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160 pages, Paperback
First published January 1, 1962
“… la Mamá Grande era dueña de las aguas corrientes y estancadas, llovidas y por llover, y de los caminos vecinales, los postes del telégrafo, los años bisiestos y el calor, y que tenía además un derecho heredado sobre vida y haciendas... A veces en complicidad con los enamorados pero casi siempre aconsejada por su propia inspiración, aquella noche (la de su cumpleaños) concertaba los matrimonios del año entrante.”De casi todo ello da buena muestra el cuento que da título a todo el volumen, aunque no pueda decir que se encuentre entre mis preferidos, ni mucho menos, como tampoco lo está el otro relato largo de la colección, “Un día después del sábado”. Me gustaron mucho más algunos de los cortos, esos en los que el autor deja entreabierta una puerta y por cuya rendija en forma de frase se deja ver otra historia terrible y triste que no se hace explícita en el relato. Frases como «Es el ladrón que mataron aquí la semana pasada (…). Yo soy su madre», de “La siesta del martes”, o aquella de “Un día de estos”, «Aquí nos paga veinte muertos, teniente», o el diálogo que se recoge en “Rosas artificiales” «—¿Qué pasó? —Que se fue».
“Si Dios no hubiera descansado el domingo habría tenido tiempo de terminar el mundo.”

