NATALIA SOSA AYALA (Gran Canaria, 1938−2000) desarrolló una obra poética en la que cuestionó las normas hegemónicas atribuidas a su género. En su poesía, directa y desgarradora, elaboró un discurso a través del cual reclamó su identidad y buscó el lugar que la sociedad le negó.
Como indica Blanca Hernández Quintana en su introducción, «la poesía de Natalia Sosa habla de deseos, de miedos, de incomprensión, de búsqueda, de refugio. Su propia obra se convierte en el asidero desde el que da cobijo a su experiencia vital atrapada, sin quererlo, en un cuerpo incomprendido».
Natalia Sosa traspasa ahora las fronteras de su insularidad canaria, para ocupar el espacio que su aislamiento le impidió alcanzar entre las poetas de la segunda mitad del siglo XX.
Las palabras de Natalia me han hecho sentirme en casa. A cada verso nuevo contemplaba un nuevo hogar diferente. En uno veía una de mis heridas y en el otro, otra. Natalia se retrataba como pocas veces he visto. Vivía en las palabras y conseguía contar con fuerza lo desagradable que era el mundo en muchas ocasiones. Su vida no fue fácil pero sus poemas fueron y siguen siendo maravillosos.
"La Muerte es una sombra gris, que nadie advierte, pero que va conmigo a todas partes."
Natalia me regaló este libro cuando la conocí. Es brillante, Natalia Sosa es una poeta que habría que poner en un pedestal para que su voz se oyera/escuchara de nuevo. Es como Pizarnik pero mejor.
Poder volver atrás, gritar perdón y cerrar, para siempre, las puertas de la mente.