que esté plagada de momentos brillantes, es densa y la narración está plagada de personajes accesorios, como diría ella, que enredaban el asunto), lo aparcas de más y luego te cuesta volverte a encontrar. más de una vez mis pensamientos se han dispersado mientras intentaba seguir el desordenado fluir de la conciencia de los dos personajes principales. mariana me ha caído regulín y su forma de narrar me ha resultado engorrosa y reiterativa, como si estuviera retrasando intencionadamente llegar al quid de la cuestión; de sofía, sin embargo, me he enamorado enseguida. creo, precisamente, que en este contrapunto está la gracia de la novela, en cómo se complementan dos mujeres muy diferentes que se perdieron por los caminos de la vida cuando esta las separó y ahora necesitan reencontrarse desesperadamente. darle sentido a lo que uno escribe a través de los ojos del que mira. preguntarle al otro si se acuerda y comprobar que sí, que se acuerda. que todo son trocitos de una historia muy larga. y menos mal que tú existes.
"Aprendí a irme abriendo camino a tientas, a esperar sin esperanza, a no exigir de nadie una respuesta, a alimentarme únicamente de mi hambre de vivir, aunque la sintiera aletargada."
Una novela brillante de una escritora brillante, aquí más claro que nunca. Carmen Martín Gaite domina las palabras y la escritura como pocos. Me acordaré siempre de estas dos protagonistas, de Mariana y Sofía, que siempre permanecerán en mi mente donde las deja el final de esta novela.
a amizade é sempre un acto polifónico, porque a única maneira lícita de apropiarse do que alguén alleo xa escribiu ou dixo é o amor, e, neste caso, a amizade. Este libro é como darlle ao play a unha foto dos teus pais na súa mocidade
He alucinado con cada página de este libro. La forma de relatar la amistad entre dos mujeres a lo largo de los años sin esa mirada edulcorada o idealizada que se puede tener socialmente de este concepto tan grande e importante como es la amistad. Nos relacionamos con la gente y a veces lo hacemos fatal, otras veces lo hacen fatal con nosotras. Y eso forma parte de la interacción. Me ha gustado que Sofía y Mariana quisieran hablar de esas cosas que les ha generado resentimiento, ganas de no querer hablar la una con la otra durante mucho tiempo.
Me gusta cómo a través de la conversación con la otra persona ponen nombre a lo que les pasa, a lo que hacen, a lo que son; o viceversa, la forma de "contactar con el otro a través de ti", que diría Andrea. Supongo que pasa todo el rato en los dos sentidos. Me gustan las reflexiones que tienen las protagonistas sobre el transcurso de sus vidas y el impacto que ha tenido los roles de género para ello, y como todo eso supone una crítica a lo que ya está establecido: el matrimonio como única aspiración femenina, la supuesta felicidad doméstica y el silenciamento de las voces femeninas. Qué complicadas las experiencias que narra Sofía con Eduardo y espero que ninguna mujer tenga que vivirlas más porque piense que es lo que le toca. Sofía, qué buen personaje. Literalmente el efecto clase media, pero ya más bien tirando a alta. Podría ser una crítica entera al PSOE, me ha encantado. Concuerdo con lo que señalan otras personas: Mariana es un personaje hecho para que caiga mal (y no es nada profesional con sus consultantes).
La forma de escribir que tiene Carmen Martín Gaite en este libro simplemente es un regalo. Probablemente he doblado el 70% de las esquinas de las páginas de este libro, no porque todas ellas contuvieran información vital o increíblemente sustantiva, sino por la forma en la que se encontraban redactadas. Me gusta que al final la autora haga una meta-referencia a eso y se reconozca como la ama (lo es). Los capítulos son intercambios de carta que, sin especificar quién es la autora de las mismas, puedes identificar fácilmente como Sofía o como Mariana. Me gustó mucho eso porque me recordó a cuando hablas con gente en internet y les reconoces sólo por su estilo escrito. Y en su estilo escrito hay muchas cosas de su historia, la edad que tienen, el momento en el que están. En fin, es que es increíble, os lo recomiendo a todas que queráis una historia sobre la sororidad pero una sororidad real y no idealizada (aunque admitámoslo, yo también pensé que podían ser lesbianas en realidad, y es un final que tampoco me desagrada).
Mi primera Carmen Martín Gaite, una mujer fascinante que sólo quiero leer más y más, a la que quiero escuchar en entrevistas... Qué personajes tan geniales, complejos, interesantes... cuantas ideas preciosas y qué gusto en las palabras. El reflejo de unas mujeres estupendas y de lo importante de las amigas.
Me ha costado muchísimo leerlo. De hecho, me planteé dejarlo, pero estaba tan bien escrito que me parecía una ofensa. Quizá la razón principal de mi disgusto haya sido esa. Está tan bien escrito que me ha sumido totalmente en la historia, una historia pesada, difícil y triste (aunque no se presente de tal manera). Tanto las protagonistas como los hechos que se presentan son atractivos y la forma en que se va desarrollando la acción te hace querer seguirlas y saber dónde desemboca toda esa amargura que sus vidas contienen. Es dicha progresión la que me causó tanto malestar: pensar en toda la infelicidad que los años pueden consentir. Por otro lado, la autora se mantiene impecable. Carmen Martín Gaite es capaz de emocionar en cada registro. Una vez leí que lo que hace a un buen autor es su capacidad de escribir diálogos, porque denota no solo su faceta de retratista sino su brillante condición de observador de la naturaleza humana. Martín Gaite es locuaz, viva y directa y es capaz de adentrarse como nadie en la psique de las mujeres, mostrando todas sus aristas. La puntuación ante esto son 5 estrellas pero sé que si lo hubiera puesto me habría quedado mal sabor de boca. Me ha gustado ver cómo una historia tan bien escrita me ha afectado tan negativamente, le aporta todavía más cualidades al ingenio de la escritora.
Si puedo haré una reseña larga pronto porque este libro se la merece pero quería escribir algo con el calor del momento. Creo que es lo más bonito que he leído nunca sobre la amistad y cada día estoy más enamorada de la idea del interlocutor de Carmen Martín Gaite. Simplemente a veces encuentras a "tu persona" y ya está. Es "tu persona". Sofía y Mariana son esa persona la una para la otra. Sofía es una mujer segura de sí misma, sarcástica, con mucho que decir, de ideas claras y principios firmes, pero a la que todo el mundo toma por el pito del sereno porque es amable y se deja llevar por la vida. Mariana, en cambio, tiene un carácter fuerte y se hace respetar, pero cada día está más perdida en la vida y ya no puede más con las reglas que se autoimpone a sí misma y la perfección que se autoexige. Se complementan, y sí, eso es parte de lo que hace a la dinámica funcionar, pero sobre todo se comprenden mutuamente y se quieren. Mucho. Es precioso de leer.
Este libro él solito ha curado a mi niña interior, a mi adulta interior, a mi adolescente interior, a mi preadolescente interior, a mi anciana interior, a mi recién nacida interior, a mi middle-aged woman inter
Dubidei se poñerlle as cinco estrelas porque tardei mogollón en rematalo e deume un pouco de rabia non lelo máis do tirón. Igualmente merece as cinco estrelas menuda cousa máis bonita sobre a amizade que ben está escrito que experiencia máis chula!!
"Nadie más que yo se acuerda de aquel atardecer que no volvió ni volverá a repetirse nunca"
A Carmiña (como le gustaba que la llamasen) siempre la tuve en un altar: una de las diosas Amables. Cuando publicó esta novela nos colmó, a todo letraherido bien nacido, la alegría: casi quince años desde la anterior y, si bien radicalmente distinta y novedosa, era una suerte de versión mejorada de aquel glorioso El cuarto de atrás: una bellísima y veracísima alfombra mágica entreverada de realidad y sueño, de pálpito y literatura, de vida en toda su complejidad. A la búsqueda de interlocutor (y otras búsquedas), y tras la desgracia, acude un gozoso y magistral desdoblamiento en dos voces que se siente siempre humano, auténtico y bueno. Después vendrían más fiestas, más ajustes con los hilos con que se teje la trama y la existencia, mas quizá esta es la más rabiosa afirmación de su riquísimo y sencillo credo, casi a la altura de El cuento de nunca acabar.
Gran conversadora y acogedora (atesoro el recuerdo de aquella tarde en común), logra llevar al papel esa calidez y naturalidad coloquial, de quien habla sin darse excesiva importancia, con la que expresa las más cotidianas y recónditas entrañas de nosotros. Su lenguaje (al que creo que no se le ha prestado la atención que sí ha merecido su espectacular dominio de la estructura) es como un vivísimo monumento a lo común, a lo que nos une y nos anima, a esas precisas y perfectas... de las que ella era Maestra.
"La sorpresa es una liebre, y el que sale de caza nunca la verá dormir en el erial."
"Pensar es ir saltando de una habitación en otra sin ilación aparente, estancias del presente y del pasado, algunas aún accesibles, otras cerradas para siempre o derruidas, nuestras o no, tan pronto morada estable como refugio eventual del que solamente quedó un olor o una sombra movediza proyectada en el techo"
"Debía ser bastante tarde. Venía del interior del hotel una música de blues, y a medida que seguía subiendo, con los ojos fijos en aquella fachada, surgió en mí, como una fiebre, la extrañeza. Tú conoces bien la sensación, Sofía, ese desarraigo repentino que nos hace cortar amarras con las referencias habituales, desenfoca los perfiles del mundo y nos lleva a la deriva hacia las costas de la literatura."
"todos son cachitos, y los voy uniendo como puedo, pero quedan cachitos para dar y tomar, vivos y coleando, empujándose para entrar en el argumento. Ahí es nada, toda una vida, a la que han afluido y siguen afluyendo muchas más y cada cual cantando su canción, cuántas aguas mezcladas, cuánto poso; y sin salir de casa, cada cajón que abro, cada nube que miro pasar por delante de mi ventana, cada palabra que oigo y cada libro que me pongo a leer estalla en mil añicos donde se espejan nuevos fragmentos de vida: historias despedazadas."
Ayer por la noche me quedé dormida a veinte páginas de acabar el libro, no por aburrimiento sino por mi propio cansancio. Esta mañana, cuando me he levantado, no podía esperar a terminarlo, así que me he preparado un café, he cogido el libro y me he sentado a leerlo delante de la mesa donde paso las horas estudiando.
Ahora que se ha terminado estoy emocionada y triste a partes iguales. Me gustan muchos libros, pero no todos te dejan con la sensación de querer más y necesitar saber qué pasa con los personajes después del punto final. Mi viaje leyendo este libro ha sido lento, pausado y reflexivo. Lo he compaginado con una antología a la que, cuando me aburría, dejaba de lado para volver a las palabras de Mariana y Sofía. Unas veces viéndome en Mariana, otras en Sofía. Otras en los personajes secundarios que son piedras angulares del relato, como Encarna.
Sobre la forma de escribir de Martín Gaite qué puedo decir, solo que estoy deseosa de encontrarme más con ella. Escribe como si hubiera nacido sabiendo escribir. Escribe de forma plástica, como si las imágenes que crea se pudieran palpar, como si se inventase ella misma los colores, olores y tactos. Y creo que lo más fascinante es cómo consigue configurar dos tipos de escritura diferentes cuando las cartas son de Sofía o son de Mariana.
Así que solo quiero dar las gracias a Martín Gaite, pero sobre todo a Miriam (que también es mi Mariana o mi Sofía) por traer este cachito entre los restos de cachitos que nos componen a nosotras como unidad y como extensión de la otra.
"De todos los pozos se suele salir cuando se enciende la curiosidad por saber lo que estará pasando fuera mientras uno se hunde".
PD: ¡QUE VIVA LA ESCRITURA! ¡QUE VIVAN LAS AMIGAS!
Em Dezembro deste ano é o centenário do nascimento desta aclamada e premiada escritora espanhola . Foi através duma booktuber espanhola - Marta do canal “No solo clássicos” que tive conhecimento desta autora. Nebusidad variable é um livro epistolar entre duas amigas íntimas durante a adolescência que se encontram passados 30 anos . Uma é psiquiatra - Mariana Leon e outra - Sofia Montalvo , casada e com três filhos crescidos. É um livro profundo que nos faz acompanhar os pensamentos e sentimentos mais íntimos de cada uma numa escrita muito rica e interessante. Foi mais fácil para mim ler Sofia do que Mariana. Identifiquei-me mais com a sua maneira de pensar e os seus fantasmas e angústias. Um mergulho na alma humana muito difícil de conseguir e que a autora nos oferece com enorme saber.
“El alma humana se parece a las nubes. No hay quien la coja quieta en la mesma postura. “
“En el fondo, no se ama ni se habla ni se escribe para convencer a nadie de nada, sino para convencerse uno a sí mismo de que sigue en forma y aún puede permitirse acrobacias que pongan a prueba el cuerpo, la mente y sobretodo la relación acompasada entre uno e otra. Milagroso equilibrio como el de respirar, que parece tan fácil “. Fiquei fã e vou tentar ler outros dos seus livros.
Es un libro perfecto, me acordaré de Sofía para los restos, es mi mejor amiga, quiero que me escriba cuadernos para Siempre! Y ya está. Cómo sostiene Carmen el hilo en base a cartas y a relatos escritos en cuadernos durante toda la novela y el final que es el cierre perfecto a lo que hablaban estas dos amigas sobre los personajes secundarios.... no quiero decir más simplemente qué bien escribe Carmen Martín Gaite
Esta novela lo tiene todo. Ahonda en la amistad entre dos mujeres, en el poder de la lectura y de la escritura para hacer feliz, en la relación mágica de una madre con su hija, en el poder de la buena conversación. No creo que me lea algo mejor que este libro, ya está en mi estantería de libros fav de mi vida